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DiccionarioBíblico.Net

Letra O

Contenidos

ODADÍAS

Nombre de siete hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Príncipe de la tribu de Isacar e hijo de Israhías (1 Cr 3).
  2. Benjamita de la descendencia del rey Saúl (1 Cr 38).
  3. Levita hijo de Semaías, que regresó del cautiverio (1 Cr 9.16). En Neh 11.17 se le llama Abda.
  4. Soldado gadita que se unió a David en Siclag (1 Cr 9).
  1. Hijo de Jehiel, un descendiente de Joab (Esd 8.9). Sacerdote que regresó con Esdras del cautiverio.
  2. Uno de los que firmó el pacto de guardar la Ley, junto con Nehemías (Neh 5).
  3. Portero del templo en tiempos del sumo sacerdote Joiacim (Neh 12.25).

OBED

(SIERVO).

Nombre de siete hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Hijo de Rut y Booz, padre de Isaí y abuelo de David (Rt 4.14ss; 1 Cr 2.12). Fue también uno de los ascendientes de Jesús (Mt 1.1–5).
  2. Judaíta (1 Cr 2.37, 38).
  3. Uno de los valientes de David (1 Cr 47).
  4. Levita en el tiempo de David (1 Cr 7).
  5. Padre del profeta Azarías (2 Cr 15.1).
  6. Padre de Azarías, el jefe militar (2 Cr 1).
  7. Profeta (2 Cr 28.9).

OBED-EDOM

(SIERVO DE EDOM).

Nombre de varias personas en el Antiguo Testamento, difíciles de distinguir.

  1. Filisteo de Gat en cuya casa David dejó el arca después de la muerte de Uza. Dios bendijo a Obed-edom durante ese tiempo (2 S 6.10–12; 1 Cr 13.13, 14; 25).
  2. Jefe o fundador de una familia de porteros que cuidaban las entradas meridionales del templo. Quizás era descendiente de Coré (1 Cr 26.4–8, 15). La frase «Dios había bendecido a Obed-edom», puede indicar que este Obed-edom sea el mismo No. 1, quien se hizo levita para servir en el
  3. Levita que era portero y músico (1 Cr 15.18, 21, 24; 5, 38). El Obed-edom, hijo del jefe de los músicos, Jedutún, en v. 38, tal vez sea otra persona.
  4. Guardián del oro, la plata y los objetos sagrados del templo de Jerusalén en tiempos de Amasías, rey de Judá (2 Cr 25.24). Tuvo que entregar el depósito que cuidaba, cuando Joás de Israel derrotó a Amasías y entró en la

OBEDIENCIA

Los términos traducidos por obediencia tanto en el Antiguo Testamento (shama) como en el Nuevo Testamento (hypakoúo y eisakoúo) denotan la acción de escuchar o prestar atención (otros términos en el Nuevo Testamento son    «ser persuadido»: Hch 5.36, 37; Ro 2.8; Gl 5.7, etc., y peitharjéo «someterse a la autoridad»: Hch 5.29, 32; Tit 3.1). Aunque obediencia se utiliza también en sentido secular, el significado central deriva de la relación con Dios. Él da a conocer su voluntad mediante su voz o su palabra escrita, y frente a ella no hay neutralidad posible: prestar atención humilde es obedecer, mientras desestimar la Palabra de Dios es rebelarse o desobedecer (Sal 81.11; Jer 7.24–28). La obediencia a Dios es una entrega total a su voluntad y, por consiguiente, obediencia y FE están íntimamente relacionadas (Gn 15.6; 22.18; 26.5; Ro 10.17–21).

La práctica de la desobediencia a Dios (Zac 7.11ss; Ro 5.19; 11.32) llega a hacer del hombre un incapaz aun para oírle (Jer 6.10). Pero Dios envía a Jesucristo, quien cumple plena y filialmente la obediencia debida (Jn 6.38; Flp 2.8; Heb 5.8). Su obediencia es imputada a los hombres (Ro 5.18s; 1 Co 1.30). Por la fe participamos de esa obediencia (Hch 6.7; Ro 1.5; Heb 5.9), en tanto que la incredulidad es desobediencia (Ro 10.16; 2 Ts 1.8; 1 P 2.8). En esta relación de agradecida obediencia (Ro 12.1ss), que excluye toda idea de mérito propio (Ro 9.31–10.3), el cristiano imita a Cristo en humildad y amor (Jn 13.14ss; Flp 2.5ss; Ef 4.32–5.2) y se somete «en el Señor» a quienes corresponde (Ro 13.1ss; Ef 5.22; 6.1ss; Flp 2.12; Heb 13.17). No obstante, la obediencia a Dios tiene absoluta prioridad (Hch 5.29).

OBISPO

Transcripción corrupta del  vocablo griego    (que significa vigilante, inspector o superintendente). Se usaba en sentido secular muchos años a.C., y se adoptó en el vocabulario cristiano. En el transcurso de los años llegó a significar el puesto de un alto jerarca eclesiástico, aunque muy distinto del sentido del Nuevo Testamento.

Según el Nuevo Testamento, el obispo era un hombre llamado y dotado por Dios para cuidar de la iglesia local (Hch 20.28). Ser obispo se consideraba como «buena obra» (1 Ti 3.1). Sus cualidades de maestro, pastor y administrador se detallan en 1 Ti 3.2–7 y Tit 1.5–9. Si Flp 1.1 describe un caso típico, en cada iglesia había varios obispos; cf. La pluralidad de MINISTROS en Hch 13.1.

La responsabilidad del obispo es «apacentar la Iglesia del Señor» (Hch 20.28). No difiere de la responsabilidad de un pastor (poimén) ni de un ANCIANO (presbíteros).

En Hch 20 leemos que Pablo convoca a los «ancianos» de Éfeso (v. 17), los llama «obispos» (v. 28) y les encomienda la obra pastoral con el rebaño (v. 28). Asimismo, escribiendo a Tito, Pablo lo instruye para «establecer ancianos en cada ciudad» (5) que sean irreprensibles, porque «es necesario que el obispo sea irreprensible» (1.7). Para Pablo, obispo y anciano eran sinónimos, con la excepción de que el obispo había de ser «apto para enseñar» (1 Ti 3.2), mientras que no todos los ancianos trabajan en la palabra y en la enseñanza (1 Ti 5.17). No obstante, el Nuevo Testamento nunca supedita al anciano al obispo jerárquicamente. Cada congregación la gobernaba un conjunto de líderes llamados indistintamente ancianos u obispos.

La costumbre del episcopado monárquico, o sea, el gobierno de una iglesia por un solo obispo, incluyendo sus ancianos y diáconos, es muy antigua. En las cartas de Ignacio de Antioquía al comienzo del siglo II, y en las de Hipólito a fines del mismo siglo, se nota que el episcopado monárquico ya se había establecido. Pero aun ellos no procuraban justificar sus ideas por mandamientos del Señor ni por autoridad bíblica. Como admite Jerónimo, el episcopado jerárquico es el resultado de la costumbre, no de revelación.

OBRAS

Término usado en las Escrituras por lo menos en tres diferentes sentidos: las obras de Dios, las de Jesucristo y las del hombre.

  1. En el Antiguo Testamento la frase «las obras de Dios» denota a) las cosas que Él hizo o creó (CREACIÓN, Gn 2.2; Sal 8.3, 6; 1; 139.14), y b) los hechos maravillosos que realizó (Jos 24.31; Jue 2.7; Sal 46.8; 66.3; 77.11). Estas obras revelan la persona de DIOS: su poder, grandeza, maravillas, sabiduría y bondad. Tenemos el llamado, pues, a recordar sus obras, a meditar en ellas (Sal 77.11, 12; 143.5) y a estar agradecidos por ellas (Sal 105.21, 22).
  2. Por sus obras Jesucristo se reveló y comprobó que era el Mesías y el HIJO DE DIOS (Mt 11.2– 5; Jn 5.36; 25). Al vincular sus obras con las del Padre e identificarse así con Él, lo acusaron de blasfemia (Jn 5.17–23). Sus obras pueden producir fe en Él (Jn 10.38; 14.10, 11; 20.30, 31).
  3. Las obras del hombre no son capaces de salvarlo, puesto que es Dios el que otorga la salvación, no como recompensa, sino por pura gracia (Ro 41–5; Ef 2.8, 9; Tit 3.5). Sin embargo, las buenas obras son el resultado normal de la redención como lo es el fruto en un árbol. Revelan la actividad divina en el hombre regenerado (Mt 16; 7.16–20; Jn 14.12; Gl 5.22, 23; Stg 2.18; 1 P 2.12). Dios ordena que el creyente se ocupe en las buenas obras (Ef 2.10; Tit 3.14; Heb 10.24).

Por otro lado, el hombre incrédulo revela su condición depravada mediante sus malas obras (Jn 3.19; Gl 5.19–21; Ef 5.11).

OCOZÍAS

(JEHOVÁ SUSTENTA).

Nombre de dos reyes en el Antiguo Testamento.

  1. Rey de Israel, sucesor de Acab. Su reinado duró escasamente dos años (853–852 a.C.; 1 R 22.51). Ofreció poner a la disposición de Josafat, rey de Judá, una flota que tenía en Ezión- geber, oferta que Josafat rechazó. Durante el reinado de Ocozías los moabitas se rebelaron, pero fueron apaciguados, quizás por Joram, su

Accidentalmente Ocozías cayó por una ventana del palacio y quedó mortalmente herido. Durante su postración envió a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón, por ser el dios sirio de la vida. Esta acción muestra la directa influencia de su madre Jezabel (1 R 22.51-2 R 1.18; 2 Cr 20.35–37).

  1. Rey de Judá en el año 481 a.C., hijo y sucesor de Joram. Según 2 Cr 21.16, 17; 1, una coalición de filisteos y árabes atacó a Judá durante el reinado de Joram, y estos se llevaron un gran botín, incluyendo a los hijos y a las mujeres del rey. Al morir su padre, el pueblo lo coronó rey y gobernó con el nombre de Ocozías. Según 2 R 8.26 Ocozías tenía 22 años cuando comenzó a reinar. La cifra 42 en 2 Cr 22.2 puede ser error del copista, pues el mismo libro dice que su padre tenía apenas 40 cuando dejó de reinar (2 Cr 21.5). Su madre fue la famosa Atalía.

Ocozías tomó parte con Joram, rey de Israel, en una campaña contra Hazael, rey de Siria, en Ramot de Galaad. Fue allí donde Joram resultó seriamente herido y tuvo que retirarse a Jezreel. Mientras tanto, había estallado la revolución en Israel bajo la dirección de Jehú. Este se dirigió a Jezreel donde Joram estaba en su lecho de enfermo. Allí lo encontró con Ocozías, que había ido a visitarlo, y aprovechó para matar a ambos reyes a un mismo tiempo (2 R 8.25–29; 9.27– 29; 2 Cr 22.1–9).

ODIO

Ver. ABORRECIMIENTO.

ODRE

Recipiente hecho generalmente de cuero de cabra u oveja, y algunas veces con cuero de buey o camello. Se hacía curtiendo y cosiendo la piel y cerrándole las partes que cubrían las patas; solo se dejaba abierto el extremo del pescuezo, para introducir o vaciar el líquido. Se llevaba al hombro, para facilitar vaciarlo y tomar o vender el contenido del odre (Gn 21.14; Jos 9.4, 13).

Los odres se dañaban con el calor y el humo, y se estiraban con el peso del líquido (Sal 119.83). El vino fermentado, especialmente, hacía que el odre se estirara. De ahí las palabras de Jesús en Mt 9.17 y Lc 5.38. Job 32.19 indica que los odres tenían respiradores para no reventarse.

OFEL

(EN HEBREO, EMINENCIA, HINCHAZÓN).

Término usado para referirse a una loma fortificada (traducida «torres» en Is 32.14, «fortaleza» en Miq 48 y «colina» en 2 R 5.24, VM) y también como nombre propio. Así se llamaba un barrio de Jerusalén, probablemente situado sobre una proyección que daba al Cedrón, entre el templo y la colina del sudeste. Los últimos reyes se preocuparon por su fortificación (2 Cr 27.3 «fortaleza»; cf. 33.14), y, después del cautiverio, allí vivían los siervos del templo (Neh 3.26s; 11.21). A veces la literatura moderna usa Ofel para designar toda la colina del sudeste (JERUSALÉN).

OFENSA

Cualquier acto que quebrante las normas que deben regir las relaciones humanas, o bien entre Dios y el hombre, y que dañe o perjudique al otro en su honor o bienestar. Al nivel jurídico, en el Antiguo Testamento la ofensa podía ser causa para un litigio (Dn 19.15; 21.5). Ofender a un príncipe u «hombre fuerte» traía graves consecuencias (1 S 25.28; Ec 10.4).

En el Nuevo Testamento la ofensa constituye siempre una falta contra Dios. Es vital perdonar al hermano (Mt 6.14s; cf. 18.35 y Mc 11.25s), como también confesar las ofensas propias (Stg 5.16), para que se restablezca la comunión entre los hombres a base del perdón divino (PECADO; PERDÓN.)

OFIR

Nombre de una tribu y un territorio en la Biblia.

  1. Según Ryckmans, nombres propios sudsemitas, este pueblo se conoce por inscripciones preislámicas y vivía en el área comprendida entre Sabá en Yemen y Hávila. Algunas tradiciones islámicas identifican a Joctán con Qahtán, hijo de Ismael el padre de todos los árabes.
  2. Lugar famoso por la alta calidad del oro que producía, su sándalo, su plata y su marfil. David hizo traer de Ofir 3.000 talentos de oro para la construcción del

Salomón construyó en Ezión-geber una flota para traer de Ofir 420 talentos de oro, además de plata, sándalo, piedras preciosas y dos clases de monos.

Más tarde Josafat, rey de Judá, intentó repetir la misma hazaña en una empresa mancomunada con OCOZÍAS, rey de Israel, pero los barcos se rompieron en Ezión-geber antes de zarpar. Ofir se menciona en una inscripción hecha en arcilla cocida que dice: «Oro de Ofir para Betorón, 30 siclos». Esta inscripción que se encontró en Afec, es la primera mención extrabíblica de Ofir.

En cuanto a la situación geográfica de Ofir, hay varias teorías: en el Sudoeste de Arabia; en el sudeste de Arabia; en Omán, no lejos de Ezión-geber; en Somalilandia, en la costa nordeste de África, donde también abundan los tipos de riquezas que caracterizan a Ofir; y cerca de Bombay, India. Jerónimo y la LXX interpretan Ofir como la India. En favor de esta última posibilidad están el hecho de que todas las mercancías mencionadas son conocidas desde la antigüedad en la India, y que desde el segundo milenio a.C. existía un activo comercio marítimo entre el golfo Pérsico y la India (1 R 9.28; 10.11; 22.49; 1 Cr 29.4; 2 Cr 9.10; Job 22.24; 28.16; Sal 45.9; Is 13.12).

OFNI

(LUGAR ALTO).

Nombre de un hombre y una ciudad en el Antiguo Testamento.

  1. Población de Benjamín en el noroeste del territorio de esta tribu, cerca de la frontera (Jos 18.24). Se le identifica con la actual Cifra situada 21 km al norte de Jerusalén. El Talmud la nombra entre las ciudades
  2. Uno de los dos hijos del sumo sacerdote Elí. Murió juntamente con su hermano Finees acompañando el arca en la batalla contra los filisteos (1 S 4.4, 11–17). Su muerte se interpretó como castigo divino por su sacrilegio, inmoralidad, codicia y violencia (1 S 2.12– 17, 22–25; 14).

OFRA

Nombre de un hombre y dos ciudades de la Biblia.

  1. Hijo de Meonotai de la tribu de Judá (1 Cr 14).
  2. Ciudad de la tribu de Benjamín (Jos 18.23) ubicada probablemente al norte de Micmas (1 S 13.17). Es quizás la misma Efraín de 2 S 13.23; 2 Cr 13.19; Jn 11.54. Generalmente Ofra se identifica con el sitio donde está ahora et-Taiyibe, aproximadamente 6, 5 km al nordeste de Bet-el y 8 km al norte de la antigua
  3. Ciudad de la tribu de Manasés al oeste del río Jordán, centro de la familia de los abiezeritas. Gedeón, que era de Ofra, edificó allí un altar y lo llamó Jehová-salom. Fue allí donde todo Israel se prostituyó tras un efod que el mismo Gedeón fabricó con el botín obtenido en la derrota de los madianitas (Jue 6.11, 15, 24; 27). La identificación exacta de la Ofra de los abiezeritas permanece incierta.

OG

Rey de Basán, tierra al este del río Jordán, conquistada por los israelitas (Nm 21.33–35), y dada a la media tribu de Manasés (Dt 3.13). Esta conquista fue notable porque por ella Israel ganó un reino de 60 ciudades fortificadas, más «otras muchas ciudades sin muro» (Dt 3.4, 5), y sobre todo porque Og era «del resto de los refaítas» (Jos 13.12), pueblo de GIGANTES que los israelitas temían. Según Dt 3.11 la cama de Og (posiblemente un sarcófago o sepulcro en forma de dolmen) medía 9 x 4 codos (ca. 4 x 1.8 m).

La derrota de Og se debió al poder de Jehová (Nm 21.34; Dt 3.2) y se grabó tanto en la memoria de Israel que se celebró perpetuamente (Neh 9.22; Sal 135.11; 136.20).

OÍDO

Órgano auditivo del hombre y de los animales (1 S 3.11; Is 35.5; Hch 7.57). El intelecto y la obediencia operan en función del oído (Job 12.11; Is 55.3). El hablar «en los oídos» de otro significa hablar enérgicamente y en voz alta (Gn 20.8), pero descubrir algo «al oído» es revelar un secreto importante (1 S 22.8). Es digno de elogio el que tapa su oído ante las palabras o propuestas necias (Is 33.15).

Oreja y oído son inseparables en el contexto del Antiguo Testamento. Como un antropomorfismo, se dice que Dios tiene oído diferente del de los ídolos (Sal 135.17; Is 59.1).

Dos costumbres se destacaban en el Oriente en relación con la oreja. Una de ellas consistía en clavar la oreja del esclavo a la puerta de la casa del amo, en señal de servidumbre perpetua y voluntaria. La otra consistía en poner la sangre del sacrificio en el lóbulo de la oreja derecha del sacerdote (Lv 8.23, 24).

El mejor empleo del oído es oír el verdadero significado de la Palabra de Dios (Mt 11.15).

OJO

Órgano de la visión, cuyo nombre se utiliza con sentido figurado (Ez 1.18; cf. Mc 10.25 y Ap 4.6) y antropomórfico (Sal 33.18). En sentido figurado, los ojos poseen cualidades morales: son «altivos» (Pr 6.17), experimentan deleite (Ez 24.16), desean (1 Jn 2.16) y «escarnecen» (Pr 30.17). La expresión «ojo por ojo» denota venganza (Lv 24.20). Hay «ojo sincero» y «ojo maligno» (Mt 6.22, 23).

En el Oriente Antiguo los vencedores solían sacarle los ojos a los enemigos vencidos (Jue 16.21; 2 R 25.7). Las mujeres paganas acostumbraban pintarse los ojos (2 R 9.30).

El apóstol Pablo menciona el ojo cuando recalca la interdependencia de los órganos del CUERPO (1 Co 12.16ss). El cuidado de Dios para con sus hijos se destaca en la expresión «el ojo de Jehová está sobre los que le temen» (Sal 33.18).

OJO DE AGUJA

Expresión que Jesús usó en Mt 19.24 (véanse también Mc 10.25; Lc 18.25): «Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios». Este tipo de lenguaje es muy peculiar en los escritos rabínicos, para denotar algo muy inusual como muy difícil. Por ejemplo, en el Talmud aparece dos veces la expresión usando un elefante en lugar de un camello, para algo que es imposible. Con ese mismo objetivo se representa también a un camello bailando en una medida para granos muy pequeña. Algunos eruditos interpretan «ojo de una aguja» como una referencia a la angosta puerta para peatones, pero no hay pruebas históricas que apoyen esta interpretación. Como vemos, son diversas las interpretaciones para esta expresión, pero tal vez Jesús usó a propósito una comparación humorística para sugerir lo imposible: que un camello pueda en efecto pasar por el ojo de una aguja.

Cuando los discípulos oyeron cuán «dura es esta palabra», le preguntaron: «¿Quién, pues, podrá ser salvo?» A lo que Jesús contestó: «Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible» (Mt 19.25–26). Incluso, el mejor hombre del mundo no puede obtener la salvación pues solo la puede recibir como un regalo de Dios.

OLIMPAS

(EN GRIEGO, PERTENECIENTE AL OLIMPO).

Cristiano influyente, a quien Pablo manda saludos en Ro 16.15. Posiblemente era hermano de NEREO e hijo de FILÓLOGO.

OLIVO, OLIVA

Uno de los árboles más valiosos para los hebreos de la antigüedad.

Hay cuatro tipos de olivos en el Cercano Oriente. El más común en la Tierra Santa era el olea europea. El olivo crece lentamente pero dura por siglos (se cree que algunos en las faldas del monte de los Olivos son de la época del Nuevo Testamento). Alcanzan una altura de solo unos 6 u 8 m. El tronco es grueso, corto, nudoso y retorcido, y de él se desprenden numerosas ramas. De las raíces nacen retoños alrededor del tronco; de ahí la comparación con el olivo del hombre rodeado de su familia (Sal 128.3).

La importancia del olivo se debe a su fruto, que son las ACEITUNAS, semejantes a una cereza grande o a una ciruela pequeña, y muy oleaginosa (30%). Maduran en otoño y se cosechan en noviembre. Antiguamente las hacían caer golpeando las ramas. Se recogían y se llevaban en canastas, a lomo de asnos, al lagar (GETSEMANÍ significa «lagar de aceite»), donde se molían (MOLINO) para obtener el aceite.

Una de las industrias mayores en Israel era la producción del aceite de olivas, que tenía muchos usos. Servía para elaborar comestibles, como combustible para lámparas (Lv 24.2; Mt 25.3), como medicina (Lc 10.34; Stg 5.14) y para el ungimiento (1 S 16.13; Sal 23.5). El árbol mismo también era apreciado; de su madera, bastante dura, se construían muebles finos (1 R 6.23). Su sombra era deseada en las tierras calurosas (cf. Lc 22.39) y sus ramas se usaban en la construcción de cabañas para la Fiesta de los Tabernáculos (Neh 8.15).

En vista del valor del olivo, en la literatura hebrea se usa mucho en sentido simbólico.

Es el rey de los árboles (Jue 9.8). Su aceite es emblema de soberanía. Representa al hombre justo y recto (Sal 52.8; Os 14.6). Para Moisés, es símbolo de la abundancia de la tierra prometida (Dt 6.11; 8.8) y para Jeremías, habla de la gloria futura de Israel (11.16).

Sus hojas son señal de paz y amistad aún hasta hoy.

Un fenómeno curioso en el cultivo del olivo es el injerto. Hay olivos silvestres que son de poco valor, pero la rama de un olivo valioso puede injertarse en el tronco de uno silvestre y producir fruto bueno. Pablo emplea irónicamente y como ilustración en Ro 11 lo inverso de esta costumbre en la horticultura.

OLIVOS, MONTE DE LOS

Elevación que forma parte de la cadena de montañas que corre de norte a sur a través del centro y el sur de Palestina. Por el oeste mira hacia Jerusalén y está separado de ella por el torrente del Cedrón. Tiene unos 800 m de alto y consta de tres cimas. La primera, al nordeste de Jerusalén, es la más alta y la ocupa actualmente la Universidad Hebrea. La segunda puede identificarse con el monte NOB (1 S 21.1) del Antiguo  Testamento. La tercera es el monte de los Olivos propiamente dicho, ocupado hoy por la basílica de la Eleona; aunque la mera erección de un templo no demuestra que tal monte sea el mismo mencionado en los Evangelios.

El nombre de monte de los Olivos se debe a la existencia de grandes plantaciones de olivos y los que hasta hoy se conservan son de gran antigüedad. Se menciona dos veces en el Antiguo Testamento, aunque hay además varias referencias indirectas. En 2 S 15.30; 1 R 11.7; 2 R 23.13;

Neh 8.15 y Ez 11.23 se sugiere que el monte era un lugar de culto pagano; la existencia de altares a Moloc y a otros dioses introducidos por Salomón hizo que el monte se llamara «monte de la corrupción». El monte guardaba estrecha relación con algunas ceremonias religiosas de los judíos, especialmente con la fiesta de la luna llena. Según una leyenda, la paloma que envió Noé tomó la rama de olivo de este monte.

Una tradición afirma que cuando la gloria de Dios abandonó el templo, permaneció tres años y medio sobre el monte de los Olivos.

El monte de los Olivos fue escenario de algunas de las actividades de Jesús durante la última semana de su ministerio. Se menciona en una serie de textos relativos a su entrada a Jerusalén. Al parecer, según Lc 19.41, desde un punto del monte Jesús lloró sobre la ciudad. Su discurso sobre la destrucción de Jerusalén y sobre los últimos días (Mc 13.3–37) se pronunció desde allí; es una evidente referencia a las palabras de Zac 14.1–5. En este monte Jesús también pasó la noche antes del incidente con la mujer sorprendida en adulterio (Jn 8.1).

Los Evangelios acentúan el hecho de que, durante la semana que precedió a su arresto, Jesús visitaba el templo durante el día y por la noche regresaba al monte (Lc 21.37). En el monte de los Olivos comenzó la historia de la pasión, en el huerto de GETSEMANÍ, donde Jesús solía reunirse con los discípulos (Lc 22.39; Jn 18.2). Sobre este monte, o en sus cercanías, tuvo lugar el episodio de la ascensión de Jesús (Lc 24.50; Hch 1.12).

En 325 d.C. Elena, madre del emperador Constantino, mandó construir una basílica sobre una gruta en la que se creía que Jesús enseñaba a sus discípulos antes de la crucifixión y donde se encontró con ellos la mañana de la ascensión. En este punto actualmente se halla un monasterio carmelita (Eleona). Quedan algunas ruinas de la antigua basílica.

OLMO

Traducción incorrecta en la RV de la palabra ela en Os 4.13. Debe ser «terebinto». Aunque la RV usualmente traduce «encina», las palabras ela y elon, Os 4.13 e Is 6.13 hacen distinción entre ellas.

OLLA

Término genérico para referirse a una diversidad de vasijas de barro, hierro, latón y oro, utilizadas para preparar los alimentos y servirlos. Durante su peregrinación por el desierto los israelitas se quejaban de haber perdido las ollas de carne que comían en Egipto (Éx 16.3). Durante la celebración de la Pascua en los días de Josías, la carne no santificada se cocía en olla (2 Cr 35.13).

Los libros poéticos mencionan la olla que hierve (Job 41.20) y utilizan este utensilio en expresivas figuras (Sal 58.9). Se refieren al mar como una olla a la que Dios hace hervir (Job 41.31); al estrépito de los espinos debajo de la olla (Ec 7.6), etc. Es dramática la narración del guisado que enfermó a un grupo de discípulos de Eliseo, cuando comieron de la olla que, accidentalmente, uno de ellos envenenó con calabazas silvestres (2 R 4.38–41).

En los profetas también hay numerosas referencias a la olla (1 S 2.14; Is 65.4; Jer 1.13; 52.19; Ez 24.3; Miq 3.3; Zac 14.21; etc.). Todo indica que, tanto en la antigüedad como en nuestros días, las ollas han sido artículo doméstico muy apreciado.

OMBLIGO

Cicatriz dejada por el corte del cordón umbilical. Desde el punto de vista médico, en la Biblia encontramos dos referencias al ombligo: Pr 3.8 TM y RV 1909 y Ez 16.4; esta última, como referencia al cuidado que se debe tener con el recién nacido.

En sentido figurado, el ombligo significa centro: de la tierra (Ez 38.12 TM y RV 1909); de la fortaleza (Job 40.11). En sentido anatómico al ombligo femenino se le compara con un recipiente pleno de bebida (Cnt 7.2).

OMEGA

Ver. ALFA Y OMEGA.

 OMNIPOTENTE

Ver. TODOPODEROSO.

OMRI

Nombre de cuatro personajes del Antiguo Testamento.

  1. General del ejército de Ela, último rey de la dinastía de Jeroboam. Cuando llegaron las noticias de que Zimri había matado a Ela y usurpado el trono, «todo Israel» eligió a Omri como rey (1 R 16.16). Este avanzó contra Tirsa, la capital, pero Zimri incendió el palacio y pereció en las Después de cuatro años de guerra civil, la oposición, encabezada por Tibni, también fue derrotada. Omri reinó doce años (ca. 885–874), incluyendo los cuatro años de lucha civil.

Omri mostró su capacidad militar al escoger a Samaria como capital de su reino (1 R 16.24). El monte sube unos 120 m sobre el llano que domina. La ciudad, por tanto, resistió los sitios de los sirios y asirios hasta que al fin Sargón la tomó en el año 722, después de un sitio de  tres años (2 R 17.5, 6).

Omri fue el primer rey de Israel que pagó tributo a los sirios y se menciona en unas inscripciones de ellos. Para consolidar su posición y estimular el comercio, se alió con los fenicios mediante el matrimonio de su hijo Acab con Jezabel, hija del rey de Tiro (1 R 16.31). Omri subyugó completamente a Moab.

Omri fue el primero de una dinastía de cuatro reyes. Permitió la idolatría y fue reprobado por ello (1 R 16.25, 26; Miq 6.16). Sin embargo, dejó un reino de paz y prosperidad para su hijo Acab. Su importancia política fue tal que, aun en el tiempo de Sargón, las inscripciones asirias se refieren a Israel como «la tierra de Omri».

  1. Benjamita, hijo de Bequer (1 Cr 8).
  2. Descendiente de Fares de la tribu de Judá, uno de los primeros moradores de Jerusalén después del cautiverio babilónico (1 Cr 9.2, 4).
  3. Hijo de Micael y jefe de la tribu de Isacar durante el reinado de David (1 Cr 18).

ON

(FUERZA).

Nombre de un hombre y una ciudad en el Antiguo Testamento.

  1. Nombre hebreo de la famosa ciudad del Bajo Egipto llamada en griego Heliópolis (ciudad del sol) porque era el centro principal del culto al La LXX la identifica expresamente en Éx

1.11. En la RV, On se menciona directamente solo en Gn 41.45, 50 y 46.20, donde se alude al sacerdote de On como el suegro de José. Se le denomina Betsemes en Jer 43.13; Avén en Ez 30.17; y Herez en Is 19.18. En On, según una leyenda, descansó la sagrada familia durante su huida a Egipto. Sus ruinas se hallan en la ribera oriental del Nilo, casi 10 km al norte de El Cairo, junto al actual El-matariye.

Aunque en tiempos prehistóricos On era la capital política de Egipto, en tiempos históricos su importancia fue más de carácter religioso y cultural. Era centro del culto al dios Amón, que más tarde se relacionó con el culto a otros dioses solares. Allí los sacerdotes desarrollaron uno de los sistemas teológicos de Egipto que predominó durante la V dinastía (ca. 2700 a.C.) y muchos siglos después. Como el obelisco era el símbolo específico del sol, varios se erigieron en la ciudad. Además, había una escuela para sacerdotes y médicos relacionada con el templo, muy conocida entre los griegos en la época de Herodoto (ca. 450 a.C.). Desde ca. 100 d.C. los habitantes fueron abandonando poco a poco la ciudad.

  1. Hijo de Pelet, de la tribu de Rubén, que tomó parte en la rebelión de Coré contra Moisés (Nm 16.1ss).

ONÁN

Segundo hijo de Judá (Gn 38.4). Contrajo MATRIMONIO, según la ley del levirato (Dt 25.5– 10), con TAMAR, viuda de su hermano Er. Onán se negó a cumplir con la práctica ya tradicional, y no quiso darle a su hermano descendencia que heredara sus bienes. Jehová castigó con la muerte esta transgresión de la Ley (Gn 38.8–10). De Onán se originó el término «onanismo», usado en el vocabulario técnico para referirse al método anticonceptivo de coito incompleto.

ONESÍFORO

(EL QUE TRAE PROVECHO).

Cristiano que cooperó con Pablo en Éfeso, y después lo visitó en la prisión en Roma, cuando muchos otros de Asia abandonaron al apóstol. Lejos de avergonzarse de Pablo en cadenas, lo confortó y le sirvió. Pablo pide misericordia divina para la casa de Onesíforo y le envía saludos a través de Timoteo (2 Ti 1.15–18; 4.19).

ONÉSIMO

(EN GRIEGO, ÚTIL, PROVECHOSO).

Esclavo obrero en el establecimiento de FILEMÓN, en Colosas, que huyó de su amo. Conoció a Pablo en la prisión, se convirtió al Señor y sirvió al apóstol. Para reintegrarlo a su propietario sin que fuera castigado, Pablo y Timoteo escriben a Filemón, devuelven a Onésimo acompañado por Tíquico y lo recomiendan como «amado y fiel hermano» (Col 49) ante Filemón mismo, Apia, Arquipo y la iglesia local (SIERVO).

ÓNICE

(EN GRIEGO, UÑA, TRADUCCIÓN DE LA PALABRA HEBREA SHOHAM).

No se sabe con certeza a qué clase de piedra corresponda esta denominación. Algunos la clasifican entre los ónices sardónices o ágatas, otros la identifican con el berilo o crisopracio (Éx 25.7; 35.9; Job 28.16). Abundaba en Hávila (Gn 2.12) y era ornamento preferido del rey de Tiro (Ez 28.13). Se engasta en anillos y sellos o se usa para tallar camafeos. Según Ap 21.10 es el quinto cimiento del muro de la nueva Jerusalén.

ONO

Pueblo de Benjamín situado en el extremo sur de los llanos de Sarón, unos 12 km al sudeste de Jope. Se le menciona junto con Lod (Lida) en 1 Cr 8.12. Era la sede de unos 720 desterrados que regresaron del cautiverio babilónico (Esd 2.33; Neh 7.37; 11.35). Se describe en la  Mishnah como ciudad amurallada desde los días de Josué.

ORACIÓN

Diálogo del hombre con Dios. Es un acto de ADORACIÓN y comunicación, e incluye la presentación de nuestros deseos a Dios, en el nombre de Jesucristo y con la asistencia del Espíritu Santo (Jn 14.13, 14; Ro 8.26, 27; Flp 4.6).

Algunos consideran Gn 4.26 como el primer registro de una oración pública. La oración, juntamente con el AYUNO, era una de las prácticas del judío piadoso.

En el Antiguo Testamento la oración estaba relacionada con el SACRIFICIO en el templo y, después del año 70 d.C., los rabinos llegaron a sostener que la oración era «mejor que el sacrificio». En la sinagoga, aquella ocupó el lugar de este. Aunque no existe en la Biblia un orden al respecto, el judío acostumbraba orar al menos tres veces al día (Sal 55.17; Dn 6.10). Las horas de oración eran: la tercera, o sea las 9.00 (Hch 2.15), la sexta, las 12.00 (Hch 10.9) y la novena, 15.00 (Hch 3.1). Al orar, se acostumbraba mirar hacia Jerusalén (2 Cr 6.34; Dn 6.10). Cuando la oración se hacía en los atrios del templo, el rostro se tornaba hacia el templo mismo. Ambas costumbres, las de las horas fijas de oración y la de mirar hacia Jerusalén, las practicaron también los primeros cristianos.

La oración no solo se practicaba en el templo, sino también en las casas o en los lugares apartados (Dn 6.10; Lc 1.10). Cuando se hacía en la casa, generalmente se usaba una habitación en la planta alta, denominada APOSENTO ALTO, una especie de azotea (Hch 10.9). La posición usual para orar era de pie (Mt 6.5), aunque también se hacía inclinándose o de rodillas (Hch 21.5).

El Nuevo Testamento manda orar en todo tiempo (Lc 18.1.; Ef 6.18; 1 Ts 5.17) y en todo lugar (1 Ti 2.8). De acuerdo con las Sagradas Escrituras, la actitud del espíritu del que ora es más importante que la hora, el lugar, la posición del cuerpo o las fórmulas. Se debe orar con intensidad espiritual (Lc 22.44; Ef 6.18; 1 Ts 3.10).

Con excepción de la oración dedicatoria de diezmos y primicias en el Antiguo Testamento (Dt 26.1–15) y del Padrenuestro en el Nuevo Testamento (Mt 6.9–13), la Biblia no ordena la repetición de fórmulas fijas de oración. Aun en el Padrenuestro la intención es establecer los elementos principales que deben incluirse en toda oración cristiana y el orden de importancia en que deben presentarse.

En ocasiones ni las palabras son necesarias para que una oración sea eficaz (Neh 2.4, 5). Puede ser un acto de contemplación, o un diálogo entre el orante y Dios en el lenguaje del espíritu. En el más puro sentido cristiano, una lágrima, un gemido o el silencio pueden convertirse delante de Dios en oración del más alto nivel espiritual (1 S 1.10, 12, 13; Ro 8.26). La Biblia dice que Cristo pasó noches enteras en oración. Probablemente no hablaba en voz alta, sino oraba en su fuero interno sin palabras siquiera. Eso es lo que hace practicable el mandamiento de 1 Ts 5.17. La mucha palabrería y no la falta de palabras fue lo que Cristo censuró (Mt 6.7).

La oración no debe usarse tampoco para ostentar religiosidad. En Mt 6.5 Cristo no condena el hecho de la oración pública, sino la motivación orgullosa con que esta se hacía.

La historia bíblica revela un proceso evolutivo en la oración. En el Antiguo Testamento, con algunas bellas excepciones, la oración es un recurso para conseguir bienes materiales y protección temporal. No muchos encontraban en ella un medio de comunión verdadera con Dios. En el Nuevo Testamento la oración se convierte, en forma más general, en una experiencia del espíritu. Disfrutar de la presencia de Dios y la unión con Cristo son los fines principales.

La oración ha involucrado generalmente ADORACIÓN, por la que expresamos nuestro sentimiento de la bondad y grandeza de Dios (Dn 4.34, 35); CONFESIÓN, por la que reconocemos nuestra iniquidad (1 Jn 1.9); súplica, por la que pedimos perdón, gracia o cualquier otra bendición (Mt 7.7; Flp 4.6); INTERCESIÓN, con la que rogamos por otros (Stg 5.16); y ACCIÓN DE GRACIAS, con la que expresamos nuestra gratitud a Dios (Flp 5.6).

Las Sagradas Escrituras contienen pasajes en los que pareciera que la oración pone al arbitrio indiscriminado del hombre los poderes ilimitados de Dios. Sin embargo, a esos pasajes los complementan otros que establecen condiciones claras para la eficacia de la oración, a saber: relación de hijo (Mt 6.9. 26, 32; 7.11; 15.26), fe (Mt 17.20; Lc 11.24; Stg 1.6), limpieza de vida (1 Ti 2.8; 1 P 3.7), armonía con la voluntad de Dios (1 Jn 5.14), corazón perdonador (Mc 11.22–26), persistencia (Gn 32.22–31; Lc 11.5ss; Hch 1.14; 12.5; Ro 12.12; Col 4.2) y buenos motivos (Stg 4.3).

Es responsabilidad cristiana orar por los enemigos (Mt 5.44), por los gobernantes (1 Ti 2.1– 3), los unos por los otros (Stg 5.16), la obra de Dios y para que esta se lleve a cabo (Mt 9.36–38) y para que su reino se establezca (Mt 6.10). En Jud 20 se ordena orar en el ESPÍRITU SANTO, y según Jesucristo, lo mejor que Dios puede dar en respuesta a la oración es el Espíritu Santo (Lc 11.11–13).

Entre los interrogantes con relación a la oración, algunos se preguntan: ¿Por qué orar si Dios sabe lo que sus hijos necesitan antes de que se lo pidan y si ya Él tiene un plan para cada uno?

¿Por qué no se producen estas cosas espontáneamente? La Biblia enseña que se debe orar porque, aun cuando Dios sabe todas las cosas, Él ha establecido intervenir en ellas generalmente en respuesta a la oración. Además, de esta manera se le impone al hombre cierto grado de responsabilidad y se le permite desarrollarse y establecer un orden de prioridades.

La oración no tiene como finalidad decirle a Dios lo que debe hacer ni cómo debe hacerlo. El Altísimo es árbitro de sus planes pero, siendo el hombre un ser moral, Dios no le impone su plan, sino que se lo ofrece. A través de la oración el hombre conoce la voluntad divina, la acata y se capacita para llevarla a cabo en su vida (Ro 8.26, 27).

¿Por qué algunas oraciones no son contestadas? En realidad, Dios contesta todas las oraciones. Lo que sucede es que a veces su respuesta es negativa. A veces Dios explica el porqué de su negativa (Dt 3.23–26; 2 Co 17.7–9).

Si el que ora tiene absoluta fe en el amor (Jn 3.16; Ro 8.32), la justicia (Gn 18.25), la sabiduría (Jud 25) y la omnipotencia de Dios (Ap 1.8), estará capacitado no solo para aceptar las negativas o el silencio de Dios, sino aun las circunstancias que parezcan negar la eficacia de la oración. Saldrá triunfante aun frente a los casos más desconcertantes (Mt 11.11; 14.1–12).

El que ora enfrenta en ocasiones grandes obstáculos, no todos naturales: personalidad, preocupaciones, limitación de tiempo, ambiente, desconocimiento de lo que conviene (Ro 8.26), etc. Para que la oración llegue a Dios tiene que enfrentarse a las fuerzas espirituales de maldad (Dn 10.12–14; Lc 4.13; Ef 6.10–20). En esta lucha la única garantía de triunfo en la oración viene del auxilio del Espíritu Santo (Ro 8.26–28; Ef 6.18).

ORADOR

Persona hábil en el discurso público (APOLOS). Entre los hebreos el PROFETA era orador dramático, aunque a veces la oratoria se entendía como magia (Is 3.3).

Al orador hábil lo solicitaban como abogado (Hch 24.1, TÉRTULO). Pablo previene contra la falsa oratoria (1 Co 2.4; Col 2.4).

ORDENACIÓN

Acto solemne mediante el cual se separa a un hombre para el ministerio cristiano. Tomando en cuenta la generalización de la ordenación entre los cristianos modernos, es notable la escasez de apoyo bíblico para la misma. Con la excepción de pocos grupos tales como los cuáqueros, los hermanos libres, y los discípulos de Cristo, la ordenación como rito eclesiástico hoy se practica comúnmente en todas las ramas del cristianismo. Su significado, no obstante,  es diferente para cada grupo. Para las iglesias católicas romana y griega, la ordenación es el sacramento por el que el candidato es investido con el carácter sacerdotal para siempre.

Los anglicanos no consideran la ordenación como sacramento, es decir, como medio de gracia. Pero tanto para ellos como para los católicos romanos y los ortodoxos griegos solamente el obispo puede ordenar. Las iglesias luteranas, reformadas y bautistas practican la ordenación de sus ministros, pero históricamente ponen como requisito el llamamiento divino del ministerio. La ordenación se considera como el reconocimiento eclesiástico de este llamamiento y de los dones necesarios para ser pastor. En algunas denominaciones, inclusive se ordenan a los ancianos y diáconos.

En la Biblia la palabra ordenación aparece solamente dos veces (Sal 119.91; Jer 5.22), pero no con el sentido de un rito, sino como mandar o disponer; tal es el caso del verbo «ordenar» que a menudo encontramos en la Biblia. En el Nuevo Testamento no se nos da información en cuanto al principio del rito eclesiástico. Sin embargo, hay varias ocasiones donde podría suponerse tal descripción; por ejemplo, en la selección de los doce apóstoles (Mc 3.14), o de los siete diáconos (Hch 6.1–7), o en el nombramiento de los ancianos para las iglesias (Hch 14.23; Tit 1.5). Ni la palabra ordenación aparece en este sentido, ni encontramos nada semejante a un rito eclesiástico. A Pablo nunca se le ocurrió la idea de que la iglesia lo pudiera constituir como apóstol (Gl 1.1).

La IMPOSICIÓN DE MANOS en el caso de Timoteo (1 Ti 4.14; 2 Ti 1.6) quizás sea evidencia de una ceremonia de ordenación, pero es dudoso que fuera algo más que una bendición y símbolo de identificación con Cristo, realizado por la asamblea de ancianos según la antigua práctica judía, continuada por los cristianos. Lo dicho en Heb 6.2 no puede referirse al rito de ordenación, sino a todas las ocasiones en que se impusieron las manos. Lo anterior no quiere decir que una congregación cristiana no deba reconocer públicamente, mediante la imposición de manos y la oración pública, a los que tienen la responsabilidad del liderazgo. Sin embargo, la práctica que limita el reconocimiento a unos pocos tales como los pastores y diáconos tiene poca base bíblica, y la creencia de que este rito es indispensable antes de ejercer dones pastorales, evangelizadores o misioneros no tiene ninguna base neotestamentaria.

OREB Y ZEEB

(CUERVO Y LOBO).

Dos príncipes de los madianitas, capturados por los efrateos cuando GEDEÓN puso en fuga a los madianitas. Los efrateos mataron a Oreb en la peña de Oreb y Zeeb en el lagar de Zeeb (Jue 7.25; 8.3) y llevaron las cabezas a Gedeón. En Sal 83.11 e Is 10.26 se refieren a la muerte de Oreb y Zeeb como parte de una gran matanza.

ORFA

Moabita, nuera de NOEMÍ y concuñada de RUT. Al quedar viuda las tres, emprendieron viaje de regreso desde Moab hasta Judá. Orfa accedió a los ruegos de Noemí y se volvió a su pueblo mientras Rut se apegó a su suegra, y fue incorporada así a la historia del pueblo escogido (Rt 1.4–14).

ORGULLO

Varias raíces hebreas expresan la idea de orgullo, y las versiones castellanas las traducen «arrogancia», «jactancia», «soberbia», «altivez», «GLORIA» y ocasionalmente «orgullo» (Job 38.11; Dn 5.20). Todas estas raíces significan originalmente «exaltado», «alto», «elevado» y encierran la idea de gloria y majestad.

Algunas veces se traducen con sentido positivo (Sal 47.4, «la hermosura de Jacob»; Éx 15.7, «la grandeza de tu poder»; cf. Pr 16.31). En este mismo sentido se entiende «el rostro erguido» (Lv 26.13; cf. Job 22.26) del pueblo o del hombre que Dios reivindica.

La actitud dominante en la Biblia hacia el orgullo del hombre es, sin embargo, irónica y crítica. Quien se atribuye grandeza a sí mismo es culpable de orgullo. Este es la esencia del PECADO, pues asume para el hombre (o para un pueblo) la gloria que solo a Dios corresponde. Por eso los soberbios y orgullosos serán abatidos (Is 2.6–22, esp. vv. 11, 17; 10.9–12; Jer 50.29–32; Dn 5.20; Abd 2–4). En los Salmos, el hombre orgulloso es el prototipo del malvado (Sal 12.3; 49.6, 7; 75.4; cf. 2 Cr 26.16; 32.25; Job 35.12; Pr 8.13).

Dios restablece la justicia, depone al soberbio y exalta al humilde (1 S 2.1–10; Job 5.11; Sal 138.6; 147.6; 149.4; Pr 3.34).

El Nuevo Testamento extiende y profundiza la enseñanza del Antiguo Testamento sobre el orgullo; utiliza varios términos que se traducen en diferentes maneras, pero que significan esencialmente «jactancia» (1 Co 5.6; Stg 4.16; 1 Jn 2.16); «reputación» (Fl 3.19; 1 Ts 2.6; 2 Co 6.8); «gloriarse» o «base para gloriarse» (Ro 4.2; 1 Co 1.31; 2 Co 10.13, 17; Gl 6.4, etc.) y «altanería» o «arrogancia» (Mc 7.22).

El cántico de María (Lc 1.46–55) destaca el motivo de la caída de los soberbios y el levantamiento de los humildes (cf. Flp 2.8–11; Stg 4.13–5.6). La raíz del mal es el orgullo espiritual (Lc 18.9; Ro 2.23; 11.20; Ef 2.9) de creerse justo o merecedor de la salvación.

En Cristo todo orgullo ha sido anulado (1 Co 1.25–30) pues todo lo hemos recibido de gracia. Solo podemos gloriarnos en Cristo (1 Co 1.29ss; Gl 6.14; Flp 3.3) y por ende gozarnos en nuestra debilidad (2 Co 12.9) y en lo que Dios realiza en nosotros (1 Co 15.10; 2 Co 6.3–10).

ORIENTE

El sistema de orientación hebrea era una combinación de elementos geográficos y solares. Los hebreos dividían el mundo en cuatro partes, descritas como «los cuatro confines» (Is 11.12; Ap 7.1; 20.8) o «los cuatro vientos» (Ez 37.9).

Al igual que para muchos pueblos semitas, el punto del aparecimiento de las luminarias daba a los hebreos sus direcciones básicas. El Oriente se designa con la frase «donde nace el sol» (Nm 21.11; Jue 20.43) o, más comúnmente, «donde sale el sol» (Jos 13.5).

En el Nuevo Testamento la palabra anatolés aparece con este mismo uso («levantamiento», Mt 2.9; 8.11, etc., en griego). También los semitas designaban al Oriente con «el frente», palabra que figura en documentos egipcios y ugaríticos.

ORIÓN

Importante constelación de estrellas mencionada juntamente con las Pléyades (Job 9.9; 38.31; Am 5.8). En Is 13.10 la forma plural significa «constelaciones». La mención de sus ligaduras en Job parece aludir a la mitología antigua, en la cual Orión era un gigante guerrero y cazador que por su rebeldía fue atado en los cielos en forma de constelación. Además, quizás Job alude a la torpeza de oponerse a Dios, puesto que Orión en hebreo es kesil, que también significa «insensato» (Sal 49.10; 92.6). Aun antes de 1500 a.C., el Orión y las Pléyades aparecen juntas en la poesía babilónica.

ORNAMENTO

Los pueblos orientales eran muy dados al ornamento personal.

Hombres y mujeres vestían trajes costosos, ricamente bordados de telas finas y vistosas como el LINO (Gn 41.42). Se adornaban con ANILLOS, cadenas de oro y plata, argollas en las orejas, en la nariz y en los tobillos, adornos en el PELO, etc. (Éx 3.22; 11.2; 33.4; Jue 8.26; Gn 24.22, 53).

Los sacerdotes se ornamentaban profusamente (Éx 28). Los pectorales eran engastados con oro, piedras preciosas y lino fino (Éx 28.13–30; 39.8–12). Este ornamento lo usaba, de preferencia, el sumo sacerdote al entrar al Lugar Santísimo una vez al año (Lv 21.10). Era común entre los hebreos el uso del anillo, que también se usaba como sello y símbolo de gran dignidad (Gn 41.42). Las novias se esmeraban en su adorno y atavíos personales (Cnt 1.10, 11; Jer 2.32). Muchos de los vestidos, tanto de hombres como de mujeres, se ostentaban como lujosos ornamentos; su precio era elevado (Jos 7.21; Jue 14.12). Naamán, el general de Siria, ofreció entre otros valores «dos vestidos» al criado de Eliseo (2 R 5.23).

ORNÁN

Ver. ARAUNA.

ORO

Metal precioso designado por varias palabras hebreas, probablemente según su grado de pureza: zahah, harus, kétem, paz. Muy antiguamente se obtenía de Hávila (Gn 2.11s) y Sabá (1 R 10.2; Sal 72.15); en tiempos de Salomón, de Ofir (1 R 22.48), de Sabá y Raama (Ez 27.22). Job lo menciona en significativas comparaciones (22.24; 28.6, 15–19). Abraham era rico en plata y oro; en su tiempo ya se usaba este metal para hacer alhajas y adornos (Gn 13.2; 24.22, 35).

Los hebreos lo usaron en la construcción del tabernáculo y en el templo. El arca de la alianza estaba cubierta de oro puro; el propiciatorio, los vasos y utensilios eran todos de oro (Éx 38.24; 1 Cr 22.14; 29.4, 7).

Debido a su escasez en Palestina, no se acuñó entre los judíos sino hasta el tiempo de Judas Macabeo (DINERO), pero se pesaba en lingotes para efectuar transacciones comerciales (Jos 7.21). En sentido figurado se toma como símbolo de auténtica dignidad y de gran valor (Lm 4.2; 1 P 1.7; Ap 3.18) y de solidez en la obra del creyente (1 Co 3.12).

ORTIGA

Ver. CARDOS Y ESPINAS.

ORUGA

Ver. GUSANO.

OSAÍAS

(JEHOVÁ HA SALVADO).

 Nombre de dos hombres del Antiguo Testamento.

  1. Israelita que participó en la dedicación de los muros reconstruidos de Jerusalén (Neh 32).
  2. Padre de Jezanías (Jer 42.1). Se le llama también Azarías (Jer 2).

OSEAS

(DIOS ES SALVACIÓN).

Además del profeta de Israel, llevaban este nombre:

  1. El hijo de Ela y decimonoveno rey de Israel (730–722). Subió al trono poco después de que Tiglat-pileser, rey de Asiria, había llevado cautivas algunas tribus, y solo quedaban Efraín, Isacar y la media tribu de Manasés. Oseas asesinó y sucedió a Peka (2 R 15.30). Para esto contó con el apoyo de Tiglat-pileser, quien luego afirmó haberlo puesto sobre

Después de la muerte de Tiglat-pileser, y con la esperanza de recibir ayuda de Egipto, Oseas dejó de pagar tributo a Asiria. Por tanto fue apresado por Salmanasar y desapareció de la historia. El hermano y sucesor de Salmanasar, Sargón II, tomó la ciudad de ® SAMARIA después de un sitio de tres años y deportó a Israel a Asiria. Se dice  que Oseas fue el menos malvado de los reyes de Israel, probablemente por no haber aprobado la idolatría de sus predecesores (2 R 17.2).

  1. Nombre original de Josué (Nm 13.8, 16; Dt 44).
  2. Hijo de Azazías y jefe de la tribu de Efraín en tiempos de David (1 Cr 20).
  3. Uno que firmó la renovación de la alianza en tiempo de Esdras (Neh 23).

LIBRO DE OSEAS: Libro profético del Antiguo Testamento que enfatiza el fiel amor de Dios hacia su pueblo, a pesar de su continua rebelión y pecado. Lleva el nombre de su autor, el profeta Oseas, quién predicó el firme amor de Dios ilustrado dramáticamente con el amor que sentía hacia su esposa infiel.

ESTRUCTURA DEL LIBRO

El libro de Oseas tiene dos partes bien diferenciadas en su forma y extensión. Los capítulos 1–3, escritos en parte en prosa, se centran en la experiencia personal del profeta, con aplicaciones a la realidad moral y religiosa de Israel. De estos tres, los capítulos 1 y 3 contienen la narración y el capítulo 2 constituye un sermón que se basa en los hechos, y los aplica a la relación de Jehová con Israel.

Los capítulos 4–14, en la forma de oráculos y profecías, contienen principalmente reproches y anuncios de juicios por la entrega de Israel a otros dioses y cultos no judíos, y por la traición de los príncipes y sacerdotes. El capítulo final es un llamado al arrepentimiento y un anuncio de esperanza para el pueblo en crisis.

OSEAS: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza.

  1. La esposa adúltera y el esposo fiel 1—3.5
  2. El adúltero Israel y el Señor fiel 1—14.9

AUTOR Y FECHA

El autor de este libro es el profeta Oseas, quien se identifica como hijo de Beeri (1.1).

También dice que vivió y profetizó durante el gobierno del rey Jeroboam II de Israel y cuatro consecutivos reyes de Judá: Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías. Esto quiere decir que su ministerio profético abarcó un período de unos cuarenta años, como del 755 a.C. al 715 a.C. Su libro lo escribió entre esos años.

En realidad, muy poco se sabe del profeta mismo aparte de la historia de su tragedia conyugal, narrada en los capítulos 1–3. Sin embargo, es posible deducir que era del reino del norte y, por su lenguaje y conocimiento histórico, que se trataba de una persona culta.

Oseas fue el primer y único profeta literario oriundo del reino del norte. Ejerció su ministerio en Israel.

MARCO HISTÓRICO

El ministerio de Oseas se sitúa en el período entre el final del reinado de Jeroboam II (752– 753 a.C.) y la caída de Samaria (725–722 a.C.), tiempo de marcada corrupción religiosa («baalización») y descomposición política en Israel (sucesión de varios golpes de estado y reyes; 2 R 15), a la vez que de desarrollo del poderío de ASIRIA (Os 5.13; 7.11s; 8.9; etc.).

APORTE A LA TEOLOGÍA

La historia del PACTO de Dios y la infidelidad del pueblo, desde la salida de Egipto, se presenta en Oseas con la figura del matrimonio (2.2ss; 11.1). Dios no puede pasar por alto la infidelidad, cuyo fruto es desorden y caos (4.4–6; 8.7; 10.13). La caída de Israel será el resultado final de ese proceso, pero en medio de esta situación, Oseas afirma lo que es el centro mismo de su mensaje: la gracia de Dios disciplina pero no abandona a su pueblo (11.3, 4, 8). En esa fidelidad inquebrantable descansa la esperanza de la restauración (11.9–11). Solo el amor de Dios puede inducir al arrepentimiento y a la conversión (2.14–23; 6.1–3). El reconocimiento de la misericordia divina hará posible un nuevo trato entre los israelitas (6.6).

Oseas habla frecuentemente de un juicio o litigio de Dios con su pueblo (2.2ss; 4.1, 4; 7.10; 12.2), de clamor (8.2) o de sentencia (2.6, 9, 10–16), recursos literarios que señalan el quebrantamiento del pacto. Pero a menudo el profeta (cuya conciencia de hablar en nombre de Dios es muy clara, como se deduce de su estilo) introduce quejas en las que se expresa la piedad de Dios y del profeta por el pueblo (7.13ss; 8.8ss) y en que Oseas intercede por Israel (9.14).

Lo fundamental del mensaje de Oseas es la relación de Dios con Israel. Oseas ve los mismos males morales y religiosos que su contemporáneo Amós, pero halla la raíz de los mismos en la infidelidad de Israel al pacto. La nación ha abandonado a su esposo y se ha entregado a los dioses cananeos (baales), confiando en ellos, o en su propio poder militar y en alianzas extranjeras (5.13; 7.11; 12.1). Como consecuencia, toda su vida privada y pública se ha corrompido (4.11). Israel no tiene conocimiento de Dios, ha quebrado la relación con Él y no discierne ni sigue su voluntad. En Oseas, más que en ningún otro profeta del Antiguo Testamento, se ve la relación que existe entre su mensaje, su persona, y las experiencias de vida personales y de su pueblo.

OTROS PUNTOS IMPORTANTES

La historia de su matrimonio con Gomer (1–3) ha constituido siempre un problema de interpretación. Escandalizados por la crudeza de los relatos, algunos comentaristas judíos y cristianos han explicado el matrimonio como una alegoría, como una visión del profeta o como un símbolo, negándole con ello carácter histórico.

Sin embargo, el relato es demasiado vívido para entenderlo así. Es necesario reconocer que se trata de un relato autobiográfico, aunque no sea posible reconstruir los detalles, particularmente con respecto a la relación entre el capítulo 1 (¿es ya Gomer prostituta cuando Oseas se casa con ella o llega a serlo después?) y el 3 (¿se trata de otro relato del mismo hecho del capítulo 1 o de una separación y nuevo casamiento posterior?). El hecho de que el texto de

Oseas nos haya llegado con bastantes variantes y dificultades complica la interpretación, aunque el mensaje es claro e inconfundible.

OSO

Animal que en los tiempos bíblicos debió ser bastante común en Palestina, a juzgar por las alusiones que a él hace el Antiguo Testamento. Actualmente solo el oso pardo (arctos syriacus) habita las regiones boscosas del Líbano y del Antilíbano.

La Biblia se refiere al oso como gran enemigo para el ganado (1 S 17.34), y peligroso y feroz para los hombres, especialmente cuando la hembra está criando (2 S 17.8; 2 R 2.24; Pr 17.12; Is 11.7; Os 13.8). Es temible cuando acecha (Lm 3.10), cuando está hambriento (Pr 28.15) y cuando gruñe (Is 59.11). Amós lo compara con la serpiente y el león en cuanto al peligro que representa (Am 5.19).

En las visiones apocalípticas el oso figura como símbolo de poderes maléficos (Dn 7.5; Ap 13.2).

OTONIEL

Hijo de Cenaz, hermano menor de CALEB (Jue 1.13). Conquistó Quiriat-sefer, ciudad que después se llamó Debir (Jos 15.15), y en recompensa por su hazaña recibió por esposa a Acsa, hija de Caleb (Jue 1.11–13).

Liberó a los israelitas de la mano de Cusan-risataim, rey de Mesopotamia, quien los había esclavizado por ocho años. Luego «el Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel y reposó la tierra cuarenta años» (Jue 3.7–11).

OVEJA

Animal que desde los antiguos tiempos del nomadismo fue una de las principales fuentes de riqueza y sustento para el pueblo hebreo (Gn 4.2; 12.16; 13.2–5; 24.35; etc.). Prueba de esto es la cantidad de nombres con que se definen el sexo, la edad y partes de las reses ovinas. Incluyendo «CARNERO» y «cordero», en la Biblia hay más de 500 referencias a la oveja.

Por sus cualidades de ganado sobrio y sufrido se adaptaba fácilmente al pasto raquítico de los páramos de Palestina y era muy útil por su carne, leche, lana y cuero.

Las ovejas se cuentan entre los animales limpios y comestibles, según la Ley Mosaíca (Lv 11.2s; Dt 12.20s; 14.4). La oveja de raza ovis laticaudata, de cuerpo blanco, cabeza negra, cola ancha, larga y sebosa, es la que más frecuentemente se menciona en la Biblia (Lv 3.6–9). Su carne se comía en las festividades o banquetes especiales (1 S 25.18; 2 S 12.4; 17.29; etc.).

El cordero macho era el animal especialmente dedicado para los sacrificios (Lv 3.7; 12.6; 14.10ss; Nm 28.2ss, etc.), y era la víctima pascual acostumbrada (Éx 12.3ss). Rara vez se presentaban las hembras como ofrenda (Lv 4.32ss; 5.6).

La LECHE de oveja era tan apreciada como la de vaca (Dt 32.14; Is 7.21, 22). De su LANA se hacían los mejores vestidos, y por tanto el esquileo era una fiesta especial, de singular alegría (Gn 38.12; 1 S 25.2ss). Indudablemente la oveja servía también como objeto de cambio (2 R 3.4; Ez 27.18s).

Debido a su mansedumbre (2 S 12.3) y a su relativa falta de defensa (las hembras carecen de cuernos), la oveja se utilizó como símbolo literario de la persona sufrida y carente de cuidado y dirección (Nm 27.17; Sal 23.1–4; Mt 9.36; 26.31). Su uso en los sacrificios del culto facilitó la comparación del SIERVO DE JEHOVÁ con la oveja que calla ante los que la trasquilan y sacrifican (Is 53.7).

En el Antiguo Testamento se destaca constantemente la relación entre el PASTOR y la oveja. Se le compara con la relación de Dios con su pueblo (Sal 23.1ss; Ez 37.24). En el Nuevo Testamento la figura del pastor se aplica más profundamente a Cristo (Mt 10.6; 15.24; Jn 10.1– 16, 26–30, etc.). El último acto del drama de la redención es la boda del CORDERO DE DIOS (Ap 19.9; 21.9–14).

OZEM

(IRRITABLE).

Nombre de dos hombres en 1 Crónicas.

  1. Sexto hijo de Isaí y hermano de David (1 Cr 2.15).
  2. Hijo de Jerameel (1 Cr 25).

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