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Letra T

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TAANAC

Ciudad cananea y después israelita y levítica. Se hallaba al lado sur del valle de Jezreel 8 km al sudeste de Meguido. Ocupaba un punto estratégico porque yacía en un paso de la cordillera Carmelo que une la llanura de Sarón con el valle de Jezreel y el de Acre.

La conquista de Taanac la realizó Josué (12.21), se le asignó a Manasés (17.11) y se declaró ciudad levítica (21.25). Sin embargo, Manasés no pudo tomar posesión de ella (Jue 1.27). Cerca de Taanac se libró la batalla de Barac y Débora con Sísara (Jue 5.19).

Durante el reinado de Salomón (1 R 4.12) fue una ciudad importante.

TABERA

(INCENDIO).

Sitio no determinado en el desierto de Parán. Uno de los lugares donde los israelitas provocaron a ira a Jehová con sus quejas (Dt 9.22). Vino fuego milagroso que consumió parte del campamento hasta que Moisés intercedió a favor del pueblo (Nm 11.1–3).

TABERNÁCULO

(EN HEBREO, OJEL QUE SIGNIFICA TIENDA; Y MISCAN QUE SIGNIFICA MORADA).

Tienda de campaña, santuario portátil que cobijaba el arca del pacto. Sirvió a Israel desde su construcción en el Sinaí (Éx 19.1), hasta la construcción del templo de Salomón.

Se le conoce por los siguientes nombres:

  1. «Tabernáculo» (en hebreo, morada), Éx 40.34, 35.
  2. «Tabernáculo del testimonio», tal vez como referencia al arca que guardaba las tablas de la ley.
  1. «Tabernáculo de reunión» (Éx 40.34–35), para indicar que era el punto en torno al que se debía congregar
  2. «Casa de Jehová» (Éx 34.26).
  3. «Tabernáculo (en hebreo, tienda) de Jehová (1 R 2.28).

Simbolizaba esencialmente la presencia de Jehová en medio del pueblo. Cuando Israel adoró el becerro de oro y despertó así la ira de Jehová, Moisés sacó el tabernáculo fuera del campamento (Éx 33.7), simbolizando así el alejamiento de Dios. Cuando se reanudó la marcha del pueblo nuevamente consagrado a Jehová, el tabernáculo se instaló en medio, con seis tribus delante y seis tribus detrás (Nm 2.17).

A este simbolismo de la morada de Dios en medio de su pueblo (Éx 25.8) se hace referencia al hablarse de la encarnación del Verbo que «habitó (en griego, puso tabernáculo) entre nosotros» (Jn 1.14).

El libro de Éxodo, especialmente en los caps. 25–31, describe con lujo de detalles los materiales empleados y las dimensiones básicas. El tiempo y las guerras destrozaron el tabernáculo original. De ahí que hubo necesidad de un segundo tabernáculo en tiempos de David (2 S 6.17). En el pacto de Dios con David, Dios le recuerda que ha andado en tienda y en tabernáculo (2 S 7.6; 1 Cr 17.5).

El tabernáculo se construyó principalmente con materiales que se encontraban en el desierto, complementados con el producto del despojo de los egipcios al efectuarse el éxodo. Lo cubrían tres cortinas (Éx 26).

LA PRIMERA se componía de once piezas tejidas de pelos de cabras, cada una medía trece metros y medio de largo por un metro ochenta de ancho. Con ella se formaban dos grandes paños de cinco y seis cortinas, respectivamente, que se unió con lazadas y corchetes.

LA SEGUNDA cortina estaba formada con pieles de carnero teñidas de rojo.

LA TERCERA estaba hecha de pieles de tejones (halicore dulong), mamífero marino que abunda en el mar Rojo.

Estas dos últimas cubiertas medían dieciocho por trece metros y medio cada una. La primera cortina, pues, era un metro ochenta más extensa que las dos últimas.

El recinto del tabernáculo tenía trece metros y medio de norte a sur. Las paredes de cuarenta y ocho tablas estaban recubiertas por láminas de oro y las sostenían cuarenta basas de plata en los costados y dieciséis en los otros dos lados. Exteriormente la cubrían diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí y con adornos de querubines bordados. Estaban unidas entre sí en dos paños de cinco cortinas cada uno.

El recinto estaba dividido en dos partes (Éx 26.31–33), separadas entre sí por un velo de cuatro colores artísticamente tejido y adornado con querubines. El velo, por medio de anillos de oro, colgaba de cuatro columnas de acacia cubiertas de oro. A un lado del velo estaba el Lugar Santo. En él estaban el altar del incienso en el que se ofrecía el incienso cada mañana y tarde (Éx 30.6–10; 40.26, 27; 30.7, 8), la MESA de los panes de la proposición y el CANDELERO de oro. Al Lugar Santo solo podían entrar los sacerdotes (Heb 9.6).

Detrás del velo estaba el Lugar Santísimo donde solo el sumo sacerdote podía entrar, y eso solo una vez al año (Heb 9.7). Allí estaba el arca (ARCA DEL PACTO) cubierta con el propiciatorio sobre la que había dos QUERUBINES de oro en actitud de adoración.

El tabernáculo estaba diseñado para desarmarlo y transportarlo cuando las circunstancias lo requirieran. Esto era indispensable en la marcha por el desierto y aun en Canaán.

El tabernáculo lo armaban en un patio o ATRIO cuadrangular de unos 45 m por 22.50 y se orientaba de este a oeste (Éx 27.18). El atrio no tenía techo, estaba limitado por 60 columnas de metal con capiteles de plata fundados sobre basas de cobre (Éx 38.10, 17, 20). Estas columnas servían para colgar las cortinas que cercaban el atrio y que eran de lino blanco torcido (Éx 27.9; 38.9, 16), salvo la parte oriental que era de lino torcido de colores azul, púrpura, carmesí y blanco (Éx 27.16; 38.18).

En este patio estaba el ALTAR del holocausto delante de la entrada del tabernáculo (Éx 40.6). Entre el altar y el tabernáculo estaba la FUENTE de las abluciones. El sacerdote ofrecía el sacrificio sobre el altar, se purificaba en la fuente y luego podía entrar en el Lugar Santo (Éx 40.7).

Se estableció un orden para que las tribus acamparan en torno al tabernáculo. Tres tribus acampaban a cada lado. La tribu del centro de cada trío servía para dominar su lado: Judá al este, Efraín al oeste, Rubén al sur y Dan al norte. Este orden sugiere una disminución de santidad desde el centro hacia el exterior. En el centro espiritual del tabernáculo, el Lugar Santísimo, sobre el arca, estaba la silla de la misericordia (propiciatorio); después, fuera del velo, el Lugar Santo; después, el patio. Luego, fuera del patio estaban primero los sacerdotes y los levitas, y finalmente el campamento principal.

El mismo simbolismo se ve en el uso de los metales. En el Lugar Santísimo se usó oro fino para simbolizar santidad. De allí hacia el exterior, a medida que se aleja del centro de la presencia de Jehová, se disminuye la santidad, la que está simbolizada por el uso de metales de calidad decreciente: oro fino, oro ordinario, plata y finalmente bronce.

También hay cierto simbolismo numérico como: el 3, divinidad; el 4, humanidad, el 7 y el 10, perfección, calidad de completo. Esta perfección y santidad gradual explica por qué el pueblo pudo llegar solamente hasta el patio, los sacerdotes hasta el Lugar Santo y solo el sumo sacerdote al Lugar Santísimo.

La columna de fuego en la noche o de NUBE en el día era lo que dirigía los movimientos del tabernáculo. Si el tabernáculo debía permanecer estacionado, la nube se ubicaba sobre él. Si había que marchar, la nube se elevaba y marcaba el rumbo a seguir hasta cuando su detención señalaba la llegada a una nueva estación. Al tener que levantar el campamento, los sacerdotes desarmaban el tabernáculo y lo cubrían cuidadosamente, y los levitas lo transportaban según un orden establecido (Nm 3.25–37).

La Epístola a los Hebreos da una interpretación inspirada del tabernáculo y su simbolismo (Heb 8–10). Juan alude al simbolismo de la presencia de Dios en medio de su pueblo cuando dice literalmente que el Verbo «puso tabernáculo entre nosotros» (Jn 1.14).

En la visión final de Ap 21.3, aparece nuevamente la idea de Dios morando definitivamente con los hombres. La suprema realidad de su presencia supera la necesidad de descripción de su morada (Ap 21.22).

TABERNÁCULOS, FIESTA DE LOS

Una de las tres grandes fiestas que se celebraban anualmente en Jerusalén. A ella debían concurrir todos los israelitas varones (Éx 23.14, 17; Dt 16.13–16). Se le llamaba así porque las familias debían habitar durante siete días en tabernáculos o cabañas de ramas y hojas de árboles. Se construían en los techos de las casas, en los patios, en el atrio del templo y aun en las calles. De ese modo recordaban que habían habitado en tabernáculos durante los años de peregrinación en el desierto (Lv 23.43). Todos debían regocijarse delante de Jehová por la protección sobre su pueblo y por la cosecha de los frutos de la tierra.

La Fiesta de los Tabernáculos se celebraba desde el día 15 al 22 del séptimo MES, fin del año agrícola, cuando se recogían las cosechas de los cereales: el trigo y la cebada.

El primer día y el octavo se declararon días de reposo: nadie debía trabajar en ellos. En los sacrificios públicos se ofrecían dos carneros y catorce corderos, en cada uno de los siete primeros días, juntamente con trece novillos el primero, doce el segundo, once el tercero, diez el cuarto, nueve el quinto, ocho el sexto y siete el séptimo. El octavo día se ofrecía un novillo,  un carnero y siete corderos, con los presentes y libaciones correspondientes (Lv 23.33–43). Se tenía la costumbre de leer la Ley cada séptimo año durante el primer día de la fiesta (Dt 31.10– 13).

Después del cautiverio, se añadió la ceremonia de derramar agua mezclada con vino, en el sacrificio preparado, sobre el altar, como símbolo de gratitud por la provisión de agua en el desierto (Is 12.3). A esta ceremonia parece que aludió nuestro Señor, cuando en el último día de la fiesta dijo: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba» (Jn 7.2, 37, 38). En la época de Jesús el atrio del templo se iluminaba en el primer día de la fiesta (Jn 8.12), y aun los venerables rabinos ejecutaban allí una danza de antorchas.

TABITA

Ver. Dorcas.

TABLA, TABLILLA

Superficie plana de piedra, metal o madera en que se escribía con ayuda de cinceles adecuados. Moisés trajo del monte Sinaí el Decálogo escrito en «tabla de piedra» (Éx 31.18). Los profetas escribieron las profecías en tablas (Hab 2.12) probablemente hechas de madera con una capa de cera en que se escribía con un punzón como los otros pueblos alrededor (desde el siglo VIII a.C.). La tablilla en Lc 1.63 probablemente se refiere a una de madera cubierta con cera. En sentido figurado la tablilla se menciona en pasajes como Pr 7.3; Jer 17.1; Job 19.23, 24; 2 Co 3.3.

TABOR

(ALTURA, COLINA).

Monte situado en Galilea al nordeste de la llanura de Jezreel en el límite de Isacar con Zabulón y Neftalí (Jos 19.17–22). Altitud: 553 m sobre el nivel del mar. El territorio circundante fue escenario de la batalla de Barac contra Sísara (Jue 4 y 5). El Tabor se consideraba desde la antigüedad como una montaña sagrada (Dt 33.19; Os 5.1; Sal 89.12 combaten este culto).

Estuvo también muy relacionado con la historia intertestamentaria del pueblo judío. En el año 218 a.C., Antíoco II conquistó una ciudad que había en la cumbre y la fortificó.

En el año 53 a.C. esta ciudad y sus aledaños fueron escenario de una batalla entre el Macabeo Alejandro, hijo de Aristóbulo, y los romanos. Josefo, como general judío, fortificó esa ciudad en el año 66 d.C. Aún pueden verse restos de esa muralla.

En el Nuevo Testamento no se menciona expresamente el Tabor. Pero una antigua tradición sitúa allí la TRANSFIGURACIÓN de Jesús: «Al instante mi madre, el Espíritu Santo, me arrebató por los cabellos y me condujo al monte Tabor» (Evangelio de los Hebreos). La resonancia de la transfiguración se describe en 2 P 1.16ss donde Pedro menciona «el monte santo» como algo muy conocido para los primeros cristianos.

Algunos piensan que el Tabor es el monte de Galilea donde Jesús citó a sus discípulos después de la resurrección (Mt 28.16).

Los israelíes han devuelto al Tabor su nombre bíblico: har-Tabor.

TADEO

(PROBABLEMENTE DEL ARAMEO TAD, QUE SIGNIFICA PECHO FEMENINO; O DEL HEBREO TADDAI, QUE SIGNIFICA VALIENTE).

Uno de los doce apóstoles, según las listas de Mt 10.2ss y Mc 3.16–19. El apóstol correspondiente en la lista de Lucas se identifica como «JUDAS hermano de Jacobo» (6.16; cf. Hch 1.13), pero a la luz de la traición a Jesús, por parte de Judas Iscariote, es fácil ver por qué este nombre cayó en desuso. Si seguimos esta identificación, Judas Tadeo será el Judas distinguido por la frase «no el Iscariote», quien tomó parte en las conversaciones del cenáculo (Jn 14.22).

Algunos eruditos intentan atribuirle a Tadeo la paternidad de Judas (JUDAS, EPÍSTOLA DE), pero no es muy probable dicha hipótesis.

En Mt 10.3 los manuscritos vacilan entre la lección «T» y «Lebeo» (del hebreo lev, que significa corazón), que son casi sinónimos. Acerca de la vida posterior de Tadeo solo tenemos datos poco seguros, provenientes de las leyendas surgidas en épocas posteriores.

TADMOR

(PALMA).

Ciudad que edificó Salomón en el desierto de Siria (2 Cr 8.4), 180 km al noroeste de Damasco en un oasis por donde pasaban las caravanas del Oriente hacia el Occidente y viceversa.

Era un lugar muy estratégico. La prosperidad de Salomón se debió en parte al control que tenía de esta importante ruta comercial.

Los griegos y romanos llamaban a Tadmor «Palmira» debido a las palmas que había en este oasis. Continuó siendo ciudad importante hasta los tiempos de los romanos que tomaron posesión de ella en 130 d.C. Fue la sede de la famosa reina Zenobia (255–273 d.C.). En 273 d.C. fue destruida por el emperador romano Aureliano.

En 1 R 9.18 (RV) encontramos una mención de Tadmor. Pero aquí tropezamos con un problema textual. En algunos manuscritos hebreos no aparece la palabra «Tadmor», sino «Tamar». Muchos creen que este nombre debe entenderse Tadmor, pero otros creen que aquí se refiere a un lugar en el sudeste de Judá.

TAFNES

Ciudad del norte de Egipto que se encontraba al oeste del brazo pelusiano del Nilo. El nombre hebreo Tafnes se deriva del egipcio, que quiere decir «fortaleza de Pineas». La Septuaginta tradujo Tafnes por «Tafnas», y los griegos la llamaron «Dafne».

El nombre árabe actual del lugar es «Tel Defne». Al parecer, esta ciudad comenzó a cobrar importancia a partir del siglo VII a.C. Los profetas Jeremías (2.16; 43.7, 9; 46.14) y Ezequiel (30.18) dan testimonio de que era una ciudad de cierta importancia. Allí fue que se refugió Johanán con el remanente que quedó después de la caída de Jerusalén (Jer 40.8; 43.7). Puesto que esto se realizó en contra de la voluntad de Dios, Jeremías profetizó contra los judíos que se encontraban en Tafnes y en otros lugares de Egipto (43.8–11; 44.1–30).

TAHAT

Nombre de un lugar y tres hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Campamento de los israelitas en el desierto al salir de Egipto (Nm 26, 27).
  2. Levita de los hijos de Coat (1 Cr 6.24, 37).
  3. Descendiente de Efraín (1 Crónicas 20).
  4. Descendiente de Efraín, probablemente nieto del anterior (1 Cr 20).

TAHPENES

Reina egipcia contemporánea de David y Salomón (1 R 11.19, 20). El faraón entregó a la hermana de Tahpenes en matrimonio a HADAD, el edomita adversario de Salomón (1 R 11.19, 20), pero esta murió al poco tiempo de dar a luz a Genubat. Tahpenes crió al niño en el palacio del faraón.

TALENTO

(EN HEBREO KIKHAR, QUE SIGNIFICA REDONDO; EN GRIEGO TALANTON, QUE SIGNIFICA UNA ROMANA).

Medida de peso mayor entre los judíos, griegos y babilonios.

Probablemente tomó su nombre hebreo de la forma característica que tenían las grandes pesas de metal. Se usaba para pesar oro (2 S 12.30), plata (1 R 20.29), hierro (1 Cr 29.7) y bronce (Éx 38.29). En las rentas anuales de Salomón se incluyeron 666 talentos de oro (1 R 10.14).

Es difícil determinar si el talento de los hebreos tenía un peso uniforme. De Éx 38.24–29 se deduce que los talentos de oro, plata y bronce eran de un mismo peso.

Además, los 30 talentos de oro que Ezequías pagó (2 R 18.14) corresponden a la cantidad que SENAQUERIB pretende haber recibido, con la implicación de que se usaban talentos del mismo peso en Judá y Asiria durante esa época. Puede ser que ese fuera el talento liviano (más

o menos 30 kg). Parece que en Babilonia se usaba además otro talento de aproximadamente 60 kg. En el Nuevo Testamento la palabra talento no se refiere a dinero acuñado, sino a una unidad de referencia general, siempre de valor bastante alto, pero casi nunca uniforme.

La palabra talento se usa figuradamente con frecuencia (Mt 25.14–30; Lc 19.11–27).

En tal caso la palabra no se refiere tanto a las aptitudes naturales que una persona puede tener, sino a algo que una persona encomienda a otra (MAYORDOMO). Así que los talentos se deben entender mayormente como dones sobrenaturales conferidos por el Espíritu Santo.

TALMAI

Nombre de dos personajes del Antiguo Testamento.

  1. Hijo de Anac, el gigante, nombrado junto con Sesai y Ahimán, a quienes expulsó Caleb al conquistar Hebrón (Nm 13.22; Jos 15.14; Jue 10).
  2. Rey de Gesur, pequeño reino arameo al nordeste del mar de Galilea. Fue padre de Maaca, mujer de David y madre de Absalón (2 S 3.3; 37; 1 Cr 3.2).

Cuando Absalón, después de asesinar a Ammón, se vio obligado a huir de la corte de su padre, se refugió en Gesur, en la corte de su abuelo Talmai, donde estuvo tres años.

TALMUD

(EN HEBREO, ENSEÑA).

Tradición judaica que representa casi un milenio de actividad rabínica. Consiste de una enorme masa de interpretación bíblica, explicación de leyes y de sabiduría práctica que originalmente se transmitía verbalmente y que a través de los siglos paulatinamente adquirió forma escrita antes de 550 d.C.

SUS COMIENZOS ORALES

Al proceso de comentar y explicar el texto bíblico le siguió de inmediato la divulgación de un determinado libro inspirado. Cuando en los días de Esdras el canon del

Antiguo Testamento estaba casi completo, los eruditos judíos sentían vergüenza de que Dios no hablara como antes a su pueblo. Con el fin de llenar este vacío, se propusieron estudiar los libros bíblicos y crear escuelas de interpretación que actualizaran la antigua Torá. Esto daría la impresión de que Dios hablaba todavía. Como no todos los rabinos estaban de acuerdo con el significado de un pasaje dado, el estudiante tenía que aprender de memoria las opiniones, a veces contradictorias, de generaciones de rabinos.

SUS BASES ESCRITAS: MIDRAS Y MISHNAH

Con los años, la cantidad de material alcanzó tales proporciones que los eruditos decidieron escribirlo.

El método más antiguo de enseñar la Ley era comentar la Biblia según el orden del texto; esta forma de exponer las Escrituras se denominó Midras (exponer). Desde que

Esdras entronizó la Ley en 444 y hasta 270 a.C., los escribas prefirieron esta forma de enseñar.

Con la sucesión de cinco «pares» de rabinos, entre quienes los más famosos fueron Shamai e Hillel (a fines del siglo I a.C.), surgió un nuevo método: MISHNAH (repetición). Este método permitía desarrollar un tema sin atenerse al orden bíblico. Ya antes de 50 d.C. se escribieron las primeras compilaciones míshnicas y midrásicas. Cada erudito matizaba las opiniones ya escritas, glosando el comentario de sus predecesores, y la discusión libre continuaba en las escuelas bíblicas de varias localidades. La Mishnah del rabí Judá (ca. 135–217 d.C.) codificó gran parte de la enseñanza corriente de su época. La actividad posterior de los escribas (hasta 550 d.C.) produjo la Guemará (aprender). La Mishnah y la Guemará juntas constituyeron el Talmud.

SU CONTENIDO

El Talmud se compone de seis tipos de leyes referentes a:

  1. La
  2. El reposo, las fiestas, los ayunos.
  3. El matrimonio y el
  4. Los asuntos civiles y
  5. La
  6. La pureza levítica.

Junto al material legal (jalacá) aparece el material ético y religioso (jagadá) que incluye homilías, proverbios, leyendas, predicciones, etc. Las docenas de tomos gruesos acusan una enorme variedad de contenido que desafía a toda sistematización. Como producto de dos centros de erudición, aparecieron dos versiones del Talmud, la palestinense (o Yerusalmi) y la babilónica, más completa y de más autoridad. Ambas se escribieron parte en hebreo, parte en arameo.

SU UTILIDAD

Algunos de los conceptos del Talmud estaban presentes en el «clima espiritual» que rodeó al Señor Jesús y a los apóstoles, y que ellos o rechazaron hasta con violencia (por ejemplo, Mt 23) o aceptaron como consonante con la revelación bíblica (por ejemplo, la Fiesta de la Dedicación, Jn 10.22–42).

La evolución posterior del judaísmo, reflejado en el Talmud, tiene asimismo unos aspectos criticables y otros buenos; en todo caso su estudio arroja mucha luz sobre el Nuevo Testamento y la historia de la iglesia primitiva. La gran dificultad para el estudiante del desarrollo de las ideas es llegar a fechar la aparición de tal o cual tradición. (TRADICIÓN.)

TAMAR

(PALMERA).

Nombre de cuatro mujeres y una ciudad en la Biblia.

  1. Esposa de Er y luego de ONÁN, hijos de Judá. Onán por egoísmo no quiso cumplir con la ley del LEVIRATO (Dt 25.5–10) y se negó a completar el deber conyugal con Tamar, por lo que Dios le quitó la vida (Gn 38.8–10). Luego, cuando Tamar se dio cuenta que Sela, el tercer hijo, había crecido y Judá no se lo daba por esposo, ella, fingiendo ser ramera, tuvo relaciones con su suegro, ya viudo también, y de él tuvo hijos gemelos, Fares y Zara (Gn 38.27–30). De estos el primero aparece con ella en las genealogías de David y de Jesús (Rt 4.12, 18–22; 1 Cr 2.4; Mt 1.3; cf. Lc 33).
  2. Hija de David y Maaca, y hermana de Absalón. Su hermano por la línea de su padre, Amnón, se enamoró de ella y la violó, por lo que Absalón lo aborreció y se vengó matándolo (2 S 13, cf. 1 Cr 9).
  3. Hija de Absalón (2 S 27).
  4. Ciudad de la parte sudeste de Judá (Ez 47.19; 28).

TAMARISCO

Árbol pequeño de ramas muy tupidas. Sus hojas son de color verde azulado y su fruto se asemeja a una cápsula pequeña. La semilla, en la superficie, es muy carnosa. Hay más de doce especies.

Una especie, la manna tamarix, tiene el tronco y las ramas cubiertas por una sustancia resinosa comestible y algunos creen en la posibilidad de que sea el maná del Éxodo. En los tiempos antiguos, el tamarisco se consideraba un árbol sagrado; por ejemplo, en Egipto, el tamarisco se dedicó al dios Osiris.

Dentro de la literatura bíblica el nombre de tamarisco se menciona tres veces: en Gn 21.33 nos dice que Abraham plantó un árbol tamarisco en Beerseba. En 1 S 22.6 se dice que el rey Saúl estaba debajo de un tamarisco hablando de la conspiración hecha en torno suyo. Y en 1 S

31.13 (BJ) relata que los huesos de Saúl se enterraron debajo de un tamarisco en Jabes.

TAMBORIL

Ver. PANDERO.

TAMO

Pelusa o paja muy menuda que se desprende del grano en la trilla. En la Biblia casi siempre se utiliza en lenguaje figurado, como símbolo de lo efímero (Sof 2.2), sin valor (Sal 1.4), débil (Os 13.3), sin resistencia contra las pruebas (Is 48.14) y ruina (Is 41.15). Con el tamo se compara a las muchedumbres enemigas (Is 29.5), que serán echadas lejos (Is 17.13). En muchas ocasiones se refiere a los impíos (Job 21.18; Sal 35.5). En Dn 2.35 es símbolo de la breve duración de las cosas consideradas muy fuertes, como el hierro y el bronce.

TAMUZ

Dios de origen babilónico, adorado también en Siria, Asiria, Canaán y Fenicia (en donde se le llamaba Adonis debido a la influencia griega).

Según la leyenda, Tamuz era el dios del sol y la vegetación. La diosa Istar era su amante pero le fue infiel. Murió Tamuz, pero Istar descendió a los infiernos y logró resucitarlo en el mes cuarto del calendario hebreo (junio/julio), lo cual explica por qué este mes llevaba el nombre de Tamuz durante la época posterior al cautiverio.

En el culto de este dios, la muerte y la resurrección de Tamuz simbolizaban la muerte anual de la vegetación y su reaparición en la primavera. Había fiestas en el mes cuarto para celebrar estos acontecimientos: primero endechas y plañidos debido a la muerte de Tamuz, y después canciones y alegría por su resurrección. Las fiestas culminaban en bacanales y orgías repulsivas.

El nombre de Tamuz aparece solo una vez en la Biblia, cuando Ezequiel (8.14) relata que entre las «abominaciones mayores» que encontró en el templo de Jerusalén había la de «mujeres que estaban endechando a Tamuz». En Jer 9.17–21 y 16.4–6 aparentemente tenemos referencias al mismo culto pagano.

Es posible que la toma de Babilonia por Darío de Media haya ocurrido mientras Belsasar y sus amigos celebraban una fiesta orgiástica en honor de Tamuz.

TAPÚA

(MANZANA).

Nombre de dos ciudades y un hombre en el Antiguo Testamento.

  1. Ciudad situada en alguna parte de la SEFELA de Judá (Jos 15.33, 34). La han identificado con Beit Nettif, 19 km al oeste de Hebrón. Bet-tapúa, «en las montañas», también se entregó a Judá (Jos 15.48, 53), lugar que se ha identificado con la moderna Taffuh, 9 km al oeste de Hebrón.
  2. Ciudad cananea situada en la frontera de los territorios de Manasés y Efraín (Jos 16.8; 7– 9). Josué derrotó a su rey (Jos 12.17).
  3. Uno de los hijos de Hebrón (1 Cr 2.43).

TARÉ

Noveno descendiente de Noé; hijo de Nacor, padre de Abraham, Harán y Nacor y de Sara (Gn 11.24–32). Con toda su familia inmediata emigró de Ur para habitar en Harán. Es notable que el dios de ambas ciudades fuera la luna, Nanna, y que en Jos 24.2 se califique a Taré de idólatra. Sus hijos le nacieron a los 70 años en Ur. Taré murió en Harán a los 205 años.

TÁRGUMES

(EN HEBREO, INTERPRETACIÓN, TRADUCCIÓN).

Paráfrasis en arameo de una porción del Antiguo Testamento. Puesto que después del

cautiverio babilónico el arameo llegó paulatinamente a reemplazar al hebreo como la lengua materna del pueblo judío, las Escrituras no eran comprensibles en su idioma original. Para que el hombre común tuviera acceso a la Palabra escrita, se inició en la sinagoga (en una fecha difícil de precisar) la costumbre de leer la Ley en hebreo y dar luego la traducción al arameo.

Posiblemente el inicio se relata en Neh 8.8, donde «claramente» puede significar «con la interpretación». Sin duda, la costumbre estaba bien arraigada en las sinagogas antes del nacimiento de Cristo; Él y los apóstoles habrán oído siempre en esta forma la lectura bíblica.

De ser netamente orales, para que el asistente al culto pudiera distinguir entre la Escritura misma con su absoluta autoridad y la mera paráfrasis, los tárgumes adquirieron formas tradicionales que aprendía el traductor (llamado meturgueman). Finalmente se escribieron extraoficialmente. Por una ironía, sin embargo, el hecho de consignarlas por escrito condujo a su abolición en la sinagoga, ya que el arameo, como el hebreo anteriormente, evolucionó tanto que el dialecto targúmico se volvió muchas veces arcaico y difícil.

Algunos tárgumes escritos son de gran antigüedad; se ha descubierto uno de Job en la cueva 11 de QUMRÁN. Otros datan del siglo II o III d.C. y abarcan todo el Antiguo Testamento menos Daniel, Esdras y Nehemías. Los más importantes son los del Pentateuco, aunque no están completos: el tárgum Onquelos y dos tárgumes palestinenses (Seudo-Jonatán y Códice Neófiti). Sobre los profetas existe el tárgum Jonatán ben-Uziel.

Hay varios tárgumes anónimos sobre las distintas secciones de los Hagiógrafos. Mientras Onquelos es bastante literal y se atiene al original, Jonatán parafrasea mucho más, y Seudo- Jonatán solo usa el original como vehículo para los relatos populares que se aglomeraron alrededor de los personajes y acontecimientos bíblicos (TALMUD). Todos los tárgumes tienden a:

  1. Evitar el empleo del nombre inefable de Dios, sustituyéndolo a menudo por el vocablo Memra (el Verbo).
  2. Evitar en pasajes referentes a Dios el uso de los antropomorfismos y antropopatismos del original, para lo que se altera la estructura de la narración.
  3. Armonizar los relatos paralelos y completar los que parecen

Son útiles para el estudio de la hermenéutica judía y del arameo. Es posible, por ejemplo, que Neófiti refleje el dialecto preciso que hablaba el Señor Jesús.

TARSIS

(JASPE AMARILLO).

Nombre de tres hombres, una piedra preciosa y una ciudad en el Antiguo Testamento.

  1. Hijo de Javán (Gn 4).
  2. Hijo de Bilhán (1 Cr 7.10).
  3. Uno de los siete príncipes de Persia y Media que gozaban de privilegios especiales ante el rey Asuero (Est 1.14).
  4. Piedra preciosa difícil de identificar. La RV traduce este término unas veces «berilo» (Éx 28.20; 13; Dn 10.6), otras «crisólito» (Ez 1.16; 10.9; 28.13), y otras «zafiro» (Cnt 5.14).
  5. Ciudad que resulta imposible identificar a ciencia cierta, y que vino a ser símbolo de tierra distante e

En JONÁS 1.3 se nos dice que el profeta se embarcó hacia Tarsis con el propósito de «huir de la presencia de Jehová». Puesto que embarcó en Jope, es de suponerse que Tarsis era un puerto que se encontraba en el Mediterráneo, a gran distancia de Palestina.

La relación entre Tarsis y Tiro parece haber sido estrecha, según lo indica Is 23.6. Por tanto, es de suponer que Tarsis era una lejana colonia de Tiro. También sabemos que Tarsis exportaba plata, hierro, estaño y plomo (Jer 10.9; Ez 27.12), lo cual nos hace suponer que estaba situada en una región del Mediterráneo.

La Septuaginta la colocaba al norte de África, y en algunos casos traducía Tarsis por «Cartago». En Ez 27.12, la Vulgata sigue la misma traducción. En algunos TÁRGUMES también se supone que Tarsis estaba en el norte de África. Sin embargo, tal identificación no puede sostenerse.

El antiguo historiador judío Josefo identifica a Tarsis con Tarso, Cilicia. Aunque los eruditos no han rechazado totalmente esta identificación, otros piensan que Tarsis se encontraba en Italia y otros en España. Esta última hipótesis parece ser la más adecuada, pues existe en griego el nombre de Tartessos, que se aplica a una vaga región en el sur de España. La semejanza entre los nombres de Tartessos y Tarsis es grande. Además, desde muy temprano los fenicios comerciaban con el sur de España, de donde importaban metales.

La distancia que separaba a Palestina y Fenicia de Tarsis hacía que se requiriesen para el viaje los mejores barcos disponibles. Por esta razón, se llegó a llamar a las grandes naves mercantes «barcos de Tarsis». Cuando tal expresión se encuentra en el Antiguo Testamento no ha de pensarse que se refiere a barcos procedentes de la ciudad de Tarsis, sino que se trata más bien de un modo de señalar el tamaño de la nave, cualquiera que sea su procedencia (1 R 22.48; Is 60.9; Ez 27.25).

También se llegó a usar el término Tarsis para referirse a lugares distantes, como en 2 Cr 9.21; 20.36. Estos dos textos no han de entenderse necesariamente en el sentido de que los barcos iban a Tarsis, lo cual no tendría sentido en vista de que todo el resto del Antiguo Testamento nos da a entender que Tarsis se encontraba al oeste de Palestina, y no al sur ni al este. Este uso de la palabra Tarsis evolucionó a tal punto que en el siglo IV d.C., según el testimonio de Jerónimo, los propios judíos entendían que Tarsis quería decir sencillamente «mar».

TARSO

Ciudad principal de Cilicia, la parte sudeste de Asia Menor, sobre ambas riberas del río Tarso (antiguo Cidno) en un fértil valle y a 15 km de la costa del Mediterráneo. Existen varias tradiciones sobre su fundación. Una de ellas afirma que Sardanápalo, rey asirio, la construyó en un día. Una crónica recogida por Eusebio afirma que Senaquerib, rey de Nínive (ca. 705–681 a.C.), fue su fundador. También los griegos reclaman un origen heleno para Tarso. Es imposible llegar a una conclusión cierta. La identificación por Josefo de TARSIS con Tarso, basada en Gn 10.4 presenta dificultades.

La primera población de Tarsis data del período neolítico y durante el tercer milenio a.C. fue un pueblo amurallado. Las excavaciones revelan evidencias de arquitectura propia del Imperio Hitita entre 1400–1200 a.C. La arqueología confirma que hubo un proceso continuo de colonización griega desde el siglo VII hasta el V a.C. Durante este siglo estuvo bajo dominio persa. En el arte del siglo IV Baal, dios de Tarso, aparece como tipo del Zeus grecopersa.

En el 333 a.C. Alejandro salvó a Tarso de ser destruida por los persas y la influencia griega disminuyó a su muerte. De este período data la formación de una colonia judía en Tarso. El Imperio Romano comenzó a penetrar en Cilicia en el 104 a.C. y cuando la convirtieron en provincia romana, Tarso fue la capital (64–63 a.C.). De este tiempo data la ciudadanía romana de los judíos residentes allí.

Una reseña de la atractiva vida intelectual de Tarso la da Filostrato en su biografía de Apolonio de Tyana. El filósofo Estrabo, ca. 19 a.C., habla del entusiasmo de sus habitantes por la filosofía. Tal era Tarso cuando Pablo nació: una síntesis de influencias orientales y grecorromanas. Es muy difícil establecer las influencias de Tarso en la vida y escritos de Pablo pero esta ciudad, amante del estudio, tuvo que ejercer un fuerte impacto sobre quien fue un gran intérprete de la cultura del mundo grecorromano.

TARTAC

Ídolo que los aveos introdujeron en Samaria cuando el rey de Asiria, Sargón, los llevó allá en 722 a.C. (2 R 17.31). Según el TALMUD de Babilonia, Tartac se representaba en la forma de un asno. Se cree que Tarso es idéntico con el ídolo acadiano Turtak, protector del Tigris.

TARTÁN

Grado del comandante en jefe de una de las secciones del ejército asirio. El cargo se menciona por primera vez en los textos históricos del tiempo de Adad-nirari II (911–891 a.C.); pero por el Antiguo Testamento (2 R 18.17; Is 20.1) y por los textos asirios sabemos que este grado militar se usó constantemente durante los reinados de Salmanasar III, Tiglat-pileser III, Sargón II y Senaquerib.

TATNAI

Gobernador persa de «Samaria y las demás provincias del otro lado del río» (Esd 5.3, 6; 6.6, 13), es decir, de la satrapía que estaba al oeste del río Éufrates, durante el tiempo de Darío I (521–485 a.C.) y Zorobabel. Fue sucesor de REHUM (Esd 4.8ss). Su administración se caracterizó por la equidad con que trató a los judíos.

TEA

Ver. ANTORCHA.

TEATRO

Edificio dedicado a representaciones dramáticas: arte literario que, según algunos, es de origen griego. La palabra teatro no se encuentra en el Antiguo Testamento, pero si tomamos Job y Cantares como obras dramáticas, tenemos que reconocer que este género era conocido entre los hebreos.

Pablo predicó el evangelio en el teatro de Éfeso (Hch 19.28, 31). Es posible que haya sido en el teatro de Cesarea donde Herodes Agripa murió comido de gusanos después de haber arengado a las multitudes (Hch 12.21ss). Se hace referencia al teatro y al estadio en Heb 10.33; 12.1 y en 1 Co 4.9.

Los arqueólogos han encontrado numerosos teatros en Palestina, construidos bajo la influencia de la cultura grecorromana. Flavio Josefo, historiador judío, los mencionaba en sus escritos. Herodes el Grande construyó varios teatros. Aprovechando los desniveles del terreno, los teatros se construían en forma de semicírculo y en declive.

TEBAS

Nombre griego de la ciudad egipcia que en hebreo se llama No, o No-Amón (que significa, ciudad de Amón). Antigua ciudad principal del alto (sur) Egipto que era centro del culto al dios egipcio Amón y capital de Egipto durante la mayor parte de la época de unidad política de aquella nación desde el Imperio Medio (ca. 2050 a.C.) hasta la invasión asiria bajo Asurbanipal (ca. 661 a.C.). Aun después conservaba algo de su importancia anterior hasta que los romanos la destruyeron (29–30 d.C.) cuando se rebeló debido al exceso de impuestos. En el primer milenio a.C., Tebas fue importante sobre todo en el aspecto religioso.

Estaba ubicada a orillas del Nilo, unos 530 km al sur de El Cairo. En las ruinas de Tebas y sus alrededores, que abarcan una extensión de unos 90 km2, se encuentra el mayor conjunto de monumentos arqueológicos de todo Egipto. Entre ellos sobresalen los grandiosos templos de Luxor y Karnak en la margen oriental, y numerosas tumbas de faraones, como la de Tutankamen, en la ribera occidental. Abundan no solamente templos, sino también palacios destruidos, enormes estatuas, obeliscos y avenidas de esfinges. Aunque mayormente religiosos en naturaleza, los monumentos contienen también numerosas esculturas e inscripciones en jeroglíficos de mucho valor histórico.

Cuando anunció la destrucción de Nínive, el profeta Nahúm mencionó el saqueo de Tebas que realizó Asurbanipal (Nah 3.8–10). En Jer 46.25 y Ez 30.14–16 encontramos profecías en contra de Tebas.

TEBET

(EN ACADIO, MOJADO, LODOSO).

Mes hebreo, el cuarto del año civil y décimo del año eclesiástico. Corresponde a diciembre- enero. Era MES de invierno cuando caía lluvia en los llanos y nieve en las altas montañas. Los días 8–10 eran de ayuno (Est 2.16).

TEBES

Ciudad de Efraín al nordeste de Siquem, escenario de la muerte del usurpador ABIMELEC. Durante el sitio de la ciudad, una mujer le tiró desde la torre fortificada un pedazo de rueda de molino que lo golpeó en la cabeza. Mortalmente herido, Abimelec pidió a su escudero que lo matara (Jue 9.50–57; 2 S 11.21).

TECOA

Pueblo ubicado sobre una pequeña meseta en las alturas áridas de Judea, 16 km al sur de Jerusalén. Joab mandó a buscar a una «mujer astuta» de Tecoa para aplacar a David y lograr su anuencia para el regreso de Absalón (2 S 14.1ss). Roboam mandó reedificar Tecoa (2 Cr 11.6). El profeta AMÓS era de Tecoa (Am 1.1). En tiempo de Nehemías algunos de sus más humildes habitantes ayudaron a reconstruir los muros de Jerusalén ca. 444 a.C. (Neh 3.5, 27). Sobre la meseta de Tecoa se encuentran ruinas apenas excavadas.

TEJADO

Techo plano construido con ramas, barro arcilloso y piedras. Sobre una enramada tendida en las vigas que unían los muros opuestos, se echaba una espesa mezcla de barro arcilloso y piedras pequeñas, a la que luego se pasaba un rodillo. La hierba (Is 37.27 BJ; Sal 129.6) que nacía sobre el tejado, en la época de las lluvias, contribuía con sus raíces a hacer más compacta la techumbre. Sin embargo, el tejado resultaba débil y había que repararlo después de cada invierno. Este probablemente era el tipo de construcción del episodio del paralítico y sus cuatro amigos (Mc 2.4; Lc 5.19). El orificio que había para la salida del humo se amplió para bajar al paralítico.

Sobre el tejado se realizaban diversas tareas domésticas; por ejemplo, se secaba el lino (Jos 2.6; CASA). Allí David se paseaba al fresco de la tarde (2 S 11.12). Desde el tejado se notificaba a los vecinos los acontecimientos tristes o alegres (Is 22.1; Jer 48.38).

Se entablaban las conversaciones serias (1 S 9.25 y probablemente Jn 3.2).

Al tejado se subía por una escalera exterior o simplemente por una escala de madera.

Por lo general, lo rodeaba una baranda (Dt 22.8). En las casas ricas, la escalera era interior y el tejado una lujosa terraza. Las familias acomodadas construían sobre el tejado una habitación lujosa, llamada APOSENTO ALTO (Lc 22.19). En uno de ellos celebró Jesús la Cena con sus discípulos.

TEJER

Arte de las más antiguas. Es el proceso básico en la manufactura de telas para vestir, para tiendas de campaña, cortinaje, etc. Los materiales más comúnmente usados para tejer en la época bíblica eran la lana de borrego, el pelo de cabra, la fibra de lino, el algodón, el cáñamo, la fibra del ramio y el pelo de camello. Las telas del tabernáculo las tejieron hombres y mujeres (Éx 26.1–13; 33.35).

En la importante ciudad de TIATIRA, de la cual era oriunda LIDIA (Hch 16.14), se organizaron verdaderos gremios de tejedores que establecieron centros comerciales de hilados y tejidos. Las excavaciones de Tell Beit Mirsira y Laquesis han proporcionado evidencias del auge de la industria del tejido en Tierra Santa. Sin embargo, esos centros eran pequeños comparados con los de Egipto y Babilonia, donde los hebreos adquirieron preparación para el tejido.

En las Escrituras se habla de la estaca, el enjullo, la lanzadera y el huso del tejedor (Job 7.6; Pr 31.19; Jue 16.14; 2 S 21.19; 1 S 17.7; Is 38.12).

TEL-ABIB

Ciudad de Babilonia, posiblemente pequeña, construida junto al río QUEBAR, en la que se estableció un grupo de judíos cautivos. Se menciona solo en Ez 3.15. No es posible determinar su ubicación exacta.

TELAIM

Sitio ubicado al sudeste de Beerseba, probablemente llano, donde Saúl reunió a sus ejércitos para presentar batalla a Amalec. Allí mismo Saúl derrotó a los amalecitas (1 S 15.4). Algunos identifican Telaim con Telem de Jos 15.24.

TELASAR

Lugar arameo al norte de Mesopotamia que Senaquerib cita como uno de los muchos sitios conquistados por sus antecesores (2 R 19.12; Is 37.12). Los mensajeros aquí la identifican como la habitación de la gente de Edén.

TELL

Palabra que los árabes modernos usan para designar un montículo formado por ruinas de ciudades antiguas. El vocablo hebreo tel se traduce «colina» en Jos 11.13 y «montón de ruinas» en Dt 13.16. Los antiguos construían las ciudades sobre ruinas de ciudades ya desaparecidas. De esta manera la sucesión de ciudades en un mismo lugar produjo colinas artificiales de una altura considerable.

Por ejemplo, Tell el-Husn, que fue el sitio de BET-SÁN de la época del Antiguo Testamento, y Escitópolis, ciudad principal de la DECÁPOLIS de la época del Nuevo Testamento. Los arqueólogos han descubierto en este tell 19 capas o estratos de escombros que revelan que un número igual de ciudades se habían levantado una sobre otra. Como resultado hay una colina de 25 m de altura desde el suelo original hasta la capa superior (ARQUEOLOGÍA, KHIRBET).

TELL-EL-AMARNA

Ver. AMARNA.

TEMA

Hijo de Ismael (Gn 25.15; 1 Cr 1.30) y nombre del lugar en que moraban sus descendientes (Job 6.19; Is 21.14). Tema se hallaba en un oasis 300 km al nordeste de Medina de Arabia, en la ruta de las caravanas entre los golfos de Persia y de Aqaba.

Jeremías presenta a Tema como objeto de la ira de Dios, la que administró Nabucodonosor (Jer 25.23; 49.28–33).

Nabonido la conquistó en 552 a.C. y residió allí durante diez años. En 540 a.C. fue tomada por Ciro y pasó a formar parte del Imperio Medo-Persa.

TEMÁN

(EL DERECHO O EL SUR).

Hijo mayor de Elifaz y nieto de Esaú (Gn 36.11; 1 Cr 1.36). Fue príncipe de los edomitas (Gn 36.15, 42) y prestó su nombre a la región ocupada por su tribu (Gn 36.34). Sus descendientes fueron famosos por su sabiduría (Jer 49.7; Abd 8–9). Elifaz, uno de los amigos de Job, era temanita (Job 2.11).

TEMOR

Puede significar terror, miedo, o sencillamente reverencia y respeto. El temor que resulta del antagonismo de los hombres o de algún peligro que se acerca, es una emoción humana que puede tener sus beneficios, por ejemplo, tener conciencia de lo malo o del peligro, pero puede ser también una fuerza negativa y destructiva. A veces echa fuera el amor sobrenatural de Cristo (1 Jn 4.18). Asimismo, el temor puede dominar y acobardar al hombre que ignora el perdón y el amor que infunde el Espíritu Santo. La misma conciencia manchada causa miedo aun cuando nadie le persiga (Pr 28.1; cf. Adán y Eva en Gn 3.10). Gedeón no quiso incluir miedosos entre sus tropas para no poner en peligro la moral y el ánimo de los valientes (Jue 7.3).

Repetidas veces la Biblia insta a los hijos de Dios a no temer. En Gn 15.1 Dios le dice a Abraham que no tema porque «soy tu escudo, y tu galardón». El salmista dice: «No temeré mal alguno porque tú estarás conmigo» (Sal 23.4). El Nuevo Testamento empieza con el mensaje angelical de no temer (Lc 1.13). Jesús en múltiples ocasiones invita a sus discípulos a no temer (Mt 10.31; Lc 5.10; 12.32).

El «temor de Dios» puede calificarse como reverencia y reconocimiento de la majestad, el poder y la santidad de Dios; o sea, respeto filial. Es este temor el que Dios pide en Sal 33.8; 34.9; 112.1. En el Antiguo Testamento, por la importancia dada a la Ley en la vida de los israelitas, a menudo se consideraba la verdadera religión como sinónimo del temor de Dios (cf. Sal 34.11; Jer 2.19; etc.).

El énfasis del Nuevo Testamento destaca más el amor y el perdón de Dios, basados en la relación filial entre el cristiano y su Padre celestial. Permanece, no obstante, un temor reverente como parte del deber humano. El temor ayuda a andar rectamente (Hch 9.31; 2 Co 7.1). El temor a Dios da al creyente el valor de dominar el temor que viene de los contratiempos, inclusive de la muerte misma (Heb 2.15; Ap 2.10; cf. 2 Ti 1.6, 7).

Los que temen a Dios son el pueblo de Dios. A los gentiles que adoraban al Dios judío se les distingue como aquellos temerosos de Dios (véase Hch 10.2, 22, 35).

TEMPLANZA

Ver. DOMINIO PROPIO.

TEMPLO

Aunque los israelitas no tuvieron un templo fijo hasta el reinado de Salomón, a veces se usa este vocablo para referirse al TABERNÁCULO situado en Silo (1 S 1.9; 3.3). Durante el período de los jueces Elí y sus hijos guardaban allí el arca del pacto. Este fue el templo que los filisteos destruyeron después de la batalla de Ebenezer en la que capturaron el arca. En tiempos de Jeremías era cosa proverbial que la destrucción del santuario de Silo se debiera a la iniquidad del pueblo (Jer 7.12–14).

Cuando el rey David conquistó la ciudad de Jerusalén y recuperó el arca del pacto capturada por los filisteos, trajo triunfalmente el arca a la ciudad. Así estableció un nuevo lugar de culto y veneración para el pueblo de Israel. De esta manera Jerusalén quedó consagrada como ciudad sagrada de Israel y allí, en el mismo lugar, se alzaron sucesivamente tres templos dedicados al culto divino que se conocen por los nombres de templo de Salomón, templo de Zorobabel y templo de Herodes.

EL «PRIMER TEMPLO» O TEMPLO DE SALOMÓN

Según 2 S 24.16–25 el rey David compró la era de ARAUNA el jebuseo y construyó allí un altar. En este lugar consagrado fue donde su hijo Salomón edificó el templo en el año 957 a.C. El sitio preciso se ha identificado con la extensa explanada que está al nordeste de Jerusalén y que se conoce como Haram esh-Sharif o «noble santuario», y donde hoy se alza la mezquita de Omar o «Cúpula de la Roca», uno de los más importantes centros de veneración musulmana.

El templo se dividía en tres partes. El vestíbulo (‘ulam) medía 5, 5 m de profundidad por 11 m de ancho y 16, 5 m de altura. El «Lugar Santo» (hekal) era del mismo ancho y altura, pero era de 22 m de largo. Por último el «Lugar Santísimo» (debir) era un cubo de 11 m por lado.

A lo largo de los costados norte, sur y oeste del templo, pero sin llegar a las paredes del vestíbulo, había adosada una estructura de tres pisos en la que estaban las habitaciones de los sacerdotes y donde se guardaban los utensilios del culto. Por encima de la tercera planta una serie de ventanas daban luz al vestíbulo y al Lugar Santo, pero el «Santísimo» permanecía en perfecta oscuridad. Las tres secciones del templo estaban revestidas interiormente de madera de cedro con excepción del piso que era de madera de ciprés. Las paredes interiores estaban colmadas de tallados de querubines, flores, palmas y otros motivos decorativos.

Para llegar al templo había que pasar por un extenso patio exterior donde se alzaba el ALTAR de los holocaustos, en forma de torre de tres pisos y emplazado sobre la roca sagrada que hoy ocupa el lugar principal en la mezquita de Omar. En el mismo patio se encontraba el MAR DE BRONCE, enorme vasija de 787 hectolitros de capacidad que descansaba sobre los lomos de doce bueyes de bronce (2 Cr 4.2–5). A cada lado de la entrada al vestíbulo se alzaban sendas columnas de bronce de 10 m de altura y 2 m de diámetro, cada una con un capitel adornado de lirios y granadas.

La columna sur se llamaba JAQUÍN y la del norte Boaz. Estos nombres son la primera palabra de los oráculos reales que aparecían labradas en las columnas, a saber: «Yahveh establecerá [ boáz ] tu trono para siempre», y «En la fortaleza [bo’az] de Yahveh se gozará el rey».

En el «Lugar Santo» se encontraba el ALTAR del incienso hecho de oro, la mesa de los PANES DE LA PROPOSICIÓN, hecha de cedro, y diez candelabros de oro. En el «Lugar Santísimo», envuelta en misteriosa penumbra, estaba el ARCA DEL PACTO que los israelitas llevaron consigo a lo largo del peregrinaje a la tierra prometida. A cada extremo del arca había sendos QUERUBINES recubiertos de oro, de unos 5 m de altura. Tenían forma de leones alados con cabeza humana (1 R 6.23–28).

La estructura misma del templo con sus tres salones, así como el simbolismo de los querubines, lirios, granadas, el mar de bronce y las columnas, etc., son características de la arquitectura religiosa de Fenicia. Tal cosa era de esperarse ya que el arquitecto del templo de Salomón fue el fenicio Hiram. Es más, arquitectónicamente, tenemos un templo cananeo dedicado al culto del Dios de Israel.

Originalmente este templo era la capilla real del palacio de Salomón y no estaba dedicado al culto público, sino solo para uso de la corte. De manera simultánea se adoraba legítimamente al Dios de Israel en otros templos, como en el templo de Arad descubierto por Yohanán Aharoni. En el año 621 a.C. el rey Josías instituyó sus reformas religiosas y como pare de este movimiento unificó el culto en el templo de Salomón, y a partir de entonces se prohibió adorar a Dios en otro lugar que no fuese Jerusalén. Poco después, en el año 587 a.C., con ocasión de la segunda deportación a Babilonia, los ejércitos babilónicos, al mando del mismo emperador Nabucodonosor, destruyeron y arrasaron el templo de Salomón.

EL SEGUNDO TEMPLO, O TEMPLO DE ZOROBABEL

Cuando los cautivos regresaron de Babilonia, construyeron, tras muchas dificultades y demoras, un nuevo templo que quedó terminado en el año 516 a.C. La empresa la dirigió ZOROBABEL, príncipe de la casa real de David, a quien las autoridades persas encomendaron la tarea. La distribución de este segundo templo era fundamentalmente la misma que la del templo de Salomón, con el vestíbulo, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, pero no había comparación posible en cuanto a lujo y calidad arquitectónica.

En este segundo templo el Lugar Santísimo estaba vacío. El arca del pacto, según nos cuenta el historiador Flavio Josefo, la habían destruido los ejércitos babilonios. Y en el Lugar Santo, donde antes el templo de Salomón tenía diez candelabros, tenía solamente un candelabro de oro de siete brazos.

Este templo fue el que el rey Seléucida ANTÍOCO IV Epífanes saqueó y profanó con la «abominación desoladora», una estatua de Zeus ante la cual ordenó ofrecer sacrificios de cerdos (Dn 8.12–14; 9.27; 10.31). Fue este también el que los príncipes Macabeos reconquistaron de sus opresores sirios y lo reconsagraron al culto del Dios de Israel.

EL TEMPLO DE HERODES

Según la tradición judía transmitida por Flavio Josefo, no había distinción entre el templo de Zorobabel y el de Herodes, llamándose ambos «el segundo templo». Es cierto que la obra de HERODES el Grande consistió en un enriquecimiento y embellecimiento del templo de Zorobabel, pero el contraste entre las dos etapas es tan grande que hacemos bien en referirnos a tres templos en lugar de a dos.

Los trabajos ordenados por Herodes comenzaron en el año 19 a.C. y, aunque el trabajo principal duró nueve años y medio, las obras de terminado y retoque se prolongaron hasta el año 62 d.C. (Jn 2.20). Ocho años más tarde los ejércitos de Roma, al mando de Tito, despojaron y destruyeron el templo.

Como era de esperarse, el templo de Herodes seguía la estructura básica de Salomón, pero era mucho más grande, además de que las explanadas en torno al templo se extendieron de manera que las terrazas del templo incluían tres atrios. El primero, accesible a todos, se llamaba «atrio de los gentiles» y quedaba separado del atrio anterior por un borde de piedra en el que aparecían inscripciones en griego y latín que anunciaban la pena de muerte para el gentil incircunciso que se atreviese a traspasar este límite. Al este y al sur el atrio de los gentiles contaba con hermosos pórticos que se llamaban «Pórtico de Salomón» y «Pórtico Real» (Jn 10.23; Hch 3.11).

El atrio interior estaba reservado para los judíos y se dividía en dos partes, el «atrio de las mujeres» y el «atrio de los israelitas». Más adentro quedaba el «atrio de los sacerdotes» con el altar de los holocaustos. Por fin, en la parte más recóndita de esta inmensa estructura, estaba el templo con las tres partes tradicionales del vestíbulo, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo.

En la esquina noroeste de estos recintos sagrados Herodes construyó la famosa fortaleza ANTONIA.

EL TEMPLO DE EZEQUIEL

Los capítulos 40 al 43 de Ezequiel contienen descripciones detalladas del templo de Jerusalén, pero este templo solo existió en la visión del profeta. Ezequiel en el cautiverio, destruido ya el templo de Jerusalén por los babilonios, describe lo que ha de ser el templo restaurado, pero su sueño del futuro guarda reminiscencias del pasado. Ezequiel recuerda el templo de Salomón y esto influye en su concepción del futuro. De ahí que las descripciones de Ezequiel les sirvan a los eruditos en el trabajo de reconstruir el templo de Salomón.

TENTACIÓN

(EN HEBREO, MASA, BAHAN; EN GRIEGO, [EK] PEIRAZO, DOKIMAZO).

En su uso bíblico no solo significa «inducir a pecar», sino también «someter a prueba» a una persona, que es el sentido básico de los verbos en los idiomas originales. A menudo se expresa con la metáfora de la purificación de metales preciosos en el crisol.

Dios pone a prueba a los hombres, tratándose a menudo de la fe de los suyos. Dios «tentó» (es decir, «probó») a Abraham al mandarle que ofreciera a Isaac en holocausto, y la fe del patriarca salió robustecida (Gn 22.1; Heb 11.17) según la norma subrayada en 1 P 1.6, 7. Hay numerosas referencias a estas tentaciones (pruebas) en la historia del pueblo de Israel (por ejemplo, Is 48.10; Zac 13.9; cf. Stg 1.12). Los creyentes debieran también probarse a sí mismos, especialmente en su estado espiritual al participar en la CENA DEL SEÑOR (1 Co 11.28) y en la calidad de su servicio (Gl 6.4).

Los hombres rebeldes se atreven a «tentar a Dios». Así los israelitas en el desierto, como recuerda el nombre de masah (Éx 17.2, 7, etc.). Quiere decir, que los hombres, en lugar de «esperar en Dios» con humildad y fe, intentan ver «hasta dónde pueden llegar» frente a Él con sus críticas, demandas o atrevimientos, exponiéndose a juicios ejemplares (Mt 4.7; Sal 106.14; 1 Co 10.9; Hch 5.9 y contexto). Dentro de esta categoría se halla la malicia de los fariseos, que tantas veces «tentaban» al Señor, con el fin de enredarle en sus palabras (Mc 12.15, etc.), pese  a que les manifestaba la gloria de Dios.

Satanás tienta a los hombres. Este aspecto de la tentación roza con el misterio del reino providencial de Dios en un mundo del maldad donde permite que el DIABLO sea «príncipe» y el «espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia» (Jn 12.31; Ef 2.2, 3). Dios no puede inducir a nadie a hacer lo malo, sino que el enemigo despierta la concupiscencia, que llega, en quien cede, al pecado y la muerte (Stg 1.13, 14). Sin embargo, el caso de JOB enseña claramente que Dios a veces permite que Satanás someta a prueba a los siervos de Dios para conseguir los efectos benéficos arriba notados en la primera faceta (Job 1.6–12; 2.3–7).

Debido al éxito satánico de la primera tentación del hombre, el diablo ahora dispone del MUNDO y de la CARNE (en el sentido peyorativo de estos vocablos) como aliados constantes, además de la ayuda de huestes de demonios. Entre otros métodos se vale de los siguientes:

  • Siembra dudas e ideas equivocadas en cuanto a Dios y su obra (Gn 1–5; Mt 4.3, 7); una de sus obras maestras es la idolatría, asociada con las obras de los demonios (Ro 1.21–32; 1 Co 10.20).
  • Procura inducir al hombre al orgullo y a la confianza en sí mismo (1 Cr 21.1; Ef 4.27; Gl 1).
  • Intenta convertir los deseos naturales del cuerpo y de la mente humanos en concupiscencia y desvaríos (1 Jn 2.14–17; 1 Co 5).
  • A veces aparece como «ángel de luz», pero otras veces se presenta como «león» que levanta fiera oposición en contra del pueblo de Dios con el objeto de quebrantar su fe (2 Co 11.14; 1 P 5.8 y 9).

La tentación no se ha de confundir con el PECADO, pues la sugerencia del mal no se convierte en pecado si no se acepta. En la tentación de Cristo, su cabal humanidad le permitió apreciar toda la fuerza de los embates del maligno, que pusieron a prueba la perfección de su persona, pero no pecó (Heb 4.15). El creyente, reconociendo la debilidad de la carne, ha de pedir a su Padre: «No nos metas en tentación mas líbranos del mal» (Mt 6.13); pero si Dios permite la prueba, el creyente no caerá si se vale de los recursos del Dios fiel, quien «no os dejará ser tentados más allá de lo que podéis sufrir sino que dará la salida» (1 Co 10.13).

TENTACIÓN DE JESÚS

Triple prueba de la que JESUCRISTO salió triunfante antes de iniciar su ministerio público (Mt 4.1–11; Mc 1.12s; Lc 4.1–13). Como HIJO DE DIOS y MESÍAS, Jesús fue a la vez probado y tentado (TENTACIÓN). Lleno del ESPÍRITU, el cual descendió sobre Él en su bautismo, Jesús confrontó y venció a su adversario en el desierto, terreno propio de este (cf. Lc 11.24). En las situaciones en que ADÁN y el pueblo escogido sucumbieron, Jesús, como nuevo Adán y primogénito del nuevo pueblo, obtuvo para sí mismo y para los suyos la victoria. Por tanto, es capaz de «compadecerse de nuestras debilidades», habiendo sido tentado en todo sentido, pero sin pecado (Heb 2.18; 4.15).

El Evangelio de Juan omite la tentación (pero cf. Jn 6.70s y los paralelos de Mc 8.33 y Mt 16.23), mientras que los Sinópticos afirman cinco veces que Jesús, dirigido por el Espíritu, encaró en el desierto tentaciones del diablo durante 40 días. En su escueto relato, Marcos es el único que menciona la presencia de las fieras (cf. Gn 1.28; 2.19s) y omite el ayuno. Mateo y Lucas presentan un diálogo dramático entre Jesús y el DIABLO sobre el significado de «Hijo de Dios» en el que Jesús rechaza decisivamente tres proposiciones razonables mediante citas de Deuteronomio (6.13, 16; 8.3): Primera: que Jesús, hambriento y siendo el Hijo de Dios, transforme milagrosamente algunas piedras en pan. La negativa subraya que Jesús, como hombre, depende de la dirección del Padre para alimentarse.

Segunda (tercera en Lucas): que Jesús se arroje espectacularmente del pináculo del templo para que Dios le haga flotar en el aire. La negativa insiste en que sería ilícito poner a prueba al Padre.

Tercera (segunda en Lucas): que Jesús se postre ante el tentador, para así recibir la hegemonía del mundo. La negativa, que despacha al diablo temporalmente, recalca que lealtad se le debe únicamente a Dios.

TEOFANÍA 

Ver. ANGEL DEL SEÑOR.

TEÓFILO

Personaje ilustre a quien Lucas dedicó el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles (Lc 1.3; Hch

1.1). Algunos han pensado que denomina en forma general al lector cristiano, pero el título de «excelentísimo» que se le da en Lucas implica una persona definida y sugiere que era un hombre de elevada posición (funcionario romano) a quien Lucas tenía en alto respeto. Otros intentos de identificarlo con personas conocidas en la historia carecen de base. Teófilo tenía información sobre el cristianismo, pero Lucas decidió proporcionarle un relato más ordenado y confiable (Lc 1.1–4).

Probablemente se haya convertido del paganismo por el testimonio de Pablo o de Lucas en Roma.

TERAFÍN

Transcripción de una palabra hebrea de derivación incierta. El uso dado a la misma hace que se traduzca genéricamente para denominar objetos de culto, de oráculos y amuletos para  alejar a los malos espíritus, mayormente de uso doméstico. Había serafines grandes y pequeños (Gn 31.19; 1 S 19.13–16 BJ); tenían la forma de imágenes, estatuas, animales y formas caprichosas (Ro 1.23); se adoraban en templos, aunque por lo general los serafines eran dioses domésticos (1 R 16.31–33; Gn 31.19, 30; Zac 10.2; Ez 21.21; Ez 21.26 BJ).

A medida que el género humano se olvidaba de Jehová, iba sustituyéndolo por serafines o dioses falsos. Desde Caldea, la cuna del hombre, las hordas de cazadores, de pastores y emigrantes llevaron a otras tierras la costumbre de hacer y adorar serafines.

Los parientes de Abraham adoraban serafines (la palabra hebrea serafín se traduce «ídolos» en Gn 31.19 RV y «dioses» en 31.34). Israel acentuó su idolatría desde su estancia en Egipto; en Canaán intensificó la adoración a los serafines, pese a las prohibiciones divinas (Jue 17.5; 18.14–20 cf. Lv 19.4; 26.1), por lo cual fue llevado en cautiverio (Ez 8.9–12; 11.17, 18).

TERCIO

(EN LATÍN, TERCERO).

Amanuense o secretario de origen romano que Pablo empleó al dictar su carta a los romanos. Esto es indicio de que el apóstol usualmente dictaba sus cartas en vez de escribirlas él mismo (cf. Gl 6.11).

Tercio aprovecha la oportunidad para mandar saludos a los hermanos en Roma (Ro 16.22).

Nada más conocemos de él.

TÉRTULO

(EN LATÍN, DIMINUTIVO DE TERCIO).

Orador, posiblemente judío, empleado por el sumo sacerdote para acusar a Pablo ante el gobernador romano en Cesarea. Es probable que los líderes judíos lo hayan contratado porque ellos mismos no podían expresarse en latín y por desconocer el procedimiento en los tribunales romanos (Hch 24.1ss). Tértulo comenzó el discurso con adulaciones y calumnias. En contraste, Pablo hace un relato sencillo y veraz (24.10–21), tal como Lisias en su carta a Félix (23.26–30).

TERREMOTO

Temblor fuerte de tierra producido por asentamientos de la superficie terrestre. En Tierra Santa es un fenómeno frecuente.

La Biblia, en el Antiguo Testamento, registra terremotos en el monte Sinaí (Éx 19.18) y en los días de Saúl (1 S 14.15), Elías (1 R 19.11) y Uzías (Am 1.1; Zac 14.5); y en el Nuevo Testamento, como manifestaciones milagrosas, con ocasión de la muerte y resurrección del Señor Jesucristo (Mt 27.51; 28.2) y de la liberación de Pablo y Silas de la cárcel en Filipos (Hch 16.26).

Probablemente un terremoto con grietas en la superficie destruyó a Coré y su séquito (Nm 16.31), y un hecho similar pudo haber terminado con Sodoma y Gomorra (cf. Am 4.11) al hundir la costa sur del mar Muerto.

Ciertos pasajes proféticos usan la imagen del terremoto para referirse a la aparición de Dios para juicio (Sal 18.7; Is 13.13; 29.6; Ez 38.19). Además, es uno de los horrores del fin del mundo (Mt 27.7; Ap 6.12; 8.5; 11.13ss; 16.18).

TESALÓNICA

Ciudad principal de Macedonia en tiempos del Nuevo Testamento, ubicada en la costa del golfo de Salónica y en la vía Egnatia (la carretera que unía Roma con Bizancio). Por haber jugado un papel importante en la política romana, Tesalónica ganó los privilegios de una ciudad libre. En la metrópoli de Macedonia en donde había una base militar y naval de los romanos.

La arqueología no ha logrado descubrir mucho porque una ciudad moderna (Salónica) ocupa el mismo lugar. Algunos críticos creían hallar un error histórico en Hechos 17.6, donde Lucas llama «politarcos» a las autoridades de la ciudad, pero se han descubierto cinco inscripciones en Tesalónica que usan esta misma palabra.

Por tener una sinagoga y por ser el centro más importante de la región, la visita a Tesalónica concordaba muy bien con la táctica de Pablo. En tres semanas de su segundo viaje misionero logró la conversión de algunos judíos, muchos prosélitos griegos y de «mujeres nobles no pocas» (Hch 17.4). Luego acusaron a Pablo de revolucionario y tuvo que abandonar la ciudad (Hch 17.5–10). Pero no olvidó a los cristianos. Mandó a su representante personal y al poco tiempo les escribió dos cartas, 1 y 2 TESALONICENSES.

Pablo admira la constancia ante la persecución de los tesalonicenses y los elogia. Para él los creyentes macedonios (de FILIPOS, BEREA y Tesalónica) eran su corona. Contaba entre sus compañeros de viaje a los tesalonicenses ARISTARCO y SEGUNDO.

EPÍSTOLAS A LOS TESALONICENSES: Dos cartas que Pablo escribió y que están entre las primeras de Pablo y del Nuevo Testamento. El mayor tema teológico de estas cartas es el regreso de Cristo, aunque ambas dejan al lector pensando en las responsabilidades del presente.

ESTRUCTURA DE LAS EPÍSTOLAS

Estas epístolas de un padre espiritual a sus hijos en la fe se entienden solamente a la luz de la historia de la llegada del evangelio a Tesalónica (Hch 17.1–9). Por ser niños en la fe, necesitaban contacto personal y enseñanzas morales específicas. La persecución tan inesperada fue amarga hasta que Pablo los consoló contándoles sus pruebas y explicándoles por qué sufrían (1 Ts 1.6; 3.4s; 2 Ts 1.4).

Para salir de la confusión acerca de la pronta venida del Señor, los cristianos tesalonicenses necesitaban una enseñanza más detallada (2 Ts 2). La muerte de sus seres queridos antes de la había inquietado a algunos. Otros ya no trabajaban porque les parecía inútil, ya que Cristo vendría pronto (1 Ts 4.13–16, 2 Ts 3.6–12). Es necesario, dice Pablo, que primero se manifieste el hombre de pecado, por lo tanto, los santos perezosos debían comenzar a trabajar (2 Ts 2; 1 Ts 5.14).

A grandes rasgos, el contenido de estas epístolas es el siguiente:

1ª TESALONICENSES

1.1–3.13. Expresión de solidaridad personal. Calurosamente recuerda su ministerio entre ellos, y la acogida que dieron al evangelio. Los felicita por su entusiasmo en la prolongación de la nueva fe por todos lados. Les recuerda cuánto trabajó cuando estuvo entre ellos y las tribulaciones actuales. Su deseo es verles pero, por no poder ir personalmente, se conforma con escribirles y enviarles a Timoteo.

  • –5.24. Les insta a la vida santa. Para ellos la pronta venida del Señor es un aliciente; es más, como su preceptor les amonesta con frases directas y

5.22-28. SALUTACIÓN FINAL.

PRIMERA DE TESALONICENSES: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza

  • Reflexiones personales sobre los tesalonicenses 1—3.13
  • Instrucciones de Pablo a los tesalonicenses 1—5.28

2ª TESALONICENSES

1.1–12. Se nota menos calor y más seriedad en esta carta. Las persecuciones que sufren son evidencia del juicio de Dios, prueba de la salvación de ellos y la perdición de los perseguidores. 2.1–3.5. La segunda venida del Señor será acompañada de ciertas manifestaciones. El efecto de estos conocimientos es confirmar a los fieles en su fe. Ellos participan en la obra del apóstol

por medio de su interés y sus oraciones.

3.6–15. Es esta una amonestación especial para los que usaban las enseñanzas escatológias como excusa para vivir desordenadamente.

3.16–18. Conclusión.

SEGUNDA DE TESALONICENSES:

Un bosquejo para el estudio y la enseñanza

  1. La palabra de ánimo de Pablo en la persecución 1–12
  2. Pablo explica el Día del Señor 1–17
  3. La exhortación de Pablo para la iglesia 1–18

AUTOR Y FECHA

No hay duda seria en cuanto a la paternidad paulina entre los eruditos modernos. La carta cuadra bien con el relato de la fundación de la iglesia en Hechos y con el resto de la literatura paulina.

En cuanto a 2 Ts sí ha habido dudas, a pesar de que el apoyo extrabíblico es más fuerte para 2 Ts que para 1 Ts. Algunos críticos hallan dificultades en que, según su parecer,

  • la doctrina de la es diferente en las dos cartas, y
  • el vocabulario y el estilo de 2 Ts son demasiado parecidos a 1

Argumentan que un seudo Pablo con mucha artimaña usó expresiones paulinas para dar la impresión de genuinidad.

Los muchos que afirman que Pablo escribió las dos cartas muestran que aunque hay diferencia de énfasis en la escatología de las dos cartas, no hay contradicción. En cuanto al estilo, las dificultades desaparecen cuando se entienden las circunstancias que unen estrechamente las dos cartas, la presencia de diferentes grupos étnicos en Tesalónica y los diferentes secretarios que Pablo utilizó.

Es casi seguro que 1 y 2 Ts se escribieran a finales del año 50 y en los primeros meses del 51 porque se sabe que GALIÓN fue procónsul de Acaya a partir de junio del 51 (CRONOLOGÍA DEL NUEVO TESTAMENTO). En cuanto Galión asumió su puesto, los judíos se quejaron de Pablo. El fallo del procónsul favoreció la predicación del evangelio, y Pablo continuó «aún muchos días» en Corinto antes de viajar a Jerusalén. Ya había trabajado en Corinto dieciocho meses antes de su cita con Galión y se sabe que sus cartas a los tesalonicenses se redactaron en los primeros meses de su visita.

MARCO HISTÓRICO

Pablo fundó la iglesia en Tesalónica en el año 49 ó 50 d. C., durante su segundo viaje misionero (Hch 17.1–9). La iglesia consistía en unos pocos judíos que se habían convertido y un grupo mayor de antiguos paganos (1 Ts 1.9; Hch 17.4). Aunque representaba un gran sacrificio, Pablo se ganaba la vida como fabricante de tiendas para no ser carga a la naciente iglesia (1 Ts 2.7–12), y más de una vez recibió ayuda de los fieles filipenses (Flp 4.16).

La estancia de Pablo en Tesalónica se vio interrumpida, sin embargo, cuando los judíos se buscaron algunos agitadores locales y lo acusaron ante las autoridades de trastornar el mundo diciendo que había otro rey: Jesús (Hch 17.1–7). No era una acusación sin importancia, sino una cuestión de traición, que en el Imperio Romano se castigaba con la muerte. Inmediatamente Pablo salió de allí.

Ya a salvo en Atenas, Pablo envió a Timoteo a Tesalónica a fortalecer y a animar a los creyentes (1 Ts 3.2). Cuando Timoteo volvió a encontrarse con Pablo en Corinto (Hch 18.1–5), le llevó noticias del amor y la fe de los tesalonicenses. Pablo se sintió muy confortado por las noticias.

En respuesta al alentador informe de Timoteo, Pablo escribió la primera epístola. Evidentemente los tesalonicenses estaban inquietos en cuanto a la segunda venida de Cristo, porque Pablo aborda el tema en las dos cartas. En la primera les dice que cuando Cristo vuelva,

los muertos en Cristo resucitarán primero, y luego los que estén vivos serán arrebatados (1 Ts 4.13–18).

Como la venida de Cristo sería tan repentina como la de un ladrón en la noche, los creyentes debían estar alertas (1 Ts 5.1–11).

Pero algunos parecen que estaban demasiado vigilantes, dando por sentado que Cristo vendría en cualquier momento. En la segunda carta Pablo les recuerda que antes que Cristo volviera tenían que ocurrir varias cosas, como una rebelión contra la fe y la aparición del «inicuo» anticristo (2 Ts 2.8–9). Mientras tanto, Pablo les pide que vuelvan a trabajar. «Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma» (2 Ts 3.10).

APORTE A LA TEOLOGÍA

Tres temas aparecen en estas cartas: acción de gracias por la fe y buen testimonio de los destinatarios; ánimo para los que están pasando persecución; y exhortación a seguir sirviendo y creciendo en el Señor.

Pablo escribió como un verdadero pastor. Tiene gran gozo por la forma en que habían recibido el evangelio (1 Ts 1).

Anhela el día en que todos comparecerán ante la presencia del Señor Jesucristo (1 Ts 2.19– 20).

A la vez, a Pablo le duelen las acusaciones injustas de que su evangelio es más palabras que acción (1 Ts 1.5; 2.1–8).

Alejado como estaba de su rebaño, anhela su bienestar (1 Ts 2.17–3.5).

Pablo se compara a una nodriza que cuida con ternura sus propios hijos (1 Ts 2.7), y a un padre que trabaja por su familia (1 Ts 2.9–12). Se había entregado de alma y cuerpo a los tesalonicenses (1 Ts 2.8) y se atreve a esperar que de igual manera ellos se entreguen a Dios (1 Ts 5.23). Es la preocupación de todo buen pastor.

OTROS PUNTOS IMPORTANTES

En ninguna de estas dos epístolas se habla de un MILENIO seguido por una batalla entre Cristo y Satanás (Ap 20.1–10). Pablo simplemente declara que cuando el Señor venga destruirá al «inicuo» y castigará al injusto (2 Ts 2.8–12).

Antes del final, sin embargo, habrá rebelión total y apostasía. Pablo los exhorta a mantenerse firmes durante esos días de tribulación y no desesperarse cuando vean al anticristo haciéndose pasar por Dios (2 Ts 2.4).

El Señor destruirá a ese inicuo (1 Ts 2.8). La mejor manera de estar preparados para esos días es vivir en fidelidad y obediencia.

TESORO

Puede llamarse tesoro a cualquier acumulación de riquezas, por ejemplo, tesoro de granos, de vino o de aceite, aunque se refiere generalmente en la Biblia al almacenamiento de oro o plata. Durante su permanencia en Egipto, los israelitas fueron obligados por los faraones a construir ciudades o almacenes (Éx 1.11), y más tarde los reyes de Judá mantuvieron guardias especiales para sus tesoros (1 Cr 27.26; 2 Cr 32.27) ya que el tesoro real se constituía en factor indispensable de la monarquía. El templo mismo contaba con un lugar especial para guardar sus tesoros que eran suficientes como para despertar la codicia de sus enemigos (1 R 14.26; 2 R 24.13, etc.). Había en el templo unas trece urnas o cajas para recibir las ofrendas de los adoradores.

Quizás de mayor importancia es el uso metafórico de la palabra tesoro en las Escrituras. Dios llama a su PUEBLO su tesoro (Éx 19.5), dispensa las bendiciones de la naturaleza de su tesoro (Dt 28.12; 33.19) y almacena como tesoro el castigo del impío (Sal 17.14). Jesucristo llama tesoro al galardón que se acumula en los cielos mediante el servicio rendido en la tierra, y comenta que donde está el tesoro del hombre, allí estará también su corazón (Mt 6.21; Lc 12.34). En este sentido Moisés contó el «vituperio de Cristo» como mayor riqueza que los tesoros de Egipto (Heb 11.25).

La frase paulina de «tesoros en vasos de barro» se refiere a la gloria del evangelio divino que recibimos y manifestamos en nuestra débil y humana existencia (2 Co 4.7).

TESTAMENTO

En Heb 9.16s la RV traduce la voz griega diatheke por testamento, en vez de PACTO (cf. también Gl 3.15ss).

Como Pablo designaba la Ley Mosaíca como la antigua diatheke (2 Co 3.14) que, en la Vulgata se traduce vetus testamentum, muchos padres latinos de la iglesia aplicaron esta denominación (Antiguo Testamento) a todos los libros que tratan del antiguo pacto, y llamaron Nuevo Testamento a los libros que tratan del nuevo pacto.

TESTIGO, TESTIMONIO

El que ofrece pruebas para confirmar algún hecho, acontecimiento, proeza o pacto es testigo; las pruebas constituyen sus testimonios y estas pueden ser concretas u orales. Por ejemplo, las siete corderas que recibió Abimelec de mano de Abraham (Gn 21.30) sirvieron de testimonio de que el último había cavado el pozo en Beerseba. Asimismo, las piedras del majano de Labán (Gn 31.52), el altar de Josué (Jos 22.27), las tablas del decálogo (Éx 31.18) y el tabernáculo mismo (Nm 17.7, 8 y Hch 7.44) son testigos de pactos y acontecimientos. La palabra escrita de Dios, según el salmista, es su testimonio, la heredad del hombre y el gozo de su corazón (Sal 119.111).

En sentido forense, es más común el testimonio oral. Según la Ley Mosaíca, para condenar a una persona acusada de un crimen era preciso tener las declaraciones acordes de dos testigos (Nm 35.30; Jn 8.17; 1 Ti 5.19). Si apedreaban al criminal, los testigos tenían la obligación de confirmar su testimonio arrojándole las primeras piedras (Dt 17.6, 7; Hch 7.58). El testigo falso debía sufrir la misma pena que hubiera correspondido al acusado. Uno de los diez mandamientos prohíbe el testimonio falso (Éx 20.16). No obstante, esto era una práctica algo común, como se nota en el proceso del Señor Jesucristo (Mt 26.59ss) y también en el apóstol Pablo (Hch 25.7).

El testimonio va más allá del simple sentido forense e incluye una aprobación o respaldo personal. Tal es el testimonio de Dios el Padre (Jn 5.36, 37) o del Espíritu Santo (1 Jn 5.6) acerca del Hijo. Así también el testimonio de Juan el Bautista es una expresión de lealtad y devoción (Jn 1.6ss, 19–37). Los discípulos se convirtieron en testigos no tan solo de los hechos históricos de la encarnación, muerte y resurrección de Cristo, sino también de su propia fe en Él, de la realidad de su presencia y del cumplimiento de sus promesas (Lc 24.48; Hch 1.8). Dispuestos a testificar hasta la muerte si era necesario, los apóstoles aportaron un nuevo sentido al significado de la palabra testigo (cuyo equivalente en griego era mártys, de donde viene nuestra palabra «mártir»). El primer mártir del cristianismo fue ESTEBAN, quien selló con su sangre el testimonio de su vida y de sus labios, el prototipo de todos los que estiman la verdad de Cristo por sobre todas las cosas.

TETRARCA

(EN GRIEGO, UNO QUE REINA SOBRE LA CUARTA PARTE DE UNA REGIÓN).

Felipe de MACEDONIA dividió Tesalia en cuatro partes y las llamó «tetrarquías». Pero «tetrarca» perdió su sentido original y llegó a significar sencillamente un reyecillo, pues los romanos se lo daban a cualquier gobernante de alguna parte de una provincia oriental.

Marco Antonio nombró primero a HERODES el Grande como tetrarca (Josefo, Antigüedades XIV. XIII. Guerras I.xii.5), y después rey. Cuando murió, sus dominios se dividieron entre tres de sus hijos. A Arquelao (Mt 2.22) lo titularon «etnarca», a Herodes Antipas y Felipe, tetrarcas (Mt 14.1; Lc 3.1, 19; 9.7; Hch 13.1). A veces al tetrarca se le llamaba rey también (Mt 14.9; Mc 6.14). Por alguna razón Lucas llamó tetrarca a Lisanias, jefe del pequeño territorio de ABILINIA (Lc 3.1).

TEUDAS

Rebelde, probablemente nacionalista judío, que menciona Gamaliel, junto con el galileo Judas, en Hch 5.35s. Reunió algunos partidarios, pero perdió la vida y sus seguidores fueron dispersados y aniquilados. No poseemos datos más amplios sobre su persona ni  su movimiento. En Antigüedades Josefo habla de un Teudas (XX.v.1) que era mago y que durante el gobierno de Cuspio Fado (44–46 d.C.) encabezó una rebelión.

Pero ya que de quien habla Gamaliel fue anterior a Judas y al censo (6 a.C.), no puede ser el mismo que mencionó Josefo.

El Teudas de Hch 5 probablemente era un nacionalista de avanzada, que valiéndose de un ejército particular quiso liberar a su pueblo (ZELOTE), pero que los romanos aniquilaron. El argumento de Gamaliel era que «el consejo de esa obra era de los hombres y se desvaneció» (Hch 5.38). Así que Teudas es presentado quizás como un «mesías» cuya falsedad se puso de manifiesto por el fracaso.

TEXTO Y VERSIONES ANTIGUAS DEL AT

El texto hebreo del Antiguo Testamento consta de veinticuatro libros agrupados en tres secciones: La Ley, Los Profetas y Los Escritos. Todos se escribieron en hebreo, excepto los siguientes pasajes escritos en arameo: Gn 31.47 (dos palabras); Jer 10.11; Esd 4.8–6.18; 7.12– 26; Dn 2.4b–7.28. Las versiones cristianas varían el orden de los libros y la manera de contarlos, separando algunos (como Esdras y Nehemías) de donde resulta que nuestro Antiguo

Testamento tiene treinta y nueve libros.

EL TEXTO MASORÉTICO

Los originales de todos los libros del Antiguo Testamento se han perdido. La crítica textual (CRÍTICA BÍBLICA) es una ciencia que trata de reproducir el texto original en todo lo que sea posible. La fuente principal en la restauración del original hebreo es el texto masorético (TM).

El texto masorético se llama así porque se debe a las labores de los masoretas, eruditos judíos que fijaron el texto ca. 750–1000 d.C. Estos establecieron la Masora (en hebreo, massoret, que significa tradición), complejo sistema de puntos vocálicos, signos diacríticos, conteo de palabras y notas marginales que perpetuaron los detalles de ortografía, acento y pronunciación del texto bíblico. Una vez terminado su trabajo, los masoretas destruyeron las otras copias que tenían para evitar que se reprodujesen variantes que no coincidieran con el TM.

Entre más de un millar de manuscritos del TM se destacan el Códice de El Cairo (895 d.C.), el más antiguo de los manuscritos fechados, que incluye solo los Profetas; el Códice de Alepo (ca. 930 d.C.), publicado por la Universidad Hebrea; y el Códice B 19A, de la biblioteca pública de Leningrado (1008 d.C.), que sirve de base para la Biblia Hebraica de Kittel a partir de la tercera edición. N.H. Snaith señaló la importancia de las recensiones españolas del TM y en 1960 publicó una edición del texto hebreo basado en manuscritos ibéricos bajo los auspicios de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera.

EL TEXTO PREMASORÉTICO

Como las copias más antiguas del TM datan del siglo IX d.C., se plantea el problema de si los siglos que los separan de los originales han corrompido el texto en el proceso de transmisión. Por otra parte hay que ver si los masoretas no hicieron más daño que bien al destruir las copias anteriores negándonos así la oportunidad de estudiarlas. De ahí la importancia de los textos premasoréticos.

LA HISTORIA DEL TEXTO HEBREO

Entre la composición de los originales del Antiguo Testamento y las copias hechas a fines del siglo I d.C. el texto hebreo sufrió ciertas variaciones textuales. Poco después de la destrucción del templo (ca. 70 d.C.), los judíos hicieron frente a la proliferación de textos y variantes estableciendo un texto único y destruyendo los demás como siglos más tarde lo harían los masoretas. Este texto «oficial» constituye la base del TM. De ahí que, para remontarnos a un texto verdaderamente premasorético, tenemos que ir a manuscritos anteriores al siglo I d.C.

LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO

La importancia de los rollos del mar Muerto (QUMRÁN) para los estudios del Antiguo Testamento yace precisamente en su antigüedad. Entre ellos hay un manuscrito de Isaías (I Q Is a) que data del siglo II a.C., es decir, antes de la sistematización del texto ocurrido tres siglos después. Las lecturas de este manuscrito se han incorporado como notas marginales en la Biblia Hebraica de Kittel a partir de la séptima edición.

Además se han recuperado fragmentos de todos los libros del Antiguo Testamento excepto Ester. Con los manuscritos del mar Muerto tenemos acceso, por vez primera, a un texto hebreo verdaderamente premasorético. Al comparar los rollos del mar Muerto con el TM se notan solo ligeras variaciones que no afectan el sentido del texto que sirvió de base a nuestras versiones de la Biblia. A veces estas variaciones concuerdan con las de la Septuaginta. Si se considera el cuidado exagerado de los escribas para hacer las copias del Antiguo Testamento, podemos estar seguros que las versiones castellanas directas del hebreo son básicamente fieles a lo escrito originalmente.

EL PENTATEUCO SAMARITANO

Entre los SAMARITANOS de Nabulus se conserva un Pentateuco hebreo escrito en caracteres samaritanos semejantes a la antigua escritura hebrea. Aunque el manuscrito data de tiempos mucho más recientes, es de gran valor pues representa una tradición bíblica independiente del TM que se remonta al siglo IV a.C.

Algunos fragmentos del Pentateuco samaritano aparecieron entre los rollos del mar Muerto.

LAS VERSIONES ANTIGUAS

Las versiones del Antiguo Testamento nos son de sumo valor para tratar de descubrir indirectamente el texto premasorético. Desde este punto de vista la más importante de las versiones es la Septuaginta o versión de los Setenta (LXX), la más antigua de las versiones griegas.

LA SEPTUAGINTA (LXX)

El nombre de esta versión proviene de la leyenda de Aristeas, según la cual setenta y dos judíos prepararon la traducción en setenta y dos días. Pero la Septuaginta es resultado de un proceso mucho más lento. El Pentateuco se tradujo ca. 250 a.C. y poco a poco los demás libros hasta quedar terminada ca. 150 a.C. El Antiguo Testamento de la Septuaginta incluye un número de libros que no son parte del canon hebreo y que hoy llamamos «APÓCRIFOS» o

«deuterocanónicos» (CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO). Con el arribo del cristianismo, la Septuaginta pasó a ser la Biblia de la Iglesia. Por lo general, Jesús y los autores del Nuevo Testamento citaban el Antiguo Testamento de la Septuaginta.

La Septuaginta es versión excelente en el Pentateuco, pero muy defectuosa en Isaías y los profetas menores. Difiere en muchos aspectos del TM, pero es muy valiosa porque data de antes de la uniformación del texto hebreo en el siglo I d.C. Para utilizarla en la crítica textual es necesario hacer tres cosas:

  1. Establecer el texto original de la Septuaginta (hay muchas variantes).
  2. Determinar la forma del texto hebreo del que se hizo la versión
  3. Cuando este texto hebreo difiere del TM, determinar cuál de los dos goza de mayor autoridad.

OTRAS VERSIONES DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Aparte de las versiones de la Biblia completa, tales como la Vulgata, la Vetus Latina, la Peshitto y otras (VERSIONES), se produjeron otras traducciones del Antiguo Testamento solamente. Entre ellas las más importantes son las versiones arameas (TÁRGUMES).

Las demás versiones hechas después de la unificación del texto hebreo en el siglo I d.C., no alcanzan la importancia de la Septuaginta. Merecen mencionarse las versiones griegas de Aquila, Teodocio y Símaco, de los cuales se conservan solo fragmentos. Estas versiones las prepararon judíos para contrarrestar el uso de la Septuaginta por los cristianos.

Las versiones coptas, etiópicas y armenias del Antiguo Testamento se basan en la Septuaginta y otras versiones y solo sirven indirectamente para la reconstrucción del original hebreo. Excepción a esta norma es la versión árabe de Saadia Gaon que se hizo sobre el TM y que hoy se conserva solo en parte.

EL TEXTO MASORÉTICO Y LAS VERSIONES

En general muchas de las copias más antiguas de las versiones anteceden en varios siglos al TM. El escriturista que trabaja en asuntos textuales tiene, por lo tanto, que decidir qué es mejor: un manuscrito del TM, en la lengua original, pero separado de este por varios siglos de trasmisión textual, o un manuscrito hecho seis o siete siglos antes, pero que es traducción. El problema así planteado solo se puede resolver con referencia a cada caso en particular.

TEXTO DEL NUEVO TESTAMENTO

El Nuevo Testamento se escribió en un período de cien años. El lenguaje original en el que se escribió fue el griego. Esta parte de la Biblia nos habla de la venida de Cristo, su vida y ministerio, y el crecimiento de la iglesia primitiva.

EL PROBLEMA

La finalidad de todo estudio del Nuevo Testamento debe ser proporcionarnos un conocimiento cada vez más profundo de la Palabra de Dios y de los métodos que permitan presentar eficazmente su mensaje. Para realizar tal finalidad es imprescindible la tarea de reconstruir, en la forma más exacta posible, el texto del Nuevo Testamento.

Esta ciencia textual se ha llamado «crítica baja» para distinguirla de la «crítica alta», que tiene que ver más bien con las presuposiciones de los autores bíblicos. (CRÍTICA BÍBLICA.)

Lamentablemente, las copias originales, o autógrafas, del Nuevo Testamento se perdieron en fecha bastante remota, pues estaban hechas en frágil PAPIRO. De los siglos I al III d.C. solo conservamos fragmentos, algunos de inmenso valor crítico, del texto del Nuevo Testamento. Los manuscritos completos del Nuevo Testamento solo se remontan a la segunda mitad del siglo IV, época en que se comenzó a usar el PERGAMINO para copiar los textos bíblicos.

Una clasificación hecha en 1963 cuenta 76 papiros, 250 códices mayúsculos o unciales, 2.646 códices minúsculos o cursivos y 1.997 leccionarios o textos empleados en las lecturas de los cultos cristianos durante los primeros siglos. Ninguna otra obra literaria de la antigüedad se ha copiado tanto como el Nuevo Testamento. Es natural entonces que encontremos en esta inmensa masa de manuscritos un número impresionante de variantes, más de 250.000.

Además, solo una pequeña porción de esos miles de manuscritos, por cierto los más antiguos, se han estudiado y coleccionado cuidadosamente. Falta mucho para que algunos pasajes textuales inciertos sean del todo esclarecidos. Estos sin embargo, constituyen solo una milésima parte de la totalidad del Nuevo Testamento y en ningún caso afecta una doctrina básica.

La crítica textual intenta reconstruir el estado primitivo de un texto del que solo se poseen copias que pueden contener variaciones. Las alteraciones del texto se pueden reducir a cuatro categorías: las omisiones, las añadiduras, las alteraciones y las inversiones.

Una omisión puede afectar a una letra, una sílaba, una palabra o todo un grupo de palabras. El problema inverso, la añadidura, puede producirse por la semejanza de una letra, o por la incorporación en el texto de alguna nota marginal, sílaba o palabra con otra.

Las inversiones producen cambios en palabras, frases o versículos (por ejemplo, «Cristo Jesús» por «Jesucristo»).

Algunas alteraciones son involuntarias y otras intencionales. Las primeras pueden producirse por defectos visuales, acústicos o de memoria. Un copista, conociendo de memoria un texto determinado, podía sustituir involuntariamente otro pasaje paralelo por el que tenía delante. Los cambios intencionales pueden ser debido a preocupaciones de orden literario- gramatical o de estilo, deseos de armonizar textos paralelos o citas con los del Antiguo Testamento, o debido a prejuicios o posiciones doctrinales, ya para evitar alguna dificultad ya para evitar afirmaciones doctrinalmente comprometedoras para el copista o sus lectores.

Las dificultades con las que se enfrenta la crítica textual son enormes. No sabemos cuántas copias se hicieron de un texto entre la redacción original y los manuscritos que hoy poseemos; ni qué era lo que pensaban el autor del texto o los copistas. Hay factores históricos y sicológicos que actuaron en el proceso y a los que conviene atender.

A veces descubrimos la mano de uno o más correctores que alteraron el manuscrito y reconocemos en algunas correcciones la intención de armonizar un manuscrito con otros.

Este proceso aplicado a muchos manuscritos se llama «recensión» y trata de eliminar las divergencias.

Cuando una de estas recensiones llegaba a adquirir cierta autoridad, ya sea por prestigio de quienes la habían realizado o por la oficialización eclesiástica, de ella se derivaba toda una serie de copias sucesivas. Estas formaban una «familia» de manuscritos con las mismas características. Cada una de las familias que discernimos hoy presupone la existencia de un manuscrito básico, ya desaparecido.

Y para complicar el problema del investigador moderno, un copista pudo haber trabajado con más de un texto. Al comparar un manuscrito con otro, tomaba lo que le parecía mejor. Esto dio origen a las «contaminaciones».

Se comprende cuán difícil es establecer las interrelaciones entre los diferentes manuscritos.

¿Cómo distinguir los textos de la familia A contaminados por los de la familia B de los que se derivan exclusivamente de B? ¿Cómo descubrir el texto básico del cual se derivan los demás?

Para hacer frente a este problema es necesario conocer bien la crítica textual y la historia del texto griego del Nuevo Testamento. Un mejor conocimiento de las culturas del antiguo Oriente y de sus lenguas nos ha ayudado en tal tarea.

HISTORIA DEL TEXTO GRIEGO

La historia del texto del Nuevo Testamento puede dividirse en dos períodos: desde el siglo I hasta la invención de la imprenta en el siglo XV; y desde el siglo XV hasta el día de hoy. El primer período se caracterizó por una serie de ensayos de revisión para depurar el texto de las alteraciones que ya en el siglo II habían aparecido. El segundo se caracteriza por la publicación de ediciones cada vez más perfeccionadas en virtud de la aplicación de la ciencia de la crítica textual.

LAS PRINCIPALES FUENTES DEL TEXTO SE CLASIFICAN EN: OSTRACON

Pequeñas piezas de barro cocido usadas como material de escritura (se empleaban frecuentemente para emitir el voto en sentencia de destierro, de aquí se deriva la palabra ostracismo). Contienen menos fragmentos del Nuevo Testamento y por lo mismo carecen de valor para la reconstrucción del texto.

PAPIROS

Aunque no son muy numerosos, son de inmenso valor para la historia del texto del Nuevo Testamento debido a su gran antigüedad. En conjunto datan del siglo II al VIII, si bien más de la mitad provienen de los siglos III y IV. Los más importantes son:

La colección Chester Beatty, compuesta por los papiros p 45, p 46, p 47. Se escribieron en el siglo III y contienen respectivamente: epístolas paulinas, fragmentos de los Evangelios y Hch, y Ap 9.10–17.2. El p46 tiene la particularidad de colocar a Heb entre Ro y 1 Co.

El p 52, es un fragmento del Evangelio de Juan encontrado en Egipto. Es el papiro más antiguo encontrado hasta la fecha, data de ca. 140 d.C., contiene Jn 18.31ss, 37s. Es propiedad de la Biblioteca John Rylands, de Manchester, Inglaterra, por eso se llama Papiro Rylands.

Los p66 y p67, llamados también Bodmer II y Bodmer III, datan del año 200 d.C., y aunque son un texto muy corregido por el copista son de suma importancia para el estudio del Evangelio de Juan pues lo contienen casi íntegro.

LOS GRANDES CÓDICES

Encuadernados en forma de LIBRO, forman la serie más numerosa de testimonios del texto del Nuevo Testamento. Son de inmenso valor por ser testimonios directos del texto original al cual reproducen más o menos fielmente. Se conservaron bien porque están hechos en pergamino.

Los códices se dividen en unciales (escritos en letras mayúsculas gruesas, no ligadas, sin espacios entre las palabras y sin puntuación) y minúsculos (escritos cursivamente en letras minúsculas).

Los unciales prevalecían entre los siglos III y VIII; los minúsculos a partir del siglo IX. Hay más de doscientos unciales o fragmentos de ellos; esto es significativo si se toma en cuenta que ni de la Ilíada ni de la Odisea de Homero hay ningún uncial, y que el manuscrito más antiguo es un minúsculo del siglo X; de Platón hay dos o tres manuscritos del siglo X. Muchos de los códices reciben el nombre del lugar en que aparecieron o del lugar en donde están actualmente.

Se designan con una combinación de letras o de números, según sea el sistema que se use para clasificarlos.

LOS CÓDICES MÁS APRECIADOS SON:

  1. Vaticano = B: Compuesto en la mitad del siglo IV, probablemente en Alejandría o en Cesarea de Palestina. Contiene ambos Testamentos y los apócrifos excepto Macabeos; lamentablemente perdió las epístolas pastorales, parte de Hebreos y Apocalipsis. Los críticos lo consideran como esencial para la crítica textual. Lleva tal nombre porque apareció en la biblioteca del
  2. Sinaítico = álef: De extraordinario valor por contener el Nuevo Testamento en su totalidad. Se escribió a principios del siglo IV probablemente en Alejandría, como el Vaticano, con quien comparte muchas particularidades. La historia de su descubrimiento en Sinaí por Von Tischendorf es fascinante.
  3. Alejandrino = A: Del siglo V, escrito en Egipto. Contiene ambos Testamentos pero con muchas lagunas. Incluye las cartas 1 y 2 de Clemente de Roma. Su texto de los Evangelios es la etapa más antigua del llamado «Texto Koiné», base de la versión
  4. Ephraemi Rescriptus = C: Se escribió en el siglo V en Egipto. En el siglo XII borraron este pergamino para copiar sobre él los escritos de San Efrén (de ahí su nombre). El texto bíblico fue restaurado por Tischendorf mediante métodos químicos. Contiene fragmentos del Antiguo Testamento y la mitad del Nuevo
  5. Beza (también llamado Cantabrigense) = D: Es el códice bilingüe más antiguo que se conoce (siglo VI). Contiene los textos griego y latino de los sinópticos, fragmentos de Juan y Hechos. Su característica bilingüe afecta al texto por la tendencia a armonizar el griego con el latín o viceversa.

En cuanto a los códices cursivos podemos decir que existen más de 2.000 bien catalogados. Los que provienen de una buena copia son de mucho valor para la crítica textual, pues presentan un texto mucho más antiguo y mejor conservado que el de muchos unciales. Unos 50 cursivos contienen el Nuevo Testamento íntegramente. Datan del siglo VIII en adelante.

LAS VERSIONES O TRADUCCIONES

Son testigos indirectos del texto original, pero no por ello menos importantes. A veces representan un texto más antiguo que el de los códices; pero para que tengan valor crítico  debe haber la seguridad de que conservan el texto tal como salió de las manos del autor; solo así es fiel reflejo del texto original. Las versiones más importantes son:

  1. Del siglo II, la Siríaca y la Latina
  2. Del siglo III, la Latina Itálica y la Copta Saídica.
  3. Del siglo IV, la Vulgata y la Gótica.
  4. Del siglo V, la Siríaca Peshita, la Etiópica y

Las citas de los escritores eclesiásticos o Padres de la Iglesia Actualmente los críticos conceden gran importancia a estas citas que datan de los siglos II y III (de Ireneo, Clemente de Alejandría, Orígenes, Tertuliano y Cipriano), no solo por la abundancia sino por la antigüedad que presuponen. Sin embargo, su valor crítico disminuye bastante por el hecho de que casi siempre citan el Nuevo Testamento de memoria, y esto introduce cierta inseguridad en la transmisión del texto.

Uno de los aportes más impresionantes de la crítica textual moderna ha sido la clasificación de la enorme masa de manuscritos del Nuevo Testamento en las llamadas «familias» textuales.

J.A. Bengel fue el primero en distinguir dos familias de códices: la asiática y la africana. Posteriormente, J.J. Griesbach estableció tres familias distintas: la alejandrina, la occidental y la bizantina. Luego, B.F. Westcott y F.J.A. Hort distinguieron cuatro familias: la alejandrina, la siríaca, la occidental y la neutral. Hoy día, la mayoría de los críticos distinguen las siguientes cuatro familias textuales: La occidental, representada por el códice D; la Neutral representada por el códice B; la Cesariense representada por el códice C; y la Antioqueña, representada por el códice A.

En los siglos II y III, el texto de la familia occidental estaba muy difundido por todas partes. Lo utilizaron Justino Mártir, Ireneo y Clemente de Alejandría; aparece en p 37 y p 38, y sirvió de base para la versión Antigua Latina. Para el siglo IV había ya desaparecido. A comienzos del siglo III apareció en Egipto, posiblemente en Alejandría, la familia Neutral. Los principales códices de esta familia son el Vaticano y el Sinaítico.

Al parecer es la que representa el texto más libre de impurezas y manipulaciones, aunque no está libre de cierta tendencia armonística.

En la lucha por imponerse entre la familia D y la B, apareció en Cesarea de Palestina un texto conciliatorio. La familia Cesariense la utilizó Orígenes en sus últimas obras; sus principales notas derivan de las familias D y B, a las cuales trata de armonizar. Por último, a principios del siglo IV apareció en Antioquía otra forma que desplazó a la Neutral. En esencia era el texto de la familia B pero retocado estilísticamente con el propósito de alcanzar al mundillo literario de la época.

PRINCIPIOS ELEMENTALES DE CRÍTICA TEXTUAL

La tarea fundamental de la crítica textual es doble. Por un lado se dedica a coleccionar, clasificar y estudiar los miles de manuscritos griegos, versiones y citas del Nuevo Testamento existentes hasta ahora. Por el otro, pretende desarrollar una teoría y métodos de investigación que permitan juzgar correctamente entre las múltiples variantes de un determinado texto.

Para realizar esta doble tarea no basta el empleo de técnicas aplicables en la investigación de cualquier documento de literatura antigua. El investigador cristiano trabaja con documentos estrechamente ligados a hechos históricos que configuran las grandes expresiones doctrinales del Nuevo Testamento. El investigador del Nuevo Testamento se convierte, en realidad, en un historiador del pensamiento cristiano.

La actitud del crítico hacia la Escritura se condiciona por su formación religiosa, por el lugar y el tiempo en el cual vive, pero a la vez el crítico trata de emplear criterios científicos y objetivos. El crítico textual no debe pedir a la dogmática, por ejemplo, que le oriente en su juicio sobre determinado texto. En consecuencia, no debe apoyarse ni rechazarse ninguna variante solo por razones doctrinales.

La crítica textual aplica a una determinada variante los criterios externos e internos que están en favor o en contra. Por criterios externos se entienden los relacionados con los manuscritos griegos, versiones o citas que apoyen la variante. La variante mejor apoyada debe ser la más fiel al original. Además, se debe tomar en cuenta la relación que pudiera existir entre un manuscrito y otro. Los manuscritos deben ser confrontados entre sí para poder reconocer cualquier influencia, ya sea de citas paralelas o del Antiguo Testamento. Por último, es importante establecer las relaciones entre las variantes mismas.

Los criterios internos complementan el juicio basado en criterios externos. Por ejemplo, es comprensible que una lección difícil se haya reemplazado con una más fácil.

Por esto, la lección difícil se debe tener por más fiel al original. También, la lección más corta es el original, puesto que un texto originalmente corto es más lógico que se amplíe y no lo contrario. El contexto es importantísimo como criterio interno. Una determinada variante debe armonizar perfectamente con él; y aún más, las demás variantes deben explicarse a base de la lección que se ha escogido como original.

Tenemos que reconocer, pues, que no se podrá nunca tener una solución para todos los problemas de la crítica textual del Nuevo Testamento. No obstante, la existencia de tan vasta cantidad de mss, y la seriedad científica que ha habido en su estudio, fortalecen nuestra plena confianza en el texto del Nuevo Testamento tal como lo poseemos hoy.

Las versiones castellanas más leídas (con excepción de la RV y, en parte las dos primeras ediciones de la VP) se han aprovechado de estos avances científicos. Los traductores de la VM y la HA, y los traductores católicos de las versiones BJ, NC, BC y otras, han transmitido en general los resultados de tal estudio, igualmente las versiones producidas por la cooperación interconfesional (la de Taizé y la tercera edición de VP).

TIARA

Gorro alto de lino fino y forma cónica, usado por los sacerdotes como signo de su dignidad sacerdotal (Éx 28.40; 29.9; 39.28; Lv 8.13). En Éx 21.26 se usa tiara para traducir otra palabra que generalmente se refiere a la MITRA del sumo sacerdote. En este caso se usó en un paralelismo con la corona del príncipe de Israel.

TIATIRA

Ciudad de Asia Menor fundada (siglo IV a.C.) por Seleuco I de Siria. Fue una guarnición fronteriza antes de pasar (133 a.C.) al Imperio Romano, bajo cuyo régimen conservó su importancia en la industria y en la red de carreteras. Se destacaban sus artesanos en tintorería, confección de ropa, alfarería y fundición de bronce. La «vendedora de púrpura» que Pablo conoció en Filipos, LIDIA de Tiatira, debe haber sido agente de un manufacturero de Tiatira. Ella «adoraba a Dios», según Hch 16.14, lo que da a entender que era prosélita hebrea que quizás se había convertido mediante sus relaciones con los judíos en Tiatira.

La iglesia de Tiatira era la cuarta de «las siete iglesias de Asia» que reciben carta (Ap 1.11; 2.18–29). La carta dirigida a Tiatira está repleta de alusiones a las circunstancias de la ciudad. Por ejemplo, a Cristo se le describe en términos comprensibles a un obrero del bronce, y los detalles de la promesa (2.26s) reflejan la larga historia militar de Tiatira.

Bajo el nombre simbólico de Jezabel, se presenta una mujer, aceptada en la comunión de la iglesia, que pretendía introducir ciertos aspectos de la vida pagana, esenciales quizás para la admisión a los clubes o gremios en que organizaban los artesanos. Dichos gremios, aunque cumplían ciertas funciones admirables, sin duda incluían en sus reuniones algunos actos de culto pagano y de inmoralidad. La reprensión de tal libertinaje es tajante (Ap 2.20–23).

TIBERIAS

Nombre que se da al mar de Galilea, y a una ciudad en la costa de este, en honor de TIBERIO, el segundo emperador de Roma (14–37 d.C.).

La ciudad de Tiberias la construyó HERODES Antipas (ca. 20 d.C.) unos 8 km al nordeste del extremo sur del mar de Galilea. Por estar edificada una parte de la ciudad sobre un antiguo cementerio, los judíos sentían repugnancia hacia la ciudad.

Herodes la convirtió en capital de la tetrarquía de Galilea. Construyó allí su palacio y un estadio, de modo que la ciudad llegó a ser un centro grecorromano importante donde confluían varias carreteras. Se menciona solo una vez en la Biblia (Jn 6.23).

Después de la destrucción de Jerusalén (70 d.C.), y después de ser declarada legalmente pura, Tiberias llegó a ser el centro más importante de la vida nacional, espiritual e intelectual de los judíos. Allí fueron compuestos la Mishnah (siglo III), el TALMUD palestinense (siglo V) y el sistema de puntos vocales del texto hebreo del Antiguo Testamento (en TEXTO Y VERSIONES ANTIGUAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO: La historia del texto hebreo).

Debido a la importancia de la ciudad su nombre se extendió al mar de Galilea. Se la menciona con este nombre solo en Jn 6.1 y 21.1, libro que se escribió cuando (ca. 90 d.C.) el mar ya era muy conocido por este nombre.

TIBERIO

Segundo emperador de Roma (14–37 d.C.). Tiberio Claudio César fue hijastro e hijo adoptivo de Augusto César, pero ascendió al trono imperial no por preferencia de este sino por la muerte de los demás herederos. Tiberio siguió la política del gran Augusto pero, debido a su carácter difícil y desconfiado y a su avanzada edad (n. en 42 a.C.), perdió la confianza del pueblo, renunció al imperio y pasó sus últimos años asilado en Capri.

Tiberio fue emperador durante la última mitad de la vida de Jesús. Lucas 3.1ss dice que Juan el Bautista empezó a predicar «en el año decimoquinto del imperio de Tiberio César», lo que indica que Jesús inició su ministerio ca. 28 d.C. Esta es la única vez que el nombre de Tiberio aparece en la Biblia. Sin embargo el «CÉSAR» de los Evangelios (menos Lc 2.1) es él.

TIDAL

Rey de Goim, uno de los cuatro aliados de Quedorlaomer, rey de Elam (Gn 14.1, 9). Suele identificársele con el rey hitita Tudalía I (ca. 1740 a.C.). Sin embargo, puede tratarse de un gobernante anterior (del siglo XIX a.C.) de una confederación de pueblos indoeuropeos (posiblemente hititas) en la frontera sudeste de Asia Menor.

TIEMPO

Palabra que se emplea para indicar:

  1. Simple secuencia cronológica (Gn 3).
  2. Duración correspondiente a determinado estado de cosas (por ejemplo, el tiempo del nazareato, el tiempo del reinado de Ciro, ).
  3. Época o período común de varios acontecimientos (Dt 7).
  4. Ocasión oportuna o momento decisivo histórico en que se cumplirá la voluntad de Dios (2 Co 6.2).

Es notable que la Biblia ponga énfasis no en la continuidad del tiempo (falta, por cierto, vocablo hebreo para tal concepto) sino en la importancia que presta Dios a determinados momentos de la historia. El tiempo así considerado es más una oportunidad (en griego, kairós) que una sucesión de lapsos cronológicos (en griego, jronos), por ejemplo el poema de los tiempos de Ec 3.1–8 (HORA).

Jesucristo vino predicando que el «tiempo se ha cumplido» (Mc 1.15; cf. Gl 4.4), pues su vida y obra señalan la crisis decisiva en los propósitos de Dios (Ef 1.10) y marcan tanto el fin de una época como el comienzo de los «postreros DÍAS» (Hch 2.11; cf. Jl 2.28; SIGLO). El hecho de haber pasado a la historia el tiempo de Jesús es precisamente lo que define la diferencia entre las esperanzas de los judíos y las de los cristianos. El judío aguarda la intervención decisiva de Dios en un futuro, mientras el cristiano tiene una expectativa más segura y gloriosa de la consumación de los tiempos por cuanto sabe que el momento decisivo ha pasado, de una vez y para siempre. Estamos viviendo ya los últimos tiempos (Heb 1.2; 1 Jn 2.18; 1 P 1.20; SEGUNDA VENIDA).

Dios mismo, desde luego, no está limitado por el tiempo ya que la creación temporal es obra de sus manos (Sal 90.2). La misma ausencia de límite temporal se aplica a todos sus atributos y a la gracia hacia su pueblo (cf. Jer 31.3; 32.40; Os 2.19; etc., PRINCIPIO).

Cuando Dios se llama «ALFA Y OMEGA» no quiere indicar que su existencia es más larga sino más bien que está por sobre el tiempo. La eternidad es una dimensión distinta, diferente en calidad del tiempo, sin pasado ni futuro; o sea es un eterno presente. Esto explica el nombre con que Dios se revela a Moisés: «Yo soy el que soy» (Éx 3.14; cf. Jn 8.58; JEHOVÁ). Para Dios es lo mismo mil años que un día (2 P 3.8). Su existencia no se mide por el tiempo finito. Es el Rey de las edades (1 Ti 1.17).

TIENDA

Vivienda propia de los pueblos nómadas o seminómadas y alojamiento de los ejércitos en campaña. En tiendas vivió normalmente el pueblo hebreo desde Abraham hasta Jacob, y desde el éxodo hasta la conquista de Palestina (TABERNÁCULO).

Etimológicamente, el vocablo hebreo significa «ser claro», «brillar», «verse a la distancia». En el desierto desde lejos podían discernirse los campamentos nómadas. Las pieles de  cabra negra o de camellos se destacaban en contraste con la blancura del suelo.

Las tiendas se estiraban por medio de cordeles atados a estacas clavadas en el suelo (Is 54.2; Jer 10.20).

Para dar cabida a más de una familia o alojar también animales, la tienda se dividía con cortinas de caña o de lana de cabra. El suelo se cubría con mantas de calidad variable según la situación económica de la familia. Las tiendas se prestaban magníficamente para la vida pastoril (Gn 13.12; Is 38.12; Sal 78.55; Heb 11.9).

La construcción de tiendas fue la profesión de Pablo y Aquila (Hch 18.3).

La tienda se usa mucho en el lenguaje figurado religioso y secular. Is 40.22 nos pinta el cielo como la gran tienda de Dios. En 2 Co 5.1 Pablo describe nuestra vida corporal como una tienda (tabernáculo) que pasa, se deshace, en contraste con la morada permanente en Dios. En la figura de Is 54.2, ensanchar la tienda es sinónimo de confianza en las promesas de Dios.

En general la tienda es figura del hogar, de la protección. Su desaparición es penosa, equivale a la muerte (Is 38.12). Es figura del carácter peregrino del pueblo de Dios que busca una morada permanente en los cielos (Heb 11.9–16).

TIERRA

Término que en la Biblia se emplea por lo menos en cinco diferentes sentidos.

  1. Planeta o mundo físico en que habita el hombre (Gn 1; Dt 31.28; Sal 68.8; Mt 6.10). La tierra, en forma figurada, era como alfombra que se extiende (Is 42.5; 44.24), cimentada sobre el océano (Sal 24.2; 136.6) y colgada de la nada (Job 26.7), sostenida por columnas (Job 9.6; Sal 75.3), sobre cimientos irremovibles, aunque tiemble (Sal 104.5; Pr 8.29; Is 24.18; Jer 31.37). Se habla de los «cuatro confines de la tierra» o «cuatro extremos» (Is 11.12; Ez 7.2) en el sentido en que hoy se habla de los «cuatro puntos cardinales».
  2. Parte del planeta no ocupada por los mares (Gn 1.10, 28; Mt 15).
  3. Suelo o superficie cultivable de la tierra (Gn 1.29; Gn 3.23; 28; Sal 104.14; Mt 13.5, 8).
  4. Totalidad de los habitantes de la tierra o de una parte de ella (Gn 11.1–9; Sal 98.9; Lm 2.15; Lc 2.1; 5; 21.26).
  5. Territorio: «La tierra de los filisteos (Gn 21.32), «la tierra de Canaán» (Gn 23.2), «la tierra de Judea» (Jn 3.22). Hay casos en que no está claro si la palabra se usa en sentido restringido o universal, como sucede en la historia del DILUVIO (Gn 7 y 8).

De las afirmaciones que se hacen sobre la tierra, se desprende una implicación sociológica. Como la tierra es de Jehová, no pesan títulos de propiedad sobre ella. Esta afirmación equivale a decir que la tierra es de todos.

TIERRA SANTA

Ver. PALESTINA, ISRAEL, HISTORIA POSBÍBLICA.

TIFSA

Nombre de dos ciudades en el Antiguo Testamento.

  1. Ciudad situada en el extremo occidental del Éufrates, donde el río, que baja hacia el sur, vira hacia el este (1 R 4.24). Era el límite nordeste del reino de Salomón. Situada unos 160 km al nordeste de Tadmor (Palmira), Tifsa fue una importante ruta de
  2. Ciudad situada cerca de Tirsa en Samaria, unos 48 km al norte de Jerusalén (2 R 15.16). Fue víctima de la despiadada venganza de Manahem. Este, por encontrar las puertas cerradas, abrió las entrañas de las mujeres que estaban en cinta.

TIGLAT-PILESER III

Nombre del gran monarca asirio que también aparece en algunas versiones como Teglat- falasar (BJ). También se le conoce como PUL, rey de Babilonia (1 Cr 5.26). Fue hijo de Adad- nirari III y padre de Salmanasar V. Su reinado duró solamente 18 años (745–729 a.C.), pero fue de fatales consecuencias para Israel y Judá. Su ascenso al trono puso fin a un período de debilidad política y militar que había comenzado en Asiria durante el reinado de su antecesor.

Con el sistema que inició de trasladar poblaciones de un lugar a otro, y al cambiar la táctica de tener reyes tributarios por la de anexarlos al imperio, dotó a Asiria de una sólida fórmula para sostenerse económicamente y para defenderse y extenderse al mismo tiempo. Venció con facilidad a todos sus enemigos e hizo hábiles alianzas con pueblos importantes que llegaría a dominar totalmente.

Al ascender al trono de Babilonia en 729 a. C., adoptó el nombre de Pulu, con lo cual hacía más aceptable su imposición. En el norte penetró hasta tocar con los medos y muy pronto terminó con la influencia que los ururtanos ejercían sobre Siria. Todas estas campañas tuvieron gran alcance y resonancia (2 R 19.13; Is 37.13), incluyendo la caída de Damasco en el 732 a.C. Las inscripciones asirias de esta época mencionan que recibió tributo del rey Manahem (2 R 15.19). También menciona a Tiro, Damasco, Cilicia, Carquemis y aun a Zabibi, reina de los árabes, como tributarios permanentes del imperio.

La región de Hamat quedó totalmente pacificada con la deportación de 30,000 de sus habitantes a otras regiones. En una sola campaña se le rindieron las ciudades de Fenicia y conquistó Gaza.

El rey Acaz, de Judá, acudió a Tiglat en busca de ayuda contra la coalición que Peka de Israel  y Rezín de Siria habían formado contra él (2 R 16.7). Peka se rindió a tiempo para salvar a Samaria, aunque ya había perdido gran parte de su territorio (2 R 15.29).

Acaz, protegido de Tiglat en este caso, no iba a quedarse sin pagar un alto precio material y espiritual por sus servicios (2 R 16.8–16). El rey asirio lo hizo ir a rendirle homenaje a Damasco, y llevarle cuanta plata y oro pudo recoger en el templo de Jerusalén; además, Acaz recibió órdenes de Tiglat de construir un altar al dios de Asiria en el mismo templo de Jerusalén. Acaz acató la orden con tal obediencia que inmediatamente envió el diseño del altar al sacerdote Urías para que procediera a cumplirla. Cuando Acaz regresó a Jerusalén pudo ya adorar en el nuevo altar que Tiglat le hizo construir. Desde esa fecha hasta el año 612 a.C., en que cayó definitivamente el Imperio Asirio, Judá pagó con fuertes tributos su precaria libertad.

TIGRIS

Ver. HIDEKEL.

 TILDE

Ver. JOTA Y TILDE.

 TIMNA

Tres personajes y dos lugares llevan este nombre.

  1. Concubina de Elifaz, hijo de Esaú; madre de Amalec (Gn 12).
  2. Hija de Seir y hermana de Lotán (Gn 36.22). Es posible que esta sea la misma persona de Gn 12.
  3. Jefe edomita (Gn 36.40; 1 Cr 51).
  4. Lugar al sur de Hebrón (Jos 15.57), llamado «TIMNAT» en Gn 12.
  5. Pueblo en la frontera norte de Judá (Jos 15.10; 2 Cr 28.18), llamado «TIMNAT» en Jue 1.

TIMNAT

Nombre de dos pueblos en el Antiguo Testamento.

  1. Pueblo situado al norte de Judá, entre BET-SEMES y ECRÓN (Jos 15.10), en la frontera con Fue asignado a la tribu de Dan. Sin embargo, perteneció alternativamente a Israel y a Filistea (Jue 19.43; 2 Cr 28.18). Fue escenario de las actividades de Sansón. Este se casó con una mujer de Timnat, pero la dejó cuando ella lo traicionó (Jue 14.1–20).
  2. Aldea asignada a Judá (Jos 15.57). Allí Judá tomó por ramera a su nuera Tamar (Gn 12– 14). Hoy día es Khirbet Tibneh en el camino de Lida a Jerusalén, 14 km al noroeste de Bet-el.

TIMOTEO

(EN GRIEGO, TEMEROSO DE DIOS).

Hijo espiritual (2 Ti 2.1), compañero y ayudante (Flp 2.19–22) de Pablo. Nació en Listra de madre judía (EUNICE) y padre griego (Hch 16.1; 2 Ti 1.5). Fue altamente estimado por los hermanos en Listra e Iconio (Hch 16.2). No se sabe cuándo se convirtió pero se supone que fue durante el primer viaje de Pablo, cuando pudo presenciar los sufrimientos del apóstol (2 Ti 3.11).

Al separarse Bernabé y Pablo, este tomó a Timoteo para reemplazar a Juan Marcos (Hch 15.36ss). Pablo lo circuncidó (Hch 16.3). Cuando Pablo tuvo problemas en Tesalónica y en ® BEREA, Timoteo se quedó allí con ® SILAS mientras Pablo se trasladaba a Atenas (Hch 17.14). Se reunieron en Corinto (18.5) y siguieron juntos hasta Éfeso, desde donde lo enviaron con Erasto a Macedonia (Hch 19.22). Por último, aparece entre los que acompañaron a Pablo en el viaje a Jerusalén (20.4).

Pablo lo menciona como coautor de varias de sus cartas y le escribió dos cartas personales. Lo enviaron a Tesalónica a confirmar a los creyentes (1 Ts 3.1–5). Pablo lo describe como un siervo de Dios en el evangelio con algún prestigio entre los apóstoles (1 Ts 2.6; 3.2). Fue emisario personal de Pablo a Corinto con una misión delicada y lo recomienda cariñosamente (1 Co 4.17; 16.10). Pablo exhorta a los corintios a enviarlo de regreso en paz. En 2 Co es Tito el emisario, lo que insinúa que Timoteo dejó algunos problemas sin resolver en Corinto y que no tuvo éxito.

Las cartas de la cautividad de Pablo presentan a Timoteo como fiel compañero y colaborador. Pablo lo envió a fortalecer las iglesias gentiles (Flp 1; Col 1; Flm 1). En Flp 2.19 aparece llevando un informe directo del estado de la iglesia filipense. Fue uno de los que más trabajó para levantar las iglesias gentiles. Pablo destaca el genuino interés que Timoteo tiene en los creyentes (Flp 2.20–23).

Cuando Pablo salió de la prisión y reanudó la actividad misionera en el este, dejó a Timoteo en Éfeso (1 Ti 1.3) y le encargó la reorganización de la iglesia. Más tarde, cuando Pablo volvió a caer preso, Timoteo acudió prestamente a Roma, pero es imposible fijar la fecha de su llegada. Solo sabemos que Timoteo mismo estuvo prisionero en Roma (Heb 13.23).

Las epístolas pastorales presentan a Timoteo como pastor y dan un cuadro más completo de su personalidad que las vagas referencias de 1 y 2 Co. Era muy afectivo pero tímido (2 Ti 1.4, 7). Necesitaba las amonestaciones personales de Pablo. Ninguno de los compañeros de Pablo recibió de este tan ardientes elogios por su lealtad (Flp 2.21s).

Es fácil inferir que Pablo veía en él a su natural sucesor, dados sus esfuerzos y virtudes.

EPÍSTOLAS PASTORALES.

PRIMERA EPÍSTOLA A TIMOTEO: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza.

  1. Encargo de Pablo sobre la doctrina 1–20
  2. Encargo de Pablo sobre la adoración pública 1—3.16
  3. Encargo de Pablo sobre los maestros falsos 1–16
  4. Encargo de Pablo sobre la disciplina en la iglesia 1–25
  5. Encargo de Pablo sobre las motivaciones pastorales 1–21

SEGUNDA DE TIMOTEO: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza

  1. Persevera en las pruebas actuales 1—2.26
  2. Soporta las pruebas futuras 1—4.22

TINAJA

Ver. CÁNTARO.

TINIEBLAS

La revelación bíblica no acepta el dualismo LUZ y tinieblas, día y noche, que caracteriza a muchas religiones. Dios hizo la noche y las tinieblas (Is 45.7) y no hay oscuridad tan profunda como para sobrepujar a Dios (Sal 139.7–12). Las tinieblas no son meramente ausencia de luz sino la matriz del caos (Gn 1.2) y la esfera del maligno (Jn 12.31; Hch 26.18). Las tinieblas luego representan el pecado (Jer 32.12) y la muerte (Sal 107.14). El Seol es un lugar tenebroso (Job 10.21s). Además, las tinieblas simbolizan la aflicción (Sal 88.6), el peligro (Sal 23.4) y el horror (Am 5.18ss).

Concluimos que en la Biblia hay dos esferas distintas de tinieblas: la ética y la que es dominio de los poderes satánicos. Los rollos del mar Muerto (QUMRÁN) hablan de las tinieblas como si fuesen un estilo de vida: los caminos de las tinieblas, los hijos de las tinieblas y el espíritu de tinieblas. Pablo y Juan enseñan lo mismo (Ef 5.11; 1 Jn 2.9).

El poder demoníaco es real (Ef 6.12). Causa ceguera espiritual (2 Co 4.3s; 1 Jn 2.11) y si esta continúa sin rectificarse, resulta en perdición (1 P 2.17). La pugna es muy dura (Lc 22.53) pero finalmente las tinieblas serán vencidas por Dios (Ro 13.12s; 1 Jn 2.8; Is 60.18–20).

TINTA

Para escribir sobre PAPIRO o cuero (PERGAMINO; ESCRITURA), se diluía hollín en una solución de goma y se licuaba con aceite. Era fácil de borrar (Nm 5.23). El secretario llevaba el tintero atado a la cintura (Ez 9.2–11). Baruc escribía con tinta lo que le dictaba Jeremías (Jer 36.18). Pablo compara la iglesia en Corinto con una carta, escrita no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente (2 Co 3.3). El anciano de 2 Jn 12 y 3 Jn 13 prefiere hablar cara a cara, considerando impersonal la comunicación por tinta y pluma.

TIPO, TIPOLOGÍA

Sombra que proyecta una verdad de la historia del Antiguo Testamento a la realidad o cumplimiento («antitipo») en la revelación del Nuevo Testamento. Tipología es el estudio de los tipos. Comprende términos como «ejemplo» (Ro 5.14; 1 Co 10.6, 11), «sombra» (Col 2.17; Heb 8.5; 10.1), «figura» (He 8.5; 9.23, 24), «señal» (Mt 12.39), «símbolo» (Heb 9.9; 11.19) y «antitipo» (Heb 9.24; 1 P 3.21).

TODOS ESTOS ESTÁN RELACIONES CON LA TIPOLOGÍA BÍBLICA

Los tipos del Antiguo Testamento incluyen personas, funcionarios, objetos, acontecimientos, ritos, lugares e instituciones que, además de su propio valor significativo, prefiguraban a alguien o a algo por venir. Por ejemplo: ADÁN, MELQUISEDEC; la función profética y sacerdotal; el MANÁ; la SERPIENTE DE BRONCE; la roca herida, el paso del Jordán; la PASCUA; el DÍA DE EXPIACIÓN y las ciudades de refugio son todos tipos de Cristo.

Hay una variedad de posiciones por parte de los expositores en cuanto al alcance o extensión de la tipología. Algunos han adornado de tal manera la historia del Antiguo Testamento con tantos tipo que la historia simple prácticamente se pasa por alto. Al otro extremo se hallan los que del todo rehúsan ver en la historia veterotestamentaria significado tipológico alguno. La interpretación correcta se halla sin duda entre los dos extremos.

Para salvaguardar al estudiante de la tipología, debe distinguirse entre el tipólogo respaldado por la autoridad del Nuevo Testamento y el tipólogo basado en la especulación del intérprete inescrupuloso. La sobria exégesis debe prevalecer sobre la imaginación fantástica. Asimismo, debe distinguirse el tipo que corrobora definitivamente una doctrina de uno que no tiene ninguna contribución para alguna supuesta doctrina. La expulsión de Jonás del vientre del gran pez, por ejemplo, tipifica, en el pensamiento de Mateo, la resurrección de Cristo (Mt 12.40); pero la devolución de Jonás a tierra firme no tipifica necesariamente la restauración de Israel a la Tierra Santa.

También hay que distinguir entre lo que en un tipólogo es esencial y lo que es superfluo. Muchos tipologistas se dejan llevar por los detalles a tal grado que la verdad esencial se les escapa entre lo absurdo y lo pueril.

TÍQUICO

Un amigo y compañero de Pablo oriundo del Asia Menor. Se menciona cinco veces en el Nuevo Testamento. Acompañó a Pablo a Jerusalén, quizá como delegado de su iglesia a la entrega de la colecta (Hch 20.4s). Fue representante personal de Pablo ante los colosenses (Col 4.7s) y los efesios (Ef 6.21s). Pablo parece haberle considerado como posible relevo de Tito en Creta (Tit 3.12) y lo envió a Éfeso cuando necesitó a Timoteo (2 Ti 4.12).

El tipo de trabajo que Pablo le encomendaba se refleja en Ef 6.21 y Col 4.7. La designación como «ministro» en estos pasajes implica su completa dedicación a la obra.

Muestra un carácter lleno de afecto y fe, y digno de la gran confianza depositada en él por Pablo. Aparece como un hombre de mucha capacidad y experiencia en la obra.

TIRANO

Residente de Éfeso en cuya «escuela» Pablo presentó durante dos años las doctrinas del evangelio (Hch 19.9; el texto occidental añade que el horario se extendía de las once de la mañana hasta las cuatro de la tarde). Desde allí como centro, sus discípulos llevaron el evangelio a toda la provincia de Asia. Algunos creen que Tirano fue un sofista griego, maestro de retórica y filosofía que abrió su aula para la discusión de la nueva doctrina y que probablemente se convirtió.

TIRHACA

Tercer faraón de la vigesimoquinta dinastía de Egipto. Puesto que esa dinastía era oriunda de Etiopía, el Antiguo Testamento se refiere a Tirhaca como «rey de Etiopía» (2 R 19.9; Is 37.9). Fue este el faraón que salió a hacerle guerra a SENAQUERIB cuando se aprestaba a tomar a Jerusalén en tiempos del rey Ezequías. Por una intervención divina, las tropas de Senaquerib fueron diezmadas y se vio obligado a regresar a Nínive (2 R 19.35, 36; Is 37.36, 37). Herodoto menciona una campaña de Senaquerib en la que el ejército se vio atacado por una plaga de ratones que devoraron las cuerdas de los arcos y los arneses de los caballos. Es casi seguro que este historiador se refería a los mismos acontecimientos de la historia bíblica.

El estudio de la vida de Tirhaca a partir de los monumentos egipcios plantea una dificultad.

Al parecer Tirhaca llegó a ser faraón después de la campaña de Senaquerib.

Hay dos hipótesis para resolver la dificultad:

  1. Aunque Tirhaca no era todavía faraón, ya tenía cierta autoridad en Egipto. El título de «rey de Etiopía» que le da el Antiguo Testamento era precisamente el que tenía en época de la campaña como título honorífico por ser gobernador de una de las provincias del norte de Egipto o general del ejército.
  2. Otra posibilidad sería suponer que Senaquerib llevó a cabo dos campañas hacia el oeste. Sin embargo, ni los textos asirios, ni los egipcios, ni los veterotestamentarios dan testimonio de dos campañas

TIRAS

Hijo de Jafet (Gn 10.2; 1 Cr 1.5). No se menciona más en el Antiguo Testamento ni en inscripciones fuera de la Biblia. Se le ha comparado con los tursas, mencionados por Ramsés III, que invadieron Egipto desde el norte en el siglo XIII a.C.

Los tursas son los tirsenos de las canciones griegas, que a su vez se han identificado con los etruscos.

TIRO

Ciudad fenicia situada 40 km al sur de Sidón y 56 km al norte del monte Carmelo. Recibió el nombre de Tiro por estar construida sobre una isla rocosa a 800 m de tierra firme. Frente a ella en tierra firme se encontraba la ciudad de Uchu, la que en documentos antiguos es conocida como «la vieja Tiro». Uchu estaba fortificada. En ella habitaba buena parte de la población de Tiro, pues en la isla misma no había espacio para la agricultura.

A medida que Tiro fue ganando importancia marítima y comercial, la agricultura quedó relegada a segundo plano, y la vieja ciudad perdió importancia al mismo tiempo que la ganaba la población de la isla. Tiro tenía la ventaja de ser casi inexpugnable por estar separada de tierra firme. En tiempos del rey HIRAM, se construyó un rompeolas al sur de la isla, con lo cual esta quedó provista de una magnífica bahía. La isla es actualmente una península, porque ALEJANDRO MAGNO construyó un camino firme desde la costa para conquistarla. Ese camino se ha ensanchado con los sedimentos de la erosión. Al sur de Tiro pueden verse todavía los restos del rompeolas bajo el agua.

Los orígenes de Tiro se pierden en la penumbra de la prehistoria. Puesto que Isaías (23.12)  la llama «hija de Sidón», es de suponerse que fue fundada por esa ciudad.

Herodoto da a entender que ese acontecimiento tuvo lugar en el siglo XXVII a.C. Sin embargo, Tiro aparece en los documentos históricos solo a mediados del segundo milenio a.C. como una próspera ciudad que competía con Sidón y otras por la hegemonía comercial.

Tiro fue famosa por sus navegantes. Su comercio unía al oriente con el occidente.

Tiro fue un gran centro comercial y marítimo a través de casi toda la historia del Antiguo Testamento. Por esa razón Isaías la llama «emporio de las naciones» (23.3), y Ezequiel se refiere a ella como «la que trafica con los pueblos de muchas costas» (27.3). Milenios antes que Vasco de Gama, los marinos de Tiro circunnavegaron el continente africano y fundaron la ciudad de Cartago en el norte de África en el siglo IX a.C. Aunque Tiro existía ya en la época de la conquista y de los jueces, solo aparece en la historia de Israel durante los reinados de David y Salomón. En esa época, el reino de Israel llegaba hasta los confines de Tiro (2 S 24.7).

Las relaciones entre Tiro y David primero, y Salomón después, fueron  cordiales  y productivas para ambas partes. En esa época gobernaba en Tiro el rey Hiram, uno de sus más notables soberanos. Luego, la época de máximo esplendor de Israel coincidió con la época semejante de Tiro. Sin embargo, en lugar de disputarse la hegemonía de la región,  ambos reinos colaboraron, tanto en el comercio interior como en el exterior. En el comercio interior,  el rey Hiram ayudó a David en sus construcciones, proveyéndole maderas y artesanos (2 S 5.11; 1 Cr 14.1). Para construir su templo, Salomón hizo un pacto con Hiram, según el cual este le enviaba maderas y artesanos a cambio de trigo, cebada, aceite y vino (1 R 5.1–11; 2 Cr 2). Además, después de terminado el templo Salomón dio a Hiram veinte ciudades que Hiram recibió con desagrado (1 R 9.10–13).

Oriundo también de Tiro fue Hiram, hijo de una viuda de Neftalí, principal constructor del templo, que no ha de confundirse con el rey de Tiro. En el comercio exterior, Tiro también colaboró con Salomón cuando este construyó naves en EZIÓNGEBER para enviarlas a Ofir, pues en esa ocasión fue Hiram quien le proveyó de marineros para tripularlas (1 R 9.26–28).

Esta amistad hizo que la idolatría se introdujera en el pueblo hebreo bajo los reinados de JEZABEL y ACAB en Israel, y ATALÍA y JORAM en Judá. La riqueza de Tiro la hacía una ciudad orgullosa, y por eso los profetas clamaron repetidamente contra ella y predijeron su destrucción (por ejemplo, Is 23.1–17; Jer 27.3–6; Ez 26–29; Jl 3.4–8). Uno de los peores agravios que Tiro cometió contra Israel fue vender sus ciudadanos como esclavos (Am 1.9–10). Durante la época de la hegemonía asiria, Salmanasar intentó tomar a Tiro, y para ello la atacó con sesenta naves, pero los habitantes de Tiro, con solo doce naves, lo derrotaron. Tras sitiar la ciudad por cinco años, Salmanasar murió. Senaquerib la atacó de nuevo y no obtuvo mejores resultados. Por fin, en el año 664 a.C., Asurbanipal logró conquistarla. Cuando Babilonia sucedió a Asiria, Tiro volvió a establecer relaciones estrechas con Egipto, pero en el 605 NABUCODONOSOR derrotó al faraón NECAO en

Carquemis y cercó a Tiro durante trece años. Al parecer, Nabucodonosor logró establecer su autoridad, pues a partir de ello Tiro quedó dentro de la esfera de influencia de Babilonia.

Cuando el Imperio Babilónico pasó a la historia, la condición de Tiro bajo el dominio persa fue holgada. Durante años Tiro pudo comerciar en paz, aunque siempre haciendo a los persas partícipes de sus ganancias. Los soberanos persas, sin embargo, fueron haciéndose más exigentes, hasta que por fin las ciudades de Fenicia se rebelaron. En esa ocasión Sidón fue destruida y Tiro, aprendiendo por la experiencia ajena, se rindió a los persas.

Cuando ALEJANDRO MAGNO invadió la región, se vio obligado a sitiar Tiro por espacio de varios meses debido a la resistencia opuesta. A fin de evitar las demoras de un sitio prolongado, Alejandro hizo construir una amplia carretera que unía a Tiro con la tierra firme, y por ella atacó y tomó la ciudad. Ocho mil de sus habitantes murieron, y treinta mil fueron vendidos como esclavos. A pesar de esto, Tiro no perdió su importancia, y pocos años después de la muerte de Alejandro, cuando sus generales se disputaban los restos de su imperio, Tiro era ya de nuevo una ciudad fortificada.

Tras quedar en manos de los egipcios, pasó al poder de los seléucidas, luego al de los armenios, luego otra vez a los seléucidas. Finalmente, en el año 65 a.C., quedó incorporada al Imperio Romano. Este dio a sus habitantes libertades que les permitieron continuar tranquilamente sus viejas actividades comerciales. Hoy no queda allí más que una pequeña aldea. La isla sigue unida a la tierra firme por el camino que Alejandro construyó para sus falanges.

En el Nuevo Testamento se menciona a Tiro repetidamente. Algunos de sus habitantes pudieron escuchar al Señor (Mc 3.8; Lc 6.17). Jesús estuvo en sus territorios (Mt 15.21; Mc 7.24), e hizo referencia a ella (Mt 11.21, 22; Lc 10.13, 14). El apóstol Pablo hizo también una breve visita a la ciudad (Hch 21.3, 7).

TIRSA

Nombre de una mujer y una ciudad en el Antiguo Testamento.

  1. La menor de las cinco hijas de Zelofehad (Nm 33; 27.1; Jos 17.3).
  2. Ciudad cananea (Jos 12.24), asignada a la tribu de Manasés, famosa por su belleza

(Cnt 6.4). Fue capital de Israel durante los reinados de Baasa (1 R 15.21; 33; 16.6), Ela y Zimri (1 R 16.7–10). Cuando Omri sitió la ciudad, Zimri quemó el palacio y se suicidó (1 R 16.17, 18). Seis años después, Omri trasladó la capital a Samaria. Tirsa reaparece en 2 R 15.14– 16 como el lugar en donde Manahem conspiró en contra de Salum. La identificación exacta del sitio no se ha establecido. Roland de Vaux sugiere un montículo unos 11 km al noroeste de Nabulus.

TISBITA

Natural de Tisbe, pueblo de Neftalí. A Elías se le llama «tisbita» (1 R 17.1; 21.17, 28; 2 R 1.3, 8; 9.36).

Tisbe no se ha podido localizar. Algunos la identifican con Teitaba, 18 km al noroeste del mar de Galilea; con Listib en la parte oriental de los montes de Galaad, y con otros lugares.

TITO

Hijo espiritual, compañero y colaborador de Pablo (Tit 1.4; 2 Co 8.23).

Sorprendentemente, no se menciona por nombre en el libro de los Hechos, aunque acompañó a Pablo y Bernabé en su viaje a Jerusalén (Gl 2.1), viaje que probablemente sea el mismo que se narra en Hch 15 (CONCILIO DE JERUSALÉN). Como era griego, no lo obligaron a circuncidarse (Gl 2.3). Se ha conjeturado que Tito era hermano de Lucas y que este sea «el hermano» mencionado en 2 Co 8.18, 22; así se explicaría por qué Lucas modestamente calla el nombre de Tito en Hechos. Sin embargo, este tipo de explicación no deja de ser solo una ligera conjetura.

Aparentemente sirvió como representante de Pablo en Corinto (2 Co 8.6; 12.18) y posiblemente llevó la epístola que Pablo escribió a esa iglesia (la segunda de las tres) que no se ha conservado (cf. 2 Co 2.1–4; 7.6–12). En uno de sus viajes, Pablo lo esperaba en Troas para tener noticias de Corinto. Cuando Tito no llegó, se llenó de angustia (2 Co 2.12). Al fin se reunió con Pablo en Macedonia, donde le informó acerca del progreso de los CORINTIOS. Esto causó gran gozo y consuelo al apóstol (2 Co 7.5, 13) y motivó la escritura de su tercera carta a los corintios (conocida como 2 Co), la que mandó con Tito (2 Co 8.16).

Pablo llevó a Tito a la isla de CRETA, donde lo dejó para consolidar la obra y organizar la iglesia (Tit 1.5). El apóstol le escribió la epístola que lleva su nombre (EPÍSTOLAS PASTORALES) con el fin de instruirle y animarle en sus responsabilidades eclesiásticas. Pablo lo llamó a reunirse de nuevo con él en Nicópolis (Tit 3.12).

De acuerdo con 2 Ti 4.10 es posible que lo mandara en otra gira de evangelización a Dalmacia.

Según la tradición, Tito volvió a Creta y sirvió allí muchos años como obispo, y murió a una edad avanzada. EPÍSTOLAS PASTORALES.

EPÍSTOLA A TITO: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza

  1. Señalamiento de ancianos 1–16
  2. Ordena las cosas 1—3.15

TOALLA

Traducción (RV) de la voz griega léntion que aparece solo en Jn 13.4s y que se refiere a un lienzo que se usaba como «toalla» o delantal y que se ponían los sirvientes cuando se disponían a trabajar.

TOB

Ciudad y región en el sur de Haurán y al noroeste de Galaad. Jefté se refugió allí cuando sus hermanastros lo echaron para no compartir con él la herencia. Estando en Tob, Jefté recibió el llamamiento a guiar a las tribus orientales de Israel en su lucha contra los amonitas (Jue 11.3– 5).

Algunos judíos se establecieron en Tob después del cautiverio. Judas Macabeo los libró del ataque de sus vecinos griegos (1 Mac 5.13; 2 Mac 12.17).

En 2 S 10.6–8 se le llama Is-tob.

Es probable que Tob haya estado ubicada donde hoy se halla la aldea de Taiyibe, 16 km al sur de Gadara, entre Bozra y Edrei.

TOBÍAS

Enemigo de NEHEMÍAS (Neh 2.10) que en unión de Sanbalat y Gesem se opuso a la reconstrucción de las murallas de Jerusalén (2.19; 6.16–19). A pesar de ser «siervo amonita» (2.10, 19), logró ocupar posiciones de importancia. Se unió por matrimonio a una distinguida familia de Judá (6.17, 18) y por causa de su parentesco con el sacerdote Eliasib, llegó a disponer de una habitación en los atrios del templo, y de allí lo sacó Nehemías (13.4–9).

También llevaron este nombre un levita distinguido (2 Cr 17.7–9), el tronco de una familia que había perdido sus comprobantes de ascendencia israelita (Esd 2.59, 60), y un cautivo escogido para desempeñar una misión importante (Zac 6.9–15).

TODOPODEROSO

(EN HEBREO, SHADDAI, QUE SIGNIFICA OMNIPOTENTE).

Palabra que se usa cuarenta y ocho veces en el Antiguo Testamento para caracterizar o

nombrar a Dios (especialmente en Job). En el Nuevo Testamento solo se encuentra en Apocalipsis (en griego, pantókrator) además de una cita del Antiguo Testamento en 2 Co 6.18. La omnipotencia no se refiere a un atributo abstracto, sino más bien a la obra de Dios, «el que obra con todo poder». Si bien la Biblia no utiliza mucho la expresión, afirma claramente el pleno poder de Dios para llevar a cabo su propósito (Sal 115.3; 135.6). No se trata de una potencia arbitraria, sino de su propósito santo en la CREACIÓN y la REDENCIÓN.

Cristo participa en el poder del padre, y aunque su omnipotencia permanece oculta a los incrédulos, se manifiesta en sus obras, y sus discípulos la atestiguan (Mt 9.6; 11.27; 28.18; Jn 17.2; Ap 1.8).

Frente a la omnipotencia divina, el hombre no ha de sentir solo temor y temblor (Job 37.23, 24; 40.2) sino confianza, seguridad y valor (Gn 17.1ss). La humilde súplica y la fe obediente corresponden al encuentro con el Dios todopoderoso cuya voluntad y obra son nuestra salvación.

TOFEL

Lugar en el Arabá cerca de donde los israelitas terminaron sus peregrinaciones (Dt 1.1). Se ha identificado con el moderno Tafile, ubicado 25 km al sudeste del mar Muerto.

TOFET

(LUGAR DE FUEGO).

Lugar en el valle de HINOM al sur de Jerusalén, cerca de la unión de este valle con el de Cedrón. Aquí, bajo Acaz y Manasés, los israelitas sacrificaban sus hijos a MOLOC pasándolos por fuego (2 R 16.3; 21.6), hecho que quizás explique el nombre dado a este lugar.

Josías lo profanó (2 R 23.10). Jeremías profetizó que Tofet se llamaría «Valle de la Matanza» y que se convertiría en un cementerio (Jer 7.31, 32; 19.6, 11–14).

TOGARMA

Hijo de Gomer (Gn 10.3) que formó uno de los muchos pueblos que habitaban «los confines del norte» de Ez 38.6. Sostenía relaciones comerciales con Tiro, a la que vendía caballos y animales de carga (Ez 27.14). Se ha identificado con Til-garimu o Tegarama, lugar en Asia Menor, entre Carquemis y Harrán. Los asirios la destruyeron en el año 695 a.C.

TOLEMAIDA

Puerto ubicado en la bahía de Acre, 13 km al norte del monte Carmelo. Su nombre primitivo fue Aco (Jue 1.31). Era el único puerto natural al sur de Fenicia. Aser no logró conquistarlo cuando le fue asignado. Durante el Antiguo Testamento había varias rutas de Aco a Galilea y al valle del Jordán.

Los escritos extrabíblicos hacen muchas referencias a Aco. A fines del siglo III o a principios del II a.C. pasó a llamarse Tolemaida en honor a TOLOMEO Filadelfo (285–246 a.C.). Tuvo un papel bastante importante en la historia de los judíos en la época de los Macabeos (1 Mac 5.15; 12.45–48). Creció en importancia cuando menguaron TIRO y SIDÓN (a partir del siglo IV a.C.).

Pablo visitó Tolemaida en el viaje a Jerusalén, después de pasar por Tiro. Allí había un grupo de creyentes y Pablo estuvo un día con ellos. Es la única mención de Tolemaida en el Nuevo Testamento (Hch 21.7).

TOLOMEO

Nombre de los reyes que gobernaron a Egipto después de la muerte de ALEJANDRO MAGNO.

  1. Tolomeo I, Soter (304–285 a.C.). Uno de los principales generales de Alejandro, que a la muerte del gran conquistador lo nombraron sátrapa de Egipto, pero poco después tomó el título de rey. Abdicó en el año 285 a.C. en favor de uno de sus hijos menores, pero continuó viviendo y participando de los asuntos del estado hasta su muerte en el año 283. Una de sus principales contribuciones a la historia de la cultura fue la fundación de la famosa biblioteca de ALEJANDRÍA. Es posible que Dn 11.5 se refiera a él.
  2. Tolomeo II, Filadelfo (285–246 a.C.). Hijo y sucesor de Tolomeo I. El título de «Filadelfo» le fue aplicado primero a su hermana, que se casó con él, y después, por extensión, a él. Según la leyenda, fue durante su reinado que se produjo la traducción del Antiguo Testamento al griego conocida como la SEPTUAGINTA. Reclamó para sí y para su hermana y esposa el título de dioses que antiguamente tenían los FARAONES egipcios. Posiblemente Dn 11.6 se refiere al hecho de que Tolomeo II casó a su hija Berenice con Antíoco II de Siria, lo cual le aseguró la paz con su antiguo rival. Bajo Tolomeo II la dinastía llegó a su máximo
  3. Tolomeo III, Evergetes (246–221 a.C.). Hijo y sucesor de Tolomeo II. Al recibir noticias del repudio y asesinato de su hermana Berenice, invadió a Siria. Aunque salió derrotado, logró retener el territorio de Judea (Dn 11.7ss). Fue durante su reinado que el sumo sacerdote Onías II, que se inclinaba hacia los SELEUCOS y estaba en contra de los Tolomeos, se negó a pagarle tributo. A consecuencia de esto, el sacerdocio perdió buena parte de su poder temporal. La integridad de Judea se salvó solo mediante la intervención de José ben Tobías (Josefo, Antigüedades, XII.vi.1).
  4. Tolomeo IV, Filopátor (221–205 a.C.). Hijo y sucesor de Tolomeo III. Cuando ANTÍOCO el Grande invadió a Egipto, este Tolomeo lo derrotó (Dn 10ss). Según 3 Macabeos, Tolomeo IV intentó entrar en el templo de Jerusalén, pero fuerzas misteriosas se lo impidieron. De regreso a Egipto, desató una persecución contra los judíos, de la cual muchos se salvaron por otra intervención milagrosa.
  1. Tolomeo V, Epífanes (205–180 a.C.). Hijo de Tolomeo IV, a quien sucedió cuando tenía solo cinco años de edad. Aprovechando esta circunstancia, ANTÍOCO III de Siria invadió los territorios de Tolomeo, y Judea pasó de nuevo a manos de Siria. La reconciliación entre Siria y Egipto se logró mediante un matrimonio político que a la postre fue infeliz (Dn 11.13–17). Durante esta época, las rivalidades entre Siria y Egipto provocaron una división entre los judíos: unos abogaban por un bando y otros por el
  2. Tolomeo VI, Filométor (180–145 a.C.). Hijo y sucesor de Tolomeo V. Cayó prisionero de los sirios, y al regresar encontró a su hermano ocupando el trono. Tras compartir el poder por algún tiempo, se dividieron el reino. Tolomeo VI se distinguió por sus hábiles maniobras que le permitieron intervenir en la política interior de Siria. Puesto que Roma comenzaba a surgir como una gran potencia, Tolomeo VI se alió con ella (Dn 25–30). Durante su reinado se edificó en Leontópolis un templo en el que los judíos de Egipto podían adorar.
  3. Tolomeo VIII, Evergetes II (145–116 a.C.). Era hermano de Tolomeo VI, con quien había compartido el trono, y derrocó a su sobrino Tolomeo VII. Persiguió a los judíos, a quienes creía partidarios de Siria (2 Macabeos 1), pero parece que al final de su reinado cambió la política hacia ellos. (CRONOLOGÍA; PERÍODO )

TOMÁS

(EN HEBREO Y ARAMEO, MELLIZO).

Uno de los doce apóstoles. Se le nombra en el segundo grupo de cuatro en todas las listas junto a Mateo en Mt 10.3 y Lc 6.15, a Jacobo hijo de Alfeo en Mc 3.18, y a Felipe en Hch 1.13. Tomás es un apodo cuyo equivalente griego, Dídimo, aparece solo en Juan (Jn 11.16; 20.24; 21.2). No se sabe su verdadero nombre (algunas traducciones siríacas lo identifican como «Judas Tomás»), ni quién era su hermano gemelo.

Solo Juan proporciona detalles sobre el carácter de Tomás. Se destaca como leal y valiente, dispuesto a morir con el Señor si este iba a Judea (Jn 11.16). En Jn 14.5 vemos a una persona que pregunta porque quiere aclaraciones, y este rasgo se confirma en el conocido incidente de Jn 20.24–29, en el que, por no haber visto personalmente al Señor resucitado en su primera manifestación a los discípulos, rehúsa creer si no recibe pruebas visuales y de tacto. Es verdad que el Señor reprendió su incredulidad, pero Juan incluye el incidente para que por boca de Tomás tengamos la declaración de fe más clara y contundente de todos los discípulos después de la resurrección de Jesús: «¡Señor mío y Dios mío!» Fue uno de los siete pescadores que vieron al Resucitado a orillas del lago de Galilea (Jn 21.2).

Su nombre se destaca en la literatura apócrifa de carácter GNÓSTICO del siglo II, donde figura como gemelo del mismo Señor Jesús y como evangelista en la India.

TOPACIO

Piedra preciosa de color amarillo vinoso o anaranjado con sombras de verde o rojo, parecida al moderno crisólito, que procedía de la costa del mar Rojo. En el pectoral del sumo sacerdote correspondía a la tribu de Simeón (Éx 28.17; 39.10). El rey de Tiro la tenía como adorno y símbolo de riqueza y poder (Ez 28.13). El topacio adornaba la novena base del muro de la nueva Jerusalén (Ap 21.20). Aunque es una piedra de gran precio, el topacio de Etiopía es de menor valor que la sabiduría (Job 28.19).

TORBELLINO

Las palabras hebreas que se traducen torbellino designan cualquier tipo de ventarrón violento (Job 21.18; Is 17.13; Nah 1.3; Cnt 3.6). De allí que se traduzcan también en forma apropiada como tempestad (Sal 107.29; Jer 23.19; Dn 11.40; Am 1.14).

Los torbellinos ocurren principalmente cerca de la costa y antes de la estación lluviosa, cuando la atmósfera es muy inestable. Aunque tengan una corta trayectoria son muy destructivos (Pr 10.25; Is 28.2). Elías subió en un torbellino (2 R 2.1, 11) semejante a aquellos en que se manifestaba Jehová (Job 38.1; Ez 1.4 VM).

Este sustantivo se usa en sentido figurado para denotar un ataque enemigo repentino (Is 5.28; Jer 4.13), una calamidad (Pr 1.27) o el castigo divino del pecado (Is 66.15; Pr 10.25; Os 8.7).

TORO

El hebreo no distingue entre el toro (semental del ganado vacuno) y el BUEY, el mismo animal pero emasculado y usado generalmente en la labranza.

Hallamos el término en Jue 6.25–28; Sal 50.13; 68.30; Is 34.7; Hch 14.13; Heb 9.13.

Los famosos toros de BASÁN, criados en una región muy fértil, eran libres, fuertes y feroces, y llegaron a constituirse en un símbolo de los enemigos fieros y numerosos (Sal 22.12).

TORRE

Edificio más alto que ancho construido de ladrillos o de piedras. La Biblia habla de tres clases de torre.

  1. La torre militar, desde donde los atalayas vigilaban la posible presencia de enemigos (2 Cr 14.7; Is 32.14) y en donde podía refugiarse la gente en tiempos de ataque. Había torres en los muros de Jerusalén (2 R 17.9; 2 Cr 26.9; 5) y también en las fronteras. La versión RV traduce la misma palabra hebrea a veces «torre» y otras veces «fortaleza».
  2. La torre religiosa en la que se ofrecían sacrificios en un altar construido encima como símbolo de acercamiento al dios correspondiente. Los zigurat (por ejemplo, la torre de BABEL) tenían ese propósito (Gn 4).
  3. La torre de campo. Los agricultores construían torres rústicas en medio de sus campos para vigilar las cosechas. Eran de piedra con una pieza cerrada en el fondo en la que guardaban las herramientas y donde la familia podía vivir durante la época de la La parte superior ofrecía una vista panorámica de los campos (Mt 21.33; Mc 12.1; Is 5.2).

La palabra torre se usa en sentido figurado para referirse a la protección de Dios (Sal 61.3; 18.2; 2 S 22.51; Pr 18.10), a la fuerza humana (Cnt 4.4) y a la belleza femenina (Cnt 7.4; 8.10).

TORRENTE

Ver. ARROYO.

TÓRTOLA

Ave del orden de las palomas pero más pequeña, de la que hay tres variedades en la Tierra Santa. La tórtola es ave migratoria (Jer 8.7). Deja su tierra y hace un viaje corto al sur, de donde regresa al comienzo de la primavera (Cnt 2.12). La Ley permitía que los pobres presentaran tórtolas como holocausto por el pecado (Lv 1.14; 5.7, 11) y en varios ritos de purificación (Lv 12.6–8; 14.22; 15.14, 19; Nm 6.10).

En el acto de la circuncisión de Jesús, el hecho de que María y José presentaran dos tórtolas (Lc 2.24) es prueba de su pobreza. La primera mención de la tórtola se encuentra en Gn 15.9, de donde se puede concluir que era costumbre de presentarla en sacrificio desde antes de la ley levítica. En una bella imagen se habla del pueblo de Dios como su «tórtola» (Sal 74.19).

TRABAJO

La Biblia es, en un sentido, un libro que registra la vida de un pueblo trabajador. El trabajo entre los hebreos era parte de una perspectiva teológica. En el Génesis se exalta el trabajo creativo. Es el mismo Dios que continúa laborando (Sal 104.22–24; Is 28.29; 40.28). La obra de Dios en favor del hombre fue fundamento de la dignidad del trabajo.

Los Diez Mandamientos no solo subrayan el día del DESCANSO, sino el trabajo de los otros seis días (Éx 23.12). Nehemías señala el bien que se recibe del trabajo hecho y cumplido (Neh 4.6). El apóstol Pablo exalta por igual el trabajo (1 Ts 4.11).

Jesús alaba a la persona laboriosa y lamenta la desocupación (Mt 20.1–16), y habla  del salario del trabajador (Lc 10.7). Él mismo fue trabajador esmerado e infatigable (Jn 5.17). Los discípulos de Jesús eran personas industriosas. Cristo los llamó a su servicio estando ocupados en laborioso trabajo.

La Biblia se refiere, entre otros trabajos comunes entre los hebreos, a cuatro tipos principales:

  1. El de pastores y agricultores (Gn 13.2; 33.17; Rt 2.3; 1 S 9.3; 16.11; 1 R 19.19).
    1. El de obrero
    2. El de trabajador
    3. El del criado o esclavo

El trabajo del esclavo fue valiosísimo en las grandes construcciones (Éx 20.10, 17; 21.2–6).

Salomón implantó el trabajo forzado al construir el templo (1 R 5.13–18).

La mujer hebrea desempeñaba una variedad de trabajos no solo domésticos, sino también del campo (Pr 31.10–31). La vemos ocupada en la cotidiana tarea de moler los granos y elaborar harinas (Éx 11.5; Mt 24.41), en amasar y cocer pan (Gn 18.6), en la confección de las vestiduras (1 S 2.19), en el aseo y cuidado de la casa (Lc 15.8), en la diaria y fatigosa tarea de aprovisionamiento de agua (Gn 24.15), en el cuidado de las ovejas (Gn 29.6), en la recolección de las cosechas (Rt 2.3) y a veces en negocios como el de Lidia (Hch 16.4). En las Escrituras el concepto del trabajo tiene un elevado sentido espiritual.

Trabajar u obrar son términos comunes para significar todo lo que una persona hace y la forma como da expresión a la vida. Jesús apremia a las personas a trabajar (Jn 9.4); llama a los «trabajados y cargados» (Mt 11.28–30); Pablo alude a las «buenas obras» (Ef 2.10); se habla del reino de los cielos como conquista del que trabaja (Mt 20.1–16); y se enaltece la justa paga del obrero (Lc 10.7).

TRACONITE

Área rocosa y estéril situada al nordeste de Galilea y al sur de Damasco. Formó parte del reino de HERODES el Grande y después, de la tetrarquía de HERODES Felipe su hijo (Lc 3.1). Debido al carácter quebrado de sus depósitos de lava basáltica, Traconite era ideal para los bandoleros. Josefo, escribiendo en el siglo I d.C., habla de la naturaleza rapaz de sus habitantes, a quienes Herodes el Grande puso a raya.

TRADICIÓN

Traducción de la voz griega, parádosis, que significa «cosa entregada». Se refiere a la enseñanza que el maestro transmite oralmente al discípulo. En el Nuevo Testamento tiene un sentido bueno (1 Co 11.2; 2 Ts 2.15; 3.6) y un sentido malo (Mt 15.6; Mc 7.8; Col 2.8).

TRADICIÓN JUDÍA

La transmisión de un patrimonio religioso a través de una serie de intermediarios era muy común en el Antiguo Testamento. Gran parte del CANON tomó forma escrita solo tras una larga historia oral. Aun cuando un escrito ya había alcanzado su forma definitiva, la tradición siguió afectándolo, al menos en la comprensión popular. Los sacerdotes y escribas transmitieron a los fieles, como un depósito sagrado, la Torá (doctrina y práctica; 1 S 1.3; Jue 17.7, 13; Dt 17.18; cf. el caso de ESDRAS en Neh 8.7ss). Con los años surgieron tradiciones rabínicas (Mishnah, TALMUD), repetidas con exactitud casi mecánica, que a veces reflejaban fielmente la intención divina, pero muchas veces no.

Ya en el siglo I d.C., estos comentarios gozaban en los círculos de enseñanza de igual respeto que las Escrituras, aberración que Jesucristo criticó aunque Él mismo no desechó toda tradición judía (Mc 1.44; 11.16). Muchos religiosos, aferrándose a «la tradición de los ancianos», quebrantaban e invalidaban el mandamiento de Dios (Mt 15.1–14; Mc 7.1–13). A tal tradición, por contradecir las más elementales exigencias morales (CORBÁN), Jesús la llama

«vuestra tradición que habéis transmitido» y «mandamientos de hombres» (citando Is 29.13). En el Sermón del Monte, la frase «oísteis que fue dicho a los antiguos» (Mt 5.21, 23; cf. vv. 27, 31, 38, 43) parece referirse a la mezcla popular de enseñanza veterotestamentaria y tradición rabínica a la cual Jesús opone su «pero yo os digo».

TRADICIÓN CRISTIANA

Todos los Evangelios (EVANGELIOS SINÓPTICOS; EVANGELIO DE JUAN; CRÍTICA BÍBLICA)

dependen de la transmisión oral, de la tradición predicada. Muchas comunidades continuaron la práctica judía de conservar preciosos dichos, relatos e instrucciones, puestos al día y aplicados a sus necesidades locales; pero, para los cristianos, la persona de Jesucristo era el enfoque nuevo y último de la revelación divina.

Pablo, quien conocía los métodos judíos de enseñanza (Hch 22.1ss; 26.3ss), entregó exactamente lo que otros le transmitieron cuando él se convirtió (1 Co 11.23; 15.3). La expresión «recibí del Señor» se refiere, no a una visión particular, sino a una tradición cuyo origen se remonta directamente a Jesucristo. En 1 Co 15.1–12 se recalca que la tradición cristiana es el evangelio, generalmente predicado, cuya historicidad la garantizan testigos oculares. Todo este capítulo ilustra, sin embargo, que la tradición no consta solo de datos históricos sino también de la interpretación teológica de estos datos.

Los verbos que se emplean para hablar de la recepción de la tradición implican «retener firmemente» (por ejemplo, 2 Ts 2.15; cf. 1 Ti 6.20; 2 Ti 1.14). Filipenses 4.9 añade el principio de la imitación personal del maestro, pues la tradición siempre compromete al receptor a una nueva cualidad de vida (1 Co 11.2; 2 Ts 3.6s; Ro 6.17; Jud 3). Otros escritores del Nuevo Testamento se refieren similarmente a la tradición (Lc 1.2; Hch 7.38; 16.4; Jud 5, etc.).

En la época apostólica la combinación del testimonio fundado en la observación ocular (Lc 24.48; Hch 1.8, 21–16) y la interpretación que daba el Espíritu Santo a través de personas comisionados (Jn 15.26s; 16.13; Ef 4.20s) produjo una tradición verdadera que continuaba la revelación del Antiguo Testamento (1 Ti 5.18; 2 P 3.16). Sin embargo, el surgimiento paralelo de tradiciones falsas (Col 2.8), junto con otros factores, hizo necesario definir la tradición autoritativa y ponerla por escrito. Cualquier tradición supuestamente apostólica, pero extracanónica, tiene que medirse e interpretarse por el Nuevo Testamento.

TRANSFIGURACIÓN

(DEL GRIEGO, METAMÓRFOSIS QUE SIGNIFICA CAMBIO DE FORMA).

A diferencia de las metamorfosis paganas (aparición de dioses en figura terrena, o bien, transformación de hombres en seres divinos por tomar forma celestial), Jesucristo se transfiguró ante tres de sus discípulos, solo seis días después del primer anuncio de su pasión (Mc 9.2–9). La tradición ha fijado en el TABOR la ubicación del monte (cf. 2 P 1.16ss) en cuya cima se realizó la transfiguración.

La clave de la interpretación se halla en la voz divina. Esta no se dirige a Jesús (cf. La voz del bautismo, Mc 1.11), sino a Pedro, Jacobo y Juan. Contra el trasfondo de Sal 2.7, la voz les presenta a Jesús como el Hijo amado de Dios (HIJO DE DIOS), como el MESÍAS, y al hacerlo confirmaba la reciente confesión de Pedro (Mc 8.29; cf. 9.1). Luego, con las palabras «a Él oíd», la voz divina alude al PROFETA escatológico al que, según la promesa de Dt 18.15, el pueblo prestará atención y obediencia. En otras palabras, el hecho de emprender Jesús el camino de la pasión (cf. Mc 8.31s), en vez del camino dictado por la expectativa popular, (Mc 8.32s) no impide que Él sea el Mesías, el HIJO DEL HOMBRE glorioso (Dn 7.13; para el «secreto mesiánico» implicado en Mc 9.9, MARCOS, EVANGELIO DE).

La aparición de Moisés y Elías puede simbolizar el respaldo de la Ley y los profetas al mesiazgo de Jesús (cf. Lc 9.31 «hablaban de su partida [literalmente, éxodo], que iba Jesús a cumplir en Jerusalén»), pero más probablemente es como precursores del Mesías que figuran aquí brevemente. Son removidos, y Jesús queda solo, cuando Pedro urge una prolongación del goce celestial que sugiere la igualdad entre Moisés, Elías y Jesús. La blancura y brillo, que son propios de los seres del cielo, afectan a Jesús en su persona y en sus vestidos (cf. Dn 7.9; 10.5; Hch 1.10; Ap 3.4s, etc.); Lc 9.32 lo identifica como «la GLORIA de Jesús».

TRANSGRESIÓN

Infracción de la Ley o de un mandamiento específico de Dios.

El PECADO en este sentido es transgresión (1 Jn 3.4, RV-1909). En un caso excepcional la transgresión se refiere a un delito contra las normas aceptadas de la justicia humana (Gn 31.36). La imagen sugerida es de una persona que se sale del camino para andar por donde no le corresponde. Pablo emplea la palabra, sobre todo en Romanos, para señalar toda infracción de los mandamientos de Dios (4.15), ya sea la desobediencia de ADÁN (5.12–21), la de Israel (11.15–24) o la de todo el género humano (4.25) por el cual Cristo murió.

TRANSJORDANIA

Región a este del río Jordán, el mar Muerto y el Arabá.

Aunque el término no se usa en las versiones más conocidas de la Biblia, se le llama «al otro lado del Jordán» (Gn 50.10; Dt 3.20; Mt 4.15).

Antes de los tiempos de Josué, en la Transjordania estaban los reinos de AMÓN, BASÁN, EDOM, GALAAD y MOAB. Después de la conquista, la región quedó ocupada por las tribus de RUBÉN, GAD y MANASÉS. (DECÁPOLIS; PEREA.)

TRES TABERNAS

Estación o lugar de descanso, 49 km al sudeste de Roma, hasta donde salieron los cristianos al encuentro del apóstol al saber que se dirigía a Roma. Otro grupo ya se había reunido con él en el Foro de Apio, un poco al sudeste de Tres Tabernas (Hch 28.15).

TRIBU

Organización social de pueblos primitivos que obedecen a un jefe y tienen un tronco familiar común. Este sistema de gobierno existe todavía entre algunos grupos étnicos indígenas en Asia, África y América.

El pueblo de Israel, desde los días de Jacob, y aun después de comenzar la monarquía, vivió bajo este sistema de gobierno. La nación estaba formada por doce (o trece, véase abajo) tribus, descendiente cada una de uno de los hijos de JACOB, y que unidas llegaron a formar una gran nación, especialmente bajo la dirección de Moisés, Josué, los jueces y los reyes Saúl, David y Salomón. Después de la muerte de Salomón el país se dividió en dos reinos: el del norte (ISRAEL), formado por diez tribus, y el del sur (JUDÁ), formado por las tribus de Judá y Benjamín (1 R 12.1–33). Leví quedó fuera. Según vemos en los libros de Esdras y Nehemías, el reconocimiento de las tribus existió hasta el cautiverio en Babilonia.

El origen de las doce tribus de Israel parte del nacimiento de los hijos de Jacob (Gn 29.31; 30.23; 35.16–21). En Gn 49 las tribus son las siguiente: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Zabulón, Isacar, Dan, Gad, Aser, Neftalí, José y Benjamín. Ya en su lecho de muerte, Jacob adoptó a los dos hijos de JOSÉ, Manasés y Efraín, como hijos suyos, lo cual da un número de trece tribus (Gn 48.5). En la división de la tierra prometida se asignó a cada una de las tribus su porción de territorio, con la única excepción de la tribu de Leví. Esta, por haber sido consagrada al sacerdocio, tendría que vivir de los diezmos y las primicias (Jos 21.1–40).

Cada tribu tenía su propio gobierno, pero de la unión de todas ellas surgiría la nación, con una especie de gobierno federal parecido al de algunas naciones modernas.

TRIBULACIÓN

Congoja, aflicción o tormento que inquieta y turba el ánimo. La palabra española se deriva del latín tribulum, nombre del trillo que se empleaba para separar la paja del grano. El proceso se llamaba tribulación e ilustra gráficamente la experiencia humana. La historia de la salvación bien podría resumirse como la acción de Dios en medio de la tribulación de la humanidad.

Los seguidores de Cristo a veces pasan por la tribulación (Mt 13.21; 24.9; Hch 11.19 20.23;  Ro 12.12, etc.). En ocasiones, la tribulación es el medio que Dios usa para corregir a su pueblo (Neh 9.26ss). Pero esta no es comparable al GOZO de la gloria de Dios (Ro 5.3; 2 Co 4.17s). La tribulación produce gozo porque en ella el poder divino se hace más real (2 Co 8.1s; cf. Ap 2.9s). Dios consuela en la tribulación y, cada cristiano está llamado a consolar a otros (2 Co 1.3s).

TRIBULACIÓN, LA GRAN

Singular período de angustia (TRIBULACIÓN) al final de los tiempos.

NATURALEZA

Hay muchas opiniones sobre este período, pero dos líneas de pensamiento tienen prominencia. Una afirma que la gran tribulación será la manifestación de la IRA DE DIOS  contra el pueblo judío por el rechazo de Cristo. La otra, que será la ira de Satanás contra los santos por el rechazo del anticristo y la adhesión a Cristo.

Sin embargo, la Biblia contempla ambos aspectos. La gran tribulación manifestará la ira de Satanás contra Israel (Ap 12.12–17) y contra los santos (Ap 13.7), aun cuando esta manifestación no agota el derramamiento de la ira de este período. La Biblia afirma también que por sobre la ira de los hombres o de Satanás está la ira de Dios (Is 24.1; Jl 1.15; Ap 14.7, 19; 16.7; etc.).

Después de prevenir a los discípulos de que huyan prontamente cuando vean «la abominación desoladora en el Lugar Santo», Jesús describió un período más drástico, aunque breve, de gran tribulación sin paralelo en la historia. Si no fueran acortados estos días, nadie se salvaría (Mc 13.19s).

POSICIONES ANTE LA GRAN TRIBULACIÓN

Mateo y Marcos registran las palabras de Jesús como predicción de una conmoción cósmica, que ocurrirá «inmediatamente después de la tribulación de aquellos días» (Mt 24.29; Mc 13.24s; cf. Lc 21.25s). Entre la gran tribulación y la venida del Hijo del Hombre aparecerán señales y portentos que podrían identificarse con el derramamiento de las copas de la ira de Dios (cf. Ap 16.1–21). Este terrible tiempo de angustia pues, debe distinguirse del día de la ira de Dios.

Acerca de la gran tribulación hay tres posiciones bien definidas: La posición pretribulacionista sostiene que la Iglesia será arrebatada antes de la gran tribulación, la cual antecederá a la ira de Dios, y la Iglesia no la sufrirá (Ap 3.10). Es inconcebible para esta posición que Dios permita que los redimidos pasen por la gran tribulación que culminará con el derramamiento de la ira santa sobre la civilización pecadora (Ap 15.1).

La segunda posición, la mesotribulacionista, enseña que la iglesia será raptada a mediados de la tribulación, exactamente antes de que los vasos de la ira de Dios sean derramados sobre los incrédulos, y que la iglesia sufrirá la ira del hombre, pero no la ira de Dios. Así se explicaría la repetición de los «tres [años] y medio» (Dn 7.25; 11.9; Ap 12.14; 13.5, etc.) que son la mitad de una semana apocalíptica. Tal punto de vista, no obstante, destruye el conocido punto de la incertidumbre en cuanto a la PARUSÍA. El Señor no regresará, según esta interpretación, hasta que el ANTICRISTO y la gran tribulación vengan sobre el mundo y la Iglesia, inmediatamente antes del día de la ira de Dios (2 Ts 2.1–12).

La otra posición clásica es la postribulacionista. Identifica la gran tribulación con el día de la ira de Dios y afirma que la iglesia continuará en la tierra hasta la     , exactamente al final de la última era. En ese instante la Iglesia será arrebatada en las nubes para encontrar al Señor en el aire. La iglesia sufrirá hasta el final la aflicción bajo el anticristo y será diezmada. En esta posición no hay distinción entre ISRAEL y la IGLESIA. Además, desaparece también el aspecto sorpresivo de la Segunda Venida. Cristo no vendrá sino hasta que toda una serie de señales se hayan cumplido.

EL TIEMPO

La constante tribulación de Israel en el Antiguo Testamento sirve de modelo para la necesaria tribulación de la Iglesia en el Nuevo Testamento. No solo Jesús habla de la tribulación presente (Jn 16.33); San Pablo también comprende la brevedad del tiempo y ve la aflicción final irrumpiendo en el presente.

Apocalipsis 1.9, escrito al final del primer siglo, manifiesta la convicción de que la tribulación ya ha comenzado. El sufrimiento del apóstol Juan y de las iglesias, el trabajo de Satanás y el sufrimiento que aun vendrá en breve son pasos hacia la gran tribulación (Ap 3.10; 7.14).

La distinción básica entre la comprensión judía y la cristiana de la tribulación escatológica es, entonces, el hecho de que esta es aún futura para el judaísmo, mientras que ya ha comenzado para los cristianos. Esta constante de más de diecinueve siglos irá en aumento, hasta que la tribulación final sea una demostración del «justo juicio de Dios» (2 Ts 1.5s).

PROPÓSITO

Según la mayoría, dos elementos que no deben confundirse conforman la gran tribulación: tribulación de manos del anticristo y la manifestación de la ira de Dios. A la luz de esto, dos propósitos se ponen de relieve:

  1. Preparar a Israel para recibir a su Mesías. La profecía de Jeremías 30.7 aclara que la llegada de este tiempo tiene particular referencia a Israel, porque es «tiempo de angustia para Jacob» (cf. Mal 5s).
  2. Derramar JUICIO sobre los hombres y naciones incrédulos (Ap 10; 14.8), aunque todavía no es el juicio final. (SEGUNDA VENIDA.)

TRIBUNO

En un principio (471 a.C.), magistrado que las tribus de Roma habían elegido para que defendieran los intereses de la plebe. Después pasó a denotar al jefe militar romano (en griego,

) al mando de una cohorte o ejército cuyo tamaño variaba entre quinientos y mil soldados.

La palabra aparece veintiuna veces en el Nuevo Testamento y RV siempre la traduce tribuno, excepto en Apocalipsis 6.15 y 19.18, donde traduce «capitán». Varios tribunos estaban presentes en el cumpleaños de Herodes Antipas. Otro arrestó a Jesús en el jardín (Jn 18.12). El tribuno Claudio Lisias rescató a Pablo de la turba judía en Jerusalén (Hch 21.31; 23.26ss).

TRIBUTOS

Lo que el vasallo entrega al señor en reconocimiento de su señorío, o el ciudadano al estado para sufragar las cargas y atenciones públicas.

ANTIGUO TESTAMENTO

Desde que surgieron los imperios en Mesopotamia y en Egipto (Gn 10.10), llegó a ser costumbre que el país dominante exigiera tributos de cualquier estado subordinado. Estos podían consistir de metales preciosos o productos característicos del país tributario, y su entrega suponía el reconocimiento de la soberanía del país imperialista.

La suspensión del envío de tributos equivalía al intento de romper el yugo. Es probable que la invasión del valle bajo del Jordán por los reyes de Mesopotamia, según Gn 14, fuese ocasionada por la falta de pago de los tributos de parte de los reyes de Sodoma y Gomorra. Varios descubrimientos arqueológicos dan luz sobre los tributos, desde el auge del Imperio Sumerio en adelante. En la historia del Antiguo Testamento tanto el reino de Israel como el de Judá se vieron obligados a pagar tributo a los reyes de Asiria y de Babilonia, y es notable la escena grabada en el «obelisco negro» del año 841 a.C. que muestra una embajada que lleva tributo de parte del rey Jehú de Israel a Salmanasar III, rey de Asiria.

Ezequías, rey de Judá, en vano quiso alejar el peligro de una invasión asiria por medio de cuantiosos tributos (2 R 18.14ss). Así fue también en el caso de Acaz (2 R 16.7ss).

Los tributos no deben confundirse con intercambios de regalos reales entre países amigos, como los de Salomón e Hiram de Fenicia (2 R 5.10s).

NUEVO TESTAMENTO

La extensión y organización del Imperio Romano cambiaron la entrega de tributos de variada cuantía por un sistema de impuestos organizados en base al empadronamiento de los súbditos de Roma, tanto en las provincias bajo el gobierno directo de Roma como en los reinos subordinados al senado o al emperador. De ahí el odio engendrado por empadronamientos como el que se describe en Lc 2.1s. (Sobre el cobro de impuestos, CENSO; PUBLICANO; IMPUESTOS; IMPUESTOS, RECAUDADOR DE.)

TRIFENA Y TRIFOSA

Discípulas de Pablo, notables por su celo en el servicio a la causa de Cristo, según lo afirma el apóstol cuando les envía saludos y las llama «colaboradoras en el Señor» (Ro 16.12). Probablemente eran hermanas, compañeras de catequesis o diaconisas.

TRILLO

Instrumento que separa el grano de la paja. Desde antaño, y hasta la mecanización moderna, se han utilizado el pisoteo de las bestias y otros sistemas sencillos para tal propósito. Para trillar una pequeña cantidad de espigas, se utilizaba un palo o incluso se frotaban las espigas con la mano (Mt 12.1, 2). Pero, para mayores cantidades, se esparcía en la era una espesa capa de espigas. Y se pasaba sobre ellas el trillo, en interminables vueltas. El trillo era una sólida plancha de madera, cuya superficie inferior estaba erizada de duras piedras con aristas cortantes o de piezas de metal. Y uno o dos bueyes tiraban pacientemente de aquel artefacto, que giraba lentamente sobre la era, de sol a sol.

Los profetas aluden a la trilla con imágenes cautivadoras (Is 28.27; 41.15; Am 1.3; Job 41.22 BJ). En muchas partes se pone bozal a las bestias que tiran del trillo. Pero en las leyes israelitas aparece un detalle humanitario: «No pondrás bozal al buey cuando trillare» (Dt 25.4, citado por Pablo en 1 Co 9.9 y 1 Ti 5.18).

TRINIDAD

Coexistencia del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en la unidad de la Divinidad (divina naturaleza o esencia). La doctrina de la Trinidad expresa que dentro del ser y las actividades del único Dios hay tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Aunque la palabra Trinidad no aparece en la Biblia, la «fórmula trinitaria» se menciona en la Gran Comisión (Mt 28.19) y en la bendición de la segunda carta de Pablo a los corintios (2 Co 13.14).

Dios se reveló como uno a los israelitas: «Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es» (Dt 6.4). Esta era una significativa verdad religiosa porque las naciones que rodeaban a Israel habían caído en la idolatría, y eran muchos los dioses que adoraban (Ro 1.18–25). Pero en el Nuevo Testamento Dios reveló que aunque es uno, esa unidad está compuesta de tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) que son uno en voluntad y propósito, amor y justicia.

La relación del Padre con el Hijo es prominente en los evangelios porque Jesús, el Hijo eterno que tomó forma humana, se hizo más visible a nosotros al expresarse en términos de una relación Padre-Hijo. El Espíritu Santo se mantenía en el trasfondo ayudando a nuestros ojos de la fe. La unidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se ve claramente en las enseñanzas trinitarias de Jesús (Jn 14–16). Se expresa en el ministerio total de Jesucristo registrado en los cuatro evangelios y en el resto del Nuevo Testamento.

La familia trinitaria coopera como una unidad en hacer regresar a los perdidos a la familia de creyentes.

La más distintiva característica de la familia trinitaria es el desinteresado amor de cada uno de ellos hacia los otros dos. El Padre da toda autoridad al Hijo y confirma su testimonio (Jn 8.18). Pero el Hijo no busca nada para sí mismo. Da toda gloria al Padre que lo envió (Jn 12.49– 50). La clave para descifrar el misterio de la Trinidad es observar cómo las personas de la familia trinitaria se entregan unas a otras en desprendido amor.

Cada uno está siempre a la disposición del otro.

El Padre sirve al Hijo; el Hijo sirve al Padre; el Padre y el Hijo acatan lo que hace el Espíritu Santo, quien a la vez sirve y acata al Padre y al Hijo en una unidad eternamente dinámica e inagotable. El amor mutuo de las tres personas de la Trinidad afecta favorablemente a la creación y se manifiesta en la cooperación sin límites entre ellos en la salvación del perdido (Jn 14.15–17, 25, 26).

La Trinidad estuvo en acción en la encarnación de Jesús, el Hijo del Altísimo, al ser concebido este en el vientre de María por el poder de Espíritu Santo (Lc 1.30–35). En su bautismo, Jesús el Hijo recibió aprobación del Padre en la presencia del Espíritu Santo (Lc 3.21, 22), cumpliendo así dos profecías del Antiguo Testamento (Salmo 2.7; Is 42.1).

La Trinidad estuvo presente en la tentación de Jesús, cuando este, lleno del Espíritu Santo, fue llevado por el Espíritu a pasar cuarenta días en el desierto. El diablo reconoció a Jesús como el Hijo de Dios (Lc 4.3), pero trató de destruir la fiel relación que siempre ha existido dentro de la divina familia.

En su predicación de la sinagoga de Nazaret, Jesús cumplió Isaías 61.1, 2, al afirmar: «El Espíritu del Señor está sobre mí» (Lc 4.18), e indicar que la Trinidad estaba actuando en Él como el Hijo siervo. En la transfiguración, la voz del padre se escuchó de nuevo aprobando a Jesús el Hijo ante el grupo más íntimo de discípulos (Lc 9.35). Cristo se regocijó en el Espíritu Santo y en el Padre que había entregado todas las cosas al Hijo (Lc 10.21, 22). Afirmó que estaba actuando en nombre de Dios y a través del poder del Espíritu Santo, quien es el «dedo de Dios» (Lc 11.20). Cuando limpió el templo, se identificó con la casa de Dios, su Padre (Lc 19.45, 46).

Jesús expresó aun más su autoridad al enviar a sus discípulos, después de la Resurrección con las palabras: «yo enviaré la promesa de mi Padre» (Lc 24.49). También les dijo que esperaran hasta que recibieran poder del Espíritu Santo (Hechos 1.5, 8).

Después de la Resurrección, Jesús envió a los discípulos a bautizar «en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mt 28.19). El cumplimiento de la profecía de Jesús como vocero del Padre y el Espíritu Santo (Hch 1.4–8) ocurrió en Pentecostés. Esto continuó a través de Hechos cuando el Espíritu Santo inspiró a Pedro y a los apóstoles a predicar un evangelio trinitario del Padre, Hijo y Espíritu Santo (Hch 2.32, 33; 5.29–32; 10.38).

Pablo empleó un lenguaje trinitario en Gálatas, al hablar a menudo del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Gl 3.13, 14; 4.6; 5.5–6, 22–24). En Romanos empleó un modelo de tres partes para describir el plan de la salvación (Ro 1.18–3.20; 3.21–8.1; 8.2–30). Los demás libros del Nuevo Testamento contienen enseñanzas trinitarias, excepto Santiago y 3 Juan. (ESPÍRITU SANTO; DIOS; JESUCRISTO.)

TROAS

Ciudad marítima de Misia en la costa del mar Egeo en la parte noroeste del Asia Menor, 16 km al sur del lugar donde se supone estuvo la antigua Troya. Hallábase frente a la isla de Tenedos. La región circunvecina, incluyendo toda la costa al sur del Helesponto, se llamaba también Troas o Tróade.

La ciudad era una colonia macedónica y romana que prometía mucho y era llamada la Alejandría Troyana. Gracias a su buen puerto, Julio César, César Augusto y especialmente Constantino pensaron seriamente establecer allí la capital del Imperio. El apóstol Pablo visitó Troas el año 52 d.C. por primera vez sin hacer aparentemente obra alguna. De allí se embarcó para Macedonia (Hch 16.8–11). Durante la segunda visita (57 d.C.) trabajó con buen éxito (2 Co 2.12s). En la tercera de las visitas de que tenemos noticia, solamente pasó allí una semana. En esta ocasión obró el milagro de resucitar a Eutico (Hch 20.5–14). 2 Ti 4.13 da a entender que Pablo hizo otra visita a Troas después de su primer encarcelamiento en Roma.

TRÓFIMO

(EN GRIEGO, NUTRITIVO).

Creyente gentil de Éfeso, compañero de Pablo en su tercer viaje misional (Hch 20.4). Subió a Jerusalén con Pablo donde fue la causa inocente de un motín en el templo. Los judíos acusaron a Pablo injustamente de profanar el templo por haber llevado un gentil al santo lugar. El resultado fue un alboroto en el que Pablo fue golpeado y tuvo que ser rescatado por los soldados romanos (Hch 21.27–32).

En un viaje posterior, seguramente cuando era llevado a Roma para su segunda prisión, Pablo dejó a Troas enfermo en Mileto (2 Ti 4.20).

TROGILIO

Pueblo situado sobre un promontorio que se desprende del monte Micale en la  costa oeste de Asia Menor, entre Éfeso y Mileto. Está frente a la isla de Samos, a 1.5 km de ella. En su tercer viaje misionero Pablo pernoctó allí según ciertos manuscritos no muy primitivos de Hch 20.15. Hoy hay allí un ancladero que se llama «Puerto de San Pablo».

TROMPETA

Las frecuentes menciones a este instrumento musical en el Antiguo Testamento constituyen una traducción de dos palabras hebreas: shofar y hatsotserá.

La Septuaginta las traduce uniformemente sálpinx, término griego que se utiliza también en el Nuevo Testamento. El shofar, cuerno con un extremo curvado, era como una enseña patria para los judíos y era tocada en los acontecimientos religiosos y militares para reunir al pueblo (BOCINA).

La hatsotserá aparece nombrada por primera vez en Nm 10; Dios ordenó a Moisés que hiciera dos trompetas de plata labrada a martillo para convocar al pueblo a la puerta del tabernáculo, levantar el campamento, anunciar la proximidad de la batalla, y usarse en fiestas y ceremonias religiosas. De acuerdo con las instrucciones divinas, debían ser empleadas únicamente por los sacerdotes. Según el historiador Josefo, era un tubo recto de longitud algo menor que un codo, ensanchado brevemente en el extremo que se aplicaba a la boca, que se expandía hasta terminar en el otro extremo de campana o embudo.

En el relato bíblico la trompeta ocupa un lugar destacado en momentos significativos de la historia de Israel. En la guerra contra Madián, Finees fue a la batalla con las trompetas en la mano (Neh 31.6). Cuando Salomón dedicó el templo, 120 sacerdotes tocaron la trompeta acompañados por otros instrumentos musicales (2 Cr 5.12). En la coronación de Joás, resonaron en medio del regocijo del pueblo (2 R 11.14). Y así también cuando Ezequías restableció el culto del templo (2 Cr 29.26ss), en la colocación de los cimientos del segundo templo (Esd 3.10) y en la dedicación del muro reconstruido de Jerusalén (Neh 12.35, 41).

En el Nuevo Testamento la trompeta aparece citada en relación con la Segunda Venida de Cristo (Mt 24.31; 1 Co 15.52; 1 Ts 4.16), con el timbre de su voz (Ap 1.10; 4.1), y con la serie de siete acontecimientos escatológicos (Ap 8.2–11.19).

TRONO

Traducción (RV) de la voz hebrea kisse que quiere decir «silla cubierta». Se refiere a una silla endoselada donde se sentaban personas honorables, especialmente los reyes (Gn 41.40; 2 S 3.10; 1 R 10.18–20).

La soberanía de Dios se representa por su trono (Sal 45.6; 47.8; 93.1, 2) en el cielo (Sal 11.4; 103.19; Is 66.1, 2; Mt 5.34; 23.22), centro de justicia y juicio (Sal 9.4, 7; 97.2) que a la vez es trono de gracia (Heb 4.16). Esta soberanía estaba representada en la tierra por la teocracia en Israel: el trono de David fue «el trono del reino de Jehová sobre Israel» (1 Cr 28.5; cf. 29.23). Esto se restablecerá en el juicio en que los doce apóstoles, sentados sobre doce tronos, tomarán parte (Mt 19.28; Ap 20.4). «Llamarán a Jerusalén trono de Jehová» (Jer 3.17), cuando

«el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria» (Mt 19.28; 25.31), «el trono de David su padre» (Lc 1.32). Al fin de ese reino milenial, el juicio del gran trono blanco (Ap 20.11ss) asegurará la manifestación perfecta y final de la soberanía divina.

TROPIEZO, DE PIEDRA

Cualquier cosa que constituye un obstáculo para nuestra fidelidad al Señor y a su doctrina y por lo tanto nos hace tropezar o caer en el sentido espiritual. La Ley prohibía poner tropiezo delante del ciego (Lv 19.14), y el amor al hermano nos impide ser tropiezo para otros (1 Jn 2.10; Ro 14.15).

La alianza con otros pueblos sería tropiezo para el pueblo de Dios, el cual se vería tentado a servir a otros dioses (Éx 23.33; Dt 7.16). Cristo llamó a Pedro tropiezo por haberle insinuado este al Señor que no muriera en la cruz (Mt 16.22, 23). Los cristianos no debemos ser tropiezo para nadie (1 Co 10.32).

TRUENO

Estruendo producido en las nubes por una descarga eléctrica, fenómeno común en la estación lluviosa, pero raro en el verano en la Tierra Santa (1 S 12.17). Casi siempre está acompañado de RELÁMPAGOS, vientos, lluvia o granizo (Job 38.25; 1 S 12.18; Éx 9.33). Aunque era bien conocido, el trueno inspiraba miedo y reverencia por estar bajo el control de Dios (Job 28.26), y asociado con la divinidad (1 S 2.10; 2 S 22.14; Job 37.4; Sal 18.13), siendo interpretado como una manifestación del poder y la majestad de Dios (Job 37.1–13; 26.14; Sal 104.7). Asimismo, con mucha frecuencia, el trueno se asocia con la voz de Dios, sea en el sentido literal o metafórico (Dt 5.22; cf. Éx 19.16; Sal 29.3, 4; 77.18; Am 1.2). La voz que venía del cielo confirmando a Cristo en la TRANSFIGURACIÓN, fue identificada por los presentes como el ruido de un trueno (Jn 12.28s; cf. Ap 6.1; 10.3, 4; 14.2; 19.6).

Los truenos son parte de la descripción de las TEOFANÍAS (Éx 19.16; 20.18; Sal 77.18, 19; Is 29.6) y del trono celestial (Ap 4.5; cf. Ez 1.4–28).

TRUENO, HIJOS DEL

Nombre que Jesucristo puso a Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo (Mc 3.17). Probablemente tenía en mente el fiero y a menudo tempestuoso temperamento de ambos hermanos.

TUBAL

Nombre de un hombre y una nación en el Antiguo Testamento.

  1. Hijo de Jafet (Gn 2).
  2. Nación situada probablemente en el nordeste del Asia Menor (Is 19).

Comerciaba con Tiro, a la que exportaba esclavos y vasos de cobre (Ez 27.13). Las crónicas de Sargón se refieren a los vasos preciosos de Tubal. Arqueológicamente se ha confirmado que, para la época, la industria metalúrgica estaba bien desarrollada en esa zona. El enemigo del pueblo de Dios, GOG, era príncipe de Tubal (Ez 38.2, 3; 39.1).

TUBAL-CAÍN

Hijo de Lamec (Gn 4.22), primer trabajador metalúrgico mencionado en la Biblia. El texto de Gn 4.22 presenta la idea que es el tema general de Gn 1–11: con el avance cultural de la humanidad crecía también el pecado.

TUMBA

Ver. SEPULCRO.

TUMORES

Plaga con que Jehová hirió a los filisteos en la ciudad de Asdod mientras retenían el arca en su poder (1 S 5.9–6.5). Es indudable que estos tumores eran bubones de la peste, puesto que el precio de expiación los asocia directamente con los ratones que al mismo tiempo invadieron la ciudad y corrompieron la tierra. Este pasaje bíblico tiene una doble importancia histórica de la medicina por ser probablemente la primera referencia a las ratas como propagadoras de la peste bubónica y también la primera noticia de la presentación de exvotos para recuperar la salud (Dt 28.27; 2 R 19.35; 1 S 6.7).

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