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Letra H

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HABACUC

HABACUC Autor del libro de Habacuc. Algunas tradiciones carentes de base histórica lo relacionan con el hijo de la mujer sunamita (2 R 4.16), con el centinela de Isaías 21.6 o con el profeta que llevó alimentos a Daniel en el foso de los leones (Dn. 14.33–39, apócrifo).

LIBRO DE HABACUC: Pequeño libro del Antiguo Testamento, catalogado entre los profetas menores, que aborda el problema del mal y el sufrimiento humano.

ESTRUCTURA DEL LIBRO

Habacuc consiste de tres discursos.

PRIMER DISCURSO (1.1–11)

En el primer discurso el profeta presenta una queja contra la injusticia que impera en su pueblo y Dios responde con la promesa de juicio inminente. El profeta queda sorprendido, sin embargo, cuando entiende que será Babilonia, capital del impío Imperio Caldeo, el instrumento de juicio. Esta confusión establece el marco para el diálogo subsiguiente.

SEGUNDO DISCURSO (1.12–2.20)

El segundo discurso contiene la oración de Habacuc con sus preguntas respecto a la justicia de Dios (1.12–17), instrucciones de Dios para el profeta (2.1–3), y una doble respuesta de Dios en cuanto a la responsabilidad del justo (2.4–5) y el juicio que padecerá Babilonia (2.6–20). Esta última sección presenta «la canción de los cinco ayes» contra la antigua potencia (2.16– 19).

TERCER DISCURSO (cap. 3)

El último discurso de la obra, que se presenta en forma de salmo, incluye una oración de Habacuc pidiendo misericordia (3.1–2), una reflexión sobre el poder de Dios para librar del mal (3.1–15), y una afirmación de la confianza que Habacuc deposita en su Dios a pesar de las circunstancias (3.16–19). Varios autores consideran que este himno se compuso después que el resto del libro, pero desde el punto de vista narrativo es parte integral de Habacuc.

HABACUC: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza.

  1. Las preguntas de Habacuc 1—2.20
  2. La alabanza de Habacuc 1–19

AUTOR Y FECHA

No sabemos mucho de HABACUC aparte de que en 1.1 y 3.1 se le llama «el profeta».

Se pudiera deducir de 3.19 que era músico y quizás miembro del coro del templo, aunque no se puede afirmar con certeza.

Ha habido discusión en torno a la fecha de la profecía de Habacuc, pero si la palabra «caldeos» en 1.6 es correcta, debemos fechar la profecía alrededor de 600 a.C., tiempo cuando los caldeos derrotaron a Egipto y marcharon contra JOAQUÍN de Judá.

MARCO HISTÓRICO

El libro de Habacuc pertenece a esa era turbulenta en la historia antigua en la que el balance de poder estaba pasando de Asiria a Babilonia. La dominación asiria terminó cuando el ejército invasor babilonio destruyó Nínive en 612 a.C. Menos de veinte años después que Habacuc escribiera este libro, los babilonios destruyeron también a Jerusalén y se llevaron cautivos a los principales ciudadanos de Judá. Dios utilizó a esta nación pagana para castigar la infidelidad y la idolatría del pueblo del pacto.

APORTE A LA TEOLOGÍA

Se ha dicho (y con razón) que el mensaje de Habacuc se encuentra en la respuesta de Dios. Quizás sería más correcto decir que el mensaje de Habacuc se encuentra en el diálogo a veces agónico de un hombre con la divinidad. Es decir, el mensaje surge del camino que recorre el profeta hasta llegar a la paz de la fe (3.17–19). Habacuc sienta un precedente para la discusión sobre lo incongruente de un Dios justo y soberano que, sin embargo, permite la injusticia que se observa en la historia humana. Es difícil para quienes intentan ser fieles al Dios del éxodo entender cómo se logra la justicia con la participación de los injustos.

Habacuc afirma que a la larga esta injusticia no está desprovista de graves consecuencias. La canción de los cinco ayes deja en claro que quienes amontonan riquezas que no les pertenecen, que lo hacen de manera injusta y hasta derramando sangre inocente, que lucran usando mano de obra barata sin considerar la calidad de vida de los trabajadores, que destruyen el medio (tierra, flora y fauna) en su afán por obtener riquezas, tarde o temprano serán víctimas de su apetito desmesurado.

En esencia, Habacuc se enfrenta al problema de cómo actúa Dios en la historia humana. No propone respuestas claras, pero sí una actitud amplia, paciente, dispuesta a esperar activamente a que se establezca el reinado de Dios. Entre los manuscritos descubiertos hace varias décadas en las cuevas del mar Muerto se halla uno de Habacuc (con un comentario interpretándolo a la manera de la secta judía de QUMRÁN). Aunque no aporta ningún dato de importancia a nuestro conocimiento del texto, ilustra cómo los fieles de otro tiempo actualizaron el mensaje de Habacuc en su contexto.

OTROS PUNTOS IMPORTANTES

La Reforma de Martín Lutero recibió la influencia del libro de Habacuc. En sus estudios de Romanos y Gálatas, Lutero redescubrió la doctrina bíblica de que el justo vivirá por la fe. Pero la famosa declaración paulina de que «el justo por la fe vivirá (Ro 1.17) es una cita directa de Habacuc 2.4. Podemos entonces afirmar que en este pequeño libro profético del Antiguo Testamento encontramos la semilla del glorioso evangelio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

HABA

Leguminosa comestible común que figura entre los alimentos enviados al fugitivo rey David (2 S 17.28). También forma parte de la lista de elementos necesarios para hacer el pan ordenado por Ezequiel cuando predijo el sitio de Jerusalén (Ez 4.9).

HABAÍA

Padre de una familia judía que no se encontró en el registro de genealogías (Esd 2.61–62; Neh 7.63).

HABASINÍAS

Abuelo de Jaazanías, líder de los recabitas, que vivió en tiempos de Jeremías (Jer 35.3).

HABOR

Río de Mesopotamia cuyo nombre actual es Habur. Después de bañar la provincia de Gozán, desemboca en el Éufrates. Se menciona en relación a la deportación de los israelitas por los asirios, ocurrida en 722 a.C. (2 R 17.6; 18.11; 1 Cr 5.26).

HACALÍAS

Padre de Nehemías, gobernador de Israel después de la cautividad (Neh 1.1; 10.1).

HACATÁN

Padre de Johanán, quien volvió de la cautividad con Esdras (Esd 8.12).

HACMONI

Padre de Jehiel y Jasobeam (1 Cr 27.32).

HACUFA

Antepasado de una familia de Nefusim (sirvientes del templo) que volvió de Babilonia con Zorobabel (Esd 2.51).

HADAD

Deidad de Siria, cuyo nombre significa «atronador». Era el equivalente de Baal, el dios amorreo de las tormentas. Se conoce un templo de Hadad en Alepo. En el Antiguo Testamento, Hadad es el nombre de tres gobernantes edomitas:

  1. Rey de Edom, en Avit, quien derrotó a los madianitas «en el campo de Moab» (Gn 35).
  2. Rey oriundo de Pai, que sucedió a Baal-hanán (1 Cr 50).
  3. Adversario de Salomón, que siendo príncipe edomita, huyó a Egipto durante el reinado de David (1 R 14–22).

También Hadad era el nombre del octavo hijo de Ismael y, por tanto, nieto de Abraham (Gn 25.15, RV-1909; 1 Cr 1.30; Hadar, en RV- 1960).

HADAD-EZER

(HADAD ES AYUDA).

Rey de Seba de los SIRIOS, derrotado por David (2 S 10.16, 19; 1 Cr 18.3–5, 7–10; 19.16–19). Era el rey más poderoso de su época y extendió su dominio hasta la región superior del Éufrates.

El Antiguo Testamento menciona tres batallas entre David y Hadad-ezer (2 S 8.3–8; 10.6–14; 10.15–18). David logró ocupar a Damasco e impuso tributos a Hadad-ezer. Así obtuvo el control sobre la región de Transjordania y el comercio de allí. Al final, los aliados de Hadad- ezer «hicieron paz con Israel y le sirvieron» (2 S 10.19).

HADAD-RIMÓN

Hadad y Rimón eran dos dioses sirios. En Zac 12.11 se mencionan combinados como el nombre de un lugar del valle de Meguido adonde se iba a orar. Fue aquí donde Faraón Necao de Egipto derrotó y mató al rey Josías de Judá (2 Cr 35.24). Muchos eruditos creen que el nombre se refiere al dios cananeo de la vegetación, pues Hadad y Rimón eran dioses paganos de los sirios.

HADASA

Nombre de una aldea y una reina en el Antiguo Testamento.

  1. Aldea de Judá (Jos 37).
  2. Nombre hebreo de Ester (Est 7).

Algunos eruditos, sin embargo, lo consideran un título (novia) que se le dio (un título que también se le daba a Istar o Astoret, diosa de la fertilidad de los babilonios) cuando se convirtió en reina. Ester podría entonces ser la forma hebrea de Istar.

HADES

Transcripción de una palabra griega empleada en la LXX para traducir el vocablo hebreo SEOL, morada de los muertos, buenos y malos sin distinción.

Al Hades se le conceptúa como debajo de la tierra (Mt 11.23; Lc 10.15); se entra a él a través de puertas que simbolizan el poder de la muerte (Mt 16.18). Se menciona en relación con la muerte de Jesucristo (Hch 2.27, 31; cf. Sal 16.10). Como consecuencia del desarrollo doctrinal en los últimos libros del Antiguo Testamento, el concepto del Seol se bifurcó, y el Hades llegó a referirse al lugar de oscuridad y sufrimiento reservado para los impíos (HINOM, INFIERNO, Lc 16.23), mientras SENO DE ABRAHAM y PARAÍSO indicaban el destino de los piadosos. Relacionado íntimamente con la MUERTE, el Hades casi se personifica en Ap 1.18; 6.8; 20.13s (cf. 1 Co 15.55).

HADID

Aldea de Benjamín nombrada junto a Lod y Ono como un lugar habitado por los benjamitas después de la cautividad. Se encuentra a cinco kilómetros aproximadamente de Lida (Esd 2.33).

HADLAI

Padre de Amasa el príncipe de la tribu de Efraín (2 Cr 28.12).

HADRAC

Ciudad estado en la región norte de Siria (Líbano) mencionada con Damasco y Hamat (Zac 9.1).

HAFRAIM

Ciudad en la frontera de Isacar (Jos 19.19).

HAGAB

Padre de una familia de Nefusim (sirvientes del templo) que volvió a Jerusalén después de la cautividad (Esd 2.46).

HAGABA

Padre de una familia de Nefusim (sirvientes del templo) que volvió a Jerusalén después de la cautividad (Esd 2.45).

HAGEO

(FESTIVAL O MI FIESTA).

El décimo de los Profetas Menores.

ESTRUCTURA DEL LIBRO

El libro consta básicamente de cuatro mensajes:

PRIMER MENSAJE (1.1–11)

Reprensión por haber olvidado y descuidado la reconstrucción de la casa de Dios, mientras cada cual buscaba su propia comodidad (1.12–15 relata la respuesta positiva a este mensaje).

SEGUNDO MENSAJE (2.1–9)

Promesas relacionadas con la grandeza futura de la casa de Jehová.

TERCER MENSAJE (2.10–19)

Llamamiento a la meditación para recordar el día en que se puso el nuevo cimiento.

CUARTO MENSAJE (2.20–23)

Promesa de protección y bendición especial a Zorobabel.

Estos mensajes son tan breves que bien podrían ser los bosquejos de los discursos pronunciados. Cada mensaje tiene fecha exacta y todos se pronunciaron en un período de tres meses y veinticuatro días.

El primer mensaje de ZACARÍAS cabe entre el segundo y tercero de Hageo (Zac 1.1 con Hag 2.1, 10).

La    enseñanza   principal   puede   resumirse   en    las    palabras    de    Cristo:   «Mas            buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mt 6.33).

También es notable en este libro la enseñanza en cuanto al poder del mal (2.10–14) y la elección de Zorobabel.

AUTOR Y FECHA

Hageo 1.1 identifica al profeta y da el tiempo de su ministerio. El libro lo escribió un profeta del mismo nombre. Como las personas que quería alentar, probablemente pasó muchos años cautivo en Babilonia antes de regresar a su tierra natal. Fue contemporáneo del profeta Zacarías. Su voz profética resonó en Jerusalén con mensajes de aliento «en el año segundo del rey Darío» (1.1), un monarca persa. Esto sitúa su libro en el año 520 a.C.

HAGEO: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza

  1. Se termina el templo tardío 1–15
  2. La gloria del templo tardío 1–9
  3. Las bendiciones de la obediencia 10–19
  4. Las futuras bendiciones mediante la promesa 20–23

MARCO HISTÓRICO

El segundo año de Darío fue el 520 a.C., o sea, unos dieciséis años después del regreso de los primeros que volvían del cautiverio con ZOROBABEL.

El fondo histórico se encuentra en Esdras 1–6. En el primer año de Ciro, rey de Persia, 539 a.C., comienza el regreso de los cautivos a Jerusalén bajo orden y protección del rey. Todo iba bien, incluso la reconstrucción del templo, hasta que los adversarios lograron detener la obra (Esd 4.4). Durante unos quince años prevaleció el desánimo (Esd 4.24). Hageo y ZACARÍAS (profeta contemporáneo) alentaron a los líderes, Zorobabel y Jesúa (Josué), y a todo el pueblo, y en cuestión de cuatro años, el sexto año de Darío (516 a.C.), se terminó de construir la casa de Dios (Esd 6.15).

APORTE A LA TEOLOGÍA

Hageo apremió al pueblo a considerar la reconstrucción del templo como asunto de suma importancia. Con eso estaba enseñando que la adoración verdadera es una cuestión de primer orden. El templo de Jerusalén, una vez reconstruido, volvería ser de cimera importancia como lugar de adoración y sacrificios. Siglos más tarde, al morir Jesús, el velo del templo se rasgó en dos (Lc 23.45), lo que marcaba el hecho de que Cristo se había entregado como sacrificio eterno a nuestro favor.

OTROS PUNTOS IMPORTANTES

El libro de Hageo concluye con la hermosa promesa de la venida del Mesías. Mientras tanto, ZOROBABEL, el gran siervo de Dios, haría las veces de «anillo de sellar» (2.23), sello o promesa de un glorioso día que habría de llegar. Como gobernador de Jerusalén por mandato de los persas, Zorobabel mostró que había esperanza de que un día se produciría la plena restauración de Israel en su tierra natal. (HAGEO)

HAGIÓGRAFA

(ESCRITURAS SANTAS).

La tercera división de la Biblia hebrea. Las otras dos son la Ley y los Profetas. También conocida como las Escrituras, la Hagiógrafa contiene los siguientes libros (según el orden de la Biblia hebrea): Salmos, Proverbios, Job, Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester, Daniel, Esdras-Nehemías y 1 y 2 de Crónicas.

HAGRAI

Padre de Mibhar, uno de los valientes de David (1 Cr 11.38).

HAGUI

(NACIDO EN DÍA DE FIESTA).

Un hijo de Gad y fundador de la familia de los haguitas (Gn 46.16).

HAGUÍA

Descendiente de Merari, hijo de Leví (1 Cr 6.30).

HAGUIT

La quinta esposa de David y madre de Adonías, quien más tarde reclamó el trono (1 Cr 3.2).

HAI

(RUINAS).

Nombre de dos ciudades.

  1. Ciudad ubicada en la parte central de Palestina, al este de Bet-el (Gn 12.8), junto a Bet-avén (Jos 7.2), y al norte de Micmas si Hai es Ajat de Is 10.28, como seguramente lo ES.

Después de conquistar a JERICÓ, los israelitas sufrieron una derrota en Hai por causa del pecado de ACÁN (Jos 7). Cuando Josué castigó el pecado de Acán, Israel consiguió la victoria que Dios prometió y Hai quedó convertida en ruinas (Jos 8). Esta victoria permitió a los israelitas entrar al corazón de Canaán. Hai llegó a ser ciudad efratea (1 Cr 7.28). Después del destierro la ocuparon los benjamitas (Neh 11.31).

La moderna Et-tell, tres kilómetros al este de Bet-el (Beitin Moderna), ha sido identificada con la Hai antigua, aunque la identificación todavía no es segura.

  1. Ciudad de Moab (Jer 3).

HALAC

Montaña que marcó el límite sur de las conquistas de Josué (Jos 11.17).

HALAH

Lugar en ASIRIA adonde fueron deportados los israelitas en 722 a.C. En la Biblia se menciona siempre en relación con GOZÁN y HABOR. No se sabe exactamente si se trata de una ciudad o una región. Se cree que el lugar quedaba en las vecindades de Harán (2 R 17.6; 18.11; 1 Cr 5.26).

HALHUL

Aldea en la zona montañosa de Judá (Jos 15.58), aproximadamente cinco kilómetros al norte de Hebrón.

HALÍ

Aldea de ubicación desconocida de la tribu de Aser, entre Helcat y Betén (Jos 19.25).

HALOHES

El nombre de uno o dos hombres en Nehemías.

  1. Padre de Salum, quien ayudó a reconstruir los muros de Jerusalén (Neh 12).
  2. Un hombre que firmó el pacto con Nehemías después de la cautividad (Neh 24). Quizás se trate de la misma persona del No. 1.

HAM

Ciudad al este del Jordán durante el tiempo de Abraham. Fue atacada por Quedorlaomer y otros reyes aliados (Gn 14.5).

HAMAT

Importante ciudad de SIRIA, situada junto al río Orontes. «Hasta entrar en Hamat» es expresión común en el Antiguo Testamento, que indica que esta era el límite septentrional de Israel (Nm 13.21; Jos 13.5; Jue 3.3).

Durante el reinado de DAVID había amistad entre este y Toi, rey de Hamat (2 S 8.9ss). Salomón edificó alfolíes en la tierra de Hamat (2 Cr 8.4). En días de Acab, Hamat hizo alianza con Ben-adad y Acab en contra de Salmanasar II. En 854 a.C., después de la batalla de Qarqar, quedó bajo Asiria. Aparece frecuentemente en la historia posterior de Israel y Judá durante el reinado de Jeroboam II (2 R 14.28; 17.24; 18.34; 19.13; Is 11.11; Am 6.2).

En la época intertestamentaria, durante el reinado de Antíoco IV, el nombre de Hamat fue cambiado en Epifanía. En 1 Mac 12.24, 25 se menciona como un campo de batalla de los Macabeos. Durante el dominio mahometano, Hamat era centro de influencia cristiana.

La Hamat moderna queda unos 180 km al norte de Damasco. Está edificada sobre ambas orillas del río Orontes. El área circunvecina es fértil, pero el clima es caluroso y húmedo.

HAMBRE

La escasez de alimentos en los tiempos bíblicos obedecía a causas muy variadas, sequía general o falta de lluvia en la estación señalada (1 R 18.1, 2; Am 4.6, 7), plagas (Éx 9.13–10.20; Am 4.9), saqueos (Is 1.7), sitios (2 R 6.25), etc. Hubo casos extremos en que se llegó a practicar el canibalismo en las ciudades sitiadas (2 R 6.28; Lm 4.10).

Los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob sufrieron períodos de hambre generalizada (Gn 12.10; 26.1; 41.54) y tuvieron que recurrir a las naciones vecinas, especialmente a Egipto JOSÉ), cuya renombrada fertilidad (Dt 11.10) se debía más bien a las inundaciones del NILO que a las lluvias. La Biblia registra también hambre en el tiempo de RUT (1.1), de David (2 S 21.1), de ELÍAS (1 R 18.2), de ELISEO (2 R 4.38) y de Claudio (Hch 11.28).

El hambre muchas veces fue un castigo que envió Dios para mostrar su desagrado y llamar a su pueblo al arrepentimiento (Dt 11.16, 17; Is 51.19; Am 4.6, 7). La Biblia establece que hay una estrecha relación entre la obediencia y la escasez (Dt 11.15–17; 28; Jer 14), y que el hambre y la abundancia, al igual que todas las cosas, están en las manos de Dios (Am 4.6, 7; Hag 1.6, 9–11; Ap 6.8).

Jesús incluye el concepto hambre en las BIENAVENTURANZAS tanto en la versión de Lucas como en la de Mateo. Este último habla de «los que tienen hambre y sed de justicia» (Mt 5.6), mientras Lucas de «quienes tengáis hambre ahora» (Lc 6.21). Mateo acentúa la línea ética. Lucas apoya una línea escatológica de la cual podemos derivar, también, una ética, pero especialmente una perspectiva soteriológica (Lc 15.11–24; 16.19–31). En la perspectiva escatológica el hambre desaparecerá en el momento en que Dios actúe para salvar a su pueblo:

«No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene piedad de ellos los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas» (Is 49.10; Ez 34.23–31).

HAMEA

Torre de Jerusalén (Neh 3.1).

HAMEDATA

(DADO POR LA LUNA).

Padre de Amán el agagueo (Est 3.1).

HAMELEC

Padre de Jerameel y de Malquías (Jer 36.26; 38.6). La palabra hebrea quizás no se refiera a  un nombre propio, sino a un título general que significa «el rey».

De ahí que en la Biblia de Jerusalén aparezca la frase «hijo del rey».

HAMMURABI

Sexto rey de la primera dinastía de BABILONIA, que reinó sobre esa ciudad ca. 1792–1750 a.C. Fue el verdadero fundador de la grandeza de Babilonia, que hasta entonces había sido solo una más entre tantas ciudades al sur de Mesopotamia, sometida con frecuencia a la hegemonía de Larsa o de Isin.

En la capital babilónica, Hammurabi hizo grandes construcciones que sus contemporáneos llegaron a admirar. Se rodeó de eruditos, artistas y literatos que dieron comienzo a la edad de oro de la antigua civilización babilónica. Sin embargo, quizás el principal logro de Hammurabi, y ciertamente el más famoso, fue la magna empresa de organizar todas las leyes vigentes en lo que recibió el nombre de «Código de Hammurabi». Este código no era una legislación original, sino más bien la organización de las leyes y costumbres que a través de los años habían ido estableciéndose, y algunas de las cuales eran de origen sumerio. Hammurabi y sus jurisconsultos, sin embargo, lograron dar cierta medida de uniformidad a esta abigarrada colección de jurisprudencia.

El Código de Hammurabi es una de las principales fuentes que tenemos para reconocer la vida y costumbres de los babilonios en el primer período de florecimiento de la gran ciudad. Es notable la semejanza de este código con el «Libro del Pacto» (Éx 20–24) y con el PENTATEUCO, pero también son de notar las diferencias muy marcadas.

Antiguamente se identificaba a Hammurabi con AMRAFEL de Gn 14.1, pero los eruditos rechazan ahora esta identificación.

HAMOLEQUET

Hija de Maquir y hermana de Galaad, el nieto de Manasés (1 Cr 7.18).

HAMÓN

Nombre de dos asentamientos en Israel.

  1. Aldea de la tribu de Aser de ubicación desconocida (Jos 28).
  2. Ciudad de la tribu de Neftalí asignada a los levitas (1 Cr 76).

Esta probablemente sea la misma Hamat (1 Cr 6.76) y Hamot-dor (Jos 21.32).

HAMONA

Nombre simbólico de una ciudad en el Valle de Hamón-gog donde las fuerzas del mal de Gog se derrotarán (Ez 39.16).

HAMÓN-GOG

(MULTITUD DE GOG).

Nombre de un valle donde las fuerzas del mal de Gog y sus aliados caerán derrotados en el conflicto final con Israel (Ez 39.11, 15).

HAMOR

Príncipe heveo y habitante de SIQUEM, a cuyos hijos Jacob compró un terreno por cien monedas (Gn 33.19) en el cual más tarde sepultaron a José (Jos 24.32; Hch 7.16).

Siquem, el hijo de Hamor, violó a DINA, la hija de Jacob, y al vengarse los hermanos de esta, dieron muerte a Hamor y a todos los hombres de la ciudad (Gn 34).

HAMOT-DOR

Ciudad fortificada de Neftalí asignada a los gersonitas (Jos 21.32).

Esta quizás sea la misma ciudad de HAMÓN (1 Cr 6.76) y HAMAT (Jos 19.35).

HAMUEL

Hijo de Misma, descendiente de Simeón (1 Cr 4.26).

HAMUL

Hijo de Fares, quien fue hijo de Judá y Tamar (Gn 46.12).

HAMUTAL

Hija de Jeremías de Libna, una de las esposas del rey Josías y madre de Joacaz y Sedequías (2 R 23.31; 24.18).

HANAMEEL

Hijo de Salum y primo de Jeremías el profeta. Le vendió a Jeremías una heredad durante el sitio de Jerusalén por los babilonios (Jer 32.7–12).

HANÁN

Nombre de varios hombres del Antiguo Testamento.

  1. Hijo de Sasac y jefe de familia de la tribu de Benjamín (1 Cr 23).
  2. Hijo de Azel y descendiente de Saúl y Jonatán (1 Cr 38).
  3. Hijo de Maaca y uno de los valientes de David (1 Cr 43).
  4. Fundador de la familia de los Nefusim (sirvientes del templo) que volvió de la cautividad con Zorobabel (Esd 46).
  5. Uno de los levitas que ayudó a interpretar la Ley que Esdras les leyó (Neh 7).
  6. Uno de los levitas que firmó el pacto junto con Nehemías (Neh 10; 13.13). Quizás se trate de la misma persona del No. 5.

7, 8. Dos principales del pueblo que firmaron el pacto con Nehemías (Neh 10.22, 26).

  1. Hijo de Igdalías y profeta cuyos hijos tenían aposentos en el templo (Jer 35.4).

HANANEEL

(DIOS ES MISERICORDIOSO).

Torre en el muro nordeste de Jerusalén, entre la puerta del Pescado y la puerta de las Ovejas (Neh 3.1; 12.39; Jer 31.38; Zac 14.10). Por su posición, siempre requería mucha fortificación. Puede ser el mismo sitio de la torre ANTONIA en la época romana.

HANANI

(ABREVIATURA DE HANANÍAS).

  1. Músico levita, hijo de Hemán, en tiempos de David (1 Cr 25.4, 25).
  2. Vidente encarcelado por hablar la palabra de Dios a Asa (2 Cr 16.7–10). Era padre del vidente Jehú (1 R 16.1, 7; 2 Cr 19.2; 34).
  3. Sacerdote, hijo de Imer, casado con una extranjera en tiempo de Esdras (Esd 20).
  4. Hermano de Nehemías que llevó a este las noticias de la situación en Jerusalén. Luego fue encargado de cuidar las puertas de Jerusalén (Neh 1.1–3; 2, 3).
  5. Sacerdote y músico (Neh 36).

HANANÍAS

Nombre común en el Antiguo Testamento que quiere decir «Jehová se ha compadecido». La forma griega es Ananías.

Fue el nombre del falso profeta de Gabaón que, contradiciendo la profecía de JEREMÍAS y durante el reinado de SEDEQUÍAS, profetizó que el yugo de Babilonia sería quebrado en dos años. Como resultado surgió una disputa sobre cuál de los dos profetas era el verdadero portavoz de Dios (Jer 28.1–17).

Los demás que en el Antiguo Testamento llevan este nombre se mencionan en 1 Cr 3.19; Esd 10.28; Neh 7.2; 3.8, 30; 10.23; 12.41; Jer 37.13–15; Dn 1.6, 7.

Compárense los ANANÍAS del Nuevo Testamento: Hch 5.1; 9.10–18; 23.2.

HANATÓN

Aldea al norte de la tribu de Zabulón (Jos 19.14).

HANIEL

Hijo de Hula y cabeza de familia paterna y valiente guerrero de la tribu de Aser (1 Cr 7.39).

HANOC

(DEDICADO).

Nombre de dos hombres del Antiguo Testamento.

  1. Hijo de Madián. Hanoc fue un descendiente de Abraham y Cetura (Gn 25.4; 1 Cr 33).
  2. Hijo mayor de Rubén (Gn 46.9; 1 Cr 5.3). En Nm 26.5 se le llama Enoc y fundador de los enoquitas.

HANÚN

Nombre de dos hombres del Antiguo Testamento.

  1. Rey de los amonitas que provocó una guerra entre Amón e Israel, al insultar a los embajadores de David. Después de deponerlo, David colocó en su lugar a Sobi, hermano de Hanún (2 S 10; 27ss).
  2. Habitante de ZANOA que ayudó en la restauración del muro de Jerusalén, en tiempos de Nehemías (Neh 3.13, 30).

HAQUILA

Nombre de un collado o colina rocosa en las regiones desérticas de ZIF. Fue allí donde David y sus seiscientos soldados se ocultaron al perseguirlos Saúl. Allí David perdonó la vida a Saúl (1 S 23.19; 26.1, 3–12).

HARA

Región de Asiria adonde Tiglat-pileser llevó cautivos a muchos israelitas (1 Cr 5.26).

HARADA

Uno de los lugares donde los israelitas acamparon en el desierto (Nm 33.24–25). Se desconoce su ubicación exacta.

HARÁN

Nombre de tres hombres y una ciudad en el Antiguo Testamento.

  1. Tercer hijo de Taré y padre de Lot; hermano de Abraham y de Nacor. Nació en Ur (Gn 11.26– 31).
  2. Ciudad al norte de Mesopotamia, ubicada 32 km al sudeste de Urfa en la Turquía Oriental de hoy. Allí vivió Abraham con su padre, cuando ambos emigraron de Ur; y de allí salió, después de la muerte de su padre, hacia Canaán (Gn 11.31, 32; cf. Hch 7.2, 4).

Esto confirma el origen arameo de los patriarcas (Dt 26.5). Rebeca, la esposa de Isaac, fue traída de Harán. Más tarde Jacob huyó hacia allá y se casó con dos hijas de su tío Labán, Lea y Raquel (Gn 27.43; 28.10; 29.4). Todos sus hijos, excepto Benjamín, nacieron en Harán (Gn 29.32–30.24). Posiblemente la ciudad se fundó durante la tercera dinastía de Ur (ca. 2000 a.C.), siendo siempre un centro de adoración a la luna.

Recientes descubrimientos concuerdan con Ez 27.23, que cataloga a Harán como una famosa ciudad comercial. Según Is 37.12 y 2 R 19.12 fue devastada antes de Senaquerib.

No obstante, las excavaciones demuestran que Harán sobrevivió hasta la época cristiana a lo largo de los períodos asirio, babilónico e islamita.

  1. Un hijo de Caleb y Efa, su concubina. Harán fue el padre de Gazez (1 Cr 46).
  2. Un levita de la familia de Gersón e hijo de Simei. Harán vivió durante el reinado de David (1 Cr 9).

HARBONA

Uno de los eunucos responsables del harem del rey Asuero (Jerjes) de Persia (Est 1.10; 7.9).

HAREF

Hijo de Caleb y fundador de Bet-gader, una aldea en Judá (1 Cr 2.51).

HARET

Bosque en la zona montañosa de Judá donde David se ocultó de Saúl (1 S 22.5).

HARHAS

(ESPLENDOR).

Abuelo de Salum, el esposo de Hulda la profetisa.

HARIF

Nombre de dos hombres en el tiempo de Esdras y Nehemías.

  1. Fundador de una familia cuyos descendientes regresaron de la cautividad (Neh 24).
  2. Líder que firmó el pacto de cumplir la Ley, probablemente como representante de su familia (Neh 19).

HARIM

(DEDICADO A DIOS).

Nombre de cuatro hombres del Antiguo Testamento.

  1. Sacerdote encargado del tercer turno en el servicio de la casa de Dios (1 Cr 8).
  2. Antepasado de muchos israelitas que regresaron de la cautividad (Esd 2.32). Descendientes de Harim se divorciaron de sus esposas paganas (Esd 31).
  1. Cabeza de una familia sacerdotal que firmó el pacto con Nehemías (Neh 5).
  2. Otro israelita que firmó el pacto con Nehemías (Neh 27).

HAROD

Manantial cerca del monte Gilboa y donde Gedeón y sus soldados acamparon antes de derrotar a los madianitas (Jue 7.1)

HAROSET-GOIM

Pueblo cananeo, residencia de Sísara, asolado por Barac y Débora (Jue 4.2, 13, 16). Se desconoce el sitio del pueblo, pero se conjetura que es Tell Amar o Tell el-Harbaj, ambos situados al lado norte del río CISÓN. Otros opinan que se debe ubicar en los llanos de Sarón, porque Haroset quizás sea el Muh-rashti de las cartas de Amarna. Se llamaba «Haroset de las gentes» quizá debido a su población mixta.

HASABÍAS

Nombre de catorce hombres en el Antiguo Testamento.

1, 2. Dos levitas de la familia de Merari (1 Cr 6.45; 9.14).

  1. Hijo de Jedutún y cantor del templo (1 Cr 25.3, 19).
  2. Levita de la familia de Coat y descendiente de Hebrón (1 Cr 30).
  3. Hijo de Kemuel y jefe de la tribu de Leví durante el reinado de David (1 Cr 17).
  4. Uno de los jefes de los levitas durante el reinado de Josías de Judá (2 Cr 9).
  5. Un levita que volvió de la cautividad con Esdras (Esd 19).
  6. Uno de los doce principales sacerdotes que apartó Esdras para guardar el oro, la plata y los utensilios del templo después de la cautividad (Esd 24).
  7. Un israelita que ayudó a reparar los muros de Jerusalén (Neh 17).
  8. Un levita que firmó el pacto con Nehemías (Neh 11).
  9. Levita, hijo de Buni, que vivía en Jerusalén en tiempos de Nehemías (Neh 15).
  10. Levita descendiente de Asaf (Neh 22).
  11. Descendiente de Hilcías y sacerdote jefe de familia durante el sumo sacerdocio de Joiacim (Neh 21).
  12. Un levita después de la cautividad (Neh 24).

HASADÍAS

Hijo de Zorobabel (1 Cr 3.20).

HASAR-ADAR

Ciudad fortificada al sudoeste de Judá entre Cades-barnea y Carca (Nm 34.4; Adar en Jos 15.3).

HATÍN, CUERNO DE

Colina cerca de Hatín, en el camino de Magdala, en la costa oriental del mar de Galilea, a Caná y Nazaret. Según la tradición, en esta colina Jesús pronunció el Sermón del Monte (Mt 5.1). Una de las grandes batallas de la historia ocurrió en un lugar cercano a esta colina. El 4 de julio de 1187, en la batalla de Hatín, los cruzados sufrieron una decisiva derrota a manos de Saladino (1138–1193), un guerrero musulmán y el sultán de Egipto y Siria. La victoria de Saladino en Hatín le permitió capturar más tarde a Jerusalén en el mismo año, 1187.

HAURÁN

Altiplanicie al este del Jordán y al sur de Damasco (Ez 47.16, 18). Anteriormente se llamaba Basán. Posteriormente los romanos la llamaron Aurántidas.

HAVILA

(REGIÓN).

Nombre de dos hombres y dos territorios o regiones.

  1. Región por la que corría el río PISÓN (Gn 10–14).
  2. Zona habitada por los ismaelitas (Gn 25.17, 18) y los amalecitas (1 S 15.7), aunque el último caso presenta problemas textuales. La localización exacta de la región es incierta y se discute si estos pasajes se refieren a distintas regiones o a una sola. En todo caso, Havila debió estar situada en la península arábiga.
  3. Hijo de Cus (Gn 10.7; 1 Cr 1.9).
  4. Hijo de Joctán (Gn 10.29; 1 Cr 23).

HAVOT-JAIR

Grupo de aldeas, al este del Jordán en Galaad y Basán, capturadas por Jair, hijo de Manasés (Dt 3.14). Según Dt 3.4 había sesenta aldeas, pero según Jue 10.4 había solo treinta.

HAYA

Ver. CIPRÉS.

HAZAEL

Oficial de Ben-adad, rey de Siria (ca. 841–798 a.C.), a quien mató tomando después su lugar como rey (2 R 8.7–15; cf. 1 R 19.15). Inmediatamente después de llegar a ser rey, Hazael comenzó a atacar a Ramot de Galaad y a pelear contra Joram, hijo de Acab (2 R 8.28, 29). Continuó su guerra contra Israel, tomó el territorio al este del Jordán (2 R 10.32, 33; Am 1.4) y redujo el ejército israelita a un puñado insignificante (2 R 13.1–3, 7, 22). Hazael conquistó además la ciudad de Gat (2 R 12.17) y amenazó la ciudad de Jerusalén. Entonces Joás, rey de Judá, tomó todas las ofrendas y el oro de los tesoros, y lo dio todo a Hazael, quien por esto se retiró (2 R 12.17, 18; 2 Cr 24.23, 24).

Solo el rey de Asiria pudo detener al poderoso Hazael. Su hijo, Ben-adad II, le sucedió en ca. 798 a.C. (2 R 13.24).

Posiblemente Hazael haya sido el rey más poderoso de Damasco. Edificó y adornó su capital. Según Josefo, en sus días (37–100 d.C.) Hazael y Ben-adad eran adorados en Siria por su grandeza (Antigüedades IX. iv.6).

HAZAÍAS

Un hombre de Judá, de la familia de Sela (Neh 11.5).

HAZEROT

Sitio donde acamparon los israelitas después de KIBROT-HATAAVA (Nm 11.35; 12.16; 33.17, 18; Dt 1.1). Quizás fuera el actual oasis de Ain Khadra ubicado al nordeste del Sinaí, camino hacia el golfo de Aqaba. Aquí María y Aarón hablaron contra Moisés, celosos de la posición que ocupaba como portavoz de Jehová.

HAZOR

(POBLACIÓN O COLONIA).

Seis distintos lugares llevan este nombre:

  1. El Hazor más importante estaba en el norte de Israel y de Neftalí, en las alturas, y a siete kilómetros al oeste de la punta meridional de las aguas de Merón (Jos 36).

Garstang lo identificó en 1926 con Tel Waggas. Los arqueólogos, especialmente Yigael Yadin, han descubierto veintiuna ciudades o niveles en este TELL, y han demostrado que Hazor fue destruida completamente ca. 1300 a.C. Luego, los restos arqueológicos correspondientes a los años 1000 a 732 a.C. son distintamente israelitas. Que Hazor era un pueblo de mayor importancia se deduce de que su nombre aparece en la literatura extrabíblica: los textos execrativos de Egipto, las tablillas de MARI, de Babilonia, de UGARIT y en las cartas de AMARNA. Hazor era una ciudad principal de Canaán en el tiempo de Josué.  Su rey, Jabín, encabezó una coalición contra la invasión de los hebreos.

Ganó Josué y destruyó a Hazor (Jos 11.1–13). Más tarde, otro rey con el mismo nombre se levantó contra Israel, pero Barac y Débora lograron vencer al capitán del ejército, Sísara, a pesar de sus novecientos carros herrados (Jue 4.1–24). Salomón fortificó a Hazor y la convirtió en baluarte de Israel en el norte. Permaneció así por tres siglos, hasta que Tiglat- pileser III la destruyó en 732 a.C. (2 R 15.29) y nunca más volvió a figurar en la historia hebrea.

  1. Ciudad en el Neguev al sur de Judá, desconocida hasta hoy (Jos 23).
  2. Hazor-hadata (nueva). Aldea cerca de Hazor No. 2 (Jos 25).
  3. Otro nombre de la ciudad de Hezrón (Jos 25).
  4. Pueblo de Benjamín (Neh 11.33) que posiblemente sea el Baal-hazor de 2 S 13.23. Hoy es Khirbet Hazzur.
  5. Contorno en la parte de Arabia al este de Palestina, donde había pobladores seminómadas (Jer 49.28, 30, 33).

HEBER

Nombre de varios personajes del Antiguo Testamento.

  1. Hijo de Sala, descendiente de Sem y padre de Peleg, de quien derivan los hebreos (Gn 11.14; 1 Cr 1.25; Lc 3.35), y de Joctán (Gn 10.24–30). En Nm 24.24 Heber designa probablemente a Mesopotamia, país de origen de los hebreos.
  2. Hijo de Bería y nieto del patriarca Aser (Gn 46.17; 1 Cr 7.31, 32), fundador de la tribu aserita de los heberitas (Nm 45).
  3. Ceneo, esposo de Jael, la mujer que mató a Sísara y pariente de Hobab, suegro de Moisés (Jue 4.11, 17, 21).
  4. Varón o familia de la tribu de Judá (1 Cr 18).
  5. Varón o familia de la tribu de Gad (1 Cr 13).
  6. Varón o familia de la tribu de Benjamín (1 Cr 8.12, 17).

HEBREO, HEBREOS

Adjetivo gentilicio que designa el linaje del pueblo judío, la nación de Israel. (HEBREO, PUEBLO.)

HEBREO, IDIOMA

Idioma empleado para escribir todos los libros del Antiguo Testamento, con excepción de breves porciones de Esdras, Daniel y un versículo de Jeremías. Sin embargo, los judíos no llamaban hebreo a su idioma, sino «lengua de Canaán» (Is 19.18) o «lengua de Judá» (Neh 13.24; Is 36.11). En el Nuevo Testamento el término hebreo se emplea para designar tanto el arameo como el hebreo. Más tarde los rabinos al referirse al hebreo prefirieron llamarlo la «lengua sagrada».

El hebreo es un idioma que pertenece a la rama cananea de los idiomas semíticos y es semejante al ugarítico, fenicio, moabita y edomita. Posiblemente los hebreos adoptaron el dialecto de los cananeos al entrar en Palestina, y lo modificaron con algunas características de su idioma arameo. El idioma resultante se convirtió en el hebreo del Antiguo Testamento.

El hebreo se distingue por consistir en palabras con solo tres consonantes. Se escribe de derecha a izquierda y la estructura de sus frases es sencilla. El alfabeto consta de veintidós consonantes. Antiguamente se escribía sin indicar los sonidos vocales, los cuales se sobreentendían. El sistema para indicar estos sonidos se desarrolló andando el tiempo,  y el  que se halla en el texto masorético se confeccionó por los masoretas de la Escuela de Tiberio ca. 800 d.C.

Los sustantivos en hebreo se derivan mayormente de los verbos e indican, como en español, la persona o cosa que actúa o existe descrita por el verbo. El hebreo es concreto y práctico; es un idioma de acción. Su base es el verbo, muy sencillo en su expresión.

Aunque el tiempo se puede expresar como presente, pasado o futuro, la distinción entre ellos es flexible. El verbo aparece en dos estados: el perfecto y el imperfecto. Se puede indicar que la acción del verbo está determinada, o considerada como tal, con el perfecto.

Por otra parte se indica que la acción está incompleta, o considerada como tal, por medio del imperfecto. El imperfecto se modifica para indicar el imperativo y el modo voluntativo.  Además de los dos estados, la raíz del verbo se puede modificar para indicar siete clases distintas de acción. Se emplean ciertos cambios de vocales y consonantes para mostrar estos cambios. Dos de ellos se emplean para indicar el activo y pasivo de una acción sencilla. Otros dos cambios se usan para indicar una acción intensiva o de esfuerzo especial. Un cambio indica acción reflexiva sobre el sujeto del verbo. Dos cambios finales se emplean para indicar acción causativa en su forma activa y pasiva, por ejemplo: «él reinó» se cambia a forma causativa para decir «él hizo rey» (a alguien) o en pasivo «él fue hecho rey».

Naturalmente, el hecho de que los verbos no expresen claramente el tiempo da lugar a diversas interpretaciones, y por eso la traducción del Antiguo Testamento es más fluida que la del Nuevo Testamento. Muchas veces el hebreo emplea una serie de infinitivos para hacer gráfico un cuadro verbal. Aunque es un idioma concreto, el hebreo es pintoresco en sus descripciones; expresiones breves y fuertes dan la idea de energía y fuerza. Al lado del castellano el hebreo parece brusco y muy directo, pero en él se puede decir mucho con pocas palabras. Sin embargo, utiliza a la vez mucha repetición, como se ve especialmente en el paralelismo de la poesía hebrea.

Un problema con el hebreo es la ausencia de casos para los sustantivos. Por regla general se emplean las preposiciones y pronombres para indicarlos. El genitivo se indica por una combinación de sustantivos que a veces es ambigua. Por ejemplo, la expresión «un salmo de David» puede indicar un salmo dedicado a David, un salmo escrito por David o un salmo de la colección de David.

El hebreo más depurado se produjo durante la época de la monarquía y se encuentra en los libros de Reyes, Samuel, Jueces, etc. El hebreo de Amós, Isaías y Miqueas es también clásico en su pureza. Antes de la época cristiana el hebreo se sustituyó por el arameo como idioma popular, pero continuó como idioma de las Escrituras y hoy en día goza de nueva aceptación porque es el idioma oficial del actual estado de Israel.

Ciertas palabras en hebreo son tan significativas que es casi imposible traducirlas. Ejemplos son las palabras que expresan pecado, amor leal de Dios (khesed), «arrepentimiento», «ofrenda por el pecado», «justicia», «rectitud», «ley», «instrucción» (torá), etc.

HEBREO, PUEBLO

En la Biblia, la historia de la formación, desarrollo y consolidación del pueblo hebreo abarca un período que va desde Abraham hasta Salomón. Comienza en Gn 12 y sigue por todo el resto del Pentateuco, los libros de Josué, Jueces y Samuel, hasta 1 R 11.43, o su paralelo en 2 Cr 9.31. A groso modo se distinguen cuatro períodos en la historia de este pueblo: el de los patriarcas, el de la confederación de tribus o anfictonía, el de la conquista de la tierra de Canaán y el de la monarquía unida.

LOS PATRIARCAS

Abraham, o Abram, fue la primera persona en la Biblia que se le llamó hebreo (Gn 14.13). Después de eso, sus descendientes a través de Isaac y Jacob se les conoció como hebreos (Gn 40.15; 43.32). El término se usa cinco veces en la historia de José (Gn 39.14–43.32), incluyendo una referencia que hace de él la esposa de Potifar: «El siervo hebreo» (Gn 39.17). También José le dice al copero del faraón: «Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos» (Gn 40.15).

El pueblo de Israel siempre relacionó sus orígenes con quince nombres: Abraham, Isaac, Jacob y los doce hijos de este. El período de los patriarcas abarca los caps. 12–50 de Génesis. Empieza con el relato de 12.1–25.26, que gira alrededor de Abraham, de quien se dice que procedía de Ur, una de las tres ciudades principales del período acádico.

Después que Abraham abandona Ur juntamente con toda su familia y se traslada al occidente para poseer Canaán, la tierra que Dios le prometió, la historia del pueblo hebreo gira en torno a la posesión, pérdida y reconquista de esta tierra. De ABRAHAM saldrían varios pueblos además del hebreo. De su hijo Ismael saldrían los árabes; de uno de sus hijos con Cetura, los madianitas; de su sobrino Lot, los amonitas y los moabitas; y de su nieto Esaú los edomitas. Todos estos pueblos jugarían un papel muy importante como vecinos de los hebreos. Los hebreos propiamente dichos descienden, según el relato bíblico, directamente de ISAAC y de JACOB, cuyas peregrinaciones y experiencias se relatan en Gn 26.1–35.29.

El origen del término hebreo es un misterio para los eruditos. Varias teorías y conjeturas, dignas de estudio por separado, se han dado en cuanto al origen etimológico de la palabra «hebreo». No obstante, vale la pena observar la insistencia bíblica en el carácter semita de los hebreos y el papel importante que jugó Heber, bisnieto de Sem, en todo el Oriente (Gn 10.21ss). Algunos creen que la palabra surge de este prominente hombre del antiguo Medio Oriente conocido como Heber. De ahí que lo consideren como epónimo de los hebreos. Heber fue un descendiente de Noé a través de Sem y un antepasado de Abraham.

Heber, significa literalmente: «del otro lado», lo que quizás se refiera a la partida de Abraham desde Ur, una región al este del río Éufrates. Esta posibilidad armoniza con la declaración de Dios a los hebreos en tiempos de Josué: «Y yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río, y lo traje por toda la tierra de Canaán, y aumenté su descendencia, y le di Isaac. A Isaac di Jacob y Esaú. Y a Esaú di el monte de Seir, para que lo poseyese; pero Jacob y sus hijos descendieron a Egipto» (Jos 24.3–4). De los descendientes de Heber, se destacan Abraham, Nacor y Lot.

Algunos creen que el pueblo llamado habiru (o gabiru) que se menciona en textos de Mesopotamia y Siria Palestina del segundo milenio a.C. son los hebreos. Sin embargo, habiru se refiere más a cierto estrato social que a una raza. Es posible que los hebreos se incluyeran algunas veces entre los habiru (aunque de esto no hay certeza), pero los dos términos son sinónimos. Se cree que los hebreos fueron seminómadas que no llegaron a convertirse en un pueblo sedentario sino hasta mucho después de su entrada a Canaán (posiblemente Abraham fuera un caravanero comerciante). Hasta entonces eran más un clan (cam) que un pueblo o nación (goy).

El período de los patriarcas se diversifica con la presencia de los doce hijos de Jacob, nacidos de cuatro mujeres diferentes, vestigio quizás de diversos orígenes, seis de Lea, dos de Zilpa, dos de Raquel y dos de Bilha. Se relatan las experiencias de algunos de estos doce personajes, como por ejemplo, la guerra que Simeón y Leví declararon a los siquemitas (Gn 34), el incidente de Judá con Tamar (Gn 38) y, muy especialmente, todo lo concerniente a José (Gn 37–50). De especial interés para un estudio de los orígenes del pueblo hebreo es Gn 49, donde algo se dice en relación con lo que sucedería a cada uno de estos doce patriarcas.

En los orígenes del pueblo hebreo, como en los de todo el pueblo, hay huellas de la existencia de diferentes mezclas: «También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes» (Éx 12.38). En el Antiguo Testamento, hay una considerable evidencia de que los mismos hebreos se consideraron una raza mixta. En el tiempo que vagaron por el desierto y durante sus primeros años en Canaán, los hebreos experimentaron una mezcla de sangres debido a los matrimonios con las naciones vecinas. Cuando Abraham deseaba una esposa conveniente para Isaac, envió a buscar a Padan-aram, cerca de Harán, a Rebeca, hija del arameo Betuel (Gn 24.10). Jacob encontró a Raquel en el mismo lugar (Gn 28–29).

La sangre egipcia también apareció en la familia de José a través de los dos hijos de Asenat, Efraín y Manasés (Gn 41.50–52). Moisés tuvo una esposa madianita, Séfora (Éx 18.1–7), y una esposa etíope (cusita; Nm 12.1). Un buen núcleo de madianitas (Nm 11.4) parece haberse sumado a los hebreos. Los ceneos y recabitas llegaron a ser hasta más fieles a Jehová que los mismos judaítas (Jer 35.6–14). Y, naturalmente, cuando de buscar los orígenes hebreos se trata, no debe pasarse por alto Dt 26.5–9. Todo el período se cierra, finalmente, con el descenso de todo o parte del pueblo hebreo a Egipto; abarca los años de ca. 2000 a ca. 1700 a.C.

LA CONFEDERACIÓN DE TRIBUS

Los hicsos, ca. 1720 a.C., un pueblo de origen semita que ya dominaba toda Palestina, lograron dominar a Egipto y permanecieron allí ciento cincuenta años, constituyendo las dinastías XV, XVI y XVII. No es raro, por tanto, que José, siendo semita, alcanzara una posición de gran distinción bajo un faraón también semita.

Tampoco es raro que una vez expulsados los hicsos en 1570 a.C., por la famosa dinastía XVIII, los semitas que quedaron en Egipto fueran sometidos a dura esclavitud hasta ca. 1280 a.C., cuando Moisés logró reunir espiritual y materialmente a los elementos descontentos del pueblo de Israel para conseguir que se produjera el éxodo.

En el relato bíblico es notoria la independencia con que cada tribu actuaba al tomar sus decisiones y cómo estas se respetaban. Por otro lado, es también notoria la fuente de cohesión que las mantenía unidas alrededor de una sola deidad, Jehová, y de la experiencia del éxodo. Durante la peregrinación por el desierto, que duró toda una generación, se produjeron otras experiencias aglutinantes como la del Sinaí y, sin duda, otra gente de común origen se añadieron a la anfictionía. Al llegar en plan de conquista a Palestina, ya había un pueblo definido, aunque todavía por mucho tiempo cada tribu iba a mantener su identidad y, en muchos sentidos, su independencia en acción.

CONQUISTA DE LA TIERRA

La obra de Moisés había delineado en gran forma la anfictionía. A Josué tocaba la tarea de conducirlos en la conquista, dirigir el establecimiento ordenado de cada tribu, y guiarlos finalmente a lo que podría llamarse la consolidación de la anfictionía bajo un pacto eterno. Este pacto se relata dramáticamente en Jos 23.1–24.28.

La conquista no fue fácil ni rápida, pues había ya establecidos en la tierra otros pueblos y anfictionías con los cuales fue necesario pelear. A veces los hebreos quedaban como señores y amos, y otras como esclavos. No fue sino hasta el establecimiento de la monarquía absoluta que habría de cambiar la antigua anfictionía. De un sistema cuyo énfasis era la autonomía tribal, cambiaron a otro centrado en la nueva fisonomía monárquica.

ESTABLECIMIENTO DE LA MONARQUÍA

Los «ancianos» o jefes de tribus se dieron cuenta de que únicamente uniéndose bajo una autoridad central podrían someter a sus enemigos y establecer en el país un clima de paz que les permitiera organizarse y trabajar.

Después de algunos fallidos intentos escogieron a Saúl, más que todo por su evidente carisma, como jefe único de todas las tribus. Con él se establece la monarquía. Pero debido a que el momento era de transición, su tarea como «rey» no fue muy ilustre ni feliz. Tocó a David consolidar el reino sobre el trabajo iniciado por Saúl, para lo cual primero sometió a todos sus enemigos. Luego emprendió la conquista de otros pueblos y estableció un verdadero imperio. Los límites del reino davídico circundaban prácticamente toda la Palestina.

Salomón, con quien se afirma la dinastía davídica, sería el encargado de someter por la fuerza todo residuo de resistencia tribal interna y de enriquecer y llenar de gloria al pueblo hebreo durante su reinado. Es lamentable, pero también en el período salomónico se inició la desintegración del gran imperio davídico y la división del pueblo hebreo en dos naciones que jamás volverían a unirse: Judá e Israel.

CONCLUSIÓN

Aunque aun quedan muchos asuntos sin resolver acerca del origen de los hebreos, ninguna cultura les iguala en contribución a la humanidad. En un mundo pagano con muchos dioses, los hebreos adoraron a un supremo y santo Dios que demanda rectitud de su pueblo. De los hebreos también nació Jesucristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien dio su vida para librarnos de la maldición del pecado.

HEBREOS

EPÍSTOLA A LOS HEBREOS: Libro del Nuevo Testamento que explica cómo Jesucristo ha sustituido al judaísmo como la perfecta revelación de sí mismo. Comienza con un bello tributo a la persona de Cristo (1.1–3), y a través de sus páginas exhorta a los lectores a aferrarse a Cristo, nuestro Sumo Sacerdote. Al hacerlo utiliza ampliamente numerosas citas del Antiguo Testamento e imágenes para demostrar que Jesucristo es el todo suficiente mediador entre Dios y el hombre.

ESTRUCTURA DEL LIBRO

A lo largo de la historia cristiana se le ha llamado epístola. Sin embargo, no tiene todas las características de una EPÍSTOLA, pues carece de algunos de los rasgos formales de tal género. Aunque tiene una conclusión epistolar (13.22–25), no menciona su autor y no contiene saludos ni acción de gracias por sus destinatarios. Hebreos es más bien un sermón extenso o varios sermones unidos. El autor mismo le da el calificativo de «palabra de exhortación» (13.22).

EN LA PRIMERA PARTE de la obra (3.7–4.13), el autor demuestra que Jesucristo es el Hijo de Dios y, por ende, superior a los ángeles (1.1–2.18) y a Moisés (3.1–6). Esta parte contiene una advertencia de que no se deben perder las bendiciones («reposo») de Dios por incredulidad, como lo hicieron en el desierto los israelitas.

LA SEGUNDA PARTE se extiende hasta 10.18, y se demuestra que Cristo es el perfecto Sumo Sacerdote debido a que tiene la capacidad de compadecerse de nosotros y fue completamente obediente a Dios (4.14–5.10). Advierte entonces el peligro que representa abandonar la fe (5.11–6.20), tras lo cual presenta a Jesucristo como Sumo Sacerdote del orden de MELQUISEDEC (7.1–28). Este sacerdote, que se menciona en Génesis 14.18–20 y después en Salmo 110.4, es semejante a Cristo en el sentido de que, a diferencia de Aarón, surge en la historia sin predecesores ni sucesores. Era, pues, sacerdote para siempre, como Jesucristo (7.1–3). En esa calidad, Cristo inauguró un pacto nuevo y mejor (8.1–13), pues se presentó a sí mismo ante Dios como ofrenda y ofrendante, en lugar de ofrecer animales como se hacía anteriormente (9.1–10.18).

En la última sección se exhorta al lector a no renunciar a los beneficios de la obra de Cristo como Sumo Sacerdote (10.19–13.17). En un intento por detener la apostasía de algunos (10.19–39), el autor recuerda a los héroes de la fe (11.1–40), y pide que se corra con paciencia la carrera que tenemos por delante (12.1).

Termina con varias recomendaciones prácticas en cuanto a la vida cristiana (13.1–19), una bendición (13.20–21) y saludos (13.22–25).

HEBREOS: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza.

PRIMERA PARTE: La superioridad de la persona de Cristo (1.1—4.13)

SEGUNDA PARTE: La superioridad de la obra de Cristo (4.14—10.18)

TERCERA PARTE: La superioridad del sendero de la fe del cristiano (10.19—13.25)

AUTOR Y FECHA

Hay varias conjeturas respecto a la paternidad literaria de esta epístola: Pablo (porque algunos manuscritos posteriores incluyen su nombre), Bernabé, Apolos, Priscila y Aquila, etc., pero todas son eminentemente inciertas. Es improbable que PABLO sea el autor de Hebreos. Tanto su lenguaje como su teología difieren considerablemente del estilo literario y el pensamiento del Apóstol. Lingüística y conceptualmente, Hebreos es similar a Lucas-Hechos en el Nuevo Testamento. De todos modos, el autor era un judeocristiano helenista conocedor del idioma griego que estaba empapado extraordinariamente en la Septuaginta, de donde proceden sus citas del Antiguo Testamento. Así que podemos concluir que Hebreos es un documento anónimo.

Se han propuesto también varios lugares de origen: Roma, Éfeso, Antioquía, pero ninguno se ha adoptado como definitivo. En cuanto a fecha, la relación lingüística con Lucas-Hechos señala al período pospaulino, pero antes de 1 Clemente. Esta carta, escrita en el 96, parece conocer a Hebreos pero no menciona título ni autor (17.1; 36.2–5).

Timoteo, el joven compañero de Pablo, vivía todavía cuando Hebreos se escribió (Heb 13.23). Tanto el autor como sus lectores pertenecen a la segunda generación de cristianos (2.3). La referencia a sufrimientos (10.32–34) podría señalar a la época de Domiciano (81–96), solo que no ha habido martirios en la comunidad (12.4). Probablemente Hebreos se escribió entre 80 y 90, aunque no faltan partidarios de una fecha (67–69) antes de la destrucción de Jerusalén.

MARCO HISTÓRICO

Tradicionalmente se ha dicho que esta obra está dirigida a judeocristianos.

Indudablemente esto produjo el sobrescrito «a los hebreos» a fines del siglo II. Pero hay quienes piensan que pudo estar dirigida a algunos esenios ex miembros de la comunidad de QUMRÁN.

La carta no va dirigida a Jerusalén. La iglesia allí era pobre y necesitaba el apoyo de otras congregaciones, mientras que los lectores de Hebreos repetidamente habían apoyado a otros (6.10). No es posible aplicar los versículos 2.3s y 13.7 a los miembros de la comunidad primitiva, y la persecución a que se hace referencia no coincide con los períodos de sufrimiento de los cristianos en Jerusalén.

Lo más probable es que los destinatarios fueran predominantemente cristianos en general. Y esto no se contradice con los complicados argumentos bíblicos de la epístola, ya que en Gálatas, por ejemplo, se usan argumentos igualmente complicados con congregaciones gentiles. Además, desde muy temprano la iglesia gentil conocía el Antiguo Testamento, pues la evangelización había tenido este cuidado. El autor escribe partiendo de esta certeza (6.1), y no se preocupa por una aclaración más específica.

La epístola no ataca una herejía específica. La trayectoria cristiana de los destinatarios es digna de elogio (6.10; 10.32), pero atraviesan por un período de lasitud en la fe, temor al sufrimiento y falta de fidelidad hacia la congregación (5.11s; 10.25, 35; 12.3s, 12s; 13.17). Se trata de cristianos de segunda generación que han perdido el empuje inicial. Al describir magistralmente para ellos la salvación tan grande que poseen, el autor les advierte del peligro de apostasía en que están si no perseveran y mantienen la esperanza.

El pecado mayor en Hebreos es precisamente perder la esperanza, presente y futura, en la eficacia y realidad de la salvación a través de Jesucristo. Debido al carácter escatológico de las promesas de Dios, la fe y la esperanza son casi idénticas en significado (6.18–20; 10.23; 11.1, 10, 13–16, 39, 40; 12.1–3, 22–29).

APORTE A LA TEOLOGÍA

La mejor manera de entender la teología de Hebreos es compararla con la de Pablo. Tiene algunos aspectos que recuerdan a Pablo: Cristo el Hijo, el agente preexistente de la creación; la muerte de Cristo por el pecado como punto central en la salvación; el concepto del nuevo orden de Dios (nuevo PACTO, 8.8ss; 9.15; 12.24; cf. 1 Co 11.25; 2 Co 3.6, 14; Gl 4.24). Pero el autor de Hebreos tiene su propio pensamiento y aun cuando usa conceptos que aparecen en Pablo, lo hace a su manera. Pablo habla constantemente de la resurrección de Cristo; Hebreos subraya la exaltación al cielo. Pablo resume la obra salvífica de Cristo como reconciliación; Hebreos la llama preferentemente purificación, santificación y perfección.

El concepto medular de Hebreos, el sumo sacerdocio de Jesucristo, no aparece en Pablo. Hebreos dice muy poco de la justificación que viene por la fe y no por las obras de la Ley, o de la dicotomía carne/espíritu. No emplea la frase paulina «con Cristo» y no dice nada referente al lugar de los judíos y los gentiles en el plan de la salvación.

A diferencia de Pablo, quien concibe la Ley desde el punto de vista de la demanda moral y como un poder autónomo, Hebreos presenta la Ley básicamente en su aspecto cultural, como una institución para la expiación, acorde con la revelación de la salvación en el Nuevo Testamento. Es una preparación imperfecta. Pablo en ningún sitio sostiene la imposibilidad de un segundo arrepentimiento, Hebreos sí (6.4; 10.26; 12.17).

Este contraste con Pablo revela al autor de esta exhortación como un cristiano de extracción judía, sumamente brillante y original en su perspectiva teológica.

OTROS PUNTOS IMPORTANTES

Hebreos 6.4–6 y 10.26 han consternado a muchos cristianos. En ellos se advierte que si una persona se aparta de Cristo voluntariamente, ya no puede recibir perdón.

Algunos comentaristas presentan estos versículos como prueba de que uno puede perder la salvación. Pero otros afirman que el énfasis es diferente, que más bien quieren decir que si uno cayera de la gracia no podría ser perdonado otra vez. Por lo tanto, es imposible caer de la gracia.

En realidad, la intención de estos versículos es hacer que los cristianos recuerden siempre el gran costo de la gracia de Dios, y que tomen bien en serio su profesión de fe.

La intención no es que los cristianos duden de su salvación. No hay ninguna prueba bíblica de que alguien que haya deseado el perdón de Cristo no lo haya recibido.

HEBRÓN

Antigua ciudad de Palestina cuyo nombre original fue QUIRIAT-ARBA (Gn 23.2; Nm 13.22; Jos 20.7). Se hallaba a unos treinta y dos kilómetros al sudoeste de Jerusalén y casi mil metros sobre el nivel del mar.

Estaba rodeada de viñedos notables por su verdor y sus uvas blancas, y de frondosos olivares.

El agua también abundaba.

Hebrón fue el sitio predilecto de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob. Todos ellos fueron sepultados allí en «la cueva de la heredad de Macpela», una especie de sepulcro perpetuo. También los familiares de los patriarcas fueron sepultados en dicha cueva (Gn 23.19, 20; 49.30, 31; 50.13).

Cuando Moisés envió a un grupo de espías desde el desierto de Parán, para reconocer la tierra de Canaán, estos llegaron hasta Hebrón la cual estaba poblada por gigantes. Se mencionan Ahimán, Sasai y Falmai, hijos de Anac (Nm 13.22, 33), a los cuales Josué capturó posteriormente al iniciar sus guerras de conquista (Jos 10.39; 11.21–23).

Hebrón fue asignada a Caleb (Jos 14.12; Jue 1.20) y llegó a constituirse más tarde en una ciudad levítica (Jos 21.11–13) y una de las tres ciudades al occidente del Jordán llamadas «ciudades de refugio». De estas las otras dos fueron Cedes y Siquem (Jos 20.1–7).

David fue ungido rey en Hebrón (2 S 2.11) y allí mismo nacieron seis de sus siete hijos (2 S 3.2–5). Durante los siete años y seis meses que reinó sobre Judá, hizo de Hebrón el asiento de su trono, pero después lo estableció en Jerusalén (2 S 5.5). Desde Hebrón Abasalón organizó y dirigió una sublevación contra su propio padre, David (2 S 15.10).

Se supone que durante el cautiverio Hebrón quedó prácticamente desierta. Fue entonces ocupada por los edomitas, pero los «hijos de Judá» la repoblaron cuando volvieron de la cautividad (Neh 11.25). Posteriormente fue conquistada por los idumeos. Judas Macabeo la recobró, pero los romanos la quemaron en el año 69 a.C.

HECHICERÍA

Práctica que trata de influir en las personas y los hechos por medios «sobrenaturales» u ocultos. El Antiguo Testamento la condena por ser una forma velada de IDOLATRÍA. En efecto, quien recurre a la hechicería muestra que no confía en el Dios de Israel, sino en otros poderes misteriosos. El Antiguo Testamento, sin embargo, no da a entender que tales poderes no existan, y que por tanto la hechicería sea un engaño. Más bien, en 1 S 28.3–20, por ejemplo, Saúl logra hablar con el difunto Samuel, y el texto no dice explícitamente que esto haya sido un engaño de la bruja (PITÓN). Pero Dios condenó la acción de Saúl, pues toda hechicería se opone a la Ley. En Dt 18.10ss se expresa la prohibición general: «No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique ADIVINACIÓN, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni ENCANTADOR, ni adivino, ni MAGO, ni quien consulte a los muertos».

En el Nuevo Testamento la hechicería también se considera una abominación. Pablo la coloca entre las «obras de la carne» (Gl 5.20), y los primeros cristianos, así como sus contemporáneos judíos, la veían no como un engaño sin fundamento, sino como un acto de sujeción a poderes ajenos al único Dios. Creían que la hechicería era real, pero solo gracias al respaldo que los demonios le daban. Por tanto, los hechiceros serán enjuiciados severamente (Ap 9.21; 18.23; 21.8; 22.15).

Como puede verse en Dt 18.9–14, la hechicería toma muchas formas. Sus objetivos son principalmente dos: predecir el futuro e intervenir en él mediante algún poder oculto.

Para el primero se practicaba comúnmente la ASTROLOGÍA, especialmente en Mesopotamia, donde la ciencia astronómica había alcanzado cierto desarrollo, a la vez que se confundía con todo un sistema religioso centrado en los movimientos de los astros. Otro medio de predecir el futuro era examinando las entrañas de animales sacrificados (Ez 21.21), u observando el vuelo de ciertas aves. También se acostumbraba invocar a los espíritus de los muertos (Is 8.19), con miras a averiguar algo del futuro o recibir consejos al respecto. Mucho menos perniciosa era la seudociencia de la interpretación de SUEÑOS.

Pero la hechicería no se limitaba a predecir el futuro, sino que también intentaba influir en él mediante sortilegios y otras MAGIAS. Estas prácticas se basaban en una concepción del mundo y de los dioses según la cual estos (que eran muchos y peleaban entre sí) no pueden, o no quieren, cumplir ciertas funciones, y resulta entonces necesario que los hombres los estimulen o los fortalezcan. Un gesto, pues, de magia, un sacrificio, o una fórmula pronunciada ayuda u obliga a los dioses a hacer un favor, o bien debilita a sus enemigos. Otras veces, se teme que algún ser maligno pueda hacerle daño a la persona, y entonces el devoto de la hechicería usa amuletos u otros medios para ahuyentar a tales seres (EXORCISTA).

Aunque las leyes más antiguas (Éx 22.18) hablan solo de hechiceras, los hechiceros hombres se incluyen en las menciones posteriores (Is 47.12; Dn 2.2; Miq 5.12). Las campañas de Saúl (1 S 28.3) y Josías (2 R 23.24) no lograron su completo exterminio en Israel (2 R 17.17; 21.6; Is 3.2; 8.19; Jer 27.9; 28.9; Os 4.12).

HECHOS DE LOS APÓSTOLES

HECHOS DE LOS APÓSTOLES Quinto libro canónico del Nuevo Testamento y segundo tomo de la obra extraordinaria de Lucas (EVANGELIO DE LUCAS) que presenta la vida de Jesús, prolongada luego en la vida de la Iglesia hasta el año 61.

ESTRUCTURA DEL LIBRO

Hechos de los Apóstoles es como un drama con dos personajes principales: Pedro y Pablo. Este drama representa el esparcimiento del evangelio de Jerusalén, la ciudad donde crucificaron a Cristo, hasta Roma, capital del Imperio Romano.

Lucas comienza su narración donde la había dejado en el Evangelio, el que identifica como «el primer tratado» (1.1), y describe los acontecimientos que precedieron la ascensión del Señor (1.9–11). Tal como les pidió el Señor, los discípulos esperaron hasta la llegada del Espíritu Santo, hecho que marcó el establecimiento de la Iglesia (1.12–2.47).

La iglesia comenzó a progresar y a multiplicarse en Jerusalén (3.1–8.3). Los discípulos predicaban con valentía, y el Señor los respaldaba con grandes milagros (3.1–5.16). Esto trajo problemas que culminaron con la muerte del primer mártir (6.8–7.60) y la primera persecución, que obligó a los creyentes a dispersarse (6.8–8.3).

Fiel a su promesa, Dios hizo que todo redundara en bien de su Iglesia. No solo la Iglesia se vio obligada a ir por todo el mundo, sino que uno de sus más encarnizados perseguidores, Saulo de Tarso, abrazó la fe que perseguía (9.1–31). Con el tiempo se convertiría en el gran apóstol Pablo.

Pedro siguió muy activo con un ministerio de gran alcance (9.32–11.18). Comenzaron a surgir grupos de creyentes que formaron iglesias. Una de estas, la de Antioquía, habría de tener una gran influencia en el desarrollo de la obra misionera (9.32–12.24). Fue precisamente esta iglesia la que impulsó el primer viaje de Pablo por Asia Menor y Grecia (12.25–14.28). Pablo se convirtió en el personaje principal del libro.

El primer viaje de Pablo fue un éxito, pero la conversión de los gentiles amenazó con crear problemas. Se celebró entonces el primer concilio de la iglesia en Jerusalén, en el que Pablo relató lo que el Señor estaba haciendo entre los gentiles. La iglesia, dirigida por el Espíritu Santo, tomó decisiones sabias (15.1–35).

El resto del libro es el relato de la obra que Dios fue realizando a través del apóstol Pablo. Este realiza dos viajes más (15.36–18.22 y 18.23–21.14). Por todas partes van quedando iglesias. Pero en un viaje a Jerusalén, Pablo cae preso y lo llevan prisionero a Roma, viaje que aprovecha para testificar del amor de Dios (21.15–28.31).

HECHOS: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza

PRIMERA PARTE: El testimonio en Jerusalén (1.1—8.3)

SEGUNDA PARTE: El testimonio en Judea y Samaria (8.4—12.24)

TERCERA PARTE: El testimonio por toda la tierra (12.25—28.31)

AUTOR Y FECHA

La fecha de Hechos tiene que caer después de Lucas, o sea, entre 75 y 85 d.C.; pero muchos lo fechan en 62 d.C. Aunque los dos tomos son anónimos, los padres de la iglesia los atribuyen a Lucas, compañero de Pablo (cf. Flm 24; Col 4.14; 2 Ti 4.11). A veces se discute el significado de los pasajes en que el autor cambia repentinamente de tercera persona a primera persona y dice «nosotros» (Hch 16.10–17; 20.5–15; 21.8–18; 27.1–28.16), sugiriendo así que era testigo ocular. En realidad, no hay impedimento insuperable para que Lucas fuera el compañero de viaje de Pablo.

Lo que el texto sí revela de Lucas es su control de diferentes estilos literarios, su preparación HELENISTA, su conocimiento vasto del Antiguo Testamento, su talento como narrador y su imaginación como tejedor de un relato conexo y complejo.

En sus descripciones breves y magistrales Lucas conjuga todo un mundo. Por ejemplo, con dos trazos Pedro sale de la prisión y tipifica así la salvación de todo creyente (cf. el himno bautismal citado en Ef 5.14, que alude a este rescate); de igual manera, el naufragio de Pablo (27.1–44) ejemplifica la protección divina otorgada a los portavoces del evangelio. Tales narraciones (1.1) contadas «en secuencia» (1.3) convencen al lector. Los discursos de defensa de Pablo (22.3–21; 24.10–21; 26.4–23) nos persuaden de la veracidad del orador. Para leer Hechos con entendimiento, entonces, tenemos que captar sus temas mediante el argumento narrativo, su trama. Por tanto, la secuencia de los acontecimientos es de vital importancia.

MARCO HISTÓRICO

Aunque históricamente las buenas nuevas se difundieron por muchos caminos a partir de Jerusalén, Hechos se concentra en el camino que conduce a través de Antioquía a Roma. Sabiendo perfectamente que han transcurrido los martirios de Pedro y de Pablo, Lucas celebra la victoria del mensaje en la capital del mundo conocido. Quiere dar a entender que el fin «abrupto» de Hechos obedece al plan teológico de la obra.

APORTE A LA TEOLOGÍA

Además de ser hábil historiador y literato, Lucas ha producido una obra eminentemente teológica. A diferencia de Pablo y Marcos, cuya expectativa frente a la pronta venida de Jesucristo deja huellas profundas en el Nuevo Testamento, Lucas prevé un período nada corto de misión universal de la iglesia antes de la parusía. El acontecimiento salvífico, pues, abarca  no solo la carrera terrestre de Jesús, sino la historia de la iglesia guiada por el mismo ESPÍRITU.

La expansión de la iglesia está siempre bajo el signo de este Espíritu de la profecía, que toma la iniciativa en encrucijadas importantes (por ejemplo, 8.29; 10.44; 11.16; 13.2), sea para inhibir un plan de acción (16.6), sea para fomentar otro.

Hechos presenta a la primerísima iglesia (1–7) como un ISRAEL restaurado. Tanto es así que la venida del ESPÍRITU tiene que aguardar la elección de un nuevo APÓSTOL, para que haya doce líderes exactamente (1.12–26). Las promesas hechas a Abraham tienen que cumplirse, pero esto sucede precisamente en Jesús (al decir de Pedro, 2.14–36). Más tarde, en su misión que por definición se dirige a los gentiles, Pablo también buscó comenzar su predicación en la SINAGOGA de cada ciudad de la diáspora (Lucas repite esta pauta siete veces), a pesar del rechazo que sufre a manos de la vasta mayoría de los judíos (por ejemplo, 13.45).

La iglesia producto de esta misión procura mantener el contacto con la iglesia madre en Jerusalén, más apegada a las demandas de la Ley; pero la relación se hace tensa. La OFRENDA, por ejemplo, ideada por Pablo como pieza central en su plan de misión entre los que no son judíos, es destinada a esta iglesia madre y no al TEMPLO.

Los últimos versículos del libro (28.28–31) sugieren que el futuro de la fe cristiana no se halla en el conservadurismo de Jerusalén, sino en el evangelio de la salvación gratuita abrazado por los gentiles.

En el libro nos encontramos con no menos de veinticuatro discursos (que constituyen un tercio del texto), usados como apología en pro de los temas predilectos de Lucas: la afirmación del mundo, la «visitación» por Dios que invierte los papeles de pobres/ricos, dignos/indignos, enfermos/sanos, la salvación de los «insalvables», el progreso del evangelio como Palabra de Dios, la importancia de la conversión y la respuesta de la fe.

OTROS PUNTOS IMPORTANTES

Casi una quinta parte de Hechos consiste en discursos, principalmente de Pedro, Esteban y Pablo, que constituyen una proclamación básica que se puede bosquejar así:

  1. Las promesas de Dios en el Antiguo Testamento ya están
  2. Jesús de Nazaret es el Mesías
    1. Jesucristo realizó obras buenas y poderosas con poder
    2. A Cristo lo crucificaron conforme al propósito de
    3. Dios levantó a Cristo de entre los
    4. Ahora Cristo reina por el poder de
    5. Cristo volverá a juzgar y a restaurar las cosas conforme al propósito de
  3. Todo el que oye debe arrepentirse y

Este bosquejo es el más antiguo ejemplo del evangelio que proclamaba la iglesia primitiva. Es «el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo» (Ef 2.20). Sobre esto se asienta la Iglesia. En este sentido, el libro de los Hechos todavía está inconcluso, porque cada generación recibe del Espíritu Santo la capacidad de añadir a sus capítulos al proclamar las buenas nuevas de Jesucristo.

HEFER

Nombre de tres hombres y una aldea.

  1. El hijo menor de Galaad y fundador de los heferitas (Nm 32; 27.1).
  2. Una ciudad al oeste del río Jordán que Josué conquistó (Jos 17).
  3. Un descendiente de Judá e hijo de Asur y Naara (1 Cr 6).
  4. Uno de los valientes de David (1 Cr 11.36).

HEFZI-BÁ

(MI DELICIA ESTÁ EN ELLA).

Nombre simbólico además del de una reina de Judá.

  1. La esposa de Ezequías y madre de Manasés (2 R 1).
  2. Un nombre simbólico que usó el profeta Isaías para referirse a la Jerusalén restaurada al favor de Dios (Is 4).

HEGAI

Eunuco al servicio del rey Asuero (Jerjes) de Persia, quien tenía la responsabilidad del harem real (Est 2.3).

HELBÓN

Pueblo productor de vino que abastecía a Tiro (Ez 27.18). Posiblemente pueda identificarse hoy con Halbum, una aldea situada veinte kilómetros al noroeste de Damasco, todavía famosa por sus uvas. Puesto que ahora la población es predominantemente mahometana, se usan las uvas para la elaboración de pasas en vez de vino.

HELCAT

Ciudad en la frontera sur de la tribu de Aser (Jos 19.25; 21.31) asignada a los levitas. Su sitio posiblemente pueda identificarse con la moderna Tel es-Harbaj, situada a unos diez kilómetros al sudeste de Haifa. Una variación del nombre de Helcat es Hucoc (1 Cr 6.75).

HELDAI

Nombre de dos hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Funcionario del rey David (1 Cr 15).
  2. Un israelita que trajo oro y plata de Babilonia para ayudar a los cautivos que regresaron a Jerusalén con Zorobabel (Zac 6.10). A Heldai también se le llama Helem (Zac 14).

HELEM

Nombre de dos hombres del Antiguo Testamento.

  1. Descendiente de Aser (1 Cr 7.35). Helem quizás sea el mismo que se menciona con el nombre de Hotam en el versículo 32.
  2. Un hombre que menciona el profeta Zacarías (Zac 6.14). Quizás sea el mismo

HELENISTA

Ver. GRECIA.

 HELES

(DIOS HA SALVADO).

Nombre de dos hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Uno de los valientes del rey David (2 S 26).
  2. Un hijo de Azarías de la tribu de Judá (1 Cr 39).

HELIÓPOLIS

Ver. ON.

HELÓN

Uno de la tribu de Zabulón y padre de Eliab (Nm 1.9).

HEMAM

Hijo de Lotán y nieto de Seir (Gn 36.22). También se le llama Homan (1 Cr 1.39).

HEMÁN

(FIEL).

Nombre de tres hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Uno de los sabios de Israel, de los «hijos de Mahol» según 1 R 4.31. Según 1 Cr 2.6 su padre era Zera, descendiente de Judá.
  2. Hijo de Joel y descendiente de Coat (1 Cr 6.33). Fue uno de los principales cantores y a la vez el director del coro del rey David (1 Cr 15.17, 19; 41, 42; 25.1, 4–6; 2 Cr 5.12; 35.15). Se llama «vidente» en cuanto a «las cosas de Dios» (1 Cr 25.5).
  3. Músico citado en el título del Salmo 88, que posiblemente sea el mismo «hijo de Mahol». Albright opina que la expresión «hijos de Mahol» quiere decir miembros del «coro musical».

HENA

Ciudad del Antiguo Testamento cuyo sitio exacto se desconoce (2 R 18.34; 19.13; Is 37.13).

HENO

Ver. HIERBA.

HERALDO

Ver. JUEGOS; PREDICACIÓN.

HEREJÍA

(EN GRIEGO, QUE SIGNIFICA SELECCIÓN, PARTIDO; SECTA).

Término que en el contexto particular de la iglesia adquirió un significado técnico, y señalaba cualquier desviación de la ortodoxia. De ahí las separaciones y divisiones en el orden doctrinal y eclesiástico. Este sentido de herejía empezó a usarse tan pronto como la iglesia se estableció y, por tanto, se consideraron ambas (la Iglesia y la herejía) como realidades excluyentes entre sí. En 1 Co 11.19 ya se usa herejía con este sentido negativo.

En Gálatas 5.20 la herejía se enumera entre las «obras de la carne». En Tito 3.10 se alude en forma generalizada a la persona hereje, a quien hay que evitar después de una o dos amonestaciones. En 2 Pedro 2.1 la herejía perniciosa de los falsos maestros mueve a los creyentes hacia la negación de su Señor. No obstante, no se alude a una herejía determinada. Apocalipsis sí condena la desviación de los NICOLAÍTAS. Aunque el elemento constitutivo de esta herejía no esté del todo claro, sabemos que trató de infiltrarse entre los fieles en Éfeso (2.6) y halló acogida en Pérgamo (2.15).

Desde el punto de vista teológico y ético, el problema de la herejía hoy más bien es determinar quién o quiénes establecen lo que es ortodoxia y sobre cuáles fundamentos esta se define. Debemos recordar que en lo que llamamos Nuevo Testamento coexisten diversos puntos de vista teológicos, cristológicos, neumatológicos o eclesiológicos y que no necesariamente son complementarios. Entre otros ejemplos de estas diferencias podemos citar cómo Marcos y Juan entienden lo escatológico, o preguntarnos por qué el Evangelio de Juan suprime las palabras eucarísticas que tanto Marcos, Lucas, Mateo, así como Pablo en sus escritos, preservan.

En segundo lugar, hay que destacar el desarrollo de la investigación bíblica y cómo esta ayuda a comprender el mundo de los primeros cristianos. Las investigaciones hechas resaltan el papel de la mujer en la vida de la iglesia primitiva, en el ministerio de Pablo y el de Jesús, papel que durante siglos las iglesias no han tomado en cuenta. Las ciencias bíblicas, al permitir una mejor comprensión de los textos, ponen en cuestión «verdades» que han prevalecido por el uso de la costumbre. Entonces, ¿hasta dónde las iglesias tienen o no la responsabilidad de incorporar los resultados de las investigaciones en la comprensión de la Biblia con el propósito de modificar la ortodoxia?

No podemos dejar de señalar que el esfuerzo por descubrir nuevos caminos que Dios abre a las iglesias para desarrollar sus ministerios requiere una profunda comprensión de  los tiempos y la libertad para percibir la acción del Espíritu en ese momento particular.

Esto significa que la ortodoxia debe ser lo suficientemente flexible para no terminar oponiéndose a Dios en nombre de Dios.

El punto de partida para una sana ortodoxia es sin duda el reconocimiento de que no podemos comprender totalmente a Dios. Reconocer que, aunque Jesús sea el punto culminante de la revelación y aunque tengamos la asistencia del Espíritu Santo, los hombres somos seres limitados y por ende no tenemos las condiciones físicas ni espirituales que nos permitan captar plenamente la realidad de Dios. Por esta razón, nuestra actitud debe ser de búsqueda, de permanente discernimiento, de apertura a los nuevos tiempos, de paciente espera y sobre todo de sed de conocimiento de Dios.

HERENCIA

Bien o bienes cedidos a familiar o familiares cercanos después de la muerte del poseedor, gracias al derecho establecido por la ley o la costumbre. La noción bíblica de herencia se desarrolla principalmente en Números y Deuteronomio, en anticipación de la distribución de terrenos en la tierra prometida, y procura conservar lo necesario para cada familia, a fin de que esta se mantenga con independencia y dignidad.

La tierra pertenece a la familia más bien que al individuo, y puede ser hipotecada pero no enajenada (Nm 36.6–9, JUBILEO). Según la ley de la herencia el hijo mayor recibe una doble porción (Dt 21.15–17, PRIMOGENITURA), pero los derechos de otros hijos, hijas y demás parientes también se toman en cuenta (Nm 27.1–11).

El sentido espiritual que adquiere la noción de herencia en la Biblia se liga a la del PACTO. Este sentido se desarrolla en un triple momento: Israel es la herencia de Jehová, la tierra prometida es la herencia de Israel (Dt 9.5; 1 R 8.36; Sal 105.9–11), y esta tierra llega a ser herencia de Jehová. Aunque toda la tierra es herencia del Señor, esta en particular se designa como su herencia. El derecho de posesión y herencia parte del hecho de que toda la tierra es propiedad de Jehová (Lv 25.23; cf. Is 14.2), quien la ha regalado a su pueblo (Sal 44.1–3). La Ley Mosaíca hizo innecesarios los TESTAMENTOS, aunque estos se introdujeron posteriormente (Gl 3.15; Heb 9.17). A veces el padre distribuye sus bienes estando aún vivo, como en «La parábola del hijo pródigo» (Lc 15.12).

El patrimonio religioso de Israel, en su totalidad y más elaborado, ha pasado a los cristianos, el nuevo ISRAEL de Cristo. En el Nuevo Testamento vale fundamentalmente destacar los siguientes hechos: Jesús ha sido constituido por Dios en heredero de todas las cosas (Heb 1.2), luego los creyentes, como hijos de Dios, son herederos de Dios mediante Jesucristo (Ro 8.14– 17). Su herencia incluye el Reino de Dios (Mt 25.35; 1 Co 6.9, 10; 15.50; Gl 5.21; Ef 5.5; Stg 2.5), «la tierra» (Mt 5.5; cf. Sal 37.29), la salvación (Heb 1.4), la bendición (1 P 3.9), la gloria (Ro 8.17, 18), y la incorrupción (1 Co 15.50).

HERMANO DÉBIL

Ver. VINO; ÍDOLOS, CARNE OFRECIDA A,

HERMANOS

Término que en sentido estricto señala a las personas nacidas de un mismo padre (Gn 24.29) y de una misma o distinta madre (Gn 20.5). En sentido más amplio, se aplica por extensión a los miembros de una misma familia (Gn 13.8; Lv 10.4), de una misma tribu (2 S 19.13) o de un mismo pueblo (Dt 25.3). También puede designar a un amigo (2 S 1.26), un colega (Esd 3.8; 6.20), un compañero de espíritu y destino (Gn 49.5) o cualquier otro con quien haya lazos filiales en general (Jer 9.3; Sal 49.7).

Hermano era también el tratamiento entre príncipes y un título honorífico para las personas que merecían premios u honor. Entre los hebreos era un modismo frecuente para expresar una semejanza muy notable. En el Nuevo Testamento hermano se usa unas ciento sesenta veces referido a los cristianos, en cuanto participan de una misma fe y esperanza. Los creyentes se dan entre sí ese nombre, como hijos de Dios (Hch 9.30; 11.29) y como discípulos de Cristo (Mt 25.40). Jesús llamó hermanos a los suyos, y Él mismo es el primogénito entre todos ellos (Ro 8.29). (HERMANOS DE JESÚS.)

HERMANOS DE JESÚS

Mateo 13.55 y Marcos 6.3 nombran a cuatro hermanos de Jesús: Jacobo, José, Judas y Simón, además de unas hermanas. La oposición de estos hermanos al ministerio de Jesús es evidente en Mt 12.46–50 y Mc 3.21–35, explícita en Jn 7.5, y sugerida en Mt 13.57 y Mc 6.4. Sin embargo, después de la resurrección, los hermanos de Jesús aparecen dentro de la comunidad creyente (Hch 1.14) y JACOBO se destaca como líder de la iglesia en Jerusalén (Hch 12.17; 15.13; 21.18; Gl 1.19). A este Jacobo se le apareció el Señor resucitado (1 Co 15.7).

A partir del siglo III tomó auge la idea de que los hermanos de Jesús eran hijos de José de un matrimonio anterior. Esta teoría la mantiene la Iglesia Ortodoxa Griega, igual que otras iglesias orientales, y aducen en su apoyo tres argumentos:

  1. El comportamiento de los hermanos hacia Jesús indica que son mayores que Él.
  2. Jesús no habría encomendado a Juan la protección de su madre (26ss) si ella hubiese tenido otros hijos.
  3. María permaneció siempre

Sin embargo, existen razones contrarias de mayor peso. No es imposible que hermanos un poco menores actuasen en esa forma si estaban convencidos de que Jesús estaba equivocado. Tampoco es de sorprenderse que Jesús pasase por alto los lazos familiares (sobre todo en vista de la incredulidad de los hermanos) para encomendar su madre al discípulo amado. La perpetua virginidad de María que parece ser la razón fundamental para objetar que los hermanos sean hijos de ella, no tiene ningún fundamento en las Escrituras. (MARÍA.)

En el siglo IV Jerónimo propuso que los hermanos eran en realidad primos hermanos de Jesús, hijos de la hermana de María, y que por lo menos Jacobo era discípulo de Jesús aunque probablemente los otros tres también.

La iglesia catolicorromana mantiene esta interpretación, citando las siguientes razones:

  1. Según Gl 1.19 Jacobo era apóstol.
  2. Jacobo debió haber sido apóstol en vista de su autoridad en la iglesia primitiva.
  3. Jacobo, herencia de Jesús, es Jacobo el menor (Mc 15.40) y ese calificativo indica que hubo solo dos Jacobos y el otro era el hijo de Zebedeo.
  4. Puesto que Jacobo, Simón y Judas aparecen juntos en las listas de discípulos (Mt 2–4), deben haber sido hermanos y se pueden identificar con los hermanos de Jesús de los mismos nombres.
  5. El discípulo Jacobo hijo de Alfeo es el mismo Jacobo el menor, que es hermano de Jesús.
  6. María, la madre de Jacobo el menor (Mc 15.40), es la misma María mujer de Cleofas, hermana de la virgen (Jn 19.25), ya que Cleofas es Alfeo, padre de Jacobo el discípulo, pues los dos nombres son transcripciones de un mismo nombre en arameo.

Este ingenioso razonamiento contiene varios puntos débiles:

  1. Aunque se interpreta Gl 1.19 en el sentido citado (lo que el griego no exige) hay que reconocer que Pablo llama apóstoles a otros que no eran de los doce (Hch 4, 14; Ro 16.7).
  2. El nombre de Jacobo «el menor» no se refiere a una comparación de dos y no que significa literalmente «el pequeño».
  3. La identificación de los hermanos con los apóstoles niega las pruebas de que los hermanos se oponían a Jesús (Jn 15).
  4. Los Evangelios presentan a los hermanos como miembros de la familia de la madre de Jesús, y con esto no cuadra la idea de que eran hijos de Cleofas y otra María.
  5. La identificación Cleofas-Alfeo es lingüísticamente muy dudosa.
  6. Es muy improbable que dos hermanas tuviesen el nombre María; Jn 25 puede referirse a cuatro personas en dos pares, como se hace en las listas de los discípulos.

Todo el argumento descansa en un empleo inusitado del vocablo «hermano», cuando solía usarse otro término específico para «primo». En el fondo se percibe el afán de Jerónimo, campeón del celibato, por establecer la virginidad tanto de María como de José.

HERMAS

Miembro de un grupo de cristianos a quienes Pablo saluda, algunos por nombre, en su carta a los romanos (16.14). Orígenes sugirió la identificación de este Hermas con el autor del opúsculo patrístico El pastor, identificación que no se ha comprobado.

HERMENÉUTICA

Ver. INTERPRETACIÓN BÍBLICA O HERMENÉUTICA.

HERMES

Nombre de un cristiano romano y un dios pagano.

  1. Nombre del dios griego mencionado en Hch 14.12 y traducido «Mercurio» (nombre latino) en RV. Como patrón de los caminantes y acompañantes de Zeus, Hermes adquirió la reputación de ser el hijo de este, mensajero veloz del cielo y patrón de la elocuencia y la literatura (HERMENÉUTICA). Los nativos de Listra ven en Pablo a Hermes, por ser el portador de la
  2. Cristiano en Roma a quien Pablo envía saludos (Ro 16.14). Es distinto de Hermas.

HERMÓGENES

Ver. FIGELO.

HERMÓN

El monte más alto de Siria y la cima más meridional de la cordillera del Antilíbano, ubicada 60 km al nordeste del mar de Galilea y 45 km al sudeste de Damasco.

Alcanza hasta 2.814 m sobre el nivel del Mediterráneo. Influye decisivamente en el clima y las aguas que riegan toda la región alrededor. Su pico está cubierto de nieve que en el invierno desciende por sus laderas hasta una elevación de 1.500 m. Aun durante el verano puede hallarse hielo en las hendiduras de la cima. Por eso, los árabes lo llaman el «monte canoso». El agua se filtra por las peñas porosas en las elevaciones más altas y sale en forma de fuertes manantiales de agua fría por todos los lados del monte. Algunos de estos manantiales son las fuentes principales del Jordán.

El Hermón fue el límite septentrional de Israel al este del Jordán (Jos 12.1). Desde tiempo inmemorial se ha tenido por monte sagrado. Así se le llama en un pacto firmado entre amorreos y heteos ca. 1350 a.C. Su nombre hebreo viene de la palabra que significa «consagrar». Hermón, entonces, quiere decir «lugar sagrado» o «santuario». En Sal 133.3 se hace referencia a su copioso rocío como símbolo espiritual de bendición que proviene de Dios. En Dt 4.48 se le llama «Sion». Algunos han creído que aquí tuvo lugar la TRANSFIGURACIÓN de Cristo.

HERODES

(EN GRIEGO, DESCENDIENTE DE HÉROE).

Nombre de varios príncipes de una dinastía que ejerció el poder en Palestina durante la época del Nuevo Testamento. Los herodianos eran oriundos de Idumea y practicaban la religión judía, pero siempre permanecieron en estrecha dependencia de los romanos. Mandaban a educar sus hijos a Roma. Construyeron ciudades nuevas al estilo romano- helenista y les pusieron nombres en honor de sus protectores, los emperadores romanos (Cesarea, Sebaste, Tiberias, etc.).

HERODES EL GRANDE

Fundador de la última dinastía judía y rey de Judea del 37 al 4 a.C., era descendiente de una rica familia idumea. En 47 a.C., a los veinticinco años de edad, fue nombrado gobernador de Galilea por su padre Antípatro, quien, con el favor de Julio César, había sido nombrado procurador de Judea. En el año 40 a.C., Herodes consiguió, por medio de Antonio y Octaviano, que el senado romano lo nombrara rey de Judea, pero tuvo que conquistar su reino peleando tres años contra el último rey de la dinastía asmonea, Antígono (MACABEOS). Ayudado por el ejército romano, tomó a Jerusalén e hizo ejecutar a su rival vencido (37 a.C.).

Herodes se esforzó por afianzar su autoridad en el interior (Lc 1.5) y por extender su dominio a nuevos territorios por medio de su alianza con Roma. Después de la derrota de su protector Antonio en Accio (30 a.C.), se puso al lado del vencedor, Octavio Augusto.

Este no solo lo confirmó en el reino, sino que paulatinamente le otorgó nuevas posesiones. Finalmente, el reino de Herodes llegó a abarcar casi toda Palestina (Idumea, Judea, Samaria, Galilea, Perea y grandes territorios al nordeste del Jordán). En el Imperio Romano, tenía el rango de «monarca aliado». No dependía del gobernador de la provincia de Siria, sino directamente del emperador. Tenía la obligación de defender las fronteras del imperio contra las incursiones de los árabes. En la administración interna era independiente.

Tradicionalmente, Herodes ha venido a ser el prototipo del tirano sanguinario. La matanza de los niños de Belén (Mt 2.13–18), no mencionada en los documentos históricos, contribuyó a forjar esa imagen. Pero hoy en día los historiadores tienden a hacer un juicio más positivo sobre la persona y obra de Herodes. Este sin duda tuvo una gran capacidad política.

Después de un largo período de luchas internas, Herodes permitió que su pueblo disfrutara, por más de treinta años, de la paz que Augusto difundió por todo el mundo romano. Bajo su gobierno, el estado judío llegó a ocupar una posición fuerte, reconocida por los romanos y respetada por sus vecinos. Además de incrementar el desarrollo de la agricultura y el comercio, se lanzó a una política extensa de construcciones que cambió el aspecto del país.

En Jerusalén Herodes edificó la fortaleza ANTONIA, un palacio real, un hipódromo, un teatro y un anfiteatro. En el 20 a.C. emprendió la reconstrucción del templo, en el que trató de conservar la estructura salomónica. Fundó y transformó varias ciudades, siguiendo su inclinación por la civilización helenística-romana. Sebaste (en griego, Augustus, la antigua Samaria) y Cesarea, un nuevo puerto en el Mediterráneo, fueron dos de sus creaciones urbanísticas en honor de Augusto. Además, edificó y fortificó varias plazas fuertes, particularmente en la región del mar Muerto. A la manera de los poderosos reyes helenos, llenó de regalos y de construcciones ciudades fuera de su reino.

Para realizar tantas obras, Herodes el Grande tuvo que disponer de una enorme cantidad de dinero y mano de obra en un país pequeño y agotado por las guerras internas.

De ahí los pesados tributos y el yugo implacable que impuso a su reino. Exterminó con una crueldad inaudita a todos sus enemigos, reales o supuestos, empezando con los de su propia familia. Hizo dar muerte sucesivamente a los descendientes de la dinastía asmonea que hubieran podido reivindicar el trono, entre ellos Mariamne II, su segunda esposa, Alejandra, su suegra, y Alejandro y Aristóbulo, sus hijos. Poco antes de su propia muerte, su primogénito Antípatro, que parecía destinado a sucederle, cayó en desgracia y Herodes mandó matarle.

Los judíos, tanto fariseos como saduceos, lo odiaban a pesar de su preocupación ostentosa por el templo de Jerusalén. Aunque pertenecía formalmente a la religión judía, Herodes era en esencia un rey pagano, más interesado en la pompa que en seguir los preceptos de la Ley; al menos no tuvo interés alguno, como Antíoco Epífanes, en helenizar a la fuerza a los judíos. Herodes era una persona dotada de grandes capacidades físicas e intelectuales: intrépido, decidido, orador brillante, inteligente y astuto. A esas cualidades se contraponían una sed insaciable de poder y un carácter extremadamente desconfiado. A pesar de sus esfuerzos por ganarse la simpatía de sus súbditos, siempre fue para ellos un tirano impío y un usurpador impuesto por los romanos.

Era de esperar que el reino de este Herodes no durara mucho tiempo después de su muerte (4 a.C.). El emperador Augusto, acatando el testamento, lo dividió entre sus hijos Arquelao, Herodes Antipas y Herodes Felipe II. Herodes fue padre de otros cinco hijos y dos hijas, pero estos no cobraron importancia en la historia bíblica.

HERODES FELIPE I

Hijo de Herodes el Grande y de Mariamne II, llamado «Felipe» en Mc 6.17 (cf. Mt 14.3) y Herodes en Josefo. Fue por un tiempo el sucesor designado de su padre, pero luego lo desheredó (a veces «Herodes sin tierra»). Se casó con Herodías, hija de su medio hermano Aristóbulo, pero luego ella lo dejó para vivir con Herodes Antipas. Se retiró a la vida privada y murió en Roma.

ARQUELAO

Hijo de Herodes el Grande y de la samaritana Maltace. Lo criaron en Roma junto con su hermano y su medio hermano. Después de la muerte de su padre, Augusto lo nombró etnarca (título inferior al de rey, pero superior a TETRARCA). Fue semejante a su padre en sus actos de crueldad (Mt 2.22) y en su afán de construcción; suscitó el odio de todos.

En el año 6 d.C. una delegación de la aristocracia judía y samaritana lo acusó ante el emperador. Arquelao fue citado a Roma, destituido, despojado de sus bienes y desterrado a Viena, en las Galias, donde murió.

Así, gran parte del reino de Herodes el Grande perdió su autonomía, fue anexado a la provincia romana de Siria y administrado por un procurador nombrado por el emperador (6 d.C.). Una parábola de Jesús parece eludir a las circunstancias en que Arquelao llegó al poder (Lc 19.12, 14, 27). Antes de salir para Roma a obtener la ratificación imperial del testamento  de su padre, Arquelao tuvo que aplastar una rebelión; dio muerte a tres mil personas en el templo, durante la Pascua, y los judíos mandaron una delegación a Roma para pedir al emperador que no le otorgara la corona.

HERODES ANTIPAS

Era otro hijo de Herodes el Grande y Maltace, hermano menor de Arquelao, medio idumeo y medio samaritano. Educado en Roma, obtuvo de Augusto el gobierno de Galilea y de Perea con el título de tetrarca (Lc 3.1, 19). Marcos 6.14 lo llama rey, siguiendo una denominación popular, pero en los Evangelios y en sus propias monedas se llama solamente Herodes. Para distinguirlo de su padre, es conocido tradicionalmente como Herodes Antipas (en griego, retrato del padre) o Herodes el tetrarca. Se casó primero con una hija de Aretas IV, rey de los nabateos, pero después la repudió para convivir con su sobrina Herodías, esposa de su hermanastro Herodes Felipe I. Esto provocó una guerra con Aretas, en la que Herodes fue derrotado (36 d.C.).

Herodes Antipas, lo mismo que su padre, fue un gran constructor. Fortificó Séforis, su primera residencia, y fundó una nueva capital, que llamó Tiberias en honor del emperador Tiberio. En el año 39 d.C. la ambición de Herodías lo hizo ir a Roma a solicitar de Calígula el título de rey. Eso provocó su caída: su sobrino Herodes Agripa I, a quien el emperador acababa de conferir este mismo título, se valió de su posición de favorito y lo acusó de tramar una alianza secreta con los partos. Herodes fue destituido y desterrado a Lyón, en las Galias, adonde lo siguió Herodías.

El nombre de Herodes aparece en varios pasajes de los Evangelios, ya que casi la totalidad de su reinado coincidió con la vida de Jesús. Era una persona astuta (Lc 13.32: «aquella zorra»), ambicioso (por influjo de Herodías) y amigo de la pompa. A pesar de su indiferencia religiosa, sabía dar muestras de su ortodoxia judía: peregrinaba a Jerusalén en la Pascua (Lc 23.7), intercedía a veces ante Pilato en favor de los judíos (de ahí la enemistad inicial, Lc 23.12), no hacía figurar ninguna imagen en sus monedas. Hizo encarcelar y ejecutar a Juan el Bautista por reprocharle su unión ilícita con Herodías.

Según los Evangelios, esta fue la principal instigadora de la muerte de Juan (Mc 6.14–29). Josefo dice que Herodes lo hizo matar porque temía que el éxito popular de Juan pudiera provocar una insurrección.

Al enterarse Herodes de la fama de Jesús, su conciencia le hizo temer que Juan hubiera resucitado (Lc 9.7–9). En Lc 13.31ss, unos fariseos advierten a Jesús que Herodes lo quiere matar, pero tal hostilidad no concuerda con el interés de aquel por ver a Jesús (Lc 9.9; 23.8). Al fin pudo verlo, cuando Pilato, enterado de que Jesús era galileo y por tanto estaba bajo la jurisdicción de Herodes, se lo entregó. Porque no satisfizo toda la curiosidad de Herodes, este juntamente con sus soldados se burló de Jesús (Lc 23.6–12).

HERODES FELIPE II

Hijo de Herodes el Grande y de la quinta mujer de este, la judía Cleopatra. Desde 4 a.C. hasta 34 d.C. fue tetrarca de los territorios situados al este del curso superior del Jordán y del lago de Genesaret (Gaulanitis, Traconitis, Auranitis, Batanea, Paneas e Iturea; Lc 3.1). Josefo lo elogia como un monarca justo y moderado. Reconstruyó Paneas, a la cual llamó Cesarea en honor del emperador (CESAREA DE FILIPO) y trató de convertir a Betsaida en ciudad con el nombre de Julias (en honor de una hija de Augusto). Al final de su vida se casó con Salomé, hija de Herodías, pero murió sin hijos (34 d.C.). Su tetrarquía quedó incorporada en la provincia de Siria y luego fue entregada por Calígula a Herodes Agripa I (37 d.C.).

HERODES AGRIPA I O EL MAYOR

En el Nuevo Testamento se le llama «Herodes», pero Josefo lo conoce como «Agripa». Fue hijo de ARISTÓBULO, y creció en Roma en estrecha relación con la familia imperial. Su amigo Calígula le confirió las tetrarquías de Herodes Felipe II y de Lisanias, junto con el título de rey (37 d.C.). Por sus intrigas, obtuvo la deposición de Herodes Antipas y se quedó con la tetrarquía de Galilea y Perea (39 d.C.). Finalmente, el nuevo emperador Claudio puso también bajo el dominio de este Herodes los territorios de Judea y Samaria (administrados desde 6 d.C. por procuradores romanos). Así, Agripa reconstituyó en solo tres años un reino casi igual al de su abuelo Herodes el Grande.

Aunque era un helenista convencido, Agripa se hizo pasar por una persona singularmente fiel a la Ley judía y logró ganarse la simpatía de los judíos. Hizo importantes donativos para el templo. En el 40 d.C. trató de disuadir a Calígula de que hiciera erigir su estatua en el templo. Su persecución contra los primeros cristianos (Hch 12.1–19) probablemente fuera una tentativa más de congraciarse con los fariseos y el pueblo. En un esfuerzo por debilitar su dependencia de Roma, empezó la construcción de una nueva muralla al norte de Jerusalén, la cual no pudo concluir por prohibición del emperador. Su muerte, repentina y horrorosa, en Cesarea, a los 54 años, la relata Lucas (Hch 12.20ss) y Josefo en forma esencialmente idéntica. Ambos escritores la interpretan como un castigo divino por haber aceptado que la gente lo aclamara como un dios (44 d.C.). Dejó cuatro hijos, de los cuales tres aparecen en el Nuevo Testamento: Agripa, Berenice y Drusila.

HERODES AGRIPA II O EL MENOR

Hijo de Herodes Agripa I, nació en Roma ca. 27 d.C. y lo educaron bajo el cuidado del emperador Claudio. Era aún muy joven cuando murió su padre y, por tanto, Claudio no permitió que asumiera el mando del reino (el cual volvió a ser una provincia romana).

Al morir su tío Herodes de Calcis en el 48 d.C., recibió la tetrarquía de este en el Líbano, y la cambió después por las tetrarquías de Felipe y de Lisanias con el título de rey.

Claudio lo nombró también inspector del templo de Jerusalén con derecho de nombrar al sumo sacerdote. Hacia el 61 Nerón le otorgó nuevos territorios en Galilea y en Perea (Tiberias, Tariquea, Julias, etc.).

Acompañado por su hermana Berenice, con quien vivía escandalosamente, Agripa II escuchó la defensa de Pablo, ante Festo, en Cesarea (Hch 25.13–26.32). Bajo su reinado se terminó el templo de Herodes el Grande (62–64). Su simpatía por los romanos, atestiguada en monedas e inscripciones, se manifestó especialmente durante la guerra judía (66–70 d.C.). Primero, se esforzó por disuadir a los judíos de llevar a cabo una resistencia armada. Luego, al desatarse la guerra combatió al lado de los romanos. Lo hirieron en el sitio de Gamala y esto le valió que Vespasiano lo recompensara. Murió ca. 93 ó 100 d.C., y su territorio se incorporó a la provincia romana de Siria. Con él se extinguió la rama judía de la dinastía herodiana.

HERODIANOS

Grupo que en varias ocasiones se alió con los fariseos en oposición a Jesús (Mt 22.16; Mc 3.6; 12.13). Acerca de su carácter y doctrinas, nada se sabe con certeza. Se supone que se trataba de un movimiento político judío que simpatizaba especialmente con la casa de HERODES (en este caso, Antipas) por encima de los procuradores romanos, quizás con la esperanza del establecimiento del reino davídico. Si esto era así, resulta sorprendente verles confabulados con los fariseos, cuyas opiniones políticas eran totalmente distintas. Esto muestra hasta qué punto tanto fariseos como herodianos llegaron a ver en Jesús a su enemigo común.

HERODÍAS

Hija de Aristóbulo, nieta de Herodes el Grande y de Mariamne I, y hermana de Herodes Agripa I. Se casó primero con su tío Herodes Felipe I, de quien tuvo una hija, Salomé, y luego lo abandonó para convivir en unión ilícita con Herodes Antipas. Juan el Bautista fue víctima de su deseo de venganza y ejecutado por instigación suya (Mc 6.17–29). Debido a su ambición, Antipas fue condenado al destierro y ella desdeñó la clemencia de Calígula, dispuesto a perdonar a la hermana de su amigo Agripa, y acompañó voluntariamente a su consorte en el cautiverio (HERODES IV).

HERODIÓN

(HEROICO).

Un cristiano al que Pablo llamó «mi pariente» (Ro 16.11) y al que le envió saludos.

HERODIUM

(TAMBIÉN LLAMADO KHIRBET EL FUREIDIS).

Ciudad y fortaleza construida por Herodes el Grande alrededor del año 23 a.C. Está localizada en la frontera este de Judea casi cinco kilómetros al sudeste de Belén. Esta fortaleza, que Herodes usó como palacio, se construyó en forma cónica en un cerro. Su forma final se logró construyendo paredes macizas de retenimiento y limpiando la pendiente de rocas y otras protuberancias. La fortaleza en sí consistió en una pared doble circular con cuatro torres, tres de ellas en forma de media luna y la cuarta de forma circular. Cada una de las torres está orientada hacia un punto cardinal; la de forma circular apunta hacia el este. En el centro se encuentra el palacio, que consiste en diversos cuartos, un baño al estilo romano y muchas columnas de tipo corintio.

Hay entradas en la pared circular que conducen a las torres y por medio de túneles a cuartos subterráneos y reservas de agua. Diversas excavaciones han logrado descubrir tres distintos períodos de ocupación después del tiempo de Herodes: la primera revolución judía 66–70 d. C; la segunda revolución judía (135 d. C.); y la de ermitaños cristianos. Durante el período de la segunda revolución, los judíos ampliaron los túneles y construyeron numerosas salidas escondidas en la pendiente de la montaña.

La ocupación del sitio por ermitaños cristianos es clara por sus numerosas inscripciones, monedas y los restos de la dinámica cotidiana que se han encontrado.

HERRERO

Artesano que labora el HIERRO, cuya pericia se conocía desde los más remotos tiempos (Gn 4.22). Se le llamaba acicalador o platero, y a veces trabajaba la plata, el cobre y el oro además del hierro.

Los ejércitos dependían casi totalmente de los herreros, pues las principales armas las forjaban ellos (ARMADURA). Así, cuando los filisteos raptaron a los herreros israelitas, consiguieron superioridad militar (1 S 13.19–22).

Por el siglo VI a.C. eran artífices muy apreciados. El rey Nabucodonosor los seleccionó con prioridad de entre los muchos cautivos que llevó a Babilonia (2 R 24.14; Jer 24.1). Se ocupaban con frecuencia en fabricar estatuas para otros cultos no judíos (Jue 17.4; Is 40.19; 41.7; 44.12).

Los herreros israelitas parecían meros principiantes al lado de los fenicios. Por ello Salomón contrató a HIRAM para hacer los principales trabajos de herrería del templo (1 R 7.13–51).

HESBÓN

Importante ciudad del norte de Moab. Sirvió de capital al territorio de Sehón, rey amorreo, quien la arrebató a los moabitas antes de la llegada de los hebreos (Nm 21.24–26, 34; Dt 1.4). Fue poblada por la tribu de Rubén y más tarde por los gaditas (Nm 21.32; Jos 13.17, 26). Después constituyó una ciudad de refugio de los levitas (Jos 21.39). Cuando se dividió el reino, perteneció a Samaria y posiblemente sufrió la deportación hecha por Tiglat-pileser (2 R 15.29). Posteriormente la recapturó Mesa, de Moab, quien trató cruelmente a los judíos, y contra quien Isaías y Jeremías dirigieron fuertes profecías (Is 15.4; Jer 48.2).

HETEOS

Ver. HITITAS.

HEVEOS

Descendientes de Canaán (Gn 10.17; 1 Cr 1.15) que habitaban en Siquem en días de Jacob (Gn 33.18–34.31), y poseían GABAÓN en la época de Josué (Jos 9.7). Israel los derrotó junto a las aguas de Merom (Jos 11.3–8, 17, 19), pero no los exterminaron. Israel se mezcló con ellos ilícitamente, formando alianzas matrimoniales y tomando parte en su idolatría (Jue 3.5–7). Se les menciona al lado de los araceos, quienes moraban en el Líbano. Se dice que allí vivían los heveos (Jue 3.3), y también «al pie de Hermón» (Jos 11.3), donde todavía se encontraban en tiempos de David (2 S 24.7). En este último texto los heveos se nombran después de Tiro y Sidón.

Salomón impuso tributo a los heveos «que los hijos de Israel no pudieron acabar» (1R 9.20, 21; 2 Cr 8.7, 8). Algunos identifican a los heveos con los horeos. A Zibeón se le llama «heveo» en Gn 36.2, y «horeo» en los vv. 20–30 del mismo capítulo. En Gn 34.2 y Jos 9.7 la LXX traduce «horeo» en lugar de «heveo», y hay quienes leen «hititas» y no «heveos» en Jos 11.3 y Jue 3.3. Según Gn 34.14–31 los heveos no practicaban la circuncisión; de donde se ha concluido que no eran semíticos.

HEXATEUCO

El término de los primeros seis libros del Antiguo Testamento (Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio y Josué) vistos como una unidad. A los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, conocidos como PENTATEUCO, se les considera la primera división judía del Antiguo Testamento. Sin embargo, desde el principio del siglo XIX, muchos eruditos especializados en crítica literaria del Antiguo Testamento prefieren considerar un Hexateuco, o un libro de seis volúmenes, que establezca la primera división. Esos eruditos consideran el libro de Josué íntimamente ligado a los cinco libros que le preceden, argumentando que en esencia proceden de las mismas fuentes.

Aunque Josué es similar en muchos aspectos a los cinco libros anteriores, muchos eruditos están en desacuerdo con el concepto de Hexateuco. Argumentan que Josué está más en correspondencia con los antiguos profetas, en los que se incluyen Jueces, Samuel y Reyes, antes que a la Ley.

HIDEKEL

(RÁPIDO).

Nombre hebreo del río Tigris (nombre griego), uno de los «cuatro brazos» que regaban el Edén (Gn 2.24; cf. Dn 10.4).

Los dos principales afluentes del Hidekel, el Zab-al-Kabir y el Zab-al-Asfal, nacen en las montañas de Armenia y Qurdistán. Aproximadamente después de mil ochocientos kilómetros de recorrido se une al Éufrates, y con el nombre de Schattal-Arab desemboca en el golfo Pérsico. En la actualidad facilita el comercio entre las ciudades de Bagdad, Basora y Mosul.

HIEL

Traducción de dos vocablos hebreos: merera (amargura), que con el tiempo se aplicó a la vejiga de la hiel y a la bilis (Job 16.13; 20.14, 25), y ros, la cicuta (Dt 29.18; Sal 69.21; Jer 8.14, AJENJO). En Mt 27.34 hiel traduce el griego jolé, que algunos suponen que designa a la adormidera, papaver somniferum, flor de la que se extrae el opio. Se cree también que el estupefaciente ofrecido a Jesús era «vino y mirra» (Mc 15.23), pero es por influencia de Sal 69.21 que el texto de Mateo reza «vinagre y hiel».

HIERÁPOLIS

(EN GRIEGO, CIUDAD SAGRADA).

Ciudad situada en Frigia, cerca de Laodicea y Colosas, en la confluencia de los ríos Lico y Meandro. Fue cuna del filósofo estoico Epicteto y se hizo famosa por sus termas, sus templos de Cibeles, diosa madre, y sus fiestas. Fue fundada en 190 a.C., por Eumenes II, rey de PÉRGAMO, y pasó al poder romano en 133 a.C.

En tiempo de Pablo existía en Hierapolis una iglesia cristiana, atendida por EPAFRAS (Col 4.12s).

HIERBA

Traducción de varios términos hebreos que significan «plantas verdes». Alude especialmente a las plantas que sirven de alimento para personas, y con más frecuencia para animales (Gn 1.30; 3.18; 9.3), pero ninguno de los términos usados se refiere a una variedad específica de hierba. El salmista canta de los «delicados pastos» (Sal 23.2), que son, a saber, la hierba tierna. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, la hierba simboliza lo transitorio de la vida humana (Sal 90.5; Stg 1.10, 11) y la providencia divina (Sal 104.14; Mt 6.30). (HIERBAS AMARGAS.)

HIERBAS AMARGAS

Eran parte de la cena pascual (Éx 12.8; Nm 9.11) y símbolo de la amargura de la servidumbre en Egipto. Se ha tratado de identificarlas con la lechuga, menta, berro y achicoria, pero sin resultados positivos. Para celebrar la PASCUA hoy los judíos usan el rábano rústico como hierba amarga (HIERBA).

HIERRO

Metal cuyo descubrimiento, técnica y usos se atribuyen a los hititas (1500 a.C.), porque tanto en hebreo como en otros idiomas semíticos, la palabra hierro (barzel) parece derivar de la voz hitita barzillu.

Se conoció y trabajó desde tiempos muy antiguos (Job 28.2). Tubal-caín lo trabajaba con el bronce (Gn 4.22), y los israelitas lo conocieron y aprendieron a labrarlo durante el éxodo. Posiblemente también sabían cómo obtenerlo (Lv 26.19; Nm 35.16). Moisés en una de sus referencias a Canaán dice que allí abundaba ese metal (Dt 8.9).

Su uso era múltiple (Dt 3.11; 27.5; 1 S 17.7), pero especialmente se empleaba en los carros de guerra (Jos 17.16).

La expresión «de hierro», en sentido metafórico, se emplea para referirse a la dureza del pueblo, a la sequía (Lv 26.19), a la esclavitud (Dt 4.20; 28.48), a la fuerza (Job 40.18; Ap 2.27), a la obstinación (Is 48.4) y a la fortaleza (Jer 1.18). Por la forma de laborarlo y fundirlo, el hierro simboliza violencia y dolor (Ez 22.18, 20). (HERRERO.)

HÍGADO

En sentido corporal, la Biblia solo menciona el hígado de los animales sacrificados (Éx 29.13; Lv 3.4, 10, 15). Sin embargo, los israelitas lo consideraban el asiento de la vida, muy semejante al corazón (Lm 2.11). La cortesana que seduce a un adolescente se le compara con una flecha que le atraviesa (indistintamente, según las versiones) el hígado o el corazón (Pr 7.23).

Era común entre las civilizaciones primitivas reconocer la importancia vital del hígado. Los babilonios creían poder pronosticar enfermedades y hasta sucesos personales o nacionales mediante la observación del hígado de los animales sacrificados (hepatoscopía). El profeta Ezequiel condena esta práctica de adivinación (Ez 21.21).

HIGAION

Término musical que se menciona en Sal 9.16 junto con SELAH, para referirse probablemente al sonido solemne de la música ejecutada por el arpa en ese momento. En Sal 92.3 se traduce «tono suave».

HIGO, HIGUERA

Árbol, ficus carica, de hojas poco durables, de cuatro a siete metros de alto y ramas irregulares, a menudo curvadas. Desde la antigüedad se aprecia por su fruto y su frondosa sombra, y porque, aunque crece lentamente, produce dos cosechas de higos al año. Sin embargo, los higos de invierno y principio de primavera, llamados pagga en hebreo, son pequeños, verdes, duros y no comestibles. Aparecen antes que salgan las hojas nuevas y crecen en las ramas que se desarrollaron el verano anterior (Mt 24.32). Los bikkura, en cambio, son grandes, comestibles y maduran desde mediados hasta fines del verano. Los higos se comen tanto frescos como secos, estos últimos con frecuencia en forma de torta (1 S 25.18; 1 Cr 12.40). Se prescriben también como medicina (2 R 20.7; Is 38.21).

Junto con la vid, la higuera a menudo es símbolo de libertad, paz y prosperidad (1 R 4.25; 2 R 18.31; Is 36.16; Jl 2.22; Miq 4.4; Hag 2.19; Zac 3.10). En ocasiones aparece a manera de ilustración en cuentos y parábolas, por ejemplo, en la fábula de Jotam sobre los árboles del bosque (Jue 9.8–15), o la parábola de Jeremías sobre los cautivos (Jer 24).

Con frecuencia la higuera o el higo aparecen en las profecías de desastres inminentes para Israel (Jer 5.17; 8.13; Os 2.12; Jl 1.7, 12; Am 4.9). La interpretación de la acción dramática de maldecir la higuera (Mt 21.18–21; Mc 11.12ss; cf. la parábola en Lc 13.6–9) se hace difícil pues el contexto y mucho del significado de la historia se han perdido.

HIJA

Término que expresa en sentido estricto una relación de parentesco o dependencia, pero que también se usa en un sentido mucho más amplio. Por la idea de descendencia que implica, hija puede aplicarse a cualquier mujer en sentido genealógico (Gn 20.12; Sal 45.10, 13; etc.), o puede referirse a una hija adoptiva (Est 2.7) o a una alumna (Mal 2.11). También ocurre en relación con el nombre de ciudades o países, para designar a las mujeres naturales de ellos;  por ejemplo, «hija de Sion» (Is 3.6), «hija de Jerusalén» (Lc 23.28), y para referirse a aldeas dependientes de una ciudad grande (Nm 21.25). Al igual que HIJO, puede entrar en la composición de algunos nombres propios (por ejemplo, Bat-Seba).

HIJO

Término que en sentido estricto expresa relaciones de parentesco directo con un padre, pero que también se usa en sentido más amplio. Puede designar a un pariente cercano o lejano (Gn 29.5; Mt 1.20), la cría de un animal (Sal 147.9), el retoño de un árbol (Gn 49.22), o al muchacho y la muchacha jóvenes (Pr 7.7; Cnt 2.7). También expresa con frecuencia pertenencia a un grupo determinado, por ejemplo, «hijo de Israel», «hijo de Babilonia» (Esd 2.3–17), «hijo de Sion» (Sal 149.2), «hijo de los profetas» (1 R 20.35), «hijo de la provincia» (Esd 2.1; Dn 8.17). Hijo también destaca la pertenencia a un linaje o especie determinados (Gn 11.5; Is 19.11) o bien la posesión de una cualidad determinada: «hijo de Belial» (Jue 19.22 RV 1909), «hijo de paz» (Lc 10.6), «hijo de luz» (Lc 16.8; Jn 12.36), «hijo de desobediencia» (Ef 2.2), «hijo de este siglo» (Lc 16.8). Por otra parte, los sabios solían llamar hijo a sus discípulos (Pr 2.1; 3.1, 21, etc.).

Frecuentemente también el término hijo (hebreo ben) forma parte de muchos nombres de personas, tribus y lugares, por ejemplo, BENJAMÍN (Gn 35.18), Bene-berac: «hijo del relámpago» (Jos 19.45). En sentido religioso, el vocabulario bíblico expresa muchas veces la relación entre Dios y los hombres con la categoría de relaciones entre padre e hijo (Gl 3.26; 1 Jn 3.2).

HIJO DE DIOS

Título mesiánico más importante que Jesús usaba en la revelación de sí mismo. Aparece a veces en forma sencilla («el Hijo») y a veces con otras palabras descriptivas.

ANTECEDENTES

Israel fue llamado hijo primogénito de Dios, objeto especial de su amor y cuidado (Éx 4.22). Dios mismo prometió establecer el trono de su reino eterno, sobre el cual tanto Salomón como sus descendientes se sentarían (2 S 7.13s). La promesa divina a Salomón fue: «Yo seré su Padre, y Él será mi hijo», pero en la distancia se podía vislumbrar al MESÍAS, de quien se podría decir lo mismo. Dios designa a su Ungido como su hijo (Sal 2.7). Ninguno de estos versículos usa la frase completa, pero es claro que siempre se habla de los que son hijos de Dios en una forma especial, sea Israel, Salomón o el Mesías.

Los dos últimos pasajes se citan con frecuencia en el Nuevo Testamento con referencia a Jesús (cf. Heb 1.5, donde los dos se encuentran juntos). En Job 1.6 y 2.1 la frase «hijo de Dios» designa los seres celestiales que están en la presencia de Dios.

El título indica la creación inmediata de Dios. Adán era el hijo de Dios, porque lo creó (Lc 3.38); y el mismo Jesús era resultado directo de la actividad creadora de Dios en la virgen María (Lc 1.35).

El título tiene también un sentido de creación espiritual: todos los que creen en el Hijo de Dios llegan a ser hijos de Dios (Jn 1.12). Este es el significado del nuevo nacimiento de que habla Jesús (Jn 3.3, 5, 7); la frase «nacer de nuevo» puede traducirse «nacer de arriba». La enseñanza de que Dios es nuestro Padre y que somos sus hijos tiene apoyo especial en los Evangelios según Mateo y Juan (cf. Ro 8.14, 15, 19; Gl 3.26; 4.5, 6).

DESIGNACIÓN ESPECIAL DE JESÚS

Algunos usos de este título indican la deidad de Jesús: el Hijo de Dios es realmente Dios, el Hijo. Se ve esto en el primer capítulo de Juan, en donde se habla del Hijo unigénito de Dios, o sea, el único de su clase (Jn 1.14, 18); es la misma persona a la que se le llama el VERBO en 1.1, que era con Dios y era Dios. Los judíos comprendieron que Jesús se igualaba con Dios al decir que el Padre y Él eran uno mismo (Jn 10.30, 33), o cuando dijo ser el Hijo de Dios (Jn 10.36).

En un pasaje considerado como juanino en el Evangelio según Mateo (11.27), la relación entre el Padre y el Hijo solo se explica por igualdad de esencia:

  1. El Padre ha entregado en las manos del Hijo todas las
  2. Hay un mutuo conocimiento entre el Padre y el Hijo solo explicable entre
  3. El Hijo tiene la autoridad de revelar el Padre a quien

En segundo lugar, el título Hijo de Dios se usa para explicar la subordinación de Jesús al Padre en la ENCARNACIÓN. El Padre es mayor que Él (Jn 14.28) y por eso Jesús se somete a su autoridad en todo, pero la armonía de ambos en propósito y acción es perfecta (Jn 5.19–38).

En tercer lugar, señala a Jesús como el Mesías. La voz del Padre en el bautismo (Mt 3.17) anuncia que Jesús es el Hijo que Dios ha escogido para llevar a cabo el ministerio mesiánico del siervo sufriente de Isaías (los textos del Antiguo Testamento que corresponden a las palabras del Padre son Sal 2.7 e Is 42.1). Aquí se ve la combinación de los primeros puntos arriba mencionados: Jesús es Dios, el Hijo, quien en su encarnación siendo sumiso a la voluntad del Padre, llega a ser el Mesías y a sufrir los tormentos de la cruz.

Nótese que los títulos «Hijo de Dios» y «Cristo» (que significa Mesías) se encuentran juntos en pasajes muy importantes: en la gran confesión de Pedro (Mt 16.16); en el juicio ante el sumo sacerdote (Mt 26.63); y también en la declaración del propósito del cuarto Evangelio (Jn 20.31).

HIJO DEL HOMBRE

Término que aparece ochenta y dos veces en los Evangelios con referencia a Jesús, y solo tres veces en el resto del Nuevo Testamento (Hch 7.56; Ap 1.13; 14.14). En los Evangelios solo Jesús lo usa, a excepción de Jn 12.34. Era la manera en que prefería denominarse a sí mismo y a su ministerio mesiánico.

Hay tres posibles fuentes en el Antiguo Testamento:

  1. Es sinónimo de «varón» en la frase «el hombre o el hijo del hombre» (Sal 4).
  2. Es el nombre especial con que se designaba a Ezequiel (2.1; 3.1; 4.1) y a Daniel (8.17).
  3. Es un personaje celestial y apocalíptico que desciende del cielo para tomar el poder de los reinos del mundo al final de la historia (Dn 13s).

También se encuentra en dos escritos judíos (APÓCRIFA) del período intertestamentario, Enoc y IV Esdras. Muchos eruditos aceptan la referencia en Daniel como fuente del uso del término por el Señor, y creen que al usarlo, decía ser el → MESÍAS. Pero quienes oían a Jesús se sentían perplejos al escuchar el término, ya que el Mesías tenía que venir de la línea de David (2 S 7.12ss).

USO DEL NOMBRE

Al principio de su ministerio el Señor usaba la frase para indicar ciertos aspectos de su ministerio mesiánico. Como el Hijo del Hombre, tenía la autoridad de perdonar pecados (Mc 2.27s); pero no tenía dónde recostar la cabeza (Mt 8.20) y las personas hasta podían blasfemar contra Él (Mt 12.32). Sin embargo, serían bienaventurados todos los que fueran perseguidos y aborrecidos por causa del Hijo del Hombre (Lc 6.22).

Después de la confesión de Pedro, estando los discípulos convencidos ya de que Jesús era el Mesías (Mt 16.16), el Señor empleó el término con dos significados nuevos:

  1. Como título que implicaba sus sufrimientos, muerte y resurrección (Mc 9.12, 31; 10.33s, 45, ).
  2. Como título que denunciaba su Segunda Venida en gloria y poder (Mt 16.27; 25.31–46; Mc 13.26ss; 14.62; Lc 17.24).

El segundo correspondía casi exactamente al cuadro de Dn 7.13s, pero el primero, el de sus sufrimientos y muerte, complicaba más la identidad de Jesús para sus contemporáneos.

En el cuarto Evangelio Juan agrega a este cuadro la enseñanza de que el Hijo del Hombre es juez (5.27) y el dador de la vida eterna (6.27) que será glorificado por sufrir la cruz (12.23, 34; 13.31).

SU SIGNIFICADO

Todo esto parece enigmático; los mismos eruditos luchan por encontrar el verdadero significado del término. Es posible, sin embargo, que Jesús usara esta frase poco comprensible para indicar su mesiandad, y a la vez evitar el término «Mesías» que solía interpretarse en sentido militar. Jesús no quería que lo confundieran con un Mesías militar que libertaría a Israel del dominio de Roma. Por eso, escogió un título que manifestaba su mesiandad sin el peligro de ser entendido mal.

HIJOS DE LOS PROFETAS

Miembros de las escuelas de profetas. La primera de estas escuelas la fundó Samuel en Ramá. El propósito de las mismas era forjar maestros y predicadores que enseñaran e interpretaran la Ley y denunciaran el pecado del pueblo (1 S 19.19–20; 1 R 20.35–42). Para ello, estos se reunían alrededor de los grandes profetas como Samuel o Elías para adorar y orar juntos, así como para mantener la comunión religiosa e instruir al pueblo (1 S 10.5, 10; 2 R 4.38, 40). En la época de Elías y Eliseo vivían en Bet-el, Jericó y Gilgal (2 R 2.3, 5; 4.38).

HILAR

Arte muy practicado por hombres y mujeres aun antes de los tiempos bíblicos.

Se utilizó en la construcción del TABERNÁCULO, para la fabricación de cortinas y tiendas (Éx 26.1–14; 35.35). Era una ocupación práctica y digna para las mujeres hebreas (Éx 35.25, 26; Pr 31.19; cf. Mt 6.28). El hilo se elaboraba con lana, cáñamo y pelo de cabra o de camello. Las fibras se estiraban y trenzaban mediante una rueca o huso. Los hilanderos hebreos eran tan diestros en este arte que aun lo practicaban andando por los caminos o montados en sus burros.

Nombre de por lo menos ocho personas.

HILCÍAS

  1. Padre de Eliaquim, mayordomo de Ezequiel (2 R 18.18, 26, 37; Is 22.20; 36.3 ,22).
  2. Sumo sacerdote en el reinado de Josías (2 R 22 y 23; 2 Cr 34; 35.8), quien halló el libro de la Ley durante la reparación del templo (2 R 22.8). Cooperó en la consecuente reforma (2 R 23.4ss).

3 y 4. Levitas de la familia de Merari (1 Cr 6.44, 45; 26.10, 11).

  1. Uno de los que estuvieron con Esdras cuando se leyó la Ley de Dios al pueblo (Neh 4).
  2. Uno de los sacerdotes que subió con Zorobabel a Judea (Neh 12.7, 21). Podría ser el mismo No.
  3. Padre de Jeremías, profeta y miembro de la familia sacerdotal de Anatot (Jer 1).
  4. Padre de Gemirías, embajador de Sedequías ante Nabucodonosor (Jer 3).

HIMENEO

(PERTENECIENTE AL DIOS DEL MATRIMONIO).

Maestro pernicioso de Éfeso que, con Alejandro y Fileto, se desvió de la verdad tanto en la fe

como en la práctica. Enseñó que la resurrección ya se había efectuado (2 Ti 2.16ss). Posiblemente Himeneo se había unido a los GNÓSTICOS, que negaban la resurrección corporal y pervertía la doctrina paulina al respecto (Ro 6.1–11; Col 2.12) enseñando que la única resurrección era la espiritual, la cual se realiza en la conversión.

Como consecuencia de este error, Pablo lo entregó a Satanás para que aprendiera a no blasfemar (1 Ti 1.20; cf. 1 Co 5.5). Hay diferencias de opinión acerca del significado preciso de este acto, pero parece que fue una especie de excomunión junto con la imposición de alguna enfermedad corporal para el provecho espiritual del individuo (cf. 1 Co 11.30). Cuando Pablo escribió 2 Timoteo, la disciplina no había provocado todavía el arrepentimiento de Himeneo (2.17).

HIMNO

(EN GRIEGO, HYMNOS).

Término empleado por algunos escritores clásicos para referirse a una oda o cántico que exalta a un héroe o una divinidad. Los traductores de la LXX lo aplican a la exaltación de la gloria de Jehová, en la naturaleza y en la historia (Sal 40.3; Is 42.10–12; 44.23).

La estructura del himno generalmente incluye (por ejemplo, Sal 148 y 150): un preludio, invitación a la alabanza; un cuerpo principal, enumeración de los atributos o hazañas de Dios, y a veces la repetición del preludio entre estrofas o al final (Sal 98.4–8; 103.22).

En el Nuevo Testamento la palabra aparece en unos pocos pasajes como Mt 26.30; Ef 5.19; Col 3.16. Pero en cambio encontramos numerosos himnos de sabor veterotestamentario (Lc 1 y 2); algunos antiguos himnos litúrgicos en torno a Jesucristo (Ef 5.14; Flp 2.6–11; 1 Ti 3.16) y numerosas doxologías (por ejemplo, Ap 4.8, 11), que probablemente tuvieron un uso evangelístico, didáctico y litúrgico (MÚSICA).

HIN

Medida de líquidos, posiblemente originaria de Egipto, usada en el Antiguo Testamento para medir el aceite y el vino de las ofrendas (Éx 29.40; 30.24; Nm 15.4, 7, 9). Equivalía a la sexta parte del → BATO, o sea 3, 66 litros. (MEDIDAS.)

HINOM

Valle profundo al sur de Jerusalén, conocido también como el valle del hijo de Hinom (Jos 15.8a; etc.), que demarcaba el límite entre las tribus de Benjamín y de Judá (Jos 15.8b; 18.16). La mayoría de los expertos lo identifican con Wadi al-Rababi que actualmente circunda la ciudad de Jerusalén hacia el sudeste y el oeste. Cerca a la parte más ancha que da al Cedrón se le llama → TOFET (2 R 23.10; Jer 7.31s; 19.2–6).

Fue en Hinom donde Salomón erigió lugares altos a Moloc (1 R 11.7), y Acaz y Manasés hicieron «pasar a sus hijos por fuego» (2 R 16.3; 2 Cr 28.3; 33.6; Jer 32.35).

Para poner fin a estas abominaciones, Josías profanó el sitio con huesos humanos y otras contaminaciones (2 R 23.10, 13s; 2 Cr 34.4s), y lo convirtió en crematorio donde echaban las inmundicias de la ciudad. Así, este lugar llegó a simbolizar para todo Jerusalén el horror y el deshonor, y su fuego permanente que destruía las basuras tipificó la ira divina (cf. Is 30.33; 66.24). Posteriormente los judíos aplicaron el nombre de este valle, que en la LXX es Gueena (con base en el arameo gue-hinnam), al lugar de eterno sufrimiento destinado a los ángeles rebeldes y a las personas condenadas. En este sentido se usa en el Nuevo  Testamento ( Mt  5.22 , 29s ; 10.28 ; Mc 9.43 , 45 , 47 ; Lc 12.5 ; Stg 3.6 ; → HADES ; INFIERNO ).

HIPÓCRITA

El que pretende o finge ser lo que no es. Es una transcripción del vocablo griego hypokriteis, que significaba actor o protagonista en el teatro griego. Los actores solían ponerse diferentes máscaras conforme al papel que desempeñaban. De ahí que hipócrita llegara a designar a la persona que oculta la realidad tras una «máscara» de apariencias.

Jesús censuraba severamente la hipocresía. En el Evangelio de Mateo, empleó la palabra quince veces (6.2, 5, 16; 15.7; 16.3; 22.18; 23.13–29; 24.51), aplicándola especialmente a los escribas y fariseos que eran notables por su fingimiento religioso.

El cristiano debe guardarse de caer en la hipocresía. Pablo reprendió a Pedro por esta falta (Gl 2.11–14), y más tarde el propio Pedro exhorta a los cristianos a evitar el mismo error (1 P 2.1).

HIRAM

(EL HERMANO ES EXALTADO).

Nombre de dos hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Rey de → TIRO, contemporáneo de David y Salomón. Cuando David conquistó a Jerusalén, Hiram le envió una embajada amistosa, así como madera de cedro, carpinteros y canteros que contribuyeron a la edificación del palacio de David (2 S 5.11; 1 Cr 1).

Más tarde, también ayudó a Salomón en la construcción del templo (1 R 5; 2 Cr 2.1–18). A cambio de esta ayuda, Salomón pagaba a Hiram una cantidad anual, y más tarde le entregó veinte ciudades que este recibió con desagrado y a las que dio el nombre de → CABUL. Ambos gobernantes establecieron convenios para sus empresas mercantiles y navieras (1 R 9.26–28; 10.11, 22; 2 Cr 8.17, 18; 9.10, 21). En su propio reino, Hiram se dedicó a fortalecer y embellecer la ciudad de Tiro. Construyó en ella dos grandes templos, y enriqueció varios otros. Dirigió además una campaña contra Chipre, que se había negado a pagar su tributo anual.

  1. Artífice a quien el rey de Tiro, del mismo nombre, envió a Salomón para que hiciese las decoraciones en bronce del templo (1 R 7.13–47; 2 Cr 2.13, 14; 4.11–18).

Era hijo de un artífice de Tiro y de una mujer israelita, quizás de la tribu de Neftalí (1 R 7.14) o de la de Dan (2 Cr 2.14). Su principal obra en el templo fueron las dos grandes columnas que recibieron los nombres de JAQUÍN Y BOAZ.

HISOPO

Mucho se ha discutido en el pasado la identificación del hisopo. Hoy están de acuerdo en que se trata de la mejorana siria, el origanum maru, planta pequeña y olorosa.

Manojos de ramitas de hisopo se usaron para la aspersión de los dinteles israelitas en Egipto ( Éx 12.22 ), para la purificación de leprosos y de casas ( Lv 14.4–52 ), y para el sacrificio de la vaca alazana ( Nm 19.6 , 18 ; cf. Sal 51.7 ). Los samaritanos todavía lo usan como aspersorio de la sangre del sacrificio pascual.

El hisopo que se usó para dar vinagre a Jesús (Jn 19.29) puede ser el sorghum vulgare, que produce un tallo alto, pero compárese la nota en Biblia de Jerusalén. El hisopo es símbolo de la humildad (1 R 4.33).

HITITAS

Descendientes de Het, segundo hijo de Canaán (Gn 10.15; 23.3), de los cuales hace unos setenta años se sabía muy poco. Se han conocido gracias a la nueva luz de la arqueología. Por el año 1906 se descubrieron, a unos 150 km al este de Ankara, las ruinas de la capital del antiguo Imperio Hitita. En 1915 se logró descifrar la escritura cuneiforme hitita y se estableció su origen indoeuropeo.

EL IMPERIO HITITA

Lo fundó, ca. 1800 a.C., una nación indoeuropea establecida unos dos siglos antes en el Asia Menor, en ciudades-estado. Posiblemente llegó al apogeo de su poder en los siglos XIV y XIII

a.C. y se extendió al norte de Mesopotamia, por toda Siria, y muy al sur hasta el Líbano. Según el Antiguo Testamento, la tierra de los hititas abarcaba todo el territorio de Siria, «desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol» (Jos 1.4). Se habla también de los hititas como de un grupo étnico que vivía en Canaán desde los tiempos patriarcales hasta después del establecimiento de los israelitas en la tierra prometida (Gn 15.20; Dt 7.1; Jue 3.5). Se les llama «los hijos de Het» (Gn 23.3). Probablemente eran emigrantes de alguna parte del Imperio Heteo, o a lo mejor hubo «protohititas», pueblos del mismo nombre que ocuparon Asia Menor antes de la llegada de los indoeuropeos, y de los cuales los hititas tomaron su nombre.

Abraham compró a los hijos de Het una heredad (Gn 25.7–11), y Esaú tomó mujer de las hijas de Het (Gn 27.46). Según Ez 16.3, 45 el origen de Jerusalén es amorreo e hitita. Urías el hitita era uno de los valientes de David (2 S 23.39). Uno de los compañeros de David cuando este huía de Saúl era Ahimelec hitita (1 S 26.6). La última referencia a los hititas de Canaán la encontramos en los días de Salomón (2 Cr 8.7). Los hititas estaban muy adelantados en el uso del hierro y lo trabajaron desde el siglo XIV, hecho que les ayudó a conquistar a muchos pueblos vecinos. La expansión hacia el sur provocó un conflicto con el Imperio Egipcio (CRONOLOGÍA DEL ANTIGUO TESTAMENTO, batalla de Cades, 1286), pero poco después (1280) los dos imperios hicieron un pacto de no agresión.

No se conocen con certeza las causas que produjeron por el año 1200 a.C. el eclipse del poderío hitita. Probablemente fue el resultado del avance de los Pueblos del Mar (FILISTEOS). Al caer el Imperio Hitita las ciudades situadas al norte del Tauro en Asia Menor llegaron a ser posesión de Tubal. En Siria, siete ciudades que pertenecieron al imperio perpetuaron el nombre por varios siglos. «Los reyes de los hititas» (1 R 10.29) fueron los gobernantes de varias ciudades-estado, entre las que Hamat y Carquemis eran las principales. Hamat se alió con David (2 S 8.9, 10). Salomón tuvo relaciones diplomáticas familiares y comerciales con los hititas (1 R 10.26–11.3). Todavía en el siglo IX sus soldados eran temidos (2 R 7.6). Hamat (720 a.C.) y Carquemis (717 a.C.) cayeron bajo el poder asirio (2 R 18.34; 19.13; Is 10.9).

SU CULTURA

La cultura hitita no era tan avanzada como la de los egipcios y babilonios. Sin embargo, los hititas ejercieron gran influencia en el Medio Oriente por casi setecientos años. Usaban la escritura cuneiforme acádica y su propia escritura pictográfica. Tanto las artes como la religión de los hititas eran bastante primitivas. Tenían muchos dioses, a quienes ofrecían alimentos, bebidas, animales y hombres en sacrificio, y eran muy dados a la magia y la adivinación.

Los textos hititas arrojan luz sobre varios pasajes bíblicos. La compra de la cueva de MACPELA se hizo según las reglas hititas. Ciertos ritos cúlticos de los hebreos escribieron mejores historias antiguas (SAMUEL, LIBROS1 Y 2; REYES, LIBROS 1 Y 2), los hititas tenían un mejor sentido histórico. La forma literaria del PACTO entre Dios e Israel en Deuteronomio y en todo el PENTATEUCO muestra sorprendentes paralelos con la forma literaria de las alianzas entre los hititas y sus vasallos.

HOBA

Lugar al norte de Damasco, hasta donde Abraham persiguió al ejército derrotado de Quedorlaomer y sus aliados (Gn 14.15). Se desconoce el sitio. Quizás fue el nombre de la región alrededor de Damasco o de un pueblo importante antes que esta se fundara.

HOBAB

(FAVORECIDO, AMADO).

Príncipe madianita hijo de Ragüel o Reuel (Nm 10.29). Según este versículo, no es posible establecer sin ambigüedad si el suegro de Moisés era Hobab o Ragüel. Jueces 4.11 afirma que Hobab era el suegro de Moisés, pero en Éx 2.18 Reuel figura como el padre de Séfora, la esposa de Moisés. Entre los musulmanes hay una tradición que identifica a Hobab con Jetro, pero hay otros que sugieren la identificación entre Reuel y Jetro. En este caso Hobab sería cuñado de Moisés.

HODAVÍAS

(DAD HONOR A JEHOVÁ).

Nombre de cuatro hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Hijo de Elioenai y descendiente de Zorobabel y David (1 Cr 24).
  2. Jefe de la casa paterna de la media tribu de Manasés que se asentó al este del Jordán (1 Cr 5.24).
  3. Hijo de Asenúa, de la tribu de Benjamín (1 Cr 7).
  4. Fundador de la familia de «los hijos de Hodavías».

HOGLA

Hija de Zelofehad de la tribu de Manasés (Nm 26.33).

HOJARASCA

Ver. TAMO.

 HOLOCAUSTO

(ENTERAMENTE QUEMADA).

El SACRIFICIO más antiguo de la Biblia (Gn 4; 8.20; 22.2; Éx 10.25) y uno de los más importantes en la religión israelita.

Después de degollar al animal, se rociaba su sangre sobre el altar. Antes de prender el fuego, se lavaban los intestinos de la víctima y se acomodaba las partes sobre el altar. En el caso de las aves, se les quitaban las plumas y el buche y ambas cosas se desechaban, pero lo demás se quemaba por entero.

Se ofrecía holocausto cada mañana y cada tarde, y en ocasiones especiales como después del parto para la purificación de la mujer (Lv 12.6–8), o para la limpieza de un leproso (Lv 14.10– 31), de un hombre o mujer con flujo (15.15ss) o de un nazareno (Nm 6.10ss ).

HOMBRE

(ADÁN).

No siendo la Biblia un texto de ciencia, vano sería intentar descubrir en sus páginas una antropología, una biología o una sicología. La Biblia no da, pues, una definición del hombre, sino que lo caracteriza existencialmente a la luz de su relación con Dios.

La relación del hombre con Dios se hace evidente desde la creación misma del hombre, Gn 1 y 2 afirma que Dios creó al hombre del polvo de la tierra. Por consiguiente, como criatura, es parte de la CREACIÓN. Sin embargo, el hombre no es dios, como han pretendido los diversos humanismos. Está limitado en su poder (Mt 19.26; Jn 3.27; Ro 6.19), en su sabiduría (1 Co 1.25; 2.13; 3.18–20) y en su libertad (Ro 7.14–24) y es un ser mortal (Gn 3.19; Ro 5–12; 1 Co 15.21). Pertenece a la tierra (1 Co 15.47a) y está sujeto a las contingencias de los demás elementos de la creación. Es innegable su semejanza física con los animales e incluso Gn afirma que el hombre fue creado en un mismo día con ellos (1.25–27). Es íntima su dependencia de la tierra, y su mortalidad apunta a un destino común con las especies inferiores.

No obstante su íntima relación con la naturaleza y los seres inferiores, el hombre no es una bestia. La Biblia destaca su noble dignidad (Sal 8.5: «Le has hecho poco menor que los ángeles». El original dice: Elohim, es decir: los dioses o la divinidad). Dios lo creó a su → IMAGEN (Gn 1.27).

Asimismo, al hombre se le dio autoridad sobre la naturaleza (Gn 1.28; Sal 8.58) para dominarla según la voluntad del Creador (Stg 3.7). Ningún hombre, por tanto, es despreciable (Hch 10.28), pues es «linaje de Dios» (Hch 17.28), y Él ha hecho de una sola sangre todo el linaje de los hombres. Toda discriminación racial, social, sexual, cultural, atenta contra el propósito creador divino (Gl 3.28). En beneficio del hombre, criatura suprema de la creación, Dios ha legislado contra el crimen y el ultraje entre humanos (Éx 20.13), y ha establecido el amor como el vínculo de relación entre los hombres (Mt 7.12; 22.36–40; Ro 13.10).

En el nombre del primer hombre, ADÁN, además de una distinción personal, hay una connotación corporativa (Ro 5.12–21; 1 Co 15.21, 22). Los límites precisos entre el hombre y su comunidad no aparecen nítidamente delineados. De acuerdo con Gn 1.27, Dios creó a la pareja humana a su imagen. La expresión «no es bueno que el hombre esté solo» (2.18) indica que la plenitud de la humanidad no se alcanza en el aislamiento individual, sino en la relación social. Este carácter corporativo del concepto «hombre» corrobora la unidad del género humano.

Génesis 3 pone de manifiesto una tragedia. Se ha producido una ruptura inicial con Dios; la criatura se rebela contra su creador y la rebelión tiene consecuencias ineluctables. La realidad del pecado mancha la totalidad de la vida del hombre y nadie escapa de esta lamentable condición (Ro 3.23). A despecho de su egocentrismo, el hombre no puede liberarse del todo de la ley de solidaridad que hay en su naturaleza (cf. Jn 3.19). Al hombre atrapado en semejante situación la Biblia lo llama «hombre natural» (1 Co 2.14), «carnal» (1 Co 3.3), «hijo de ira» (Ef 2.3), «hijos de desobediencia» (Col 3.6), «hombre viejo» (Ro 6.6), etc. Los términos con que denuncia el pecado humano se ajusta estrictamente a la realidad y no vacila en hacerlo aun en forma cruda (PECADO).

A pesar de todo el pecado del hombre, es el mundo de los hombres el que es objeto del amor de Dios. La quebrada relación con el Creador se restablece en Cristo mediante la Cruz (Jn 3.16; Ro 5.1–21; 2 Co 5.14–21; Col 2.9–15, JUSTIFICACIÓN). Esta renovada relación con Dios constituye al hombre en «hijo de Dios» (Jn 1.12, 13), «una nueva criatura» o «creación» (2 Co 5.17), «hombre espiritual» (2 Co 2.15) y en «hombre nuevo» (Ef 4.24; Col 3.10). Este nuevo hombre también es corporativo y no meramente individual (Ef 2.14–16; Col 2.10); (IGLESIA; REINO DE DIOS).

La real transformación del hombre se efectúa por Jesucristo. Él es la acción soberana de Dios a nuestro favor, el Hijo de Dios, el Verbo hecho hombre, «la imagen misma de [la] sustancia» de Dios (Heb 1.1–4), que revela la naturaleza profunda del amor divino (Ro 5.8; Ef 2.4–10; 1 Jn 3.16). A la vez, Él es el hombre perfecto (Jn 1.14; 19.5; Ef 4.13), en quien se revela el propósito redentor de Dios a favor del hombre (2 Co 3.18; 1 Jn 3.2). Dentro de esta perspectiva ha de entenderse la invitación a imitarle (Jn 13.15; 1 P 2.21) y a crecer en santidad (Col 2.8–3.17; 1 Ts 5.12–24; 4.1–3; 1 P 1.13–25).

El pecado del hombre había introducido el desorden, pero su redención acarrea redención para toda la creación (Ro 8.21–23; REDENCIÓN; JESUCRISTO). Cristo es el auténtico hombre, el segundo Adán (1 Co 15.45–47), y por medio de Él Dios se propone «presentar a todo hombre perfecto» (Col 1.28) y «reconciliar consigo todas las cosas» (Col 1.15–23).

Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento se mencionan elementos constitutivos del hombre ALMA, CUERPO, ESPÍRITU, CARNE, SANGRE; y también órganos: CORAZÓN, RIÑONES, ENTRAÑAS, etc. Sin embargo, es forzar estos términos si se tratan de entender como conceptos que conforman una teoría antropológica o sicológica determinada, o entenderlos a la luz de conceptos de la filosofía griega, por ejemplo, la Biblia no emplea estos términos con rigor científico y un mismo vocablo puede denotar diversos sentidos, o dos vocablos diferentes pueden denotar una misma realidad humana. La Biblia habla siempre del hombre como una realidad total.

La Biblia jamás desdeña el cuerpo físico ni sus funciones, como ha solido hacer cierto misticismo. Habla con naturalidad y libertad de la vida sexual, cosa que no hizo ni el puritanismo, católico ni el protestante. El pensamiento bíblico culmina con esta declaración de Pablo: «Vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo» y le pertenece a Dios (1 Co 6.19). Por consiguiente, el cuerpo no debe degradarse (Ro 1.24), pues será objeto de redención (Ro 8.23; Flp 3.21), debe dedicarse a la glorificación de Dios (1 Co 6.12–20). La Biblia desconoce la existencia incorpórea. Por eso, más que hablar de la INMORTALIDAD del alma, habla de la RESURRECCION del cuerpo; con lo cual afirma la vida en la eternidad como existencia concreta y personal. Pablo declara en 1 Co 15.44, 54 que «resucitará cuerpo espiritual». El vocablo «cuerpo» se emplea para denotar la totalidad de la persona (Ro 12.1). Especial significación adquiere, de esta manera, el CUERPO DE CRISTO y su sacrificio, en virtud del cual los creyentes son hechos su cuerpo que es la Iglesia (Ef 1.23; 3.6).

Tampoco cabe distinguir en el Nuevo Testamento entre alma y espíritu como si se tratase de dos partes distintas de la personalidad. Se trata de una misma realidad vista desde distintos ángulos. Por alma en general se traducen los términos griegos psyjé y nous y por espíritu, pneuma; pero este último término denota especialmente el concepto de la persona en cuya vida actúa el Espíritu de Dios. Lo espiritual, pues, es la obra del Espíritu Santo y el hombre

«espiritual» puede ser contrapuesto al hombre natural. En todo esto, como también en otros sentidos, el hombre es a la vez la imagen de Dios, la víctima de sus propios pecados y el participante de la gracia de Cristo (CONCIENCIA).

HOMBRE DE PECADO

Ver. ANTICRISTO

HOMER

Máxima medida de capacidad para áridos que usaban los hebreos, probablemente tomada del concepto de la carga de un burro. Contenía diez BATOS o EFAS, o sea, doscientos veinte litros (Lv 27.16; Is 5.10; Ez 45.11). (MEDIDAS)

HOMICIDIO

Muerte causada a una persona por otra. Dios condena severamente este pecado por cuanto el hombre es criatura suya hecha a su imagen y semejanza (Gn 9.5, 6).

El Antiguo Testamento establece la distinción entre el asesinato (voluntario y premeditado) y el homicidio por imprudencia. Al asesino se le castigaba con la pena de muerte, mientras que el homicida involuntario podía acogerse al derecho de asilo (CIUDADES DE REFUGIO). Pero ni uno ni otro podían evadir las consecuencias mediante un rescate.

En caso del asesinato de una persona libre, el goel o VENGADOR DE SANGRE ejecutaba la pena de muerte. Este vengador era el pariente más cercano de la víctima. Sin embargo, debía haber sentencia previa y la venganza alcanzaría únicamente al culpable y no a sus parientes (Dt 24.16). De lo contrario, esa muerte volvería a ser homicidio.

Parece que muy poco se tenía en cuenta el derecho de legítima defensa (2 S 2.22; 14.6). No obstante, el código de la alianza declaraba: «Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuere herido [de noche] y muriere, el que lo hirió no será culpado de su muerte. Pero si fuere de día, el autor de la muerte será reo de homicidio» (Éx 22.2, 3).

Cuando se desconocía el autor de un homicidio, los ancianos de la ciudad más próxima al lugar donde había sido hallado el cadáver, debían ofrecer un sacrificio especial de expiación (Dt 21.1ss).

La ley de la sangre desempeñaba también un papel en los casos que nosotros llamaríamos de responsabilidad civil: accidente provocado por falta de pretil en la terraza de una casa (Dt 22.8); muerte de una persona corneada por un buey del que se sabía que era «corneador». Pero, en este último caso, el dueño del animal podía rescatar (excepcionalmente) su vida, pagando el rescate (Éx 21.29–31).

La muerte de un esclavo no tenía las mismas consecuencias que la de alguien libre. Al homicida no se le castigaba, sino en el caso de que el esclavo muriera inmediatamente y, en esta circunstancia, la pena no era capital (Éx 21.20, 21).

El rapto de una persona libre para venderla como esclava era un delito que se consideraba homicidio y se castigaba con la muerte (Éx 21.16; Dt 24.7).

El Nuevo Testamento interioriza el crimen del homicidio. En contraste con la Ley del Antiguo Testamento («No matarás»), Jesucristo enseña que «cualquiera que se enoje contra su hermano será culpable de juicio» (Mt 5.21s). Por otra parte, aplica la misericordia: «Oísteis que fue dicho: ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo, Amad a vuestros enemigos Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?» (Mt 5.38–46; Lc 6.27–36). «Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23.34).

HONDA

Tira generalmente de cuero, ensanchada en su parte central, usada para lanzar piedras con violencia. A veces se ataban a sus extremos dos correas, también de cuero, y esto hacía mayor su alcance.

Era arma favorita de los pastores orientales, pero también la usaron en la guerra los israelitas, sirios, persas y egipcios (Jue 20.16; 2 R 3.25; 2 Cr 26.14). El hondero hacía girar la honda por sobre su cabeza y luego soltaba uno de los extremos o correas para liberar la piedra. Esta era capaz de matar a una persona a cuatrocientos pasos.

David, con la habilidad que caracterizaba a los pastores de Palestina, mató con su honda a → GOLIAT, campeón de los filisteos.

Los benjamitas, quienes eran zurdos y por tanto ambidextros, eran famosos en el uso de la honda (Jue 20.16).

HOR

(MONTAÑA).

Nombre de dos montes en el Antiguo Testamento.

  1. Monte situado «en la extremidad del país de Edom» donde murió Aarón (Nm 20.22–29; 33.37–39).

Tradicionalmente se ha identificado con Jebel Harum, montaña situada al oeste de Edom pero esta identificación no es muy probable. Esta segunda montaña es alta y se encuentra demasiado alejada de la ruta de los israelitas quienes, de acuerdo con Nm 20.22–29, presenciaron en Hor la transferencia de los poderes sumos sacerdotales de Aarón a su hijo Eleazar. Es más probable que Hor sea Jebel Madeira, ubicado 24 km al nordeste de CADES.

  1. Monte mencionado en Nm 34.7 como el límite septentrional de Canaán.

Probablemente sea un monte prominente en la cordillera del Líbano, quizás el monte Hermón o Jebel Akkar.

HORA

Aunque para nosotros hora significa la vigesimocuarta parte del día entero, para los hebreos representa más bien un momento en el curso del día o, más tarde, la duodécima parte del período comprendido entre el amanecer y el atardecer. La noche solía medirse por vigilias (cf. Lc 12.38) de tres o cuatro horas. Originalmente la hora señalaba un punto de → TIEMPO aproximado; el pueblo se guiaba por divisiones generales del día (mañana, mediodía y tarde) sin guiarse por hora de duración precisa.

La paloma volvió al arca de Noé «a la hora de la tarde» (Gn 8.11), e Isaac había salido «a la hora de la tarde» (Gn 24.36). Más tarde la hora adquirió un sentido más preciso y señalaba algún momento específico, tal como la hora del sacrificio (Esd 9.5). En la época de Isaías hubo relojes de sol (2 R 20.9ss), y debido a sus relaciones con los babilonios los israelitas comenzaron a usar el concepto de la hora en su forma moderna. Daniel, por ejemplo, quedó atónito casi una hora (Dn 4.19), Jesús reprendió a sus discípulos porque no pudieron velar con Él ni una hora (Mc 14.37), y en la visión apocalíptica hubo silencio en el cielo «como por media hora» (Ap 8.1). Así que la hora llegó a ser una unidad de tiempo de duración definida.

Las horas más mencionadas en la Biblia son la tercera, sexta, novena y undécima; por ejemplo, en la parábola de los labradores de la viña (Mt 20.3, 5). La hora undécima ha llegado a ser expresión proverbial que significa una última oportunidad (Mt 20.6, 9). La aparente contradicción de hora en los relatos de la crucifixión de Cristo puede explicarse, según algunos exégetas, al entenderse que la «hora sexta» en que Pilato sentenció a Jesús (Jn 19.14) se contaba desde la medianoche cuando empezaba el día civil romano, mientras la «hora tercera» de Mc 15.25 se calculaba desde el amanecer, al estilo judío.

En un sentido más personalizado y estratégico, el Señor Jesucristo con frecuencia se  refería al momento histórico de su pasión como «mi hora» (Mt 26.45; Jn 2.4; 12.23; cf. Jn 7.30; 8.20). En cambio, calificó de «vuestra hora» a aquella en que se les permitió a sus enemigos ejercer autoridad transitoria sobre su persona (Lc 22.53). La hora, pues, también significa un punto crítico en la historia de la salvación.

HOREB, MONTE DE

El «monte de Dios» (Éx 18.5) en la península del Sinaí donde Moisés oyó hablar a Dios a través de la zarza ardiendo (Éx 3.1) y donde se le dio la Ley a Israel. Este nombre se le da también al SINAÍ (Éx 3.1).

HOREOS

Habitantes del monte Seir antes de que este lo ocuparan los EDOMITAS (Gn 14.6; Dt 2.12, 22). El origen de esta raza es incierto. Tradicionalmente se creía que habían sido trogloditas que vivieron en las cuevas del monte Seir y sus alrededores. Pero recientes descubrimientos arqueológicos acerca de la civilización hurrita, por el río Éufrates, han hecho a muchos peritos relacionar a los horeos de la Biblia con esta civilización.

HORMA

(DESTRUCCIÓN, O SEA, OFRECIDO EN DESTRUCCIÓN A JEHOVÁ).

Nombre dado a la región de varias ciudades cananeas en el Neguev, destruidas bajo un voto

especial de los israelitas (Nm 21.1–3). Es posible que este fuera también el sitio de la ciudad cananea de Sefat, que fue llamada Horma después que la conquistaran Judá y Simeón (Jue 1.17).

Su rey había sido derrotado antes por Josué (Jos 12.14) y la ciudad cedida primero a Judá  (Jos 15.30) y luego a Simeón (Jos 19.4; 1 Cr 4.30).

Con motivo de la murmuración de Israel, incitada por diez de los espías enviados por Moisés a reconocer a Canaán, los israelitas rebeldes fueron perseguidos hasta Horma por el amalecita y el cananeo (Nm 14.45) en la región de Seir (Dt 1.44). Por la amistad de los habitantes de Horma, durante la persecución de Saúl, David les dio parte del botín recobrado de los amalecitas que habían saqueado a Siclag (1 S 30.30). El sitio a veces identificado con Horma es el paso de Sufa, entre Petra y Arad.

HORMIGA

Insecto himenóptero de diferentes especies, que generalmente vive en colonias instaladas en galerías subterráneas. Los machos tienen alas y son de vida más corta; las hembras también tienen alas pero las pierden después del vuelo nupcial. En su admirable organismo social hay, además, obreras. Estas no tienen alas y están encargadas de buscar alimento, preparar los nidos, hacer la limpieza y cuidar de las hembras, los machos y las larvas.

En la Biblia, Salomón menciona las hormigas como ejemplo de laboriosidad y previsora sabiduría. Se gobiernan a la perfección sin tener gobernador, capitán ni señor (Pr 6.6–8; 30.25). Su organización rivaliza con la de las abejas.

HORNO

Utensilio en que se cuece el pan (Lv 26.26; Is 44.15). Se construía de arcilla cocida, en forma cilíndrica y de sesenta a noventa centímetros de diámetro. Se calentaba con paja (Mt 6.30), leña o estiércol (Ez 4.12). Una vez calentado, se quitaban las cenizas y se colocaban dentro los panes para cocer.

Los alfareros usaban el horno para cocer las vasijas de barro. Los caldeos lo usaban literalmente como castigo (Jer 29.22; Dn 3.19–26). El horno era figura de castigo o de crisol de purificación (Dt 4.20; Sal 21.9; Is 48.10; Ez 22.18; Dn 3.6; Mal 4.1).

HORONAIM

Pueblo moabita situado en la frontera sudoeste entre Palestina y Moab, unos 14 km al este del extremo sur del mar Muerto. Se menciona, junto con Hesbón y otras ciudades moabitas, en profecías contra Moab (Is 15.4, 5; Jer 48.3), a causa de su idolatría y abusos contra la población judía.

HOSANNA

Forma griega de un término hebreo que significa «¡Salva ahora!» o «¡Salva, te rogamos!» Era la expresión (Sal 118.25 hebrea) pronunciada en alta voz por las congregaciones en el templo durante las Fiestas de la Pascua y los Tabernáculos, como respuesta al cántico del «Gran aleluya» (Sal 113–118) entonado por uno de los sacerdotes.

Las multitudes que dieron la bienvenida  a Jesucristo cuando  entró  en Jerusalén exclamaron «¡Hosanna!» (Mt 21.9, 15; Mc 11.9s; Jn 12.13). Se presume que aquella actitud fue una reacción entusiasta, sin referencia a ninguna fiesta religiosa y sin el significado de la frase original en Sal 118.25. La iglesia cristiana primitiva adoptó esta palabra en sus cultos.

HOSPITALIDAD

Virtud de albergar al viajero y forastero o de convidar al conocido.

EN LA ÉPOCA DEL ANTIGUO TESTAMENTO

En el Antiguo Testamento hay poca exhortación a practicar la hospitalidad (por ejemplo, Is.

58.7), ya que se da por sentado que en el desierto era algo imprescindible.

Pero abundan los ejemplos de la bienvenida otorgada al advenedizo (por ejemplo, Gn 18.1s). Se le trata cortésmente (Gn 24.29–33; Éx 2.20) como a huésped de honor: se debe salir a su encuentro, saludarle, lavarle los pies, atender a sus cabalgaduras y prepararle un banquete. Cuando reemprende el camino hay que acompañarlo un trecho (Gn 18.16; cf. las costumbres enumeradas en Lc 7.36–46).

Negar o traicionar la hospitalidad era verdadera ignominia (Dt 23.4; Jue 19.15; cf. los vv. 20s), y la protección del huésped un deber más sagrado que el de padre (Gn 19.1–8; cf. Jue 19.23ss). Desde luego, el convidado debía corresponder con gratitud; el amargo grito de Sal 41.9 alude a la ingratitud del invitado. El rechazo de la hospitalidad se tenía igualmente por ofensa (Gn 19.2s).

Los siervos de Dios merecen una hospitalidad extraordinaria. La provisión que la viuda de Sarepta hizo para Elías (1 R 17.10ss) y que la sunamita hizo para Eliseo (2 R 4.8) fueron un reconocimiento del poder de Jehová.

Aunque un sabio posterior previene contra la aceptación de huéspedes vagabundos y malhechores (Eclesiástico 11.29–34), el Antiguo Testamento recomienda la hospitalidad porque Dios mismo es hospitalario (Sal 15.1; 21.3–6; 39.12) y su pueblo aprendió en Egipto las angustias del EXTRANJERO (Éx 23.9).

Más allá de la mención explícita de hospitalidad, el código de santidad en el Antiguo Testamento exige una atención justa y hospitalaria para las viudas, los huérfanos, los pobres y los extranjeros de Israel (por ejemplo, Dt 14.29; 15.7–11; 16.11; 24.19–22; 26.12) como Jehová ha sido justo y hospitalario con su pueblo al instalarles en la tierra prometida (Sal 146.9; Pr 15.25).

EN LA ÉPOCA DEL NUEVO TESTAMENTO

En los escritos rabínicos la hospitalidad se limita con frecuencia a los JUDÍOS solamente, aunque en el judaísmo posterior se consideraba un deber de alcance general.

Paralelamente, el Nuevo Testamento recomienda la hospitalidad para con todos los menesterosos, pero sobre todo si son cristianos (cf. Gl 6.10). La presencia de esta virtud será factor determinante en el → JUICIO final (Mt 25.34–45), y los HERMANOS que aquí disfrutan de la hospitalidad son todos los necesitados.

Como en el Antiguo Testamento, los siervos de Dios merecen especial atención. Jesús es a menudo huésped (Lc 7.36ss; 10.38ss; Jn 2.2; 12.2). Pablo también lo es (Hch 16.15; Flp 22). El envío de los doce apóstoles y de los setenta presupone un recibimiento hospitalario sin precedentes (Mt 10.9; Lc 10.4). Fallar en la hospitalidad sería rechazar el mensaje traído por el viajero (Mc 6.11; Lc 9.53); a la inversa, al obrero hereje se le niega hasta la hospitalidad (2 Jn 10).

Las parábolas de Jesús ilustran ricamente la hospitalidad y la encomian (por ejemplo, Lc 10.34s; 11.5; 14.12). Los apóstoles también la recomiendan (Ro 12.13; Col 4.10; 1 Ti 3.2; Tit 1.8; 1 P 4.9ss; 3 Jn 5–8). ¡Quién sabe si el huésped que recibimos en casa no es un ángel o  mensajero de Dios! (Heb 13.2). Santiago reclama la parcialidad hacia los ricos, a despecho de los pobres, en las iglesias a las que escribe (Stg 2.1–7). Debido a las persecuciones que esparcían a los cristianos (Hch 8.1) y a la vasta actividad misionera del primer siglo, la hospitalidad motivada por el amor desinteresado era una necesidad. Sin embargo, había personas que rehusaban ofrecer hospitalidad (por ejemplo, 3 Jn 9, 10) o que abusaban de la hospitalidad, por lo que algunos escritores postapostólicos sintieron la necesidad de prevenir a sus lectores acerca de tales personas (por ejemplo, Didajé XI: 9, 10; XII: 1–5). Sin embargo, en  la ética cristiana siempre se destaca el ejemplo del Señor Jesús (Mc 6.41ss; 8.6ss; 10.45; Lc 12.37; 22.27; Jn 13.1), quien sigue siendo anfitrión (Mc 14.22; Jn 6.50–58).

Los cristianos tenemos el llamado hoy a abrir nuestros corazones, hogares y templos para brindar generosa hospitalidad a los desprotegidos y marginados por nuestras sociedades. La hospitalidad de los cristianos debe abarcar también a quienes sufren prisión por causa del Reino de justicia (Jer 37.15–38.13; Hch 12.1–17; Flp 4.10–19.

HUERTO

Dios puso al primer hombre, inmediatamente después de haberlo creado, en un huerto «para que lo labrara y lo guardara» (Gn 2.8, 15). Gustó tanto al hombre esta primera morada, de la cual fue arrojado a causa del pecado (Gn 3.23, 24), que en lo sucesivo se dio al cultivo de numerosos huertos. Gustaba especialmente de los plantados junto a los ríos (Nm 24.6). Salomón fue muy amigo de los huertos y los cultivó con ardiente pasión (2 R 25.4; Neh 3.15; Jer 39.4).

La costumbre de plantar y cuidar huertos era también favorita de la gente sencilla (Dt 11.10; Jer 29.5; Is 1.29, 30; Lc 13.19, etc.). En el libro de Cantares la palabra huerto se repite con frecuencia. En 4.12 se dice que la esposa es un huerto cerrado, seguramente refiriéndose a su fidelidad (cf. 4.15s; 6.2).

Cristo frecuentó los huertos cercanos a Jerusalén (Jn 18.1) para dedicarse a la oración. En uno de estos huertos lo apresaron (Jn 18.2ss, GETSEMANÍ), y en otro lo sepultaron (Jn 19.41, 42).

HULDA

Profetisa de Jerusalén a quien consultaron después del hallazgo del libro de la Ley en el templo, durante el reinado de Josías. Profetizó el juicio de Dios según el libro, pero advirtió que el rey Josías de Judá, debido a su arrepentimiento al oír las palabras de la Ley, no lo vería (2 R 22.14–20; 2 Cr 34.22–28).

HUMILDAD

Traducción de varios términos hebreos: anava (aflicción, mansedumbre), daka (ser rebajado, herido), shaja (inclinarse), kana (ser o llegar a ser humilde) y del griego tapeinos.

En el Antiguo Testamento el término se refiere originalmente al POBRE, oprimido o afligido (1 S 2.7; 2 S 22.28), y luego se extiende a la actitud del hombre que recibe con sumisión y confianza tales pruebas (Éx 10.3; Dt 8.12, 13). Miqueas la considera requisito esencial de la misma (6.8). En 2 Cr la humildad es criterio fundamental para juzgar a los reyes. Y el humilde es en los salmos el prototipo del varón piadoso o justo (22.26; 25.9; 123; 131; 147.6).

El Nuevo Testamento recoge la idea de humildad del Antiguo Testamento (Mt 5.5; 23.12; Lc 1.52; Hch 20.19; Flp 4.12). Jesús es el humilde por excelencia (Mt 11.29; 21.4, 5), a quien el Padre ha exaltado (Flp 2.8s). Esta misma humildad se requiere del creyente (1 Co 4.21; 2 Co 10.1; Ef 4.2; 2 Ti 2.25). A veces se contrasta con la violencia (1 Co 4.21). Permite desentenderse del propio prestigio (Mt 18.4; Ro 12.16; 2 Co 11.7; cf. Jn 13.3–17) y dar preferencia a los demás (Flp 2.3). Pero puede haber una humildad simulada (Col 2.18–23; cf. 3.12). El orgullo que confía en el poder o el ejército se contrasta con la humildad que confía solamente en Dios (Sal 118.8s; 146.3s).

HUR

(Jur en NC, BC y BJ). Nombre de significado incierto. Fue un israelita que, juntamente con Aarón, sostuvo los brazos de Moisés mientras este oraba durante la batalla contra los AMALECITAS (Éx 17.10, 12). Más tarde ayudó a Aarón en la dirección del pueblo en ausencia de Moisés (Éx 24.14).

Nombre de otras seis personas mencionadas en Éx 31.2; Nm 31.8; 1 R 4.8; 1 Cr 2.50; 4.1; Neh 3.9.

HURTO

Ver. ROBO.

HUSAI

Un amigo y sabio consejero del rey David (2 S 15.32, 37). Durante la sublevación de Absalón, Husai permaneció fiel a David y se convirtió en su espía en Jerusalén. Este probablemente fue el padre de Baana, uno de los oficiales del rey Salomón (1 R 4.16).

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